Just That Girl: Porque amar n...

Da AntarcticWitch

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Amor, amor, amor, ¿por qué tiene que ser tan complicado? Comenzar de nuevo en otro continente puede ser... Altro

Dedicatoria
Prólogo: La chica del tren
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
SEGUNDA PARTE
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Lo que fue de ella
Epílogo
Agradecimientos + datos curiosos
¿Extra?

Capítulo 27

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Da AntarcticWitch

    Bruno detiene el auto afuera de la casa de los Henstridge y apaga las luces, creando una extraña atmósfera.

Allie ha estado callada desde que salieron de la cafetería y solo pareció tranquila cuando entraron a una librería compró un montón de libros con su varita mágica en forma de tarjeta de crédito.

No existió la velada romántica que la pelirroja mencionó a Katherine y Jason con la intención de ver la reacción de su maestro.

La verdad es que Allie estuvo guiando a Bruno por todas sus tiendas favoritas y esperó pacientemente mientras él compraba distintos conjuntos de ropa y le pedía su opinión al respecto. Cenaron en un pequeño restaurante bohemio cerca de la estación de trenes y conversaron sobre temas casuales porque ella parecía demasiado distraída en sus propios pensamientos.

Bruno no hizo comentarios al respecto para no incomodarla y simplemente le siguió la corriente, haciendo bromas para hacerla reír y distraerse de lo que fuese que la estuviera molestando.

—Gracias por traerme —agradece la pelirroja con un amago de sonrisa—. Lamento no haber sido Miss Simpatía.

—No tienes que disculparte. Todos tenemos días así —la tranquiliza, antes de bajar del auto para abrirle la puerta. Los modales hacen al hombre después de todo—. Escucha, sé que te gusta leer y cuando estábamos en la librería parecías bastante perdida en tu mundo y decidí comprarte un regalo para agradecerte por ser buena conmigo. Ya sé que probablemente lo haces porque tu padre te lo pidió, pero de todas maneras es lindo tener a alguien.

—Mi papá no tiene esa clase de poder sobre mí. Soy capaz de elegir a mis amigos y te prometo que no me siento obligada a salir contigo —sonríe. Es cierto que su padre parece estar feliz de verla pasar tiempo con Bruno, pero Allie no es su amiga por esa razón. Bruno es un buen chico y merece tener a alguien que se preocupe por él—. No tenías que comprarme un regalo —niega, cuando su amigo le pasa una bolsa de papel con el logo de la librería.

—No hay problema. Ábrelo —pide, nervioso. Ella saca el libro del interior de la bolsa y alza ambas cejas—. Vi que te gusta la fantasía y tambiénquería iniciarte en el mundo de la literatura latinoamericana, así que pensé que Cien Años de Soledad era una buena opción. Es una edición nueva y-

Bruno no puede seguir hablando porque Allie lo toma de sorpresa al abrazarlo con fuerza. La estrecha entre sus brazos y deja un beso casto en su cabello, aspirando el dulce aroma de su shampoo de frutos rojos.

Se terminan de despedir y Allie camina por el camino de la entrada con sus bolsas de compras.

Entra a la casa y deja las bolsas en el living antes de dirigirse a la cocina para avisarle a Tina, la asistenta/niñera/confidente, que volvió a tiempo y que es libre de ir con su familia.

Evan y Sarah salieron hacia Hartford en la mañana porque los invitaron a una cena de caridad y posterior subasta por lo que la casa está completamente silenciosa, solo se puede escuchar el ruido del lavavajillas y el sonido de la música ochentera que Tina disfruta cada vez que está sola.

La pelirroja se acerca sigilosamente para asustarla, pero se queda de piedra junto a la puerta.

—He estado aprendiendo todas las recetas que me enviaste por correo —dice Prue, sentada en la isla de la cocina mientras ayuda a Tina a secar las ollas—. No puedo creer que gastara tanto dinero pidiendo comida a domicilio.

—Ay, corazón, eso es porque tus padres te tenían como a una princesa y ahora te vales por ti misma. No importa lo que digan, yo creo que es fantástico que te independices.

—Tampoco es como que esté completamente independizada. Mamá hizo el cheque para cubrir mi parte del arriendo del apartamento hasta mediados de junio. Es probable que tenga que mudarme a Greenwich Village o Brooklyn. Cualquier lugar es más barato que el Upper East Side. Manhattan es un sueño porque las series y películas contribuyen en hacerlo de esa manera, pero es un derroche de dinero.

—Al menos no vives en Park Avenue.

—Dicen que siempre puede ser peor.

—Ahora tienes propios ingresos. Debes aprender a repartirlos de manera equitativa y hacerlos rendir para el mes completo. En vez de ir a Starbucks, puedes aprender a preparar esos cafés que tanto te gustan.

—Tienes razón —asiente la pelinegra, dándole la razón—. Gastaba cerca de cuarenta dólares en café a la semana y eso sin contar el brunch con gente de la agencia —se interrumpe al percatarse de que su hermana está escuchando la conversación—. ¡Allie! ¡Ven a saludar a tu hermana favorita, enana!

—Eres mi única hermana —la chica rueda los ojos, acercándose hasta ella para darle un gran abrazo y saludar a Tina con un sonoro beso en la mejilla—. ¿Qué tanto cotilleaban? ¿Strippers?

—Ojalá. Hablábamos sobre la nueva vida independiente de tu hermana. ¿Sabías que ahora es una cocinera experta? —ríe Tina, moviendo las cejas.

—Es porque no lo has probado, Tina. Cuando estuvimos en Nueva York me hizo probar unas galletas de avena y estaban asquerosas —se queja Allie, recibiendo un golpe en el brazo por parte de su hermana.

—Ya te dije que fue porque confundí el envase de azúcar con el de sal —se defiende Prue.

Las tres se largan a reír.

Casi se siente como antes de que Prue se fuera a la universidad y las tres solían pasar el tiempo juntas, comiendo postres y ayudando a Tina con los que quehaceres de la casa, especialmente antes de que Tina de operarla la rodilla y los Henstridge tuvieran que contratar a Ashley para ayudarla.

—¿Cenaste afuera, querida? —pregunta Tina a la recién llegada, comenzando a guardar los platos en el mueble cerca del lavaplatos.

—Sí, Tina. Cené con Bruno y ahora eres completamente libre de los Henstridge hasta el lunes. No necesitas venir mañana porque mamá y papá no vendrán a dormir esta noche.

—¿Y el desayuno? —las mira con las manos en jarras.

—Nos las podemos apañar juntas —le asegura Prue—. ¿Mañana es el cumpleaños de tu nieta?

—Sí, mi chiquitita va a cumplir ocho.

—Es definitivo. Tienes el día libre. Disfruta con tu familia.

—Solo si me prometen que van a portarse bien y que no harán maldades —les dedica una mirada seria, entrecerrando los ojos para darle más énfasis—. ¿Promesa?

—Prometido —responden al unísono, mostrando sus mejores sonrisas inocentes y se acercan para abrazarla, dejando un beso en cada mejilla.

—Les deje comida en el refrigerador y hay pizza congelada en la conservadora. Los dulces y las galletas están en el tercer cajón. Solo quedan dos sabores de helado.

Las chicas despiden a Tina en la puerta y esperan hasta que llega el Uber.

Prue cierra la puerta y se vuelve hacia su hermana con una gran sonrisa, pero Allie la mira fijamente de brazos cruzados y da media vuelta, antes de subir las escaleras y dar un portazo en su habitación que hace vibrar todas las botellas de licor en el living.

—¡¿Y ahora qué hice?! —la pelinegra patea el piso, antes de subir las escaleras y golpear la puerta—. ¿Vas a dejarme entrar o debo quedarme aquí hasta que decidas salir por algo de comer?

—Vete a la mierda, Prue —chilla la pelirroja desde la comodidad de su cama. Entierra la cabeza en una de las almohadas y deja salir un grito de frustración al percatarse de que el libro de Jason descansa en la mesita de noche—. Estúpido mujeriego. Jason y Katherine Edwards. Señor y señora Edwards —masculla entre dientes.

—Las llaves de tu cuarto están escondidas en el despacho. No me obligues a buscarlas y entrar a la fuerza —amenaza su hermana—. No puedes enojarte conmigo sin decirme la razón.

Allie se levanta de un salto y abre la puerta de golpe.

—¿Realmente quieres saber la razón? —gruñe, apretando los puños.

—Por algo estoy preguntando.

—Me encontré con Jason en Gloria's.

—¿Qué hay con eso? Lo ves prácticamente todos los días en la escuela.

—Sí, pero resulta que no estaba solo —se cruza de brazos—. Estaba con Katherine. Su nueva novia. Jason dijo que lo sabías. No puedo creer que no me dijeras y luego te aparezcas en casa pretendiendo que no pasa nada. Me sentí como una completa estúpida.

—Oye, espera un momento —le dice la pelinegra, empujándola por los hombros hasta sentarla en la cama—. Es cierto que hablé con Jason y que terminamos con nuestro falso noviazgo. Te lo dije hace dos semanas.

—Me mentiste. No me dijiste nada sobre Katherine.

—¡Porque no tenía idea! Jason dijo que necesita sentar cabeza para que papá deje de molestarlo y así nosotras no nos veamos involucradas. Nunca dijo nada sobre salir con ella.

—¿Papá habló con Jason? ¿Cuándo pasó eso?

—No estoy segura, antes de San Valentín —se encoge de hombros—. Papá le dijo que sabía de nuestra farsa y que debíamos dejarlo. Sé que hablaron más cosas, pero Jason no quiso decirme.

—Probablemente amenazó con enviarlo de vuelta a Inglaterra con una bala entre las cejas.

—No lo creo. A papá y mamá parece agradarles.

—Son capaces de fingir empatía con cualquiera si eso significa obtener algo a cambio. Siempre lo hacen y el libro de Jason se está vendiendo bastante.

—Es cierto, pero al menos no tenemos que preocuparnos por mi falsa relación con Jason. En lo que concierne a todo el mundo, Juliette incluida, Jason y yo seguimos siendo amigos y cada uno está rehaciendo su vida.

—Al menos ahora no tienes que salir con Alec a escondidas.

—Ajá. Y, bueno, Jason puede salir con Kate.

—¿Kate? ¿Ahora es tu amiga Kate? ¿Katie y Prue? ¿Van a juntas a patinar en Central Park? ¿Comen donas en las escaleras del MET?

—Necesitas un par de calmantes porque estás a punto de perder la cabeza. No somos amigas, ¿entendido? —se sienta junto a ella—. Tenemos amigos en común y es algo completamente distinto.

—No te culparía si quieres ser su amiga. Katherine no es una mala persona, simplemente sigue llamándome Allison —murmura Allie, con la vista fija en la bola de nieve entre sus manos—. No la odio, ¿sabes? —la mira directamente a los ojos, transmitiéndole cada uno de los sentimientos contradictorios que crecen en su interior—. Lo que sí odio es la idea de pensar en Jason con alguien más. Me siento impotente y celosa. Estúpidamente celosa porque sé perfectamente que no hay nada entre Jason y yo.

—Escucha, no es que la idea de Jason y tú sea mi favorita porque él es tu maestro y tienes diecisiete, pero hay cosas que no pueden negarse y lo que sea que hay entre ustedes, no es exactamente nada, aunque tampoco es algo.

Allie entrecierra los ojos.

—Escucho las palabras que salen de tu boca, pero no logro procesarlas del todo.

—Me refiero a que entre ustedes existe algo y que Jason parece querer detenerlo porque sabe que no deberían. Te irás a la universidad en menos de un año y medio, tampoco lo verás durante el verano. Vas a olvidarte de él y se volverá una simple historia que le contaras a tus compañeras de habitación.

—A veces desearía nunca haberlo conocido. Tal vez así no tendría la cabeza hecha un lío y no me preocuparía por el hecho de que mi maestro tiene una novia descendiente de afrodita —infla las mejillas, dejando la bola de nieve en las manos de su hermana y echarse de espaldas en la cama—. No puedo prohibirte que seas amiga de Kate. ¡Diablos! Incluso yo quiero ser su amiga para conseguir entradas a conciertos y comida gratis.

—Si hay algo que te haga sentir mejor, Jason quería ser quien te dijera sobre sus planes de conseguir una novia.

—¿Para poder humillarme en persona?

—No, para explicarte la situación. Me pidió que no te lo dijera hasta que él estuviera listo. Supongo que el secreto explotó antes de tiempo.

—Definitivamente. Parece que me explotó en la cara. ¿Debería llamarlo para pedirle una explicación?

Prue la observa con seriedad antes de alzar la mano y estamparla contra la mejilla de su hermana menor.

—¡¿Qué carajos te sucede?! —reclama la pelirroja, sobándose el rostro. Siente la mejilla palpitando y un calor que se extiende por todo su rostro—. Más te vale explicármelo, ¿por qué hiciste eso?

—Basta de lamentaciones. No vas a pedirle explicaciones. No puedes ir lloriqueando por los rincones. Es hora de que te pongas tus pantalones de chica grande y le plantes cara a tus problemas.

—¡Lo único a lo que le planté cara es a tu puta mano!

—No digas palabrotas.

Allie frunce los labios y agarra a su hermana por el pelo para acercarla a su rostro.

—Será mejor que te vayas buscando un buen doctor porque si vuelves a golpearme, tendrán que buscar maneras bastante originales para sacarte las orejas desde el interior del esófago.

—Vale, prometo no golpearte de nuevo. Ahora, sostén esto contra tu mejilla para que no deje una marca —sostiene la bola de nieve contra la mejilla palpitante de Allie, quien la mira como si estuviera a punto de matarla—. Tengo dolor de estómago y creo que es porque tengo hambre. Iré a buscar helado a la cocina, ¿necesitas algo? Además de un buen polvo.

—Una bolsa con guisantes congelados. No puedo aparecerme en público con tu mano marcada en la mejilla.

—Enseguida —se burla, haciendo un saludo militar—. Sabes que te amo y que lo hago por tu bien, ¿verdad?

—Sabes que vas a pagarme el almuerzo mañana, ¿verdad? Y también vas a tener que ayudarme con los adornos que debo hacer para el baile de primavera.


    El desfile parece ir de maravillas entre tantos cambios de ropa y cambios de peinado que les hacen doler el cuero cabelludo, pero parece que las hermanas Henstridge y el resto de las chicas que Melanie contrató parecen ser bastante profesionales y no se quejan cuando hay confunde los atuendos y tienen que volver a cambiarse antes de salir nuevamente.

Rosie en su traje rojo mate de dos piezas con tacones negros bajitos y Alec vestido con un traje negro de tres piezas que encontró en el clóset de su hermano y una corbata roja a juego con la ropa de Rosie, están sentados en primera fila, sacando fotos y grabando a las chicas para que los suban a sus redes sociales (algo estipulado en el contrato).

Prue sale a la pasarela, acompañada de una chica rubia llamada Courtney de la escuela secundaria pública de Charmin Heinz, luciendo como si hubiese sido sacada de alguna portada de Vogue.

Alec continúa grabando cuando de repente se percata de un mensaje que acaba de llegar a su novia desde un número desconocido.

¿Nos vemos el viernes en la habitación de siempre?》

El muchacho deja de prestar atención al teléfono y vuelve su completa atención a la chica en la pasarela, justo cuando ella le sonríe directamente y le lanza un beso.

Intenta convencerse de que hay alguna explicación para ese mensaje y contiene las ganas de revisar el resto de los chats.

Confía en Prue y sabe que ella no lo engañaría, pero no puede evitar sentir una extraña punzada de celos en el pecho.

—¿Todo bien, cariño? —pregunta Rosie, dándole un ligero apretón en la mano, como si intentara reconfortarlo de algo que desconoce.

Alec lanza una última mirada hacia la pasarela, donde Prue parece haber desaparecido en el aire y asiente, mostrando una sonrisa para tranquilizarla.

—Rosie, ¿crees que Prue y yo somos el uno para el otro?

—Totalmente —asiente ella—. Aunque debes saber que no importa lo que piensen los demás. Lo importante es lo que ustedes sienten. ¿Sucede algo?

—No —niega con la cabeza—. Creo que es el estrés de la universidad.

—Comprendo —vuelve a asentir—. Sácame de una duda, querido. ¿Esos no son Jason, Katherine y Danna?

Alec frunce el ceño y sigue su mirada, encontrándose con la sorpresa de que los tres están sentados al otro lado de la pasarela en la tercera o cuarta fila.

Jason parece sentir su el peso de su mirada porque voltea hacia él y traga saliva antes de encogerse de hombros.

El joven estudiante mueve los brazos en el aire, haciéndole señas para que se junten en los baños y Jason asiente.

—Por favor dime que no acabas de señalarte las pelotas —pide Rosie, sin dejar de mirar la pantalla de su teléfono.

Alec hace una mueca.

—Lamento decirte que si lo hice. Lo siento —le da un rápido beso en la mejilla y se pone de pie, medio agachado para no molestar a las demás personas—. Volveré en un minuto. Lo prometo.

Se las arregla como puede para enseñarle a Rosie como grabar con el móvil de Allie y se pierde entre el mar de personas que le lanzan miradas molestas cuando trata de hacerse camino hacia los sanitarios cerca de la entrada.

Espera pacientemente a su amigo y lo arrastra a la fuerza dentro un cubículo para encararlo.

—¿Qué haces aquí? —masculla, molesto.

—Vine a un desfile de modas con mi nueva novia y una amiga, ¿Qué hay de malo con eso? —Jason parece confundido.

—¿Entonces es cierto? ¿Estás saliendo con Katherine?

—Ajá, te lo dije hace como una semana. No estarás teniendo problemas de memoria, ¿verdad?

—¡No! Simplemente creí que estabas jugando. No pensé que realmente estuvieras saliendo con ella —sacude la cabeza—. Ese no es el punto. ¿Qué haces aquí? ¿No se supone que ibas a alejarte de Allie?

—Ese es el plan, pero la editorial me envió las entradas hace unos días. Prue dijo que sus padres cedieron sus entradas para poder colar algunos escritores y conseguir más publicidad.

—¿Entonces es por eso que no tengo a los Henstridge taladrandome la nuca con la mirada? ¿Por ti?

—De nada, por cierto —dice Jason con una sonrisa socarrona—. Escucha iba a decírtelo. Las cosas se han vuelto un poco más complicadas y descubrí algo sobre Evan, la razón por la que no le agradas.

—¿Dices aparte del hecho de que se cree descendiente de la monarquía?

—No bueno, sí. Aparte de eso. Evan cree que eres un oportunista porque tuvo una mala experiencia cuando estaba en la universidad y no quiere que les pase lo mismo a sus hijas. Estaba enamorado de una chica y las cosas cambiaron cuando ella se enteró de que estaba forrado hasta las orejas.

—Yo ni siquiera sabía que Prue estaba forrada hasta cuando fui a su casa por primera vez y tuve que aguantar a su familia por media hora. No la quiero por su dinero, la quiero porque es Prue. La quiero desde que éramos unos niños, cuando nos escapábamos los fines de semana y dormíamos apretujados en la camioneta de mi papá porque no sabíamos armar las carpas.

—Deberías hablar con los Henstridge y contarles lo mismo que acabas de decirme. Si vas a pedirle que se case contigo, deberías tratar de hacer las cosas bien.

—¿Cómo supiste?

Jason hace una mueca, tratando de ocultar una sonrisa.

—Tu mamá me mostró fotos del anillo. Dice que te ha pillado viéndolo en la tienda. Incluso está pensando en apartarlo para que tu padre no lo venda por error.

—No puedo creerlo. Traicionado por mi propia madre. ¿Qué sigue? ¿También van a hacerte un horrendo suéter navideño? No dejes que papá te teja uno porque pican hasta el alma.

—Volviendo al punto principal, arregla el desastre.

—¿Quieres que hablemos de desastres? Porque no creo que seas la persona indicada para ello.

El teléfono de Jason los interrumpe.

—¿Hola?

Alec se acerca para escuchar la conversación por lo que recibe un ligero empujón por parte de su amigo.

Ahora que lo piensa mejor, no sabe en qué estaba pensando cuando decidió que el mejor lugar para tener una conversación con Jason fuese un cubículo pequeño dentro del baño de hombres.

—Tenemos un problema —anuncia Jason con el rostro pálido—. Era Rosie. Prue acaba de tener un accidente o algo por el estilo y van a llevarla al hospital. Tenemos que irnos. Ahora.


     Toda aquella escena parece moverse en cámara lenta para Allie.

Un momento estaba por salir a la pasarela cuando su hermana le dice que se siente mareada y Melanie cambia rápidamente de lugares para que Allie pueda sentarse con su hermana en un sofá lleno de ropa.

—¿Te sientes mejor? —pregunta Allie, pasándole un vaso con agua. Le soba la espalda mientras le aparta el cabello de la frente. Una ligera capa de sudor le adorna la frente y le humedece el flequillo.

—Me duele mucho el estómago —responde en un susurro—. Estoy mareada. Creo que voy a vomitar.

Las alarmas dentro de la cabeza de Allie gritan «embarazo» acompañadas de un gran cartel con luces de neón y colores brillantes.

Algunas de las chicas que estaban viendo dan un paso hacia atrás, temerosas de lo que pueda suceder. Una de ellas se sienta al lado de Prue y le pasa un vaso plástico.

—Tal vez son los nervios —la tranquiliza.

Prue intenta asentir, pero las náuseas son más rápidas y le arrebata el vaso de las manos para dejar salir el vómito.

—Hay sangre ¡SANGRE! —anuncia la pelinegra sin poder creérselo y su cuerpo cae al suelo como si fuese una muñeca de trapo.

Los gritos no tardan en hacerse notar y el ruido de las voces que piden ayuda y llaman al 911 parecen llenar el lugar.

Las personas parecen moverse en cámara lenta durante los próximos minutos, especialmente después de que un paramédico que estaba en el público revisa a Prue antes de que llegue la ambulancia.

Rosie y Allie observan la escena abrazadas, mientras la pelirroja intenta llamar a sus padres para decirles que vayan al hospital en cuanto escuchen su mensaje.

—Es mi novia. Déjenme pasar —ordena Alec a los guardias que custodian la puerta de entrada al camerino. Jason está detrás de él e intenta calmarlo.

—Está bien, déjenlo pasar —dice Rosie, apretando a Allie entre sus brazos.

Alec parecía estar tiritando cuando vió como los paramédicos llegaron para llevarse a Prue en la ambulancia.

—¿Quién irá en la ambulancia con la chica? —pregunta uno de los paramédicos una vez que ya le ponen el oxígeno y el cuello ortopédico—. Necesitamos algún pariente mayor de edad para llenar los documentos en el hospital

Allie, Alec y Jason comparten una mirada confusa hasta que Rosie alza la mano.

—Yo iré —se aclara la garganta—. Soy su abuela. Ustedes dos —apunta a Jason y Alec—. Vayan con Allie al hospital. Los llamaré para avisarles en todo momento.

Se acerca para abrazar a Allie por última vez y la besa en la frente antes de seguir a los paramédicos a paso rápido.

—¿Qué fue lo que pasó? —inquiere Alec.

Allie sacude la cabeza y comienza a recolectar sus cosas y las de su hermana, echándolas mezcladas en sus bolsos, consciente de que el resto de las personas en el camerino están pendientes de cada movimiento que hace.

—No lo sé. Ayer le dolía el estómago y vomitó un par de veces, pero ahora fue distinto. Había sangre.

Alec se pone pálido.

—¿Cre-crees que está embarazada?

Allie se voltea verlo con una mueca de confusión y molestia en el rostro.

—No está sangrando por la vagina, idiota. Probablemente es algo en el estómago.

—¿Un tumor? —aventura el muchacho.

—No nos adelantemos a los hechos. Prue va a estar bien. Tenemos que decir eso hasta que nos lo creamos.

—¿Tienes todo? —le habla Jason por primera vez en semanas. La pelirroja asiente sin decir nada, sintiendo como las lágrimas amenazan con salir. Entre toda la situación con Prue, casi se había olvidado de la mera existencia de Jason Edwards—. Será mejor que vayamos.

—El auto de Prue está en el subterráneo. Te toca conducir. Estoy tiritando y Alec está al borde de un colapso —le pasa las llaves y camina con la frente en alto a sabiendas de que Alec y Jason caminan detrás de ella.

El joven maestro habla por teléfono, explicándole a Danna y Katherine la situación y les asegura que todo está controlado y que no es necesario que vayan con ellos.

—¿Ya contactaron a los Henstridge? —la voz de Danna suena preocupada. De fondo se escucha a Katherine discutiendo con alguien—. Puedo decirle a mi papá que los llame. Es probable que estén en el mismo evento en Hartford.

—Aguarda, le preguntaré a Allie —se acomoda en el asiento del conductor y se vuelve hacia la pelirroja en el asiento trasero—. ¿Tus padres están en Hartford?

—Uh, sí. Están en una cena de caridad para construir una nueva sala de trauma en el hospital.

Jason termina de hablar con Danna y se pone en marcha hacia el hospital al límite de la velocidad permitida para evitar posibles problemas con la policía.

Las calles siguen mojadas debido a las lluvias intermitentes que han estado repitiéndose durante la semana.

Llegan al hospital casi en tiempo récord y se quedan en la sala de espera junto a Rosie, quien les informa que aún no le han dado noticias sobre el estado de Prue, pero que uno de los enfermeros prometió decirle en cuanto tenga información.

Los cuatro esperan sentados en la sala de espera, destacando entre el resto de las personas con sus trajes de gala y los brillantes tacones de Allie, que la hacen ver al menos diez centímetros más alta de lo normal.

Allie apoya la cabeza en el hombro de Alec y sostiene la mano de Jason con los dedos entrelazados mientras él traza círculos con su pulgar, causándole una sensación de seguridad y estabilidad.

Tan lejos y tan cerca.

Rosie los observa en silencio, prácticamente mordiéndose la lengua para no decir nada que haga las cosas más incómodas de lo que ya son y desaparece durante un rato para hablar por teléfono y asegurarse de que la cafetería no está quemándose.

Sarah y Evan hacen acto de presencia casi una hora y media después, también vestidos con sus mejores trajes y comienzan a llenarlos de preguntas hasta que deciden sentarse junto a ellos.

La doctora Stevens les informa que trasladaron a Prue a una habitación en el tercer piso y que la dejarán en observación hasta mañana debido a dos úlceras pépticas en el interior del estómago.

El enfermero amigo de Rosie se acerca para decirles que podrán ver a Prue una vez que terminen de hacerle un par de pruebas de sangre para asegurarse de que no hay algún otro problema.

Los Beckendorf entran discutiendo sobre quién debería pagar el aparcamiento y no se percatan de que están llamando la atención del resto de las personas en la sala de espera hasta que su hijo Alec se aclara la garganta.

—Ay, bebé —se lamenta la señora Beckendorf, arreglándoselas como puede para abrazar a su hijo y darle un beso en la mejilla—. Vinimos en cuanto Rosie nos dijo que la pobre Prue estaba enferma.

—Trajimos café para todos —añade su esposo, percatandose de que hay más personas de las que esperaba—. Podemos ir por más café —se acerca a Evan, que luce constipado, y le tiende la mano.

Para sorpresa de todos, Evan la toma y esboza una pequeña sonrisa.

—Gracias por venir, Henry.

—No hay problema, Evan. Prue y Allie son como de la familia.

—Realmente esperamos que Prue esté bien —sonríe su esposa Josette—. Henry y yo sabemos perfectamente que deben sentirse aterrados por tener a una de sus chiquitas en la cama de un hospital, pero la doctora dijo que estará bien y debemos tener fe.

Sarah no puede contenerse y estruja a Allie entre sus brazos, llenándole las mejillas de besos y Evan le da su chaqueta cuando se percata de que está tiritando por el frío.

Alec y Jason comparten una mirada.

No importa lo mucho que los Henstridge intenten parecer imponentes e inalcanzables, es claro que están afectados por la situación y la presencia de los demás en la sala de espera parece calmarlos.

Allie permanece ligeramente alejada de los demás, caminando de un lado a otro por todo el tercer piso, respondiendo llamadas a diestra y siniestra luego de que Melanie Abrams hiciera un comunicado de prensa para explicar lo sucedido y pedir que recen por el estado de salud de una de sus modelos.

Jason se acerca a paso lento cuando ve que Allie suelta un suspiro y esconde el rostro entre sus manos.

Desde la distancia, parece pequeña y delicada, como una muñeca de porcelana en su vestido celeste de lentejuelas y  la chaqueta de su padre que la hace ver diminuta.

Sus ojos están eyectados de sangre, haciendo que la mezcla de colores destaquen y luzca como un cuadro de El niño que llora.

—¿Todo bien? —Se sorprende a sí mismo hablando por impulso.

Ella alza la mirada, aún con los tacones sigue siendo más bajita que él, y asiente lentamente.

—Creí que ya te habías ido. Es cerca de media noche. Probablemente tienes trabajo o querrás salir con Katherine. No habrá visitas hasta mañana.

Jason acerca una mano temblorosa y le aparta un mechón de cabello que le tapaba la mitad del rostro.

Aún sin tocarla directamente, puede sentir el frío emanando de ella como si estuviese al aire libre en medio de una nevazon infernal.

—Lo sé. Simplemente quería asegurarme de que estás bien.

—Todo bien. Mamá dijo que nos iremos en cuanto hablen con la doctora por última vez.

—También quería asegurarme de que las cosas entre nosotros están bien —suelta la bomba que Allie estaba esperando—. Quería hablarte en persona sobre mi relación con Kate, pero parece que siempre termino arruinando las cosas de alguna manera y nos vemos envueltos en un montón de situaciones incómodas.

—No tienes que darme explicaciones —lo corta de raíz—. Tu tienes a Kate, quien es fantástica, a pesar de que sigue llamándome Allison y yo tengo a Bruno. Ambos nos merecemos un cierre y tenemos suerte de haber encontrado personas maravillosas.

Jason pestañea en repetidas ocasiones, como si la calmada respuesta de Allie lo hubiese sorprendido.

—Genial —sonríe, sintiendo un nudo en la garganta—. Me iré a Elizabethtown con los Beckendorf así que nos vemos en la escuela el lunes.

Un par de incómodos segundos después, Allie vuelve a quedarse sola con un tumulto de pensamientos en su cabeza y un desastre en su bolso.

Jason avanza hasta el ascensor y observa a Allie por última vez antes de que las puertas se cierren en sus narices y lo anterior se esfume.

Sabe que debería sentirse mejor ahora que aclaró todo con Allie, pero una parte de él quiere volver con ella y sentarse a su lado en el pasillo, hombro a hombro, escucharla hablar sobre su día, sobre alguna película navideña de bajo presupuesto, sobre sus clases en Pengrove High y sobre lo mucho que sus calificaciones han mejorado desde que han estado separados y se ha obligado a sí misma a concentrarse en sus estudios.

Su corazón está en las manos de Allie y, aunque ella no sea consciente, duele como el infierno.



  

🌛🌜🔮🌛🌜🔮🌛🌜🔮🌛🌜

Me siento mala persona porque he estado demasiado desaparecida, pero les juro que cyber universidad me tiene al borde del colapso y apenas tengo tiempo para pasar la materia de las clases por lo que escribir a veces se me dificulta.

¿Qué piensan del mensaje que leyó Alec en el teléfono de Prue? BRUTAL.

Vi esto en Tumblr y me recordó a Jason y Allie ♡ (voy a llorar. Primer aviso)

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