Es aquí - la pareja se detuvo detrás de aquella puerta blanca.
Aizawa abrazaba las caderas de un pecoso nervioso, izuku no sabía que pensar sobre la persona que querían que conociera.
Por la descripción que le dio su amado, sabía que era una niña de alrededor de 11 años que había sido lastimada por un hombre.
Algo que le generaba una gran furia, pues no podía creer que alguien fuera capaz de lastimar a una cachorrita. Se supone que los pequeños deben ser protegidos, o eso es lo que su querida madre siempre le decía.
Aizawa observó aquel temblor en el cuerpo de su amado, suavizo su mirada entendiendo ese comportamiento.
No era la primera vez que pasaba, su pequeño izuku podría ser una fiera estando en su forma animal, pero siendo un humano era muy tímido y nervioso.
Después de todo, vivir en la calles le dieron grandes traumas, como el miedo a las personas, pues algunas veces era apedreado por niños y otras, mojado con agua sucia.
Todo esto era un gran temor para su pareja, siendo un humano estaba limitado, no podía correr ni ocultarse fácilmente.
Además que al ser más grande, podría obtener mayores heridas que no podría soportar.
Cada una de estas cosas hacen que su izuku prefiera ser un gato cuando salen a pasear o de compras.
Algo que trataba de cambiar, y tal vez con la llegada de Eri pueda logar, ayudando a esos dos a sanar esas heridas.
Acercó un poco más el cuerpo del peliverde y le sonrió, logrado que el temblor en el cuerpo del pequeño se detuviera.
Acerco su mano derecha y abrió con tranquilidad aquella puerta, asombrándose al ver a uno de sus alumnos dentro de ese cuarto.
Yamikumo, Mirio -
Izuku movió sus orejas asombrado por la apariencia de ese chico, frunció el ceño al ver que ese sujeto estaba copiando su físico.
¡Oye! - camino un poco alejándose de su amado - si con eso crees que podrás enamorar a mi shota, pues estas muy equivocado - se lanzó contra el azabache dándole un sonoro beso en la mejilla - yo soy mejor que tú
Todos en la habitación se quedaron callados ante las palabras de aquel peliverde.
Yamikumo no sabía que decir o hacer, no entendía lo que pasaba, solo había ido a visitar a Eri para ver como estaba, pero ahora se encontraba con una persona similar a él.
Parecía su gemelo, solo con la diferencia de sus orejas y colas, además de su personalidad algo llamativa, todo lo contrario a él, que era muy sombrío.
Y.. Yo - tartamudeo sin saber que decir o como defenderse. Pero para su suerte, su sensei decidió explicar las cosas.
Él es Yamikumo Midoriya, uno de mis alumnos, y como vez, se parece a ti - se encontraba un poco nervioso ante esa mirada inquisidora de su pareja- él no va detrás de mí, porque midoriya es novio de ese rubio que está a su lado
Izuku miró al chico sonriente que lo saludaba
Hola, soy Togata Mirio - abrazo por los hombros al chico peliverde que estaba a su lado
Izuku asintió y se ocultó detrás del azabache, ahora la vergüenza invadía su cuerpo.
¿Qué hacen aquí? - pregunto aizawa
Solo veníamos a ver a Eri chan, queríamos invitarla al festival de la UA - Mirio se acercó al sensei - ¿podemos?
Se lo preguntaré al director, ahora fuera de aquí, quiero hablar con Eri - los adolescentes asintieron y se despidieron de la niña para después abandonar el lugar.
Por unos minutos la habitación se quedó en silencio, con la mirada atenta entre la peliblanca con el peliverde
Eri - se acercó a la niña con el gato detrás de él - él es izuku, mi pareja
La niña de cabellera blanca asintió con un movimiento de cabeza, mientras que el mitad gato salía detrás del azabache con la mirada agachada.
Suspiro - deseaba que lo conocieras para que te acostumbraras a él y no te tomará por sorpresa verlo en la casa
Izuku y Eri mantuvieron sus miradas fijas en el contrario, como si analizarán sus movimientos.
Aizawa decidió salir de la habitación dejándolos solos, no quería presionarlos ni mucho menos que obtuvieran nuevos traumas, pensó que sería buena idea darles su espacio, para que se conocieron sin terceros que los molestaran.
Así que se mantuvo fuera de la habitación por cualquier cosa.
Mientras que dentro, Izuku fue el primero en desviar su mirada, - yo.. Mmm
Eres un gato? - Eri ladeo su cabeza mirando con asombro las orejas del peliverde.
Izuku asintió, se acercó a la cama y se arrodilló - si quieres.. Puedes tocarlas
Los ojos de Eri se iluminaron por unos segundos, de manera tímida acercó sus manos y con cuidado acarició una de esas orejas peludas.
Suaves - susurro, pero a los pocos segundos se asombró al escuchar un pequeño ronroneo proveniente del peliverde.
Izuku sentía tan cálidas aquellas acaricias, que no podía evitar sentirse a gusto con ellas, así que inevitablemente comenzó a ronronear.
Aquella acción logró desaparecer aquel ambiente tenso dejando un ambiente más tranquilo y acogedor.
Izuku levantó su rostro y por unos segundos miró aquellos ojos con más detalle.
En aquellos rubíes podía ver que esa pequeña no tenía ninguna chispa de alegría, eso era raro para él, pues los niños que conocía siempre eran muy sonrientes y llenos de energía.
Pero esta niña no, por una razón le recordó a él, cuando vagaba solo por las calles hundido en su tristeza al perder a su mamá.
Todo herido y sucio por los perros y humanos que solo al verlo comenzaban a atacarlo.
Pero todo cambió con la llegada de shota, donde de nuevo logró sentir ese cariño y ese ambiente familiar.
Con cuidado se levantó y se sentó a lado de la niña. Acercó la cabeza de Eri a su pecho y con movimientos lentos comenzó a lamer los cabellos de la pequeña.
Como toda una mamá gatuna ante sus cachorros.
Eri se le hizo extraño aquella acción pero sentía un pequeño sentimiento cálido azotar a su pecho.
Poco a poco subió sus manos y abrazo al peliverde, cerrando sus ojos disfrutando de aquellas acaricias.
Inevitablemente recordó a sus padres, la misma emoción que sentía con ellos ahora lo sentía con ese mitad gato.
Sin evitarlo se acurrucó en sus brazos mientras que izuku continuaba con su trabajo, mientras que sus manos abrazaban a la peliblanca por las caderas.
Eres una cachorrita, yo voy a ser tu mami - sonrió con ternura - " ahora entiendo lo que sintió mi mamá cuando me adopto" -
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Yamikumo se encontraba caminando a lado de su novio, se encontraba sumido en sus pensamientos
No podía evitar recordar a ese chico gato, era muy extraño que los dos se parecieran tanto. Por una extraña razón aquello le daba un mal presentimiento.
Yami - tocó el hombro del peliverde quien dio un pequeño salto
Si, Mirio -
¿Te encuentras bien? - miró preocupado al chico.
Si.. Bueno..-
Sé que es extraño que haya otro tú, pero no creo que haya algo detrás de esto ¿o sí? -
No lo sé - susurro, algo le decía que debía de averiguar lo que estaba pasando.
Debía de hablar seriamente con su madre.
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