𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timoth...

By nina_eraz

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En un vieja casona de Inglaterra los Bennett hospeda a un conocido de la familia, alarmando a la única mujer... More

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Carta para los lectores

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By nina_eraz

La tarde después de visitar la tumba de mi madre fue sumamente lúgubre. La casa estaba en silencio y mis hermanos menores habían sido obligados a estudiar todo el día, ya que según Charles estaban atrasados para sus edades. Mientras tanto por mi parte asistía a clases especiales que me preparaban para rendir el examen de ingreso a la Universidad, dónde estudiaría para ser maestra.

Los niveles eran sumamente distintos, además de que mi tutora debía instruirme de manera adecuada para ser una señorita, mientras que a mis hermanos no. Por eso mismo tomábamos clases separadas.

Había sido dificil conseguir el permiso de mi tío para estudiar en la universidad, ya que al principio querían que me redujera a simplemente asistir a una escuela de modales de señoritas y a esperar que consiguiera un buen esposo, pero mi madre le había pedido que me dejará estudiar en uno de sus últimos deseos en su lecho de muerte, por lo que Charles accedió a mis peticiones sólo y exclusivamente por respeto a su difunta hermana.

Mi madre había sido valiente, era una mujer que pisaba fuerte y se hacía valer, lograba que el resto la oyera. Toda mi vida la había admirado, su coraje era envidiable, su manera de hablar, correcta y firme, sumamente capaz de cambiar cualquier opinión. Su paso por nuestras vidas había sido fugaz pero no en vano. Cada deseo que tuvo fue cumplido, cada valor que nos enseñó lo aprendimos y nos quedamos con aquello que la hacía tan única.

Quizás algún día pudiera ser la mitad de lo que ella era, con eso estaría mas que satisfecha.

Aquella noche no asistí a la cena debido a que no me sentía bien, me había quedado dormida temprano intentando recuperar mis energías luego de tanto llanto durante el día.

Cuando me desperté hoy por la mañana esperé que la jornada sea mucho mejor que la anterior.

Mi primer acción del día fue pensar en mi apariencia, por lo que ni bien me levanté, me miré en el espejo. Mi cara ya no estaba hinchada de tanto llorar, y eso era un alivio.

Para sentirme aún mejor decidí usar uno de mis vestidos más lindos. El que llevaba puesto tenía las mangas largas, era de un rosa claro sumamente delicado. Tenía un pequeño bordado por la parte superior. Junto a él me coloqué medias para no sentir tanto el frío, adornando mi pelo corto con una pequeña hebilla.

Mi habitación no era tan pequeña, era blanca, mantenía un estilo victoriano y estaba sumamente abarrotada de viejas decoraciones en blanco y rosa. Podría decirse que no había otro color entre aquellas cuatro paredes.

Hoy si me sentía mejor, el caos de mi interior había sido controlado. Salí de mi habitación, pasando por el pasillo de madera que estaba vacío. Cuando estaba bajando a la sala fue el momento en el que noté que todos se encontraban allí.

Mi tía usaba el único teléfono de la casa, que estaba justo en la sala de estar. Su comportamiento era errático, nervioso, su expresión era de preocupación, a su lado estaba el señor Chalamet, como siempre estaba serio y vestido de un traje negro. Parecía no conocer algún otro color u otra expresión.

—Buenos días—saludé frenandome frente a ellos, quería saber con que sucedía y quizás así me lo contaría.

—Buen día señorita Elizabeth—el huésped me respondió. Mi tía ni siquiera se digno a mirarme.

— ¿Está todo en orden? —intenté acercarme a ellos, sin embargo no pude. Emily se alejó un poco más de mi.

—No lo sé—su mirada verde fue intensa, me sentí intimidada por un pequeño momento, pero el sonido de un jadeo que soltó la mujer me sobresaltó.

— ¿Tía qué sucede? —le pregunté en un segundo intento por romper la distancia entre ambas.

—Tu tutora...—las palabras parecían no poder dejar su boca, la expresión de preocupación había sido reemplazada por una de horror.  Soltó el telefono mientras se llevaba su mano a la boca, y antes de que el señor Chalamet pudiera tomarlo me apresure para agarrarlo.

— ¿Hola? —pregunté esperando que alguien hablará del otro lado de la línea.

— ¿Señora Bennet, es usted? —la voz de un hombre me produjo un escalofrío.

Me quedé en silencio un segundo, temerosa de responder. Esto no era usual en mi, me costaba hablar en público y sobretodo dirigirme a desconocidos, pero aquello no me frenó para tomar el teléfono.

Como si una fuerza desconocida me impulsara a actuar sin pensar, decidí que era mejor seguir hablando.

—No, soy su sobrina, mi tía..., no está en condiciones de responder, ¿qué sucede?

—Habla el oficial Jink, desde la comisaría del Crawley. Acabamos de encontrar el cuerpo de la señorita Marlow en el camino a la casa de la familia Bennett—un escalofrío me recorrió la espalda, ¿acaso había escuchado bien?

Vivíamos cerca de un pequeño pueblo llamado Crawley, ubicado a una hora de Londres, dónde todos conocían a todos, dónde había pocas tiendas y las típicas señoras que se juntaban a hablar del resto de pueblo, quienes inventaban lo que no podían ver u oír, por lo que era normal que corrieran habladurías de lo que todo lo que sucedía.

Pensé en ese momento que esto no era más que una cruel broma, que un chisme mal contado, o quizás un chisme que alguien con mala intención contaba, algo que no fuese verdad.

— ¿Su cuerpo? ¿Qué quiere decir?—mi voz tembló, al igual que mis manos.

—Si señorita, un transeunte encontró el vehículo de camino a su casa hace unos minutos, la reportó a la policía, y como sucedió en su propiedad nos vimos en el deber de comunicarles la noticia. No hay rastro del chófer, y sospechamos que él pudo haberla asesinado, aunque necesitamos que alguien se haga presente para reconocer el cuerpo—el oficial de policía habló con un tono semblante, no se le inmutaba ni un pelo a pesar de que estaba hablando de la muerte de una persona.

Inmediantamente mis ojos se nublaron, sin entender que se trataba de mi tutora, quien me había dado clases desde que tenía seis años, a quien veía todos los días. Quien ahora también estaba muerta.

—Está bien, iremos en cuanto nos sea posible oficial—intenté sonar fuerte pero fue imposible, colgué el telefono llevandome la mano a mi boca.

— ¿Qué sucedió? —miré al señor Chalamet, mirándome con sus ojos verdes, parado justo al lado de Emily, quien estaba seria, pero no mostraba ninguna expresión como hubiese esperado.

La noticia era impactante y desgarradora, ni siquiera sabía cómo podía pronunciarlo.

—Creo que alguien asesinó a la señora Marlow, mi tutora—me quedé sin palabras para agregar a aquella frase, a pesar de que la noticia me destrozaba seguía sin poder entenderlo. Simplemente no podía ser posible.

— ¿Cómo que la asesinaron? —su rostro mostraba una sorpresa, frunció su ceño. Hubiese creído que Emily ya le había contado, sin embargo parecía que no podía hablar.

—Sí, alguien la ha asesinado—repetí, sin poder procesarlo.

Un rato más tarde donde pareció que el tiempo no había transcurrido, mi tia parecía que ya podía hablar, con su con pudrirá totalmente recuperada se marchó con el señor Chalamet a reconocer el cuerpo. Por mi parte había quedado a cargo de mis hermanos. Me advirtieron que tuviéramos cuidado porque el asesino podía estar en la casa. Luego de eso se marcharon, dejándome sola en la sala de estar, como si fuese simplemente una desconocida, como si no necesitase consuelo, como si no necesitará a mi tía.

Intenté no llorar más, tenía que hablar con Arthur y Harry. Transmitir una noticia así no era fácil, mi mente me repetía que debía ser fuerte, lo necesitaba.

Al llegar a la cocina Arthur estaba sentando junto a Harry.

—Liz, ¿qué ha sucedido? —al verme con las mejillas humedecidas el más pequeño dejó su desayuno y corrió hacia mi, me abrazó por la cintura dejando su rostro justo en mi estómago.

—La... la señora Marlow fue asesinada, y debemos cerrar todas las entradas, la policía no sabe dónde está el asesino—quisé sonar calmada, sin embargo no pude, estaba asustada y muy triste como para lograr disimularlo.

Al oírme Luisa soltó la taza que llevaba en sus manos, y Anabelle comenzó a toser, mientras que Arthur dirigió su mirada preocupada a mi, se levantó lentamente de su lugar y se unió al abrazo.

—Lo siento mucho Liz, sé cuanto querías a tu tutora—me susurró al oído provocando que mi llanto aumentase—. Ven, vayamos a la sala de lectura, estaremos seguros allí.

Asentí e ideamos un pequeño plan, en esos minutos logré calmarme y encontrar un poco de calma en mis hermanos. Antes de dirigirnos a nuestro destino acompañe a Arthur a controlar que todas las entradas estuviesen cerradas, cada uno llevaba una barra de hierro que no eran nada mas ni nada menos que atizadores de una chimenea.

— ¿Dónde está Emily? —me preguntó mientras caminaba por delante de mí, íbamos con precaución, el hecho de que un asesino estuviera suelto era inquietante. 

—Se fue a reconocer el cuerpo.

—¿Y el huésped?

—Se fue con nuestra tía, ella decidió que él iría, fue muy extraño todo. Jamás hubo un asesinato pero él llego y...—murmuré trabando la puerta—, ¿crees qué el señor Chalamet puede llegar a estar involucrado?

—No lo sé, son simples conjeturas—se encogió de hombros, ya habíamos terminado—. Lo único que sé con seguridad es que vivimos sin asesinatos durante mucho tiempo, pero él estuvo aquí un día y alguien ha muerto.

—Y no sólo se ha muerto, sino que fue asesinada—corregí.

—Ese es mi punto, hay que echarle un ojo y controlar sus movimientos.

Asentí y nos dirigimos a la sala de lectura sin volver a hablar, ¿qué palabras podrían decirse luego de aquella acusación?

Al entrar lo primero que oí fue a Anabelle, que lloraba sentada en un sillón, era religiosa en exceso, por lo que estaba orando para que el alma de la señora Marlow pudiera encontrar la paz. Harry estaba a su lado, rezando junto a ella. Luisa los miraba sentada en un rincón de la habitación, y Arthur había tomado su puesto de vigilante. Por mi parte tomé asiento al lado de la cocinera, quien me abrazó y dejó que apoye mi cabeza en su regazo, me sentía desvastada, la señora Marlow siempre me había apoyado, escuchado y alentado a mejorar. Ahora cuando necesitará de sus consejos, ¿a quién acudiría?

Cerré mis ojos al sentirlos con lágrimas nuevamente, esperando que fuese un mal sueño y que pasará rápido.

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