Lacerante © [+21]✔

By jane_n_johnmest

2.2M 140K 31.2K

Motivado por la desesperación y el miedo, Davlian Ainsworth enterró un cuchillo en el cuello de su padre. Un... More

SINOPSIS + PORTADA
BOOKTRÁILER PRINCIPAL
PERSONAJES
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
AVISO IMPORTANTE
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20 [+18]
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27 [+18]
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
ADELANTO DEL PRÓXIMO CAPÍTULO
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42 [+18]
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
¿Te gustaría Lacerante en físico?
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
CAPÍTULO 73
CAPÍTULO 74
CAPÍTULO 75 🔪PARTE I
CAPÍTULO 75 🔪PARTE II
CAPÍTULO 75 | 🔪PARTE III
CAPÍTULO 76
CAPÍTULO 77
CAPÍTULO 78
CAPÍTULO 79
CAPÍTULO 80
EPÍLOGO
ILUSTRACIÓN♥
EPÍLOGO

CAPÍTULO 46

12.5K 1.1K 487
By jane_n_johnmest

N/A: Para el próximo capítulo decidí poner una meta de votos y comentarios, yo sé que ustedes pueden y por eso lo hago, también para motivarme y sentir que de verdad les gusta la historia. Consistirá en que este capítulo deberá alcanzar la misma cantidad de comentarios y votos, para que puedan leer el siguiente. Sé que esto no les agrada a la mayoría, pero insisto, estas cosas son incentivos para uno como autor. 

Sin más, disfruten y nos estamos leyendo. 

No se guarden nada a la hora de comentar♥. 

Mis párpados se sentían pesados, como un par de bloques de cemento a cada lado, trataba de abrirlos, pero cada vez que lo hacía, solo alcanzaba a ver una luz brillante y borrosa; luego volvían a cerrarse, haciéndome sentir desesperado. Intenté levantarme de donde sea que estaba recostado, entonces un quejido brotó de mi boca. Me dolía un costado del cuerpo y se sentía como si me hubieran roto cada hueso.

—¡Despertaste! —pronunció una voz femenina, que sonaba más que feliz.

Tragué saliva, pero no era mucho lo que podía pasar por mi garganta, ya que mi boca estaba casi seca y tragar solo hacía que mi garganta sufriera.

—Agua... —arrastré las palabras entre los dientes, aún con la mueca instalada en mi cara.

Recordaba lo que había pasado hace solo un par de horas, algo había atravesado la piel de mi espalda, quemándola en el proceso y luego todo se volvió oscuro.

Intenté volver a abrir los ojos, pero el efecto de la anestesia seguía dentro de mí. Sentí el plástico del vaso acomodarse entre mis labios, seguido del refrescante líquido y por ese instante me sentí bien. Cuando el agua atravesó mi garganta seca y adolorida.

—No sabes lo angustiada que he estado —La voz de Priscila se escuchaba más clara que al principio. Sabía que era ella, por el gritón chillón de su voz, que e recordaba cuando estábamos en la escuela.

No dije nada, me limité a beber toda el agua posible y luego me aparté en señal de no querer más.

—Estoy feliz de que en verdad sigas aquí —continuó.

Me relamí los labios.

—Solo... han pasado un par de horas... —Me quejé, volviendo a recostar la cabeza sobre la almohada.

Hablar me dolía tanto como respirar.

—No, Davlian —negó—. Ha pasado una semana.

—¡Qué mierda! —exclamé sin poder creerlo.

—Es seis de agosto. Te durmieron, porque tu herida era grave y para que pudieras recuperarte más rápido. El doctor que te atendió dijo que era mejor así —explicó—. Aunque no dio esperanzas de que sobrevivieras —Su tono se entristeció con aquellas palabras.

—Debí no haberlo hecho... —murmuré.

—No digas eso, Davlian —cerré los ojos unos segundos y luego volví a contemplarla. Su mirada era indecifrable para mí—. ¿Por qué dices ese tipo de cosas? Como si no merecieras la vida.

—Precisamente por eso lo digo. No la merezco, deberías saberlo —sentencié, mientras me quejaba por el dolor que se hacía más intenso en mi cuerpo—. He hecho cosas horribles, Priscila, he sido un monstruo sin sentimientos, he matado a personas sin sentir una pizca de remordimiento y... por mi culpa... —apreté la mandíbula al recordar aquello que me mataba—. Kerstin sufrió la peor cosa que podría pasarle a una mujer.

—Oye... —Se acercó a la camilla y puso su mano sobre la mía—. Está bien que sientas culpa, que seas capaz de reconocer que te has equivocado, es parte de sentir arrepentimiento por todas las cosas que has hecho, pero no está bien que creas que por ello... —Sus ojos se apretaron al mismo tiempo que sus labios, mientras su cabeza se ladeaba lentamente—. Tú no pediste ser hijo de la madre que te tocó, así como yo tampoco pedí a la mía, pero era lo que nos tocaba. Todos merecemos una oportunidad, tú también.

Supiré.

—No puedo entender cómo logras pensar de esa forma, después de lo que has pasado.

—Porque te lo dije una vez, Davlian. He llorado demasiado y no puedo pasarme toda la vida haciéndolo. Sí, tengo heridas, aún me persiguen en mis pesadillas y a veces al igual que tú, siento que quiero morir, pero... luego me veo a mí misma frente al espejo y me repito, que yo no pedí esto. Solo me alcanzó y lamentarme no me servirá de nada, no mejorará las cosas ni me dará la felicidad que me merezco. Hay que seguir adelante, cueste lo que cueste.

Mis ojos marrones solo pudieron ser capaces de hacer una cosa; observarla con admiración. Ella había sido abusada, tuvo que soportar ver a su madre rendirse ante las drogas y después tuvo que conformarse con saber que ni siquiera podría ver su cadáver para darle una despedida digna. Se había manchado las manos con sangre, pero ahí estaba; decidida a superar lo que fuera, por y para sí misma. Me hacía cuestionarme, si acaso algún día podría ser capaz de hacer lo mismo por mí.

Volví a juntar mis párpados, tomé una inhalación lenta y profunda; el dolor volvió a quemarme al igual que el recuerdo que me azotó la mente en ese instante.

—Jared... —abrí los ojos de golpe al recordarlo.

—No te preocupes, él está bien —La rubia me tranquilizó de inmediato y llevé mis ojos hacia su rostro—. Los policías atraparon al sujeto que se lo había llevado, antes de que empezara el tiroteo.

Exhalé lleno de alivio, porque si lo hubiera perdido o tan solo le hubiera pasado algo por mi culpa, no sé que sería de mí entonces.

—Pero hay algo más... —volvió a hablar y luego se quedó callada.

No dejaba de mirarme, parecía que estaba esperando a que hiciera o dijera algo.

—¿Qué? —interrogué, cuando no continuó.

Colocó un mechón rubio detrás de su oreja derecha y se mordió el labio inferior, desviando sus ojos por unos instantes hacia el suelo. Mi ceño se frunció y la intriga empezaba a molestarme.

—¿Qué pasa, Priscila?

Bufó antes de hablar.

—Nessien dice que tenemos que irnos del país —musitó.

—No —negué casi de inmediato.

—Ella dice que debemos hacerlo, Davlian —Me miró con preocupación y aparté la vista de su rostro.

—No puedo irrme de aquí. Tengo cosas que hacer. Además, ¡qué mierda! ¡¿Eh?! ¿Por qué deberíamos irnos? —un bramido salió junto a mis palabras.

—Cuidado... —dijo acercándose y tratando de tocar mi brazo, pero no lo hizo—. Ese hombre fue arrestado.

—¿El árabe? —volví la vista hacia ella.

—Sí, lo condenarán, tendrá un juicio y si te quedas aquí también irás a la cárcel.

Apreté los dientes superiores con los inferiores, tanto que llegaron a dolerme.

Ese hijo de puta iba a confesarlo todo, mis negocios con él, mi relación con los Sokolov. Todo. Nessien tenía razón debía de largarme, pero no podía hacerlo. El señor Anderson estaba en el hospital al igual que mi madre, ¿qué pasaría con ellos y Jared si me largaba? No podía dejarlos.

—No puedo dejar al señor Anderson ni a Jared. No puedo irme de aquí para salvar mi pellejo, mientras dejo a otros a su suerte.

—Pues tendrás que hacerlo —Una tercera voz se unió a la conversación.

Mis ojos viajaron hacia la entrada de la habitación y una Nessien vestida de traje negro, me miró seriamente, mientras cerraba la puerta—. No puedes quedarte aquí —dijo una vez que se acercó, hasta quedar a un lado de la rubia—. No tendrás problemas con la policía, pero es mejor que te vayas de aquí si quieres evitar tenerlos.

Me miraba con el rostro completamente serio, no había enfado ni ninguna emoción que fuera detectable en el gesto neutral de su cara, y eso, junto con la cola bien peinada que recogía su cabello, parecía alguien imponente.

—Akram hablará y tendré problemas —dije—, pero no puedo irme.

—No te quiero aquí, Ainsworth. Si te quedas, entonces me encargaré de que te pudras en la cárcel —Sus palabras fueron duras—. Me encargué de hacer desaparecer cualquier dato, pista, o huella que hayas dejado en Nueva York. Lo hice con el señor Anderson también. Ambos se irán y no volverán aquí.

—Déjanos solos, Priscila —hablé, sin dejar de mirar a la dura mujer que me observaba desafiante.

Priscila no demoró en abandonar la habitación y cuando lo hizo, volví a farfullar.

—¿Por qué estás haciendo esto?

—Tómalo como una ayuda. Una oportunidad para ser alguien más que un criminal.

¿Qué podía responder a esas tajantes palabras? Eran tan ciertas y lo sabía mejor que nadie, pero, aun así, habían logrado lastimarme.

—¿Me culpas por no haber protegido a Caridad? ¿Es eso? —inquerí, ella se cruzó de brazos y alzó su mentón—. En verdad lamento lo que sucedió y si quieres que diga que es mi culpa que ella haya...

—Mi madre murió por su ingenuidad —Me interrumpió—. No te estoy culpando, tampoco castigándote. Simplemente hago mi trabajo y estoy faltando a mis propias reglas, dejándote ir. Sé reconocer cuando alguien tiene oportunidad de ser mejor. Toma a tu chica, toma tu oportunidad y simplemente no vuelvas por aquí.

Dejó caer sus brazos a los costados de su cuerpo.

—Creí que éramos amigos...

—No soy tu amiga, tampoco tu enemiga. Entiendo porque haz hecho lo que haz hecho y por eso te digo que te vayas.

Me dio la espalda para caminar en la misma dirección por la que había llegado, pero se detuvo antes de que su mano tocara el pomo de la puerta y me miró por sobre su hombro izquierdo.

—Ten una buena vida, Davlian. No sigas desperdiciándola o la perderás para siempre y eso cuando se va, no vuelve.

—Me informaron que mi paciente por fin había abierto sus ojos —repentinamente una voz carismática y masculina había llegado a mis oídos.

Giré la cabeza hacía la dirección de donde provenía; un hombre con pantalones negros y bata blanca, se acercaba a la camilla, con una mujer vestida compleamente de blanco, quien sostenía un block sobre sus manos. Ella se acercó del lado en donde estaban las maquinas conectadas a mi cuerpo.

—¿Cómo te sientes?

Suspiré ante esa pregunta que tanto me costaba responder siempre.

—Tengo dolor —respondí—, pero si estoy vivo, creo que debería estar bien.

El hombre descolgó el estetoscopio que yacía cruzado sobre la parte trasera de su cuello, para después terminar de acortar la distancia entre él y la camilla.

—Voy a revisarte —anunció, y después acomodó el aparato en sus oídos.

Descubrió mi pecho y entonces sentí lo frío que estaba. Me quedé en silencio, observando como la enfermera anotaba cosas en su bloc, estaba muy concentrada haciendo su trabajo, y de vez en cuando, llevaba mis ojos hacia Priscila, quien estaba de pie y brazos cruzados, observando mi pecho.

—Bueno, todo parece estar bien —dijo una vez que volvió a colgar el estetoscopio en su cuello.

—Así es —concordó la enfermera—. Sus signos viateles son normales.

—¿Del uno a diez cuánto te duele?

—Un... séis más o menos —respondí.

—¿Eso es mucho? —intervino la rubia.

—Lo suficiente para querer arrancarme la mitad del cuerpo —Le contesté y el doctor rió.

—La cirugía que le hicimos fue bastante complicada, tardará un poco en recuperarse, pero estará muy bien. Es normal que sienta dolor, la bala que le extrajimos rompió unas cuantas de sus costillas y eso provocó una contusión pulmonar. Afortunamente nada tan grave. La enfermera te administrará un calmante para el dolor.

—¿Cuánto tiempo más tendré que estar aquí?

—Todo depende de los resultados de tus exámenes. No intentes ponerte de pie ni hacer mucho esfuerzo o tendrás que quedarte más tiempo del que deaseas. Los analgésicos te ayudaran a descansar y a que puedas respirar mejor mientras tus pulmones se recuperan.

Después de eso me regaló una sonrisa amable y salió de la habitación con la enfermera detrás de él.

—¿Qué haremos entonces? ¿Nos iremos?

—Tengo que pensar eso, Priscila.

—¿Qué más tienes que pensar? Digo, Nessien me dijo que, si no te vas, va a meterte a la cárcel.

Es donde más debería de estar.

—Ella me odia por lo que pasó con su madre, es por eso que dice que va a refundirme en la cárcel.

—No entiendo que más quieres seguir haciendo aquí, vámonos, vayámonos lejos —murmuró, casi en un tono suplicante.

Cerré mis ojos y traté de respirar lentamente, porque hacerlo demasiado rápido o profundo, me provocaba un dolor que me quemaba sin piedad. No respondí a las palabras de Priscila, simplemente permanecí callado y no pasó demasiado tiempo para cuando la enfermerá volvió a aparecer con una jeringa en sus manos. La rubia tomó asiento en la silla que se encontraba hacia los pies de la camilla, y pude ver el rostro desilucionado que tenía.

Sabía que tenía que irme, pero no sabía que hacer con ella y no quería decirle eso.

La enfermera se acercó a la bolsa de suero.

—Cortaré el suministro para poder administrarte el analgésico —explicó.

Cuando hizo aquello, se acercó a la camilla y desconectó la pequeña manguera que estaba conectada al cateter en mi mano, introdujo la jeringa y descargó el líquido, para volver a poner todo en su lugar.

—Si siente que el dolor no disminuye o se siente muy mal, puede apretar el botón de ayuda —dijo, cuando volvió a dejar que el suero fluyera por la delgada manguera transparente.

—Está bien, gracias —murmuré.

La mujer luego salió de la habitación, volviendo a dejarme solo. Traté de acomodarme en la camilla, pero cada movimiento que intentaba a hacer, me resultaba una tortura. Cerré mis ojos para tratar de dormir y dejar de pensar en todas las desgracias de mi vida. Era el único momento en el que podía sentir paz y dejar de pensar que era una mierda.

Tenía los ojos cerrados, pero estaba inquieto por la presencia de Priscila. Solo esperaba a que el medicamento hiciera efecto lo antes posible.

Entonces escuché un suspiro y me sentí culpable. Volví a abrir los ojos y miré en su dirección.

—¿Quieres decirme algo? —pregunté.

—¿Te gusta ella? ¿No es así? —Me miró con los ojos vidriosos.

—¿Nessien? —asintió—. Creo haberte dicho que ella me odia.

—Entonces la respuesta es sí.

—No, claro que no —Me llevé una mano al costado adolorido de mi cuerpo y exhalé—. Pensé que ella me coqueteaba y yo... traté de hacer lo mismo, pero solo fue eso.

El silencio se hizo y mis ojos comenzaron a sentirse pesados.


SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, TE AGRADEZCO POR LEERME.

TE INVITO A SEGUIRME EN MIS REDES SOCIALES, PARA QUE PODAMOS INTERACTUAR DE UNA FORMA MÁS CERCANA.

NO OLVIDES DEJAR TU ESTRELLITA Y TUS COMENTARIOS, SON IMPORTANTES Y ME MOTIVAN A SEGUIR♥ (AUNQUE NUNCA ME DAN BOLA, EQUISDE).


Continue Reading

You'll Also Like

715K 80.1K 61
Trilogía: Segundo libro. Muerte: Defunción - Término - Expiración. Austin Maxwell había tenido la muerte mucho más cerca de lo que alguna vez imagin...
18.3K 3.4K 52
NOVELA GANADORA 🥇 SUMMER HEA AWARDS 2023 @HEA_Editorial EN CATEGORÍA ROMANCE (Menciones especiales: Mejor personaje secundario y Favorita de la juez...
454 85 25
Brooklyn Miller una chica de hermoso cabello ondulado, castaño claro y preciosos ojos azules se muda a Londres después de graduarse del instituto Pra...
566K 28.2K 18
La familia de Grace recibirá a un invitado muy importante, el mejor amigo de su padre, uno de los empresarios más importantes del país, y el más temi...