Avatar • Amor Verdadero

By DannyDecker_1

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Ciudad República se encuentra en un acelerado crecimiento, al igual que las dificultades. ¿Será Aang, Katara... More

Lejanía
Dulces Melodías
Solo tú y yo
Temores del Corazón
Casualidades
Confianza
FOREVER
Sin Prisas
Algo Inevitable
El Templo Aire de la Isla; Parte 1
El Templo Aire de la Isla; Parte 2
Cae la Oscuridad
Viejos Recuerdos
Laberinto de sombras
La inmensidad de tu dolor
Sanando el alma
🐾 ANUNCIO🐾
Cambio de planes
Remordimientos

Distorsión de la Realidad

350 26 70
By DannyDecker_1

Sorry por la tardanza, otra vez xd. Mi computadora es una kk 😑😞. Espero y disfruten el cap. tanto como yo. También me emociona mucho saber que casi llegamos a las 2K lecturas!!! ILY chicas💞💞

Aang

El lugar estaba hecho un desastre.
Agradeció profundamente que nadie se encontrara cerca, salvo el.

Una larga y dolorosa herida sobresalía de su antebrazo, producto de la explosión hace unos minutos.

Un trozo de metal lo había golpeado, perforándole varias capas de piel, dejando salir con lentitud ese líquido rojo que brotaba de su interior.

—Tenemos que ir adentro— le dijo finalmente Toph, una vez que los ánimos de ambos estuvieron más relajados —Katara te ayudará con eso—.
Aang le tomó la palabra y se dirigió junto a la Jefa de Policía hacia su casa. El Maestro Aire avanzaba con dificultad por los escalones que daban al centro del templo.

Los acólitos estaban bastante lejos del atentado, probablemente del lado contrario de donde todo ocurrió, eso logro quitar un gran peso a su preocupación.

Justo cuando comenzaban a darse paso, Katara y Sokka llegaban con asombro a donde ellos se encontraban.

La Maestra Agua se aproximó a él, rodeándolo con ambos brazos sobre su cuello, viendo de reojo el risco donde había ocurrido la explosión.

—¡Aang! ¡¿Estás bien?! ¡¿Te sucedió algo?! — preguntaba una y otra y vez, respirando de manera nerviosa.

Antes de que Aang pudiera responder, Katara dirigió su rostro con miedo hacia los ropajes manchados de sangre del Avatar.

—Estas herido—De inmediato hizo fluir agua de su cantimplora y con ambas manos hizo presión sobre su antebrazo —Vamos adentro...ahora—.

Sintió una mejora al instante cuando pudo sentir la frescura del agua fluir sobre su herida; El brazo dejó de arder y logró mover sus dedos con más facilidad.

Se sentó en la silla que estaba en la habitación donde se encontraba Suki, Toph y Sokka también se encontraban ahí.

—¿Qué fue lo que ocurrió, Aang? — Nadie había dicho nada en lo que se dirigían a la recamara. Katara había escuchado la explosión, asi que de inmediato se dirigió hacia donde él se encontraba, se notaba de lejos su preocupación.

—Un maldito loco se metió a la isla— respondió Toph en su lugar.

Sokka y Katara cruzaron miradas de preocupación.

—Creo...Que nos estaba espiando— sollozó el Avatar —Quería hablar con el eh interrogarlo, pero no pude capturarlo a tiempo—. El Monje logró recargarse sobre el respaldo de la silla, liberando un suspiro de alivio al sentir desaparecer el dolor casi por completo.

Katara frunció el ceño, alcanzó a tomar con su mano cálida el rostro de Aang, obligándolo a verla —Sabes que no puedes resolver todos los problemas asi, cariño—. Muchas veces se lo repetían, de alguna manera tenía la esperanza de hacer razonar a esas personas —No todos piensan como tú, Aang —repuso Katara —Ellos harán lo que sea para hacerte daño, ten más cuidado, por favor—.

El Avatar suspiro nuevamente, antes de darle la razón a su novia.

—Supongo que estas en lo correcto— dijo el Monje, abatido.

Talvez ser compasivo con todas las personas no era lo correcto, debía dirigir toda su autoridad como Avatar hacia esos delincuentes.

—Quienes eran ellos? — demandó saber la Maestra Agua a todos los que ahí se encontraban —¿Qué buscan de nosotros? —.

Él también quería saberlo, pensó que, en la Isla, el, Katara y toda su gente estarían protegidos, pero esa idea ahora parecía tan débil como el humo cuando ese hombre se infiltró con tanta facilidad.

—Deben ser los mismos que atacaron a Suki— supuso Sokka de inmediato —Nos deben estar vigilando—.

Eso último era lo que más le preocupaba a Aang. De ser cierto todas las suposiciones, no solo su vida peligraría, la de Katara también.

—Deben estar detrás de alguno de nosotros— Comentó el Monje, con frialdad.

—No saben con quien se están metiendo esos malditos— se incorporó de inmediato Toph a la conversación —Yo misma los hare suplicar, ya verán— terminó de decir, estrujando sus puños.

—¿Qué es lo que haremos entonces? — preguntó Katara con seriedad. Los cuatro se lo pensaron por un tiempo.

Hubo un silencio gélido antes de que Sokka hablara.

Esos rebeldes habían jugado con fuego cuando atacaron a Suki, ahora que arremetieron en su isla, definitivamente habían cruzado la línea.

—Esperarlos— Sokka se cruzó de brazos para razonar de mejor manera, tenía esa mirada de brillantez en el rostro —Estaremos esperando su siguiente ataque. No sabemos nada de ellos, tampoco sabemos lo que planean. Lo mejor será esperarlos y emboscarlos aquí. Los sorprenderemos en el acto—.

—¿Esperarlos? — Katara se puso de pies para dudar de lo que la jefa de policía decía —Podrían ser ellos los que nos sorprendan a nosotros— replico de inmediato.

—No, no— Toph intervino con una duda aun en su mente. —Eso podría ser una buena idea. Lo más probable es que ellos nos estén provocando, esperando a que contraataquemos. No hacer nada es algo que no esperan—.

—Somos nosotros cuatro, eso es suficiente. Tendremos a los Maestros Metal al tanto por si acaso.

Aang y Katara cruzaron miradas, el monje puso darse cuenta de que la Maestra Agua aún no se convencía de lo que Sokka sugería.

—Pensé que querías capturar a esos rufianes a toda costa— comentó Aang hacía el Concejal.

El Avatar no dudaba del plan de Sokka, siempre tenía algo reservado en su cabeza para sorprenderlos a todos.

—Prefiero verlos caer en su propio juego, burlarme de ellos en su cara y ver como suplican por el perdón.

—¿Qué opinas, Toph? — preguntó Aang para saber si ella estaba de acuerdo.

—Hagámoslo, pies ligeros— sentenció la Jefa de Policía.

Entonces paso su mirada a Katara que aún seguía indecisa

—¿Cariño...?—

—Yo...— la chica hizo una pausa para tragar saliva antes de responder —Yo no estoy segura de esto—.

El Avatar podía sentir algo en su voz, si su novia dudaba de eso, era porque algo en verdad le disgustaba.

—¿Que ocurre, Katara? —quiso saber el Monje.

—Me parece un poco arriesgado todo esto— La Maestra logró reponer su voz —Ellos te buscan a ti, Aang, estoy segura. No quiero que, por no tomar precauciones, tu o alguien de nosotros resulte herido—.

—Katara...— El Monje la tomó por el hombro mientras sostenía su mano, estaba preocupándose en exceso

—Estaremos bien, cariño. Ocupémonos por mantenernos serenos. Mientras estemos unidos, estaremos bien—.

—Estaremos bien, Katara, Aang estará bien— comentó Sokka, acercándose a ellos —Además, creo que no hace falta que te recuerde quién de nosotros es el Avatar, ¿Verdad? —.

La Maestra Agua elevó su mirada para fijarla en la de Aang, sonrió levemente al recordarlo.

—Hagámoslo por ella— murmuró él Monje, dando vista a la Guerrera Kyoshi que yacía dormida en la cama.

Así pasaron el resto del día, conversando entre ellos por lo que había pasado en los últimos días, analizando cualquier cosa que pudiera haber pasado por alto.

Toph había decidido pasar la noche en la Isla. Aang se encargó de pedirle a los Acólitos que prepararán una recamara para la Maestra Tierra, lo suficientemente cómoda para el sueño profundo de la Jefa de Policía.

A la mañana siguiente, la rutina fue la misma que los días anteriores. Katara continuaba con sus sesiones de curación a Suki, acompañada de Toph en la misma habitación.

A la Maestra Tierra no le importaba perder el tiempo que tanto había estado buscando junto en ese lugar.

Muy temprano, algunos Maestros Metal se presentaron en el templo, a petición de Toph.

Se dispersaron alrededor de la Isla, ocultándose de a simple vista de los demás.

Después de pasar la mañana con Katara, Aang se había ofrecido a preparar el desayuno, a petición de Toph.

Fue que pensó que sería buena idea algún concejo de alguna de sus pupilas. Pidió la ayuda de Xing—Ying y Hei Won para preparar un buen desayuno.

—¿Que tiene planeado preparar? — preguntó Hei Won con entusiasmo, mientras colocaba su delantal.

—Hoy preparemos carne para Sokka, Katara y Toph— respondió Aang de igual manera. —Nosotros desayunaremos algunos fideos— .

—¿Carne...? — Dudo con disgusto Xing—Ying. Ninguno se los Acólitos era fanático de ese alimento, se había adentrado tanto a la cultura Nómada Aire que se había vuelto vegetarianos, de la misma manera que lo eran los Monjes.

Aang logró convencerlas finalmente. Sin duda esas chicas superaban por mucho sus habilidades en la cocina, preparaban todo con demasiada facilidad.

Extrañamente entro la duda en el de dónde habían aprendido a cocinar de esa manera.

—Jingbo es un excelente cocinero— abordó Xing—Ying, emocionada.

—A veces él nos explica cómo su papá le enseñó a conocer los ingredientes para que la comida quedara deliciosa.

Creía conocer mucha información acerca de sus pupilos, que Jingbo fuera un excelente cocinero, lo sorprendió de golpe. No sería pedirle algún concejo de vez en cuando.

—Alguien toca la puerta— dijo Hei Won, saliendo de la cocina para ir a atender.

La comida pudo quedar lista en ese momento si no fuera porque alguien lo llamó con preocupación

—¿Aang...? — La ministra dejo escuchar voz en la habitación.

Esa sí que era una sorpresa.

—¿Zhanxi...? — dudo Aang cuando la chica atravesó la cocina con timidez
—¿Qué haces aquí?, ¿Ocurrió algo?— abordó el Avatar con curiosidad.

La chica se limitó a sonreírle a las acolitas que ahí se encontraban, que igualmente le correspondieron con un cálido saludo.

—Que tonto soy— declaró el Avatar para corregir su error —No las he presentado. Ellas son Xing—Ying y Hei Won, ambas son mis pupilas y acolitas del aire. —dijo dirigiendo su mano en símbolo de presentación —Y ella es Zhanxi, es la primer Ministra del Reino Tierra en la Ciudad—.

—Es un placer conocerla en persona, Ministra. Nos honra su visita en el Templo Aire de la Isla— Dijeron las acolitas con una ligera reverencia.

Después de los saludos, a Aang le preocupaba su visita. Algo debió haber ocurrido para que decidiera venir.

—Y... ¿A qué se debe tu visita, Zhanxi? — volvió a preguntar, no sabía si estaba actuando paranoico por lo que sucedió anteriormente—¿Ocurrió algo malo? —.

Las acolitas se habían retirado a llevar la comida a la habitación de la Guerrera Kyoshi, donde se encontraba Toph y Katara.

—No realmente— admitió, después de suspirar con prisa —Escuché rumores sobre un posible ataque a la Instructora Suki, quise venir, pero ningún barco me quiso traer, después escuché la explosión y...

—No hay nada de qué preocuparse— le hizo saber Aang, aproximándose a ella, interrumpiendo la euforia con la que hablaba —Suki está mejorando. Nosotros estamos bien—.

—Pero estas herido— le dijo, llevando sus manos con timidez al brazo del Avatar.

Aang llevaba una venda que rodeaba su brazo, cubriendo en su totalidad esa herida. Definitivamente ya no había dolor, pero Katara había insistido en utilizar su vendaje de ceda sobre él.

—Eres muy amable por preocuparte, Zhanxi, la herida ya sanó — Aang retiro su brazo con algo de pena de las manos de la Ministra que analizaba detenidamente lo que ahí había.

La Ministra calló por unos segundos, con la mirada caída —Estaba tan preocupada...— admitió finalmente con melancolía —Cuando vi lo que había pasado, me preocupé mucho—.

Aang quería responder, pero le era difícil corresponder esas palabras.

¿Cuándo se había vuelto tan difícil hablar con ella?

—Yo lo siento, Aang— admitió con melancolía —La última vez que nos vimos, yo dije cosas que no quería decir. No tuve un buen dia en esa ocasión y me dejé llevar— La Ministra retiro rápidamente con una mano, una lagrima que caía por sus mejillas— Perdóname si te llegué a molestar—.

Habia recordado de pronto ese amargo recuerdo, uno que había decidido pasar por alto y dejar en el olvido.

—No hay nada que perdonar, Zhanxi— reconoció el Avatar con una sonrisa de alivio —Gracias por estar aquí—.

Con una mueca de felicidad, y un beso en la mejilla, La Ministra lo abrazó en agradecimiento.

Cuando se separaron era como si todo regresara a ser como antes, cuando se encontraron en aquella habitación del Reino Tierra junto a Zuko y el Rey Kuei.

—Me alegro de que volvamos a ser amigos de nuevo— confesó Aang ante aquella sonrisa.

Estamos bien ahora.

—¿Qué fue lo que ocurrió exactamente con Suki? — preguntó de forma interesada.

Aang se tomó el tiempo para explicarle el ataque, mientras Zhanxi lo escuchaba detenidamente, con total atención.

Toph

Era realmente molesto despertar tan temprano.

Trabajaba en la estación de Policía, lo que hacía que sugería levantarse muy de mañana.

Pero hacerlo ahí, en la isla, sin ningún motivo, era sumamente agotador y trabquilizador para su mente, algo extraño.

Toph, al igual que Sokka, había decidido tomar un pequeño receso de sus actividades, por lo menos hasta que las cosas se tranquilizaran o lograran atrapar a los delincuentes, lo que pasara primero.

Le había pedido a Aang que escribiera una carta por ella, una donde convocara a cinco Maestros Metal a acompañarlos en la Isla.

Después de lo que habían acorado el dia anterior, lo mejor sería estar precavidos y listos por si algo llegase a ocurrir.

Con unas prendas bastante holgadas color verde y los pies descalzos, la Maestra Tierra se dirigió hacia donde los acólitos enviaban y recibían el correo del Avatar.

Avanzó con discreción hacia su destino, las vibraciones eran demasiado claras esa mañana, sus pisadas eran secas y frías.

Aquellos alumnos eran un completo desdén, en realidad disfrutaban todo lo que Aang les enseñaba.

Recordó vagamente aquella ocasión que viajaron juntos al Pueblo pez Grulla, dónde actualmente es Ciudad República.

Le habían pedido rendir tributo a un espíritu bastante viejo, olvidado por todos en risco alto de una montaña. Esa ocasión fue objeto de molestia para la maestra.

¿Quién rinde tributo a alguien que ni siquiera conoce?
Al parecer todos los Nómadas Aire lo hacían.

Con el tiempo fue viendo de forma más natural esas acciones en los pupilos de Aang, se acostumbró a eso.

Definitivamente no era su estilo de vida.

—Maestra Toph, buenos días— exclamó Yee—Li cuando vio a la jefa de policía acercarse a ella—¿En qué pudo ayudarla?—.

No podía verla, pero supuso que estaba recortando algunas flores del jardín, lo intuyo por el sonido cortante de las ramas.

—Te puedo pedir algo... Quisiera enviar esto a la Estación de Policía— le estrechó la mano para entregarle el pergamino, enredado en un listón verde —Por favor, encárgate de que llegue lo antes posible—.

La niña tomó rápidamente la carta para hacer de inmediato el trabajo —No se preocupe, en un segundo estará en su destino—. Toph solo le agradeció con una sonrisa apenas notable en sus labios.

A Toph podría disgustarle gran parte la rutina de los Acólitos, pero no podía negar que eran extremadamente eficientes.

La Maestra Tierra se dirigió con pasos tranquilos a la habitación donde sabía que encontraría a Katara junto a Suki.

Definitivamente ella debería estar mejorando con los días.

Mientras subía las escaleras, con una mano sujeta al barandal, lograba escuchar una melodía bastante lenta y pegajosa para esa hora de la mañana.

Trató de seguir el sonido de la música hasta una habitación que estaba frente a la recámara de la Guerrera Kyoshi.

La puerta estaba entreabierta, así que solo bastó un ligero empujón al picaporte para que esta se abriera por completo.

—¿Que se supone que están haciendo?— Toph reconoció que Aang y Katara estaban bailando de una manera lenta pero coordinada, lo supo de inmediato cuando sintió la ligereza de los pies de Aang moverse alrededor de la Maestra Agua.

—Bailando— murmuró Aang de forma burlona, con mera inocencia en su voz. Escucharle así le hacía regresar los años —¿No lo ves? —.

—No— afirmó Toph, plantándose como una roca firme frene a ellos. Escuchó un murmuro de Aang como disculpa.

—No quisiera hacerlo de todas formas—. Sin hacerle caso, Aang y Katara siguieron en lo suyo

En ese momento quiso detener la música, ¿A quién se le ocurre bailar tan temprano y en un momento asi?

Solo a estos tontos enamorados.

Finalmente, Aang detuvo la música. —¿Por qué no vamos a almorzar? —. Preguntó el Maestro Aire a las jóvenes.

¿Ahora? Ni siquiera ha salido el sol por completo.

—Ve tú, Aang— respondió Katara en su lugar —Es hora de la sesión de curación para Suki, más tarde lo haremos nosotras—.

—¿Por qué mejor no preparas algo para nosotras, pies ligeros? — Toph quería averiguar qué tan buena sazón tenía el Monje —Dudo que prepares algo peor de lo que hacen en la estación de Policía—.

Detestaba hacerlo, comer en ese lugar era una tortura. Parecía ser que nadie se esmeraba e preparar un platillo digno de ser comido.

Aang lo dudo por unos segundos —Me tomara algo de tiempo— dijo con inseguridad.

—Tomate el tiempo que quieras— contestó de inmediato. —Aún es muy de mañana para que alguien haya comido—.

—¿Estarás bien con eso, cariño?— Katara parecía estar dudando de la propuesta de Toph.

—Descuida, estoy seguro que Xing—Ying me ayudara— respondió, yendo a tomar su planeador —Las chicas son muy buenas en la cocina—.

Solo escuchó el sonido del beso antes de que Aang saliera de la habitación

—No tardare—.

—De verdad tienen que hacer esto frente a mí— le preguntó a la Maestra Agua que recogía sus cosas para ir a habitación de Suki.

—No tiene nada de malo— contestó con total tranquilidad.

Con un fuerte soplido, Toph quito un mechón de pelo que se posaba sobre su cara. —Aun asi es molesto—.

Katara suspiró para cambiar de tema —Sera mejor que vayamos con Suki—.

Al pasar a la siguiente habitación se tomó por sorpresa con un sonido desagradable, pero no del todo desconocido.

—¡¿Nunca aprendió a dormir bien?!—preguntó la Maestra Tierra con una mueca de disgusto.

—Supongo que no había dormido bien últimamente— respondió Katara mientras les prestaba poca atención a los fuertes ronquidos de Sokka.

—Lástima que yo me encuentre aqui— Toph sacudió la cama del concejal con un fuerte movimiento de Tierra Control y con un gran grito lo hizo reaccionar. —¡Hora de despertar, capitán! —.

Los ronquidos se callaron ahí, cuando Sokka cayó al suelo rápidamente.

—¿Qué es lo que te sucede? — respondió de inmediato el Guerrero, llevándose la mano a la nuca, donde había recibido el golpe de la caída.

—Te quedaste dormido— Toph cruzó los brazos, simulando ver como el concejal se levantaba.

Sokka miro confundido a Katara, que de igual manera trato de quitarle importancia al asunto, asintiendo a favor de Toph.

Le tomo unos segundos volver en sí.

—¿Ella está bien? Pregunto a Katara una vez que se dio cuenta que ya era de mañana.

—Lo está, sigue mejorando— le respondió su hermana, tratando de concentrarse en el Chi que recorría el cuerpo de la Guerrera.

De pronto Sokka se volvió a ella, supo entonces que la veía con enfado —Iré a tomar aire— le dijo fríamente.

Toph no le tomo importancia a su enojo, no hacía falta.

—Hoy pinta para ser un buen dia, ¿No, princesita? —.

—Eso parece— Katara llevaba puesta una ropa sencilla, unas mallas azules entrecubiertas por una falda holgada hasta los tobillos.

—¿Hace cuanto que no vienes a visitarnos, Toph? —.

En verdad quería hacerlo, desde hace tiempo.

—Supongo que he estado demasiado ocupada para hacerlo— murmuró como si todavía sintiera el agotamiento del trabajo —Habia demasiados rebeldes necios en los días anteriores, asi que ya te imaginaras—.

—¿Segura...?— murmuró Katara con una sonrisa burlona.

Toph frunció el ceño en confusión, se tomó un momento para responder. —Claro que sí, ¿crees que me la paso descansando todo el dia?

—No me refería a eso— repuso rápidamente —¡Vamos, Toph! Cuéntame, ¿No has conocido a alguien últimamente? —.

¿Qué pretende?

—¿De que estas hablando?— Preguntó con inocencia.

—¡Vamos!, ¿No me digas que no has encontrado a un buen chico por ahí? — Katara seguía insistiendo, emocionada.

En ese momento, entraron a la habitación un par de acolitas para cambiar las cortinas de la habitación, resistió lo más posible por no colorear sus mejillas en ese instante, temiendo que la escucharan.

—¡Por supuesto que no! — chilló con vergüenza..

—Toph...— La Maestra Agua volvía a preguntar con avidez.

—No insistas, Katara. No tengo tiempo para pensar en esas cosas—.

—Ajá...— La morena por supuesto no le había creído en absoluto —No siempre fuiste buena guardando secretos—.

Toph gruño, molesta con ese último comentario.

—Y qué hay de ti? — le contestó rápidamente.

—¿Yo? — preguntó la morena, confundida.

—Claro, ¿no eras tú la que se escapaba con Aang por horas a hacer no sé qué detrás de los arbustos? —.

Sintió de.inmediato el bochorno de la habitación en ese momento.

—¡Toph! — exclamó Katara de inmediato ante la risa de las acolitas en la habitación, pretendiendo que se callara. —¿Quién te dijo eso? —. La maestra sentía que la sangre le subía al rostro.

La Jefa de policía sacudió su cabello con un soplido para quitarle la importancia. Ahora era ella la que sonreía —No siempre fuiste buena guardando secretos—.

—Aang y yo solo salíamos a caminar— contestó Katara en su defensa.

Toph podía contarle cada una de esas ocasiones en las que los descubría escapándose a espaldas de todos, si no fuera porque una acolito más entro en la habitación.

—Maestra Toph, Maestra Katara— menciono Hei Won a modo de saludo en lo que abría la puerta de la habitación —El Avatar Aang me pidió que les avisara que el desayuno está listo— les comentó con tranquilidad —La Ministra Zhanxi nos acompañará esta mañana.

—¿Zhanxi? — preguntó Katara en un murmullo.

Toph igualmente agudizo su oído al escuchar ese nombre.

¿Ahora qué es lo que quiere en este lugar?

—Asi es— aseguró la joven —Llego esta mañana y ahora nos espera para almorzar—.

Katara dudo en decir que responder, Toph lo supo cuando escuchó su respiración bufar.

—Gracias, Hei Won. Bajaremos en un instante—. Le dijo para responder a su llamado.

—Qué sorpresita, ¿No? — Toph, Katara y las acolitas ya se dirigían hacia la planta baja. Sin antes arropar de buena manera a Suki.

—Un poco— respondió la Maestra agua de forma distraída —¿Qué crees que quiera? —.

—Ni idea— A Toph de alguna manera también le incomodaba su presencia, solo que aún no sabía el motivo—Pero hay algo en ella que me da mala espina—.

Katara suspiro al escuchar eso ultimo —Vas a pensar que estoy loca...—. Le dijo, murmurando, bajando la voz. —A estas alturas dudo de todo mundo, no sería tan descabellado pensar que ella pudiera estar detrás de todo esto, ¿No crees?—.

Toph llegó a pensar eso en una ocasión, entendía los temores de la Maestra, mas ahora con el ataque a Suki.

Deberías ver lo obsesionada con Aang.

Debía decirle, era su deber como su amiga.

—Puede que tengas razón— comentó de igual manera. —Mira...No se soy la adecuada para decirte esto...

—¿Qué cosa? — preguntó, bajando la velocidad a la bajaban las escaleras, para hacer más duradero el trayecto al comedor.

—Hace tiempo no comprendía tu preocupación con esa chica— le confesó abiertamente —Ahora creo que tenías motivos para estarlo. Deberías ver como habla de Aang con todo el mundo, cuando trabajamos, cuando descansamos, eh incluso cuando conversamos con lugareños de la zona, es verdaderamente molesto.

Katara no dijo nada, pero supo que eso ultimo logró enfadarla.

—No lo digo porque no me guste que hablen de pies ligeros, pero... tu entiendes—.

—Si... por supuesto que lo entiendo—. Dijo la Maestra Agua en lo que llegaban al comedor.

Katara

Su mente ahora estaba llena de ideas conspiradoras. Pensamientos de todo tipo llegaban uno tras otro.

Se suponía que su conflicto interno con Zhanxi había terminado hace días.

Ahora sentía preocupación, no solo porque la Ministra había estado todo ese tiempo tras de Aang, también por el hecho de que pudiera ser ella la que estuviera de alguna forma detrás de todo.

—¡Katara!, ¡Toph— exclamó Sokka desde el comedor —Gracias a los espíritus que llegaron. Tienen que probar esto—.

Y como una arpía, ahí estaba Zhanxi, sentada de una forma tan elegante que le fue difícil dudar de ella.

Aang le tenía un lugar reservado junto a él, otro para Toph que quedaba frente al de Sokka. Zhanxi tenía su lugar frente al de Katara.

—Maestra Katara— le dijo alegremente la Ministra —Buenos días, la estábamos esperando—.

La hipocresía la rodeo por completo, golpeándola con esas palabras llenas de un trasfondo tan hostil.

—Buenos días— se limitó a responder de la misma manera, meramente por educación.

—¿Te gustarían fideos o carne?— le preguntó Aang emocionado a Katara cuando se levantó de su asiento —¿O ambos? —.

—Fideos está bien, Aang— su apetito había desaparecido completamente después de la conversación con Toph.

El Avatar se acercó a ella dejando el plato, aun con el humo caliente siendo despedido de la comida.

—Esto esta increíble, Aang— le confesó Sokka, que se había mantenido demasiado ocupado saboreando la carne —¿Hace cuánto que cocinas asi de bien? —.

—Wow, esta vez te luciste, pies ligeros— acompaño Toph, dando un enorme mordisco a la comida.

—Yo no hice prácticamente nada— admitió, llevando su mirada a Xing Ying y Hei Won quienes comían en otra mesa, acompañados de los demás acólitos. —Ellas merecen el crédito—.

Por un momento sus preocupaciones se mantuvieron a raya. No podía creer lo deliciosa que estaba la comida, más aún disfrutar de la compañía de sus amigos que platicaban alegremente como de costumbre. Aun asi había un hueco en esa mañana, todos habían notado con creces la ausencia de Suki, mas su hermano que aprovechaba cada situación para hablar de ella.

—¿Por qué nunca supimos que ellas cocinaban tan buen? — preguntó Katara a Aang. Pensó que esa mañana no entraría ningún bocado a su estómago, pero el olor de la comida era irresistible.

—Supongo que eran bastante tímidas para decírmelo— Aang paso su brazo alrededor de la silla de la Maestra Agua.

Toph hablaba con Sokka sobre asuntos del concejo, mientras que Zhanxi miraba a discreción los movimientos de Aang.

Katara se recargo sobre el hombro de su novio para descansar por un momento, quería hacerlo, pero con la Ministra ahí, tuvo otro motivo.

Trató de acurrucarse de la mejor manera sobre él, cerrando los ojos en un efímero descanso. Podía sentir sobre ella la mirada incomoda de la chica.

Solo asi entenderá lo fuerte que es nuestra relación.

La Maestra Agua comenzaba a acostumbrarse, hasta que Toph llamo a Aang con prisa.

—Aang, necesito que vayamos a la estación de Policía— le dijo con prisa —Necesito unos documentos para averiguar más sobre este tema—.

—No hay problema— Tuvieron que separarse para levantarse de la mesa.

—Voy con ustedes— comento Zhanxi, decidida —Necesito hacer unas cosas también, de igual manera podría ayudarle en algo, Jefa Toph—.

La desaprobación se apodero de su rostro por la impaciencia de la Ministra.

—¿Iras con ellos, Sokka? — demandó saber a su hermano.

—De ninguna manera— sentencio duramente —Yo me quedare aquí, con Suki—.

—Iré a preparar a Appa— Toph y La Ministra, por su lado recogieron sus cosas—Te veré más tarde, amorcito—. Dijo para despedirse —¿Estarás bien?

Katara quería tener a Zhanxi más tiempo en la Isla, nadie le impediría hablar con ella. Sin embargo, supo que podría hacerlo otro dia, siempre y cuando se mantuviera lejos de Aang,
—Estaré bien— respondió uniendo sus labios. —Acompañare a Sokka, tomare un baño y tal vez continúe escribiendo el libro junto con las chicas—.

—No tardare— el Avatar salió de la casa, siendo acompañado por Momo.

Vio con discreción como Aang ayudaba a subir a Zhanxi a la montura de Appa. Antes de que una oleada de celos anidara su cuerpo, Toph la llamo por detrás.

—Descuida, princesita. La mantendré vigilada— sin hacer mucho énfasis en el tema, la Maestra Tierra también salió de la casa, envuelta ahora en su armadura de metal.

Katara le agradeció profundamente ese gesto.

Habia pasado el resto de la mañana practicando sus formas de agua control. Trataba de liberar el estrés haciendo movimientos sencillos y prácticos para ella.

Ese lugar era bastante bello, una pequeña cascada caía de un risco, la arena era blanca y el agua cristalina.

Estaba a nivel del mar, cubierto por las elevaciones de tierra que dejaban una vista perfecta a la bahía de Ciudad Republica. Un lugar perfecto para practicar Agua Control.

Después de un baño eterno en la tina de baño, llego el tiempo de la segunda curación de la Guerrera Kysohi. En total la numero cinco.

El arduo trabajo la había dejado sin vendajes y sin ningún otro medicamento natural con el que disponer.

Sería necesario una visita a la Ciudad.
Con animosidad, Katara pidió la compañía de Yee—Li. Tenía una excelente relación con las demás acolitas, pero Yee—Li era la excepción, hablaban y compartían gustos de forma tan similar que las hizo amigas muy cercanas, casi como lo era Toph.

—No tardaremos— le dijo La Maestra agua cuando encallaron en la bahía.

El medio dia estaba en su apogeo, el cambio de turno en las fábricas se estaba dando justo a esa hora, pero había demasiado movimiento, más de lo usual.

—Demasiada gente, ¿No cree? — le comentó la joven que seguía sus pasos.

—Es verdad— Katara comenzaba a creer si su ida al Ciudad no resultara imprudente, la situación no lo ameritaba, sin embargo, Suki necesitaba lo que ella compraría. —Démonos prisa—.

Algunas hiervas para hervir serian lo adecuado, vendajes y algunos sobres de Té eran lo más indispensable, aun asi se tomaron el tempo para comprar algunas cosas más.

—¿Es todo? — preguntó Yee—Li, observando detenidamente el bolso atado a su muñeca.

—¿Tu que opinas? —.

—Creo que sí, llevamos lo necesario— le aseguró. Caminando entre la multitud por el malecón de la Ciudad.

Antes de llegar al barco donde habían abordado, noto de inmediato que algo no andaba bien.

Dos personas se acercaban lentamente hacia ellas, no parecían ser nada amigables.

Yee—Li lo había notado al igual que ella. —Maestra Katara...—

Poco a poco sus caminos se cruzaron.

—Detrás de mí— le sugirió a la joven.

—¡Señoritas! —dijo uno de ellos, estrechando su mano a la Maestra Agua.

Un hombre y una mujer.

Lo supo al ver la complexión física de uno de ellos. Dos vendas cubrían su rostro, una por la frente y otra por su barbilla, haciéndolos irreconocibles, solo por el azul de sus ojos.

—¿Si?, ¿Qué se le ofrece? — respondió Katara con autoridad.

—No cree que es de mala educación dejar a alguien con la mano extendida— comentó el hombre de ojos azules.

—No puedo saludar a alguien si no se con quién estoy hablando— le respondió de inmediato, dando un paso al frente —Quítese los vendajes y con gusto lo saludare.

Ambos compañeros cruzaron miradas y asintieron.

Hay algo verdaderamente extraño en ellos, no me puedo equivocar.

El hombre se llevó las manos al rostro, dejando al descubierto su identidad.

Era un hombre como cualquier otro, no tenía nada de especial.

Fue que accedió a saludarlo.

Cuando lo hizo, sintió el frio del polo sur en su piel, estaba tan frio como un cadáver. Katara paso su mirada los ojos putrefactos del hombre que la veían con acecho. Su sonrisa se volvió malévola.

—Míreme bien, Maestra Katara. Porque será lo último que vea en su vida—.

Fue cuando todo se tornó color blanco.

Con un haz de agua control, fue lanzada hasta la playa. Cayó, agudizando su caída en la arena.

—¡Yee—Li! — la llamó sin apartar la mirada de los hombres —Vete de aquí, ¡Corre! —.

¿Qué es lo que quieren de mí?, ¿Qué quieren de nosotros? Ellos sabían perfectamente quien era ella. La habían estado siguiendo desde que bajo del barco.

Con determinación, Katara llevo alrededor de du cuerpo tres anillos de Agua que giraban a una gran velocidad.

Lamentaran haberse metido conmigo.

Varias personas quisieron ayudarla, pero el hombre que parecía ser maestro Agua lo impidió. Con un ágil movimiento los consiguió apartar.

—¡Largo de aquí! — les gritó, creando un inmenso muro de hielo entre la batalla y ellos —Es entre ella y nosotros—.

—No sabes con quien te estas metiendo— les dijo para tratar de intimidarlos.

Sin prestarle la más mínima atención, ambos sujetos la emboscaron por ambos lados, rodeándola.

Katara convirtió los anillos de agua en extensiones para sus brazos. Se cubrió de los embates de hielo que trataban de cortarla.

Con un tentáculo tomo de las piernas a un sujeto que se acercaba detrás de ella y lo arrojo lo más lejos que pudo, creando una gran nube de arena al caer.

—Eso es todo lo que tienes— exclamó Katara al ver su pobre dominio sobre el Agua Control.

Una vez que los capture, todo terminará, lo hará.

—Por supuesto que no— chillo el hombre, lanzando una gran fuerza centrífuga de agua mezclado con arena que cayo con sorpresa en su cara.

Intento lo más rápido posible quitar eso de su vista, la arena carcomía sus ojos, era sensación dolorosa de ardor.

Un juego sucio, demasiado sucio y cobarde, lo peor de todo era que nadie estaba ahí para ayudarle.

Trataba de parpadear con avidez, temiendo que algo malo sucediera, lo hacía antes de que fuera jaloneada de su cabello.

—Claro que se quién eres— le dijo el Hombre—Maestra Katara, la mejor curandera del mundo, heroína de Guerra y la compañera del bastardo del Avatar —Rio ante eso ultimo —Como si no lo supiera—.

—¿Por qué haces esto? — dijo en un murmuro ahogado para ganar algo de tiempo.

La morena tomo agua con una mano del ambiente, crenado una cuchilla para liberarse de el en un movimiento desesperado. Pero todo fue en vano, una seguidilla de golpes arremetió a su espalda, bloqueando su Chi.

Era la otra chica que había mandado a volar hace unos instantes.

Yacía de fuerzas para mantenerse de pie, caería al suelo si no fuera porque el hombre la sostenía.

—Eso no te incumbe. Yo no debería estar hablando contigo ahora— le confesó abiertamente —Debiste estar muerta desde el dia de ayer. Deberías agradecerles a tus amigos por dejarte vivir un dia mas—.

Duele, duele demasiado.

Esos golpes la habían fulminado.

—No te saldrás con la tuya— solo susurros eran los que pronunciaba.
—Yo creo que si— supuso sonriente —Asi como tú, caerán tus demás amigos, el Avatar los verá morir. Y al final, será yo quien lo sepulte a él.

Una última llama se encendió en el interior de Katara cuando escuchó eso, se mantendría viva cueste lo que cueste.

Aang siempre era el objetivo.

Ya no tenía fuerzas para hablar.

Fue cuando cayó despavorida al suelo.

El hombre la había soltado al darse cuenta de que alguien había llegado como un estruendo.

Alcanzó a ver como el hombre huía antes de que pudiera darle el golpe final.

El rugido de Appa atravesó de lado a lado sus oídos, viendo borrosamente como el Avatar se abría paso hacia ella.

Aang...

Ahí, finalmente la fuerza abandonó su cuerpo. Cuando el negro reemplazo su mirada, callendo en un vacío a su profundo.

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Me dolió lastimar a mi Katara 😔

Ya saben que si les gusto pueden dejar su comentario una estrellita. :)))

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