AMOR Y ORGULLO || Yoonmin

By MinPD_min

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Min Yoongi y Park Jimin, unidos por el amor de uno y el despecho del otro; quedan enredados en un trama pasio... More

1: Compromiso
2: Enamorado
3: Visitas
4: Orgullo
5: Boda
7: Enfermedad
8: Celos
9: Coraje
10: Verdad
11: Fiesta
12: Duelo
13: Final
14: Dicha (extra)

6: Noche de bodas

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By MinPD_min


Con la mirada pérdida, el joven rubio se perdía en sus pensamientos.
Había llegado a soñar con una especie de estado matrimonial en que cada esposo fuera dueño de su destino.

Que Yoongi fuera fiel, poco le importaba, siempre que fuera respetuoso y sumiso. Que hiciera lo que le viniera en gana, con la condición de que le dejara dueño de si mismo. Resolvió, que si Yoongi se mostraba exigente, tenerle a raya, era enérgico y orgulloso capaz de defenderse, discutir y luchar.

Un ruido de pasos lo hizo estremecer repentinamente. Toda la sangre se le subió a la cabeza, incapaz de estar quieto, se levantó y murmuró «Es él»

Yoongi, después de hacer los honores de la casa a sus parientes y amigos y de haberles visto marcharse uno tras otro, se había quedado solo. Pensó con una turbación deliciosa, que él que amaba, vestido de blanco, esperaba su llegada. Muchas veces había pensado en la hora en que tendría entre sus brazos a este joven tan bello. Su amor por Jimin se había convertido en una especie de ternura protectora, se creía llamado a curar aquel corazón débil.

Se sorprendió de verse en su habitación de soltero, sentado en una butaca. Sonrió y se encontró un poco idiota. Después levantándose rápidamente, pasó al cuarto de aseo. Pensó que sería ridículo presentarse delante de su esposo vestido con traje de boda, se puso un traje de mañana azul oscuro.

Y con el corazón palpitante, se dirigió hacia la habitación que compartiría con Jimin. Golpeó con las puntas de los dedos, la puerta de madera, y pensando que había enunciado su presencia, entró.

Vió a Jimin, vestido todavía con su traje de novio, estaba de pie cerca de la chimenea, dónde sus cabellos rubios resplandecían.

Avanzó lentamente y dijo,
– ¿Quiere permitirme que me aproxime? –

Con la mano, Jimin hizo una señal de asentimiento. Aprovechando la autorización, Yoongi se acercó y miro atentamente. Su rostro crispado y duro le extrañó, ya conocía esa expresión brava y amenazadora. No podía adivinar los proyectos de Jimin, pero instintivamente presintió la resistencia. Pero queriendo penetrar por fin en aquel corazón tan obstinadamente cerrado, se calmó.

– Por primera vez, henos aquí solos – dijo Yoongi en voz baja – y tengo muchas cosas encerradas en el corazón para usted. Que hasta ahora, no había osado hablar … Toda mí vida se ha desarrollado en el trabajo … por tanto yo le suplico sea indulgente...  Muy a menudo me ha visto llegar hasta usted, balbucear algunas palabras y después guardar silencio. Tenía miedo de parecer demasiado atrevido o demasiado tímido … Entonces me limitaba a escucharlo y su voz era tan dulce para mis oídos. Yo me extasiaba contemplándolo, olvidándome de todo para seguirlo con la vista cuando paseaba por la terraza, bajo un rayo de luz. Así entró profundamente en mí. Lo adoré. Se convirtió usted en mí único pensamiento, mí esperanza, mí vida …

Y tomando la mano de Jimin entre la suyas, Yoongi la posó en sus labios. Pero Jimin hizo un movimiento y retiró la mano.

– Por favor … – murmuró con desfallecimiento y dulzura – No me lo diga en este momento, se lo pido … usted lo ve, mí turbación es profunda.

Yoongi, sacudiendo tristemente la cabeza, le dijo

– Sí, estás pálido, tembloroso ... ¿Soy yo la causa de ello?

– Sí

– Tranquilicese, por favor … ¿No sé da cuenta, de que mí único deseo es no disgustarlo?  ¿Que quiere que haga? Exija cualquier cosa. Todo me será fácil ¡Lo amo tanto!

Jimin se estremeció de alegría, la esperanza brilló en la oscuridad. La pasión de su marido le hizo comprender el poder sin limitaciones que ejercía sobre él. Y sin piedad resolvió abusar de él. Se mostró coqueto, y por primera vez, mirando a Yoongi con una fina sonrisa, le dijo

– Si usted me ama, entonces … – No concluyó. Pero hizo un ademán que Yoongi comprendió bien.

– ¿Quiere usted que lo deje solo? – dijo Yoongi en sumisión – ¿es esa la prueba que me quiere imponer? Me resignaré, si es está su voluntad

Jimin suspiró con delicia. Se sintió dueño absoluto de aquel hombre que le había causado tan gran temor.

– ¡Pues si! Se lo agradecería. Las emociones del día me han hecho daño. Necesito calmarme. Y mañana, más tarde, ya seguro de mí mismo, yo le explicaré …

Yoongi quedó un momento silencioso. Aquello se le hizo sospechoso, había en él un misterio que decidió poner en claro.

– ¿Qué me dirá usted mañana, que no pueda oír hoy? – respondió – Mí vida y la suya ¿No son desde ahora inseparables? Nuestro camino está trazado. A usted le corresponde ser confiado y sincero. A mí, ser abnegado y paciente. Yo estoy dispuesto ¿Está usted en las mismas condiciones?

El lenguaje de Yoongi era claro y firme. Miró a su esposo cara a cara. Este quiso retroceder

– Déjeme decirle que la confianza no se gana en un momento – respondió él – Hace solamente dos horas que nos hemos casado … Esta vida me la hacían muy feliz. Tenía derecho a pensar en voz alta, era libre para callarme. Jamás me he visto forzado a mentir. Las penas que he tenido, usted las sabe, comprendían que no se podían borrar tan fácilmente. He sido muy mimado … Jamás me han pedido que sonría cuando tenía el corazón triste … Si es preciso que me resigne a disimular con usted, por favor deme tiempo para habituarme a esa imposición –

Jimin con extrema habilidad, había soslayado la cuestión para evitar dar una respuesta, se hizo la víctima. Yoongi, por un momento apareció como cruel y él se dio cuenta:

– Se lo suplico, no diga usted una palabra – exclamó él, – Me injuria … Sepa que jamás tendrá amigo más tierno y abnegado que yo. Al casarme, he tomado parte de sus penas y quiero hacérselas olvidar. Confíe en mí, soy responsable de su felicidad ¡Está muy lejos de mí el pensamiento de imponerle un amor!  Lo que le pido es que me deje, a fuerza de cuidados y ternura, conquistarlo, esa es mí ambición ... Y ya que usted tiene necesidad de reposo, siéntase en su casa, libre y seguro. Me retiro ¿No es acaso lo que quiere?

Jimin al escuchar aquellas palabras, se sintió irritado e inquieto. Yoongi se mostraba tan recto y tan grande, que todas las combinaciones que él había preparado de antemano para conquistar su libertad parecía que iba a fallar miserablemente. Yoongi se adelantaba a sus deseos con una bondad inesperada ¿Cómo iba a rechazar, sin injusticia y crueldad, a un hombre tan leal y generoso? Comprendió el peligro que corría, y resolvió escapar de él rompiendo resultamente todos los lazos que le unían a Yoongi.

Este, viendo a Jimin silencioso e inmóvil, avanzó hacia él. Bajó la cabeza, y su boca llego a rozar la frente blanca del rubio.

– Hasta mañana – dijo Yoongi.

Pero al respirar su perfume y al sentir en sus labios aquella carne estremecida, Yoongi se sintió aturdido por una repentina embriaguez. Dejó de ser dueño de si mismo. Vió a un hombre adorable a quien deseaba locamente y que le pertenecía. En un transporte irresistible lo tomó en sus brazos y, con los ojos ardientes, murmuró

– Si supiera usted cuánto lo amo

Jimin sorprendido, se curvo y apoyando las manos en el pecho de su marido, se esforzó por huir de ese contacto.

– ¡Déjeme! – exclamó con ira.

Los brazos de Yoongi se soltaron. Retrocedió, y con voz turbada mirando al joven que estaba ante él tembloroso, exclamó:

– ¿Acaso no me da siquiera el derecho de rozar su frente con los labios? ¡Me rechaza usted con violencia, casi con horror! ¡Esto no es solamente el miedo producido por el pudor! ¡Es la repulsión! … ¿Es que me odia? ¿Por qué? ¿Qué le he hecho?

Yoongi se había animado, un principio de cólera emergió.

– Muy bien, la hora de las explicaciones claras y francas a llegado. Nadie rechaza a su marido sin motivo. Para que me trate como usted lo hace, es preciso … – Yoongi se puso pálido, su voz se quedó en la garganta. Respiró con fuerza y mirándolo atentamente, agregó – ¿Aún amas, tal vez, a ese hombre que te ha abandonado tan cobardemente?

Jimin comprendió que la ocasión de aquella ruptura tan deseada por él se presentaba cierta e irremediable. Dudó, sin embargo, para tomarla. Yoongi, con su cólera poderosa y lúcida, le daba miedo. Se quedó ante él, con las cejas fruncidas, indeciso, saltandole el corazón, comprendiendo que su destino pendía de un hilo.

Su silencio acabó por irritar a Yoongi, quien, perdiendo toda mesura le agarró el brazo con fuerza.

– ¿Me ha oído? ¡Respóndame!

El joven, lastimado y arrebatado por aquella violencia, miro fijamente a su marido

– ¡Bien! ¿Y si así fuera? – dijo con audacia.

Apenas pronunció aquellas palabras, lo sintió. Yoongi se irguió, formidable. En un instante su talla se agrandó. Jimin, bajó la frente y permaneció inmóvil. Yoongi lo vió, exhaló un suspiro, dio algunos pasos, apretando sus puños como si los hubiera querido romper; después recuperando su calma, dijo a Jimin

– Veamos, mida usted sus palabras … Lo que me ha respondido, no puede ser verdad … ¡Es imposible! Debo estar soñando ...

Jimin no dijo ni una palabra, abandonándose a un destino que él mismo se había preparado, teniendo vaga conciencia de que cometería un crimen, pero decidido, en su implacable orgullo, a ir hasta el fin.

Yoongi lleno de estupor, se había dirigido hacia la ventana, y apoyando la frente febril en el vidrio, trataba de recuperar un poco de sangre fría. Comprendía que la horrible explicación que había iniciado con su esposo solamente comenzaba. Quizo saber hasta donde estaba dispuesto a llegar.

Se aproximó a él – Así que ¿siendo otro el dueño de su corazón ha consentido usted en casarse conmigo? – dijo – ¡A pesar de la indignidad de su conducta, después de la ofensa que le ha dejado padecer, lo ama usted! ¡Y se atreve a decírmelo! Me ha dado usted palabras de ser hombre fiel y leal ¡He ahí como cumple sus compromisos! ¿En qué grado de depravación moral ha caído?

– Señor, yo no me defiendo – dijo Jimin – ¿es generoso por su parte hacerme sufrir?

– ¡Usted sufre! – exclamó Yoongi – ¿Y yo? ¿Acaso yo no sufro? Yo que lo quiero con todas las fuerzas de mí alma. Yo que estaba dispuesto a todo para complacerle, y que en cambio, solo pedía nada más que un poco de indulgencia y afecto. Para satisfacer su orgullo herido, para que no se sospechara de su despecho, me ha sacrificado usted, especulando con mí confianza, riéndose tal vez de mí ceguera ¿Sabe usted que es atroz lo que ha hecho?

– ¿No ha visto usted que desde hace quince días estoy loco? – se lamentó Jimin, dejando de contenerse – ¿No comprende que me agito en un círculo del que no puedo salir? Debo parecerle una criatura miserable  Jamás me juzgará usted severamente como yo me juzgo. Merezco su cólera y su desprecio ¡Tenga! ¡Tomé usted todo lo mío, excepto a mí mismo! … La fortuna es suya ¡Que sea el rescate de mí libertad!

– ¿Su fortuna? Me ofrece usted … ¡A mí! –  exclamó Yoongi.

Estuvo apunto de hablar, y, en su indignación, de darle a conocer aquella ruina que con tanta delicadeza y cuidado le había ocultado ¡Que venganza se le presentaba contra él altivo Jimin!

Pero rechazó la idea, por encontrarla indigna de él, y, calmado del todo, por la satisfacción que experimento al hallarse tan superior moralmente al muchacho, pudo mirarlo sin cólera.

– ¿Verdaderamente, me toma usted por un hombre que se vende? – dijo fríamente – ¡Se equivoca! … ¿Cree usted que está tratando con el duque de Quincy?

El golpe hirió directamente a Jimin, quién se estremeció, como si también le hubieran ultrajado a él.

– ¡Señor! – exclamó, fulminando a Yoongi con la mirada. Pero inmediatamente guardó silencio avergonzado.

– ¡Bien! – replicó Yoongi con amargura – Defiéndale, es lo menos que puede hacer por él … Está usted capacitado para apreciarle ¡Su conducta es muy parecida a la de él! … ¡Oh! Ahora veo claramente. Ha querido usted tomar por esposo a un hombre que fuera su dependiente y lo ha conseguido bíen, apasionado y confiado. Una unión conmigo era desigual, pero mí docilidad debía compensar la humildad de mí origen. Si, por casualidad, pensaba en rebelarme y en hacer valer mis derechos, había con que cerrarme la boca … ¡Una bolsa de oro! Y en efecto ¿Qué podría yo decir? ¡Marido de un muchacho tan noble y rico! ¡Un ser tan vulgar y codicioso como yo! ¡He ahí lo que ha proyectado usted! … ¿Y cuando me lo confiesa? … Me lo hace usted saber cuándo ya no puedo echarme atrás, cuando todo está firmado, cuando es irrevocable, cuando ya soy su presa y ya no tiene usted temor de que me escape ¡Y yo tan ciego como para no ver la trampa! ¡Yo que he venido hace un instante, palpitante y trémulo, a declararle mí amor! ... Sínico e innoble de mí, porque al fin ya tengo su fortuna ¿No es así? ¡Ya estoy pagado! ¡Ni siquiera tengo el derecho de reclamar!

Yoongi, se dejó caer en un sofá y ocultó su cara entre las manos crispadas. Jimin, oyó sin protestar, se dolió por los sufrimientos de su marido. Se había puesto fuera de la ley. No oyó el grito de dolor de Yoongi, solamente se dio cuenta de la ironía de sus palabras.

– ¡Señor! – dijo con altanería – acabemos, ahórreme usted sus inútiles burlas …

Yoongi apartó las manos y mostrando a su joven esposo el rostro inundado de lagrimas, dijo

– No me burlo, lloro mis esperanzas defraudadas y mí felicidad pérdida. Pero basta de debilidad ... Quería usted hace un momento, comprarme su libertad. Se la doy gratis. Crea que jamás se la turbaré. Todo lazo entre nosotros se ha roto y nada nos debe ser común. Sin embargo, una separación pública produciría un escándalo que no merezco y que le pido me lo evite. Viviremos en apariencia juntos. Pero como no quiero que haya equívocos entre nosotros, escuché bien lo que voy a decirle. Algún día sabrá usted la verdad. Sabrá que ha sido más injusto que cruel y tal vez le venga el pensamiento de remediar lo que ha hecho. Desde ahora le digo que será inútil. Aunque lo vea arrastrado a mis pies implorando perdón, no tendré una palabra de consuelo. Podría haber sido indulgente con su cólera, pero me será imposible olvidar la sequedad de su corazón y su egoísmo. Adiós, señor; viviremos como usted lo ha querido. Está es su habitación. Aquella la mía. A partir de hoy, ha dejado de existir para mí.

Jimin, sin pronunciar palabra, inclinó la cabeza en señal de aprobación.

Yoongi con el corazón afligido, miró por última vez a su esposo, esperando un cambio, un desfallecimiento. Lo encontró insensible y helado. No obtuvo ni una mirada ni una palabra.

Atravesó la habitación, abrió la puerta lentamente y la cerró con disgusto, esperando un momento para escuchar si un grito, un gemido o un suspiro le daba a él, maltratado y humillado, pretexto para volver el primero y ofrecer el perdón, mientras fuera tiempo. Nada oyó.

Entonces, tomando el camino que había recorrido una hora antes con el corazón lleno de esperanza, volvió a entrar en su habitación de soltero.












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