Destruyendo al chico ideal (C...

By humxnerrxr

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«Bienvenido a Date, you!; donde encontramos a la persona adecuada para ti». Harmony Johnson anhelaba ser la p... More

Destruyendo al chico ideal ©
Capítulo 1: Alexander Roux
Capítulo 2: Con bases y condiciones
Capítulo 3: Fuera de control
Capítulo 4: Disculpas borrachas
Capítulo 5: Las personas que engañan nunca cambian
Capítulo 6: Dejar de amar
Capítulo 7: Bailes para levantar el ánimo
Capítulo 8: Un clavo no siempre saca otro clavo
Capítulo 9: Eventualidades
Capítulo 10: Manos escurridizas
Capítulo 11: Un besito no cuenta
Capítulo 12: Golpe de realidad
Capítulo 13: Futuro arrepentimiento
Capítulo 14: Culpa
Capítulo 15: A nadie le gusta un chico bueno
Capítulo 16: Un beso de verdad
Capítulo 17: Tequila y confesiones
Capítulo 18: Curando heridas
Capítulo 19: Con sabor a cerveza
Capítulo 20: Huir
Capítulo 21: Como antes de todo
Capítulo 22: El regalo
Capítulo 23: The Dragons
Capítulo 24: Familia
Capítulo 25: Sal, tequila y limón
Capítulo 26: Explicaciones
Capítulo 27: Malas noticias
Capítulo 28: Cenas interrumpidas
Capítulo 29: Más que problemas
Capítulo 30: Reglas rotas
Capítulo 32: Confío en ti
Capítulo 33: La mejor cita
Capítulo 34: La forma correcta
Capítulo 35: Burbuja de perfección
Capítulo 36: Caída
Capítulo 37: Arder
Capítulo 38: Enfrentar el pasado, presente y futuro
Capítulo 39: Tregua
Capítulo 40 (Final): Bienvenido de vuelta
Epílogo

Capítulo 31: Es complicado

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By humxnerrxr


ALEXANDER

Luke Skywalker se movía por la pantalla de la computadora junto a la Princesa Leia y Han Solo. Harmony, a mi lado, hacía muecas hacia ella y no perdía oportunidad para criticar lo aburrido que era todo.

—Siento que estoy viendo un documental de historia, solo que con espadas láser.

«Ay, Harmony, eres la única persona en el mundo a la que le permito criticar Star Wars en mi presencia».

—Dijiste que las precuelas te gustaron.

—No, dije que las precuelas eran menos aburridas, solo porque Anakin está en ellas.

La pelirroja mantenía su cabeza recostada sobre mi pecho desde que habíamos comenzado a ver la película, posición en la que estaba seguro podía oír la intensidad con la que mi corazón latía, aunque no había dicho nada. Luego de beber el chocolate caliente, habíamos decidido cambiarnos de ropa y ver alguna película. Por lo que comprendía y esperaba, la cita no se había terminado todavía; y para ser sincero, una parte de mí quería estirarla para siempre, y la otra... la otra quería terminarla lo antes posible, para evitar arruinarla.

No sabía en qué momento había alzado la mano y comenzado a jugar con sus mechones, solo sabía que ella no se había quejado, y yo había continuado haciéndolo. Los movimientos me salían automáticos, con ella no tenía que detenerme a pensarlo todo, a analizar cada movimiento. Con ella todo era impulsos y me encantaba.

Y a la vez me aterraba.

Las últimas semanas... joder, los últimos meses se habían sentido mejor de lo que había esperado. Había algo en ella, en la forma en que reaccionábamos el uno al otro y lo cómodo que me sentía a su alrededor, que se me hacía adictivo.

Harmony pausó la película, dejando su portátil encima de la cama. Rodeándome el estómago con las manos, se inclinó aún más encima de mí. Se acercó muy despacio hasta mis labios, yo imité su acción, creyendo que iba a besarme. Cuando observó mi reacción, sonrió.

—Tengo que ir al baño —murmuró.

—Ve, entonces.

—Ajá, solo te estaba avisando.

Me dio un beso fugaz sobre los labios, antes de rodar hacia la derecha, fuera de la cama. Caminó a pasos cortos y de puntas de pie antes de desaparecer por el pasillo.

Sonreí, fue lo único que pude hacer.

Si existía un Dios, debía estar riéndose en mi cara. «No pienso involucrarme con nadie en Hamilton» fue lo que había asegurado con todas mis fuerzas a Caelum por teléfono, y que le había repetido a Nina hasta el cansancio. Y ahora, un par de meses más tarde, había hecho justamente eso. Y continuaba sin saber hasta qué punto me gustaba. Había tantas cosas que podían salir mal, tantas, que el simple hecho de haber aceptado una cita ya me ponía de los nervios. Era tan sencillo arruinarlo todo, y, sin embargo, con ella siempre sentía que se enfadaba por todas las cosas incorrectas. Siempre ignoraba lo obvio, lo que claramente hacía mal.

Tampoco sabía cómo me sentía sobre eso.

«Eres perfecto», había dicho, con tanta seguridad que pude habérmelo creído por un momento.

Era de todo menos perfecto. Y, sin embargo, una parte de mí quería que continuara pensando eso. Quería poder ocultarle todos mis defectos, quizá para siempre. Y sabía cuan estúpido era eso, yo mismo lo había dicho. «Las personas suelen hacer eso. Cambiar partes de sí mismo para gustarle a otra. No tiene sentido si lo haces, porque entonces no sería a ti a quien quiere», sabiendo a la perfección que lo que en realidad había querido decir era:

«Las personas suelen hacer eso. Yo suelo hacer eso, ocultar partes de mí mismo para agradarles al resto. Y mentiría si dijera que no es la forma en que lo he hecho contigo también. Porque quiero gustarte. Quiero que pierdas la cabeza por mí, como yo la he perdido por ti. Dime que es absurdo. Dime que no tiene ningún sentido arriesgarme tanto, porque si te lo contara todo...».

Joder, no.

No.

La respiración se me detuvo por una fracción de segundo, y luego me impulsé para bajar de la cama, sintiendo el pánico recorrer mi cuerpo. Los latidos de mi corazón resonaban por mi cabeza mientras un solo pensamiento permanecía en ella: No había guardado la bolsa. El frío y el calor, junto con el sudor, me golpearon por partes iguales.

Abrí la puerta del ante baño, donde me encontré con la puerta el baño cerrada, y mi bolso negro recostado contra la pared, abierto, a tan solo un par de centímetros. Soltando un suspiro, me incliné para poder tomarlo por las correas, cuando el sonido de una abertura me hizo dar un respingo.

Y entonces ocurrió lo peor. Solté una de las manijas.

En cámara lenta, pude ser testigo de cómo todo el contenido de la bolsa caía hacia el suelo, causando un estruendo insoportable y, sobre todo, causando que la mirada de Harmony se dirigiera a todas las bases y correctores de distintas marcas esparcidos por el suelo, en todas las direcciones.

Sentía que no podía respirar.

—No es lo que crees —balbuceé finalmente.

Dios, ¿Qué importaba lo que pensara? Cualquier cosa que pasara por su mente sería mejor que la verdad. Tal vez no mejor, tal vez solo más sencillo y bonito de oír.

— ¿Qué es lo que creo? —indagó, más calmada de lo que hubiera esperado.

—Yo, yo...

Yo, ¿Qué?

Paseé la mirada por todo el lugar con desesperación, esperando encontrar una respuesta en alguna parte de mi cabeza. Los dedos que sostenían mi bolso comenzaron a temblar, y me obligué a soltarlo.

—Eh, tranquilo... ¿Quieres que te ayude a recogerlo?

Aturdido, asentí con la cabeza, sabiendo que si abría la boca, me derrumbaría de inmediato. Ella comenzó a colocar algunos frascos dentro del bolso. Al principio, todo lo que pude hacer fue observarla, sintiendo como si mi corazón fuera a escaparse por mi garganta. Quise arrodillarme y ayudarla, pero no podía moverme. Me sentía congelado en mi lugar. Cuando volví a observarla, se encontraba parándose con mi bolso en su mano derecha.

La imagen me causó repulsión.

—Dámelo. —Me observó con los ojos bien abiertos cuando le arrebaté la bolsa con brusquedad. Tomé una respiración profunda. Necesitaba salir de allí—. Voy a tomar aire.

Dejé el bolso devuelta en suelo. Ya no me importaba.

Abrí la puerta del baño, jadeando en busca de aire. Harmony me siguió, pisándome los talones.

— ¿Ahora? —cuestionó. No miré hacia atrás cuando tomé mi abrigo y mi celular.

—Sí.

— ¿Quieres que vaya con...?

—No.

Sin decir más, abrí la puerta de la residencia y hui sintiéndome un imbécil por no ser capaz de mirar hacia atrás... siquiera una vez.

...

HARMONY

Alexander no me dirigía la palabra.

Nada más que un «Hola», «Adiós» y «Con permiso» desde el viernes de la cita. Había intentado ser paciente y comprensiva durante el fin de semana, mas ya era martes, y había comenzado a desesperarme. No entendía nada cuando se trataba de él y no sabía cuánto más podría soportar la forma en que me ignoraba.

Summer lo había notado, claro. Habíamos pasado de tener una cita a apenas hablar el uno con el otro. Sin embargo, no había preguntado nada. O, por lo menos, no me había preguntado a mí. Y si el asunto era tan serio como para que Summer se mantuviera alejada de él... estaba jodida.

Me moví durante toda la mañana como una autómata, asistiendo a las clases y tomando notas, hasta que me encontré con Summer y con Cass para el almuerzo. La pelinegra aún no llegaba, por lo que la morena y yo aguardábamos, sentadas en una de las mesas. Las bolsas debajo de sus ojos se volvían más notables con las luces del establecimiento, y no había dicho demasiado en todo el rato que habíamos estado juntas.

— ¿Está todo bien? —interrogué.

—Es mi abuela —respondió—. Ya sabes que estaba complicada de salud... Eros me llamó esta mañana para avisarme que viajaran a Monroe el fin de semana porque ha empeorado.

Sabía que su abuela era importante para ella, y que no debía ser sencillo saber que una enfermedad la estaba consumiendo. Solo traté con ella para los cumpleaños familiares, y siempre me parecido adorable.

—Lo siento mucho —murmuré, estirándome para tomarla de la mano.

Ella sorbió la nariz.

—Está bien.

Me molestaba no tener mucha más idea sobre qué responder, más que nada porque Summer había sido una de las personas que más había hecho por mí cuando terminé con James, y siempre que podía, me acompañaba cada veintiocho de diciembre.

—Estaba pensado en ir durante el verano —comentó—. Quedarme con ella por un par de meses. Los pueblos del sur no son mi lugar favorito, pero quiero pasar tiempo con ella antes de que...

No acabó la oración, por lo que asentí con la cabeza, y continué acariciando su mano para intentar darle ánimo, a mi manera.

—Es una buena idea. Procura hablarnos todos los días, vamos a extrañarte.

Eso le arrancó una sonrisita.

—Ya sé que no pueden pasar ni un día sin mí. Soy el alma del grupo, además...

El tono de llamada de su celular, la interrumpió. Atendió con el ceño fruncido.

— ¿Cass? —respondió—. ¿Qué? Iremos enseguida.

Me paré de un salto, cuando ella lo hizo también, sin comprender nada de lo que estaba ocurriendo, aunque una parte de mí, supo que no era bueno.

— ¿Qué? ¿Qué pasó?

Ella suspiró.

—Bastian se metió en una pelea. Está en la oficina, con tu tía y Cass.

Tomamos nuestras cosas y nos dirigimos de vuelta al campus. Para el momento en que llegamos a la oficina de la rectora, todo se había vuelto un caos. Bastian estaba allí, con un hielo contra su pómulo y los nudillos sangrantes. A su lado, se encontraba algún otro chico que desconocía, pero lo sentía mucho por él, porque lo que el rubio le había hecho en la cara debía doler. Cass estaba allí también, de brazos cruzados entre ambos. Y la parte más rara, Oliver se encontraba descansando en uno de los sillones, detrás del escritorio de mi tía.

Kyla se despidió del otro chico, quien aparentemente se llamaba Josh —no sin dejar en claro que él y Bastian quedaban suspendidos—, y nos pidió a Summer y a mí que ingresáramos a su oficina. Oliver nos saludó con un guiño acompañado por un asentimiento de cabeza.

— ¿Puedo irme ya? —interrogó Bastian.

Mi tía se cruzó de brazos.

—No —zanjó ella—. Estoy preocupada por ti.

Y eso no se lo decía como rectora de la universidad, sino como mi tía, y una persona que a pesar de no haber pasado tanto tiempo con él, le tenía estima. Bastian no tardó en responder.

—Estaba defendiendo a Cass.

La pelinegra, que hasta el momento se había mantenido serena y en silencio, sentada en la otra punta de la habitación, abrió la boca.

— ¡No te pedí que hicieras tal cosa! ¡Ni que te metieras en una pelea!

El rubio se volvió a ella con el ceño fruncido y los puños crispados.

—Te llamó puta y frígida, ¿Qué esperabas? ¿Qué le tirara flores?

— ¡Que lo ignoraras! No necesito que vayas defendiendo mi honor a golpes como un cavernícola.

—Bastian —interrumpió Kyla, inclinándose hacia adelante y uniendo sus puños sobre el escritorio—. ¿Estás tomando tu medicación?

—Sí.

No era la respuesta que esperaba, ni ella, ni nadie. Asintió con la cabeza, con los labios apretados, y me pregunté si así de exasperante debió ser tratar conmigo todos esos años en los que me resigné a aparecer en su casa solo porque no quería ser una carga para ellos.

—Está bien, entonces. Eres libre de irte. Y estás suspendido por dos semanas.

El rubio asintió con la cabeza, y sin decir ni una palabra más, ni mirarnos a los ojos, tomó su mochila y salió de la oficina, cerrando la puerta con brusquedad. Cassandra no tardó en hace lo mismo, y solo por la forma en que se retiró —apretando los puños y con esa pose tensa que tanto la caracterizaba— supe que iba a regañarlo.

—Esto es mejor que ver una temporada de Pretty Little Liars.

— ¡Oliver!

— ¿Y qué estás haciendo tú aquí? —contraataqué—. La última vez que verifiqué te faltaban dos años para entrar a la universidad.

—Tal vez ingresé antes porque yo sí tengo cerebro. —Sonrió, mientras Kyla se masajeaba las sienes—. Como sea, venía a ver a Bastian, aunque supongo que no será posible ahora que tiene un humor de princesa.

— ¿Humor de princesa? —curioseó Summer.

—O príncipe, la realeza es irritable.

Siquiera me molestaría en pensar en qué significaba aquello, porque nunca podía seguir el hilo de los pensamientos de Oliver.

— ¿Para qué querías ver a Bastian, de todas formas?

— ¿Qué te importa, metida?

Rodé los ojos. Oliver siempre encontraba la forma de hacerme rabiar. Esas respuestas elocuentes que tenía para todo, eran insoportables, al igual de la forma en que siempre hablaba, como si se creyera superior a los demás. Lo quería, de todas formas. Eso no quitaba que fuera un bastardo arrogante.

Fui a abrir la boca para responder, cuando Kyla nos interrumpió.

— ¿Qué le está pasando a Bastian? —inquirió ella—. Jamás lo había visto así.

—Son siete años de meter la polla en el agujero equivocado.

— ¡Oliver!

— ¿Qué? Si es verdad. Lleva años babeando por Cassandra, ya debe tener las bolas azules. —Kyla siquiera se molestó en reprenderlo cuando sonrió—. Interesante, podría escribir sobre eso.

—No vas a usar a mis amigos para escribir —amenacé, y luego dando un profundo respiro, volví a dirigirme hacia mi tía—. Sé que debemos hablar con él, lo haremos, es solo que no sé cómo. Ignora el tema cada vez que intento tocarlo.

—Está bien, sé que no es un chico fácil, pero no solo por conocerlo puedo darle beneficios, cariño. Esta es una institución para adultos que no tolera estos comportamientos.

Asentí con la cabeza, como acatando una orden.

Oliver, que tenía la vista fija en su cuaderno, de repente la alzó hacia mí, con el ceño fruncido.

—Por curiosidad, ¿Quién era el chico que estaba contigo en la residencia? No lo había visto antes.

Hábil mentiroso, puesto que él sabía exactamente qué había entre nosotros, no era tonto.

—Es... complicado.

—O sea que follan.

Cuando creyó que no la estaba viendo, Summer asintió con la cabeza.

— ¡Oliver!

— ¡Pero si es verdad!

«Ojalá lo fuera».

Decidí no responder a eso. Aunque no hubiera podido ni aunque hubiera querido, porque entonces unos gritos comenzaron a oírse desde el otro lado de la puerta, en el pasillo. Y yo reconocía las voces, eran Bastian y Cassandra.

Summer y yo nos asomamos por la puerta. Oí los pasos de Oliver hasta posicionarse detrás de nosotras.

— ¡Yo no te pedí que lo hicieras!

— ¡Discúlpame entonces por defenderte!

Ay, Dios.

Estaban rodeados de alumnos, una buena cantidad de ellos los observaba como si fuera un espectáculo.

— ¡Sabes que eso no fue lo que dije! ¡No tenías por qué meterte, solo empeoraste todo!

El rostro del rubio reflejó decepción.

— ¿No tenía por qué meterme? —Repitió, tensando la mandíbula—. ¡Eres mi mejor amiga y un bastardo te llamó puta frígida!

— ¡Yo podría haberlo manejado! ¡Sin golpear a nadie y sin armar ningún escándalo! No necesito que seas mi caballero salvador con armadura, ¡Muchísimo menos si solo vas a empeorar las cosas!

— ¿Qué, temes que Victoria se entere?

El rostro de Cass se enrojeció.

— ¡No! ¡Eso no fue lo que dije!

— ¡Claro que lo haces! Lo único que haces es quejarte de cómo siempre toma decisiones por ti, pero tengo una noticia ¡Tú la dejas!

Cualquiera que conociera a Cassandra sabía que Victoria no era el mejor tema de conversación para tocar con ella. Bastian lo sabía más que nadie, y sin embargo, no le importó en ese momento. Summer y yo nos observamos la una a la otra sin saber qué hacer.

— ¡No estamos hablando de mí!

— ¡Tú la dejas! —interrumpió él—. ¿Y sabes por qué? ¡Porque eres igual a ella!

Silencio.

La expresión de la pelinegra cambió en cuestión de segundos. Sus gestos se endurecieron a la vez que se cruzaba de brazos. Odiaba esa comparación, sabía que la odiaba más que a cualquier otra cosa, y Bastian tardó unos segundos en darse cuenta de que se había pasado veinte pueblos. Por la forma en que se echó hacia atrás, supe que él mismo se encontraba sorprendido de lo que acababa de decir.

—Cass...

—No.

Siquiera le dio tiempo a decir algo más. Viró sobre sus talones, y se alejó por los pasillos. Contuve la respiración, de la misma forma en que lo hizo la morena a mi lado. Bastian observó a la pelinegra hasta que desapareció por el pasillo, y luego comenzó a caminar en la dirección opuesta. Siquiera nos miró al pasar por nuestro lado.

Un silbido a mi lado me hizo estremecer.

—Si la universidad promete todo esto, creo que puedo reconsiderar ingresar a una.

Suspiré.

—Oli...

—Ver —finalizó mi reprimenda divertido—. De la cabeza de un futuro escritor... solo digo que allí hubo tata tensión sexual como para escribir quince libros de romance.

—Vamos —interrumpió Kyla, abriendo la puerta del todo—. Ustedes tienen clases y yo debo devolver a mi hijo a la escuela, de donde se escapó.

—No me escapé, no fui.

Mi tía soltó un suspiro. Conocía esa mirada, se le estaba acabando la paciencia.

El castaño me tomó por la muñeca antes de irse.

—Solo para que lo sepas —susurró, alzando sus comisuras con maldad—. También hay tensión sexual como para escribir quince libros de romance entre tu es complicado y tú.




N/A:

Holi <3

Ignorando todo el drama que metí en este capítulo jasjja me encanta porque aparece OLIVER mi vida, mi amor. Por si no me siguen en twitter (háganlo :D) les dejo esto que hice la semana pasada: 

Estoy super, super cerca de terminar de escribir la novela (si la llego a terminar antes de diciembre festejo en el obelisco ahre), así que cuando lo haga, voy a intentar hacer un maratón. 

Si les gustó el capítulo no se olviden de votar y comentar. Nos vemos el próximo miércoles. 

Besitoss <3

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