Queen of Disaster ⋆° RadioDus...

Par PapasConChedd4r

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Lo que me hiciste es indescriptible, me tienes brillando como una esmeralda. Le prendes fuego a mi alma, me v... Plus

1° Mentiras
2° Pacto
3° Viaje
5° Memorias
6° Arrepentimientos
7° La primera noche
8° Revelación
9° Juegos
10° Los sueños del ayer
11° Chemtrails over the country club
12° Segunda noche
13° Cristal
14° So this is love
15° Madame
16° Love song
17° Presión
18° Decisión
19° Olvidar
20° Cambios
21° Pasado
22° The night we met
23° Angels like you
24° Esperanza
25° Mi verdad
26° Hit & Run

4° Carretera

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Par PapasConChedd4r

Hey Niff, ¿Qué te parece si escuchamos algo de esto?

Vaggie intentó ser amable, agitó su celular por arriba y señaló la pantalla que mostraba su reproductor de música.

La pelirroja estaba detrás del volante del bus y había manejado por horas enteras. Las habilidades de Niffty eran tan amplias y enigmáticas que todos se preguntaban hasta donde podría llegar, era multifuncional. Por ahora, todos podían saber que era muy buena conduciendo además de limpiando.

El viaje se había emprendido y los kilómetros seguían deslizándose por debajo de las ruedas de su vehículo. No estaba tan mal, no luego de algunos rápidos arreglos de último momento, cortesía de Alastor y de las quejas de Husk y Angel, quienes se rehusaban a viajar en un transporte tan descuidado y poco seguro. Eso sí, el tubo de escape seguía emitiendo un gruñido extraño desde atrás. Pero pasadas las tres horas de viaje, ya todos se acostumbraron a los temblores, sonidos y sacudidas de la chatarra.

¡Escucharemos todo lo que quieras con gusto! Cuando sea tu turno de conducir.

Niffty giró su cabeza hacia atrás con su gran sonrisa habitual. Nada más que su enorme ojo penetró a Vaggie como si se tratara de un espectro de una película de terror. Ella estaba sentada en los compartimientos de atrás de Niffty, quien era la conductora en ese tramo. La morena sudó frío y se acomodó nerviosa en su lugar, solo quería poner algo de música diferente. Se retractó un poco y decidió no volver a molestar a Niffty, esa mirada le advirtió que no se podía joder con ella.

Charlie se acurrucó sobre las piernas de Vagatha y cerró sus ojos con una pequeña sonrisa. Estaba sumergida en un profundo sueño y los muslos de su novia eran cómodos y cálidos, dormiría una eternidad allí si pudiera. Era el pleno anochecer, conducirían un par de horas más antes de encontrar algún hotel de alojamiento. La morena sonrió al tener a Charlie de esa manera sobre sus piernas y acarició su espalda, no sin antes recubrir un poco mejor su cuerpo con unas mantas. Era como un ángel tan precioso y tierno. Aprovechó la longitud del asiento que ambas compartían y quiso prestarle su espacio. Se conmovió al momento de correr algunos de sus mechones de cabello rubio y luego pasó a acomodarla a su lado, se recostó y la abrazó para dormir junto a ella.

La noche era tranquila y el constante ruido del motor que al principio era tan molesto, ahora era relajante. Solo faltaban un par de días para que la primera concurrida y glamorosa fiesta se ejecutara en el norte de su círculo infernal. Luego de pasar ese destino, abandonarían esas tierras. Charlie los estaba guiando mejor de lo que todos habían pensado.

Existían tres hileras de asientos dentro de la extraña camioneta. Detrás de Niffty, Charlie y Vaggie compartían su lugar. Y la siguiente hilera era ocupada por Husk y sus grandes alas, él estaba desparramado sobre el asiento bebiendo grandes tragos de su botella de licor. No soportaba la horrible música asiática que estaba escuchando Niffty desde el estéreo, pero podía ignorarlo al subir su nivel de ebriedad. Pudo haber seguido el resto del camino tranquilo, de hecho había apartado esa hilera para él solo para que nadie lo fastidiara durante los viajes y se había aferrado al asiento como un gato endemoniado. Pero debió suponer que no todo sería paz, mucho menos si se trataban de todos los miembros del hotel encerrados en una camioneta.

Husky, mi amor, ¿Qué tal si me das un trago? La única forma de soportar ese asqueroso sonido es estando ebrio.

Angel tuvo que sentarse al costado de Alastor en la última hilera de asientos. Pudo ser más divertido, pero el ciervo leía un libro y visualizaba las letras gracias al espectral brillo de sus ojos. Y algo le decía que si lo molestaba... Tendría consecuencias. Daba igual, la araña se levantó un poco y se colgó del respaldo del asiento de adelante, le sonrió confiado a Husk y deslizó sus manos superiores alrededor de su cuello, como si quisiera hacerle un masaje.

Ninguno de esos engaños o chantajes funcionaban con el felino, el cual giró abruptamente hacia Angel y le dirigió una mirada de pocos amigos.

Te conozco, terminarás bebiéndote todo mi licor. Y es la única botella que me queda. Lo siento, pero no.

Fue lo más cortés que pudo. Era cierto, a su botella no le quedaban muchos tragos y aún quedaban un par de horas para llegar al hotel más próximo en la carretera. Compartir no era una opción. Angel no se tomó demasiado bien esa negativa, soltó su cuello y se cruzó de brazos sobre el respaldo de atrás de Husk, frunciendo el ceño como si estuviera verdaderamente ofendido.

¿Podrías por una vez en toda tu vida no ser un ebrio egoísta y darme un puto trago?

—Puedes insultarme todo lo que quieras. No lo haría por nada en el maldito infierno.

El felino volvió a ser claro, la tercera vez que tuviera que negar no sería tan amable. Y ambos se miraron con recelo, Husk se aferró a su botella y le dió un trago pequeño mientras intentaba volver a desparramarse sobre el asiento. Era una perfecta y cómoda posición de borracho después de todo.

Fue entonces que Angel alzó sus cejas e hizo lo habitual. Borró todo rastro de emociones negativas, fingió que la horrible música de Niffty no lo estaba poniendo histérico y volvió a sumergirse en el suave pelaje de su gatito. Envolvió sus hombros varoniles entre sus brazos y sonrió muy dulce, seductor. Se encargó de que sus pechos de pelusa se apoyaran contra su espalda y que su aroma a perfume femenino llegara a cada parte de su cuerpo.

¿Ni aunque me pusiera muy muy cariñoso contigo?

Angel volvió su voz melosa, simpática y algo ronca. Ganarse a Husk siempre era un desafío. Pero no había desafíos que no pudiera cumplir. Y estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por los tragos de esa botella de licor. En todos esos años había hecho cosas peores por menos. No era para tanto. Recibir un rechazo era imposible.

En especial si tratas de tocarme.

Bueno, no era imposible para Husk. El mayor apartó las manos de la araña y no se molestó en girar a verlo. Siguió bebiendo y lo ignoró por completo. Fue suficiente, Angel dejó de fingir amabilidad y se frustró al no poder conseguir lo que tanto quería de una forma fácil. Se hartó, obtendría las cosas por las malas.

¡DAME LA JODIDA BOTELLA CONDENADO GATO DE MIERDA!

Trató de arrojarse encima de él, pero Husk se veía venir esa ofensiva y solo es inclinó para no ser atrapado por todos esos largos brazos. Empezaron a gritarse maldiciones demasiado fuerte, ¿Cuánto había durado la paz? ¿Dos horas?

Uhh, ¿Por qué gritan tanto?

Charlie despertó ante el alboroto, se frotó un poco los ojos y trató de acostumbrarse a la oscuridad del ambiente. Sin embargo, cuando Vaggie despertó y se sentó en su lugar, captó de inmediato las voces de Angel y Husk gritándose insultos el uno al otro sin parar. Mezclar eso, la música y el aroma a licor barato no era una buena combinación. Se sostuvo los oídos con sus manos por un par de segundos antes de estallar de manera histérica también.

¡NO PELEEN! ¡Y NO SE ATREVAN A DERRAMAR ALCOHOL EN EL TAPIZADO NUEVO DE LA CAMIONETA!

Los tres comenzaron a gritar mucho más fuerte, Niffty solo aumentó el sonido de la música del estéreo y comenzó a tararear. Era un caos, un pleito normal, pero tener el pleito en un lugar tan reducido era indudablemente molesto.

Los ventanales laterales de la camioneta estallaron y la lluvia de cristales fue dispersada por afuera de la carretera. El salto estridente de una horrorosa distorsión de radio provocó un sonido tan agudo que los cristales no resistieron la frecuencia. Y el chillido se hizo más intenso, más alto. Todos se sostuvieron la cabeza ante la molesta interferencia y rogaron en voz alto que Alastor se devuviera antes de que les rompiera los oídos a todos.

De la nada misma, el sonido se detuvo y los ojos rojos del ciervo se elevaron hasta el resto de los presentes. Su sonrisa se ensanchó y rió discretamente, cerrando un poco brusco el libro que cargaba entre sus manos y haciendo un ademán con sus dedos, como si una tormenta hubiera finalizado rápidamente.

Ah... Intento crear una atmósfera en mi cabeza, acoplarme a las palabras y al ambiente. Y por desgracia, no puedo concentrarme con tanto ruido.

Su mejilla descansó sobre la palma de su mano, mantuvo sus ojos bien abiertos hacia todos ellos al momento que sus pupilas se dilataban de forma descomunal y un par de líneas de emisión viajaban de un lado a otro dentro de sus globos oculares. Ante esa imagen, Niffty sonrió nerviosa y apagó su música sin rechistar ni una sola vez. Y el resto de los presentes suspiraron aliviados, eso era lo único que querían desde un principio.

Cierren la boca.

Marcó Alastor antes de que se pusieran a gritar de nuevo. Esa clase de sonrisa dorada y sobrenatural, que lograba alumbrar el escenario, no hacía más que intimidarlos. Y nadie quería hacerlo enojar, por eso tanto las chicas como Husk volvieron a acomodarse en sus respectivos asientos y no volvieron a abrir la boca. Se recostaron algo perturbados, prometiendo silenciosamente que no harían ruidos hasta que llegaran a su próximo destino.

A veces das miedo, sonrisas.

Angel estaba a su lado. Reconoció que la brisa cálida que provenía desde los ventanales destruidos provocaba que el ambiente fuera más refrescante, antes sentía que se iba a ahogar allí dentro. Además, el nuevo acceso a ese extraño método de ventilación le permitía fumar a gusto. La araña se acomodó correctamente en su asiento y sacó una caja de cigarros desde su pecho, seguido de un encendedor. Prendió uno y se lo llevó a los labios, guardó sus utensilios en el mismo lugar e inhaló algo de tabaco barato.

Cuando giró su rostro hacia Alastor, lo volvió a encontrar sumergido en el libro que estaba intentando leer. Angel no iba a analizarlo demasiado, pero no pudo evitarlo. Fue algo espontáneo, algo que lo hizo sentir una extraña nostalgia en el pecho.

Nostalgia.

Noches de verano, un clima cálido, el sugerente aroma a tabaco y la oscuridad de la noche. Apreció el perfil de aquel hombre, dejó que parte del cigarro se consumiera entre sus labios al cotemplarlo por eternos segundos. Su cabello rojizo bailaba contra el viento de los ventanales rotos, sus rasgos se veían fuertes, masculinos, su posición erguida y sus hombros firmes eran preciosos al mantener esa posición recta y al enfocar toda su atención en aquellas páginas.

Angel rememoró algunas cosas que estaban enterradas en su cabeza. Dejó que las cenizas del cigarro cayeran sobre el tapizado de la camioneta, no le importó que Vaggie se enojara después. Había algo que le hacía sentir nostalgia... Pero no podía explicarlo. Tampoco comprendía si era una especie de deja vú proveniente del mundo de los vivos. Nunca recordaba esos tiempos, estaban demasiado enterrados y alejados de su presente y rara vez llegaban a sus memorias actuales.

El perfil de Alastor, su cabello al viento y su concentración al leer... Esa imágen lo hizo sentir tan extraño que quiso dispersar todas esas espeluznantes emociones de alguna manera. Apagó el cigarro contra un costado de la ventanilla y decidió acercarse de forma algo brusca. Quiso jugar con fuego hasta quemarse, era su forma de afrontar situaciones o recuerdos amargos. Gateó hacia las piernas de Alastor y deslizó algunos de sus dedos rosas por las páginas amarillentas, luego le sonrió de forma impertinente y trato de juguetear.

¿Qué es tan interesante? ¿Puedo dar un vistazo? No soy alguien que lee mucho, pero tal vez...

Indiscretamente le arrebató el libro de la manos, se recostó sobre su regazo y mantuvo su pecho abultado sobre los muslos del contrario, quien solo alzó las cejas como reacción. Angel tomó el libro y pasó algunas páginas, su mirada indiferente apenas leyó algunos títulos... Estaba esperando que Alastor se enojara. Que le gritara por haber tomado su libro y que hiciera explotar la camioneta. Ni siquiera estaba seguro de que le permitiría tantas impertinencias a Husk o a Niffty, con los cuales se llevaba un poco mejor.

Angel sintió una de las manos de Alastor reposar muy lentamente sobre su espalda. Lo acarició.

Tembló al sentirlo. Dejó el libro a un lado para alzar su mirada y encontrarse con los grandes ojos del ciervo y aquella sonrisa que intimidaba a hasta al demonio más fuerte. Pero no lo sintió hostil, sonrió con algo más de empatía hacia la araña, quien pudo diferenciar la actitud violenta de hace unos minutos atrás con la que le estaba mostrando en ese momento. Dudó un poco... Sus ojos brillantes se quedaron petrificados contra los de Alastor y volvió a sentir esa extraña sensación en su alma. Parecía gentil, ¿Por qué alguien como Alastor sería gentil con una ex prostituta barata como él?

—Nunca me apartas. Se siente bien ser tu favorito.

Angel no podía mostrar aquel rastro de confusión. Le sonrió perverso, de aquella manera cruel, seductora y despiadada que lo caracterizaba. Se cruzó de brazos contra el regazo del hombre y reposó su mentón contra sus propios brazos, se atrevió a observar el paisaje desde la ventana destruida y quedarse callado. Para él, el aroma a cigarrillo y a verano eran lo mismo. Visualizó días calurosos que disfrutó en el mundo de los vivos, reviviendo aún más el sentimiento de nostalgia.

Mientras tanto, Alastor continuó acariciando con mucho cuidado la espalda semi desnuda de su acompañante. Los minutos comenzaron a pasar, esa posición cómoda entre los dos era evidente, pero al mismo tiempo discreta para los demás. Nadie podía verlos, tal vez Alastor esperó el tiempo suficiente hasta notar las respiraciones algo apagadas en sus compañeros. Supo entonces, gracias a su oído agudo, que estaban durmiendo a excepción de Niffty. Fue entonces que mantuvo la palma de su mano sobre uno de los omóplatos de Angel, quien solo llevaba unos shorts de jean y un top transparente femenino de color rosa pálido que dejaba la mayoría de su piel descubierta.

¿Mi favorito? Explícate, por favor.

Continuó la conversación que había quedado inconclusa. Angel mantenía sus ojos cerrados, relajado ante el amable tacto del ciervo contra la piel de su espalda. Tan suave... Apenas lo escuchó, entreabrió los ojos y volvió a enfocar su somnolienta mirada al paisaje nocturno y rojizo que estaban dejando atrás.

Pues... me gusta como me miras. Y como me sonríes. No haces eso con todos.

Se dio la vuelta, recostó su espalda contra las piernas de Alastor y al fin pudo tenerlo frente a frente desde esa posición. En realidad, él no planeaba llevar esa conversación a rincones demasiado profundos. No sabía cómo ser íntimo con nadie o tal vez lo había olvidado y tenía que volver a aprender... Se rió de si mismo al pensar algo tan estúpido. Enterró su dedo índice en el pecho del ciervo y rechistó un poco con su boca, negándole de forma juguetona a aquel hombre de sonrisa encantadora.

Espero que no te enamores de mi, Al. Este cuerpo no esta hecho para tener un solo dueño. No quiero romperte el corazón.

El mencionado desvió su mirada, riéndose por lo ridículo que sonaba todo eso. Y Angel solo pudo reír en respuesta, ya que no había pensado que captaría tan rápido una broma de ese estilo. Husk se enojaría y lo mandaría a la mierda fácilmente, pero Alastor comenzaba a sorprenderlo con esa clase de reacciones tan honestas y tiernas.

¡Al menos te hice reír! Sabes que solo bromeo. Me gusta que no intentes arrancarme los brazos cuando me acerco o te toco. Sé que debo ser tu favorito por eso mismo.

El de cabellos blancos acomodó y levantó un poco su pecho que era fuertemente ajustado por su top, mantuvo una sonrisa divertida en su rostro al escuchar la risa de Alastor tan cercana y sincera. Podía apreciar sus facciones al estar en esa posición, porque no dejaba de brillar o emitir leves destellos de radio cada vez que lo miraba. Era acogedor, adorable.

Angel no sabía cómo había logrado que el momento se volviera íntimo. Pensó que no era capaz de hacer algo así con nadie.

Angel, lamento desilusionarte. Pero no tengo cercanos o favoritos. Solo gente que no me desagrada tanto.

Alastor amplió sus ojos, su voz sonaba tranquila bajo aquel filtro de radio que utilizaba siempre al hablar. Y Angel parpadeó curioso al escuchar esa particular forma de contraatacar. Le gustaba la voz de Al, aunque siempre se preguntaba si existía alguna forma de escuchar su verdadera tonalidad fuera de ese peculiar filtro que era idéntico al de una transmisión de radio. Sonrió al imaginar que quizás algún día le permitiría oírlo y sonrió al entender que Alastor le estaba diciendo que no lo odiaba, sino lo contrario.

¿Entonces te agrado lo suficiente como para que me dejes abrazarte de vez en cuando? Sigue siendo lindo, sonrisas. Eres amable cuando te lo propones. Todo un galán. Entiendo porque todas las mujeres se derriten al verte...

Pero Angel había bajado la guardia sin darse cuenta. Cerró la boca y sintió su alma estremecerse al momento que Alastor tomó su rostro con una de sus cálidas y familiares manos gentiles. Acarició su mejilla, parecía cariño. Lejos de sentirse bien, la araña sintió como todas las alarmas en su cabeza comenzaban a gritarle que se alejara. Pero su cuerpo no respondía... Sus ojos seguían enfocados en los de Alastor, como si lo hubiera sometido en alguna clase de extraño trance.

Oh. Creo que encontré el truco para hacer que cierres esa boca que no deja de parlotear tonterias.

Acarició su delicada piel con su pulgar bajo una sonrisa serena. Angel entrecerró sus ojos, se apartó apenas pudo recuperar el aliento y tomó asiento a su lado sin atreverse a mirarlo nuevamente. Ese ataque fue inesperado... Solo lo dejó un poco aturdido, eso era todo. Que Alastor, el demonio radio, hubiera hecho algo así, lo había tomado por sorpresa y por eso sentía su alma tan afectada. Se sostuvo el pecho con sus manos, apretó fuerte. La nostalgia se hacía tan notable que no pudo evitar confundirse, porque eran precisamente pensamientos confusos.

Se odió por sentirse así. Se odió por haber bajado la guardia, jamás pensó que alguien como Alastor podría dejarlo tan vulnerable con unas simples caricias. Lo peor de todo era que estaba seguro de que no se trataba del cariño o sus roces, era algo más, algo que no quería recordar y que su cabeza no hacía más que reprimirlo con intensidad.

Sé como incomodarte.

Alastor se burló un poco, pero no era en serio. Llegó a pensar que seguían estando bien, que podían seguir jugando sin que hubiera ninguna clase de conflicto o malos entendidos. Él creyó que había entendido el juego, pero Angel volteó hacia él y mostró una mirada hambrienta, voraz, caliente...

Redujo el espacio personal entre ambos, rodeó el cuello de Alastor entre sus brazos y se acercó a centímetros de su boca. Fue rápido, brusco. Agudizó su mirada hacia sus labios y no dejó de comerselo con la mirada. Ningún otro demonio había llegado tan lejos con el demonio radio o eso quería creer y Angel no le tenía miedo al doble infierno al parecer. Y aunque podía sufrir consecuencias terribles, estaba dispuesto a asumir ese riesgo. Odiaba que lo subestimaran y jugaran con el, no se lo permitiría ni al mismísimo Alastor.

Quería perturbarlo, asustarlo, quería que todo eso fuera demasiado.

Buen intento. He estado con miles de hombres en todas estas décadas y conozco esos estúpidos juegos. No me molestaría pasarla bien contigo, Al. Sería entretenido hasta cierto punto. He visto y sentido cientos de cosas pasar por mi cuerpo y me he divertido con cada uno de esos demonios. Puedes ser uno de esos tantos. Así que... Si quieres...

Todo siempre llegaba a esa conclusión. Angel dejó de pensar que era triste o vacío desde hace más de setenta años, tomó su realidad como algo que debía ser así y nada más. Le sonrió sínico, descarado, ladeó su rostro como un cachorro que quería protección. Pero no la clase de cuidados de un hombre amable, sino los azotes de un daddy que solían conllevar a una recompensa kinky.

Ya no estaba bromeando. Quería parar con el coqueteo sin sentido. Si Alastor quería experimentar, jugar o lo que fuera con su cuerpo, lo permitiría. Pero lo que no aguantaría era dejar que lo hiciera pasar por sentimentalismo barato. ¿Acaso no se daba cuenta con quién estaba tratando? No lo estaba incomodando, lo estaba haciendo enojar.

Alastor no se movió, tampoco se alteró ni fue brusco. Su incapacidad de responder perturbó un poco el autocontrol de Angel, quien comprendió de un segundo a otro que estaba demasiado cerca de sus labios. El ciervo deslizó una mano por su cintura...

Volvió a utilizar esa encantadora suavidad, ese tacto repentino que no hacía más que arruinarle la mente al contrario. Y Angel solo volvió a temblar por reflejo, ¿Por qué Alastor no estaba evitandolo o rechazando su oferta? ¿Por qué lo seguía tocando como si tuviera miedo de romperlo? No podía entenderlo, la araña retrocedió algunos centímetros por instinto, por miedo... No le gustaba que fuera de esa forma. Que alguien dominara el juego mejor que él, lo hacía sentir incómodo y odiaba admitirlo.

Tantas personas. ¿Jamás formaste ningún vínculo honesto con ninguno de ellos? Algo que no involucre relaciones sexuales.

Angel escuchó sus palabras, negó con su cabeza gacha y poco a poco, fue separándose de Alastor. Terminó con sus manos sobre sus hombros, a punto de apartarse y retroceder hasta llegar al otro extremo de su asiento. "Con que así se sentían las cosas cuando te salía el tiro por la culata."

Eso significa que nunca has visto algo que madure y crezca al pasar el tiempo.

Alastor frotó su mentón de forma pensativa, analizando de más el panorama de Angel y haciendo intentos inútiles por entender parte de su naturaleza. La araña se cruzó de brazos y terminó por alejarse completamente, casi abrazándose a si mismo, le desvió la mirada y no tuvo otra opción que resignarse. Alastor lo dejó fuera de juego y dócil como un cachorro herido, así debía sentirse cuando alguien te daba una cucharada de tu propia medicina y te dejaba sin palabras.

No. Jamás he tenido algo así. Las relaciones en el infierno no son posibles.

Intentar intimidarlo fue inútil. Se recordaría a si mismo jamás volver a jugar con fuego, podría volver a quemarse.

Eso es algo pesimista y triste.

Contestó el ciervo con una pizca de reproche. Bueno, él no era precisamente del tipo soñador e ingenuo. A pesar de no ser un tema a discutir, encontrarse con la forma de pensar de Angel era algo que le resultaba interesante, una forma diferente de ver un mundo cruel como lo era el infierno de la mano de alguien que había sufrido casi todas las penurias habidas y por haber.

Angel observó de reojo a Alastor, frotó un poco sus brazos descubiertos y se mordió los labios. De todas las personas en el hotel, no pensó que él era del tipo que podía tener pensamientos optimistas en cuanto cualquier tipo de relación en el infierno. Fuera de amistad, familia u otro tipo de lazos, sentía que todo eso era inconsistente y parte de un futuro incierto.

Tampoco pensó que Alastor tuviera una visión tan diferente sobre él. Esas preguntas o conversación demostraban que lo veía como si fuera mucho más que una simple prostituta. Y no sabía que clase de intención oculta tenía, confiar no era una opción.

Pero la nostalgia le seguía carcomiendo el alma. Y hubiera dado todo por que Alastor lo hubiese apartado, hubiese huido intimidado por sus insinuaciones o simplemente le hubiese roto la cara de un golpe. Reacciones que Alastor tendría normalmente con cualquiera pero no con él, porque al parecer, le agradaba.

¿No te resulta intimidante? ¿La cantidad de personas con las que he estado?

No supo la razón por la cual hizo esa pregunta, tal vez solo quería entender porqué lo estaba tratando bien y no lo denigraba como el resto de los overlord que había conocido. El contrario le negó de inmediato y le ofreció una sonrisa calmada, de esas que solo podían transmitir paz.

Encuentro fascinante que hayas soportado tantas cosas. Debió ser duro. Suena increíble que hayas sobrellevado a tantos imbéciles por tanto tiempo.

Angel se le quedó mirando, pasmado. No recordaba la última vez que alguien le había dicho algo como eso, que alguien reconociera a viva voz todo lo que tuvo que soportar. Y que de hecho, reconociera que era algo de lo cual enorgullecerse porque era sinónimo de ser fuerte.

Comenzó a sonreír sin darse cuenta... Sonreír de una forma honesta, agradecida. El ciervo era el causante de su libertad. Le había regalado algo que había sido imposible de conseguir por muchos años y que él no hubiera podido obtener por sus propios medios. Le demostró agradecimiento, felicidad, comprendió algo que le era difícil de descifrar pero que en ese momento se volvió claro como el agua: Alastor estaba siendo sinceramente amable con él y con nadie más que él.

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