Capitulo 8 – El café
Me desperté a los pocos minutos. El cansancio se había apoderado de mi pero no tarde mucho a volver en si.
Estaba en una camilla, supongo que en la sala de enfermería de la casa.
Habían dos extraños hurgando en mis costillas. El dolor volvió y de un grito me estremeci. Note como los desconocidos me miraron y siguieron con su trabajo.
Sacaron un pote con un tipo de ungüento verdoso y me lo colocaron en herida.
Al principio estaba congelado pero poco a poco se calentó haciendo que el hueso se reparará y la herida se cerrará.
Al cabo de unos minutos me sentí como nueva, ni en los mejores hospitales tenían este tipo de medicamento.
- Te hemos reparado todo lo que tenias roto. - dijo uno de los extraños. - Ahora con esto. - dijo mientras que señalaba el pote con el ungüento verdoso. - Sí te lo aplicas se te cerrarán todas las heridas y no quedarán cicatrices.
- Gracias. - dije mientras cojia el pote y lo miraba atentamente.
- Pero hay un problema. - dijo el otro desconocido mirándome. - Para los moratones no tenemos nada.
Me levante de la camilla y me acerque al espejo, estaba hecha un cuadro.
- No importa, ya se iran solos. - le dije despreocupada aunque no me hacía gracia tener todo el cuerpo, incluyendo la cara, de color lila.
Salí de la enfermería y fui a mi habitación.
Al llegar fui directa al lavabo para quitarme la ropa y quedarme solo en ropa interior y poco a poco fui mojando los dedos en el ungüento verde y colocandolo en todas las heridas de mi cuerpo.
Las heridas desaparecieron y me dispuse a vestirme con unos tejanos apretados, una camisa holgada blanca con un estampado de una mujer multicolor, una tejana encima de esta y por último unas victoria blancas.
Me di un último vistazo ante el espejo, pero por muy guapa que fuese vestida, el moratón del ojo era lo que más destacaba.
Salí y fui hacia la cocina ya que era hora de comer.
No tenia ganas de ver a nadie, ni ver a las personas que me dieron una paliza de muerte. Entre en la cocina llamando toda la atención del personal, coji un plato de arroz, un par de trozos de carne y me senté sin dar importancia a los comentarios.
Hubo un rato en silencio, pero alguien abrió la boca.
- Anne lo sentimos, pero nos obligaron, no podíamos negarnos. - dijo Celia mirándome fijamente.
- No importa. - dije sin darle importancia.
- Sí que importa! Mira como te pusimos! - dijo Celia alterada.
- Esta hecha un Cristo. - dijo Brandon riéndose de mi.
- Callate! - dije con un grito a Brandon.
- Tu a mi no me puedes decir que me calle! - dijo él alterado y levantándose de la silla.
- Ni se te ocurra gritarme. - le dije mientras que me levantaba yo también.
- Hago lo que quiero y como quiero y tu no eres nadie para decirme nada. Entendido? - dijo Brandon mientras se acercaba hacia mi y se ponía cara a cara.
Notaba su aliento, su corazón alterado y la rabia que tenia dentro.
- Lo que no entiendes es que no me puedes dar órdenes ya que tiene poco cerebro y muchos impulsos. - dije acercándome cada vez más a él.
- Qué has dicho?
- Ahora también eres sordo?
- Eres niña muerta. - dijo enfadado y entonces me cojio de la camisa y me tiro al suelo.
Ya había tenido bastantes golpes y esta vez no iba a quedarme parada, así que me levante rápidamente y le di un puñetazo en el ojo y como no se lo esperaba se puso las manos en él y aproveche la ocasión para darle una patada en el estomago.
Sabia que no le abría echo mucho daño pero seria un escarmiento, y nunca mejor dicho.
Todos se quedaron petrificados y Brandon se levantó y se fue de la sala.
Yo, en cambio, me senté y seguí comiendo.
Cuando acabe fui a mi habitación y me puse a leer, necesitaba relajarme antes de pedir un favor que seguro que me negarian.
Pase un rato leyendo hasta que picaron aa puerta.
- Adelante. - dije sin darle importancia.
- Anne, te he traído esto. - dijo Violett señalando un baso.
- Qué es?
- Es una poción para que se te vayan los moratones.
- Enserio? - dije abriendo mucho los ojos.
- Sí. Va tomatelo.
Me lo tome de un trago.
- Mm..esta delicioso.
- Le puse fresas y arándanos para darle un mejor sabor.
- Gracias Violett, muchísimas gracias.
- Denada.
Hubo un silencio.
- Brandon esta bastante cabreado, le dejaste un moratón en el ojo y otro en el estomago.
- Me subestimais, aparte ya estaba cansada de que me machacaran.
- Normal, aunque yo iría a decirle algo..es bastante, rencoroso. Aparte, es la primera vez que lo dejan en ridículo.
- Bueno, ya iré, ahora tengo que hacer otra cosa.
Violett y yo salimos de la habitación y me dirigí a ver al Señor.
Cuando llegue a la puerta del despacho esta se abrió.
El Señor al verme se levantó de la silla y camino hacia mi.
- Mira por donde, ahora te iba a llamar para hablar. - dijo mientras me llevaba a una silla y el se ponía cara a mi separandonos la mesa del escritorio.
- Yo también quería hablar con usted. - dije acomodandome.
- Muy bien pero antes de todo, espero que hallas aprendido la lección de no salir de la casa sin permiso.
- De eso mismo iba a hablarle..
- Y por cierto, - dijo cortandome la frase. - La maestra y yo hemos pensado que ya estas lista para tu viaje.
- Qué viaje? - dije sorprendida.
- Tienes que presentarte a cada ciudad de los elementos y allá te valorarán los reyes y los jueces de los elementos.
- Entonces tengo que ir a la Ciudad de Agua, de Fuego, de Tierra y ya está no?
- Y la ciudad donde perteneces, la Ciudad de Aire.
- Y después que pasara?
- Tendrás que presentarte al tribunal de los 7 magos y ellos decidirán si podrás unirte a nuestro clan de cazadores de auras.
- Y cuando se supone que tengo que hacer eso?
- Dentro de tres días partiras a la Ciudad de Agua.
- Y me lo dice ahora? - dije sobresaltada.
- Teníamos que ver si aguantabas bien las derrotas.
- Derrotas o palizas?
- Da igual lo que sea, tendrás que ir a examinarte y punto.
- Entonces es una obligación no? - dije enfadada.
- Sí. - dijo firme.
- Pues entonces yo quiero ir al pueblo, me merezco poder ir a hablar con mis familiares y amistades.
- Pero..
- Y me da igual lo que me diga. - dije cortandolo. - Ya que o a las buenas o a las malas iré, sea como sea.
Hizo una pausa como para pensárselo.
- De acuerdo, pero tendrás que ir con tus compañeros y no se despegaran de ti hasta que vuelvas.
- Vale. - dije de mala gana.
Cuando todos se prepararon cogimos el coche y nos fuimos hacia el café donde había quedado con Lara.
El camino fue callado, ya que nadie quería hacerme de niñera y yo menos de que me cuidasen.
Al llegar entramos al pequeño café de la cuarta avenida.
Vi a Lara sentada en una mesa que daba a la ventana de cara a dos chicos.
- Quedaos aquí. - les dije a mis acompañantes señalando una mesa.
- El Señor nos dijo que no nos separaremos de ti. - dijo Nariel.
- Estaré aquí al lado, a vuestra vista. No me pasara nada. - dije eso y me fui a la mesa de mi amiga.
- Lara! - dije mientras ella se levantaba y la abrazaba.
- Pensaba que ya no vendrias.
- Pues aquí estoy. - dije riendo.
Nos sentamos y me fije más en los chicos. Había algo que me sonaba, pero no me acordaba de que.
- Te acuerdas de ellos? - dijo Lara mirándome. Al ver que no me acordaba continuo la frase. - Son los de la fiesta, los chicos con los que fuimos.
En ese momento me vinieron sus caras a la mente.
- Y que se suponen que hacen aquí? - dije cabreada.
- Es que..somos novios. - dijo Lara mirando al chico que en la fiesta se la había llevado.
- Se puede saber desde cuando?! - dije medio gritando.
- No te enfades Anne. - hizo una pausa. - Cuando me levante a la mañana siguiente vi que tenia un papel en el bolso, con su número. Lo llame para saber quien era y congeniamos. Después salimos a tomar un café y bueno, ahora estamos saliendo.
- Ah. - dije no muy entusiasmada mirando al chico en cuestión. - Entonces este que pinta aquí? - dije señalando al otro chico.
- Vine a ver si te conquistaba, otra vez. - dijo el chico con superioridad.
- Eres un engreído de mierda.
- Lose, y eso es lo que me hace más irresistible.
- No creo que sea por eso. - dije finalmente acabando conversación con ese imbecil.
- Lara tengo que decirte una cosa. - dije seria.
- El que? - dijo ella asustada. - No me vas a decir que estas embarazada no?
- No! - dije riendo. - Me voy a casa de mis tíos una temporada para ayudarlos, y nose cuando volveré. - dije tristemente.
- Bueno pero podremos hablar y hacer videollamadas, no?
Me quede pensando esa pregunta. Dudaba que me dejasen llevar el móvil a los viajes.
- Hay poca cobertura en casa de mis tíos, aunque cuando vaya a algún sitio con cobertura te llamare rápidamente vale?
- Vale.. - dijo no muy convencida.
- Pero escríbeme y cuentamelo todo y si tienes algún problema y me necesitas a la que pueda vendré a verte.
- Eso espero!
- Ahora tengo que irme a despedirme de mis padres.
- Vale.
Nos dimos un abrazo de despedida que duró como minutos.
Me fui a la esa donde estaban mis compañeros y cuando quise decir algo alguien me agarro por detrás.
- Qué quieres? - dije mirando de mala gana al novio de Lara.
- Solo quería que noe explicaras nada de lo que paso en la fiesta. Me gusta y lo que paso fue una equivocación.. - dijo arrepentido.
- No se lo que hiciste con ella cuando me fui pero solo te digo una cosa, como le hagas algo y me enteré te cortaré los huevos los are revueltos y me los comeré para desayunar, entendido!? - dije muy fríamente.
- Sí sí.. - dijo rápidamente y alejándose de mi.