βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

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π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

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β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
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━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque

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By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que no os arrepentiréis.

✹.✹.✹

──── CAPÍTULO LXIII──

LA CABAÑA DEL BOSQUE

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( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

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        MUY POCAS VECES MONTABA A CABALLO, pero, cuando tenía la oportunidad de hacerlo, siempre procuraba disfrutar al máximo del momento. Aquellos animales le parecían sumamente nobles y leales, además de hermosos. Los establos de Kattegat contaban con maravillosos ejemplares que, siempre que pasaba por allí, la dejaban totalmente anonadada, presa de su belleza y magnificencia. Como la yegua torda sobre la que iba subida ahora, de patas largas y cuerpo esbelto. Dís se llamaba, en honor a las vanagloriadas dísir: entes femeninos relacionados con la muerte, como las valquirias. Era mansa y tranquila, perfecta para ella, cuyas dotes de amazona no eran precisamente las mejores.

El semental de Ubbe, por el contrario, era grande y robusto, de pelaje negro como la noche y crin larga y rizada, al igual que la cola. Le había puesto el nombre de Arvak* y, por lo que le había contado antes en las caballerizas, había sido un regalo de su progenitora por el Solsticio de Invierno de hacía ocho años.

A Drasil se le encogió el corazón dentro del pecho cuando el Ragnarsson mencionó a Aslaug sin poder disimular un timbre nostálgico en la voz. A su mente acudió la imagen de la antigua soberana de Kattegat cayendo de rodillas al suelo con una flecha clavada en la espalda y una inapreciable sonrisa coloreando sus facciones. Aquel momento se había quedado grabado a fuego en su memoria, el cómo Lagertha le había disparado a traición, aun cuando Aslaug se había rendido públicamente, iniciando así una nueva espiral de odio y venganza. Y ella... Ella había formado parte de todo aquello.

Mentiría si dijera que no se culpabilizaba, que no sentía aversión de sí misma en determinados momentos del día, sobre todo cuando estaba con Ubbe. Cada vez que miraba al muchacho a los ojos veía al fantasma de Aslaug reflejado en sus titilantes pupilas, mortificándola, recordándole lo tormentosa que había sido su relación al principio.

Se forzó a abandonar aquel hilo de pensamientos, consciente de que no la llevaría a buen puerto, y contempló el paisaje que se extendía a su alrededor.

Esa mañana Ubbe la había invitado a pasar el día con él fuera de Kattegat, aunque la hija de La Imbatible ignoraba hacia dónde se estaban dirigiendo. El caudillo vikingo se había negado a revelarle su destino, queriendo que fuera una sorpresa, de modo que a ella no le había quedado más remedio que ceder y resignarse, sin poder evitar que una sonrisilla divertida asomara a sus labios. Así pues, una vez que se hubieron acomodado sobre sus monturas, se adentraron en la espesura del bosque, dejando atrás el bullicio y el ajetreo de la capital.

Hacía una temperatura agradable, pese a que poco a poco se estaban acercando al inicio del frío y temible skammdegi. Los árboles ya habían empezado a amarillear y a perder algunas de sus hojas, y los días se estaban volviendo más cortos. Pronto las noches se tornarían largas y oscuras, ocasionando que en algunas regiones —aquellas situadas más al norte— no pudieran disfrutar de la luz del sol durante varios meses.

Drasil admiraba en silencio la exuberancia de la floresta. Los diferentes colores, las diversas texturas, los olores que impregnaban el aire, los sonidos que eran transportados por el viento... Estar allí le resultaba de lo más de lo más tranquilizador, un auténtico deleite para los sentidos.

Sus iris esmeralda fueron a parar a una humilde cabaña que ya podía comenzar a divisarse en la lejanía. Viró la cabeza hacia Ubbe, que trotaba a su lado a lomos de Arvak, y este hilvanó una de sus típicas medias sonrisas.

A medida que se iban aproximando, el sitio empezó a cobrar forma. El rumor del agua no demoró en llegar a sus oídos, por lo que la skjaldmö azuzó a Dís para que acelerara el paso. El primogénito de Ragnar y Aslaug enseguida la imitó, rompiendo la quietud que hasta ese preciso instante había imperado en aquel lugar con el ruido de los cascos al golpear el suelo.

El aire se le quedó atascado en la garganta cuando avistó un lago coronado por una pequeña cascada. En la orilla, sobre un embarcadero, había una casita cuyo tejado permanecía cubierto de musgo y vegetación. El cielo y las copas de los árboles se veían reflejados en el agua cristalina, que permanecía salpicada de color. Definitivamente aquel sitio era espectacular, de los más hermosos que había visto nunca.

—¿Es aquí? —consultó Drasil, embelesada. Ambos habían detenido a sus respectivos corceles para disfrutar mejor de las vistas.

—Sí. ¿Te gusta? —quiso saber Ubbe.

Drasil observó al guerrero a los ojos y esbozó una radiante sonrisa, sin poder ocultar su emoción. Jamás había estado en aquella parte del bosque.

—Es precioso —respondió ella.

—Y es solo para nosotros dos. —Ante las palabras de Ubbe, la joven no pudo evitar ensanchar su sonrisa—. Vamos, te lo enseñaré —la invitó, justo antes de tirar con suavidad de las riendas para que Arvak se pusiera nuevamente en marcha.

La cabaña era pequeña, pero acogedora. Contaba con lo justo y necesario: una zona común que hacía la función de salita, comedor y cocina, y un dormitorio. Drasil inspeccionó la vivienda con curiosidad, centrándose hasta en el más mínimo detalle, desde las alfombras de piel de lobo que cubrían ciertas partes del suelo hasta las astas de ciervos y alces que colgaban de las paredes. Ingresó en el aposento, donde había una amplia cama y un par de arcones de madera, y avanzó hasta situarse frente a la ventana, cuyas vistas daban al lago.

Inspiró por la nariz, abasteciendo sus pulmones de aquel aire tan puro, y extravió su mirada en la lejanía. La época del año en la que se encontraban hacía que aquel lugar fuera todavía más impresionante. El bosque ya había empezado a sustituir su habitual color verde por unos tonos más cálidos y llamativos, como el rojo, el naranja y el amarillo.

Pronto se celebraría la Noche de Invierno, también conocida como Veturnætur, una festividad dedicada exclusivamente al recuerdo de los antepasados y al culto a los Æsir y a los Vanir por la última cosecha del ciclo anual, dándose por iniciado el misseri de invierno.

Sintió la inconfundible presencia de Ubbe tras ella.

El Ragnarsson la abrazó por la espalda, deslizando sus grandes y robustas manos por el torso de la escudera hasta aposentarlas en su vientre, donde las entrelazó. Drasil se las cubrió con las suyas propias mientras Ubbe apoyaba el mentón en su cabeza, valiéndose de su altura. Ella cerró momentáneamente los ojos, disfrutando de aquel contacto, de aquella muestra de amor y cariño.

—Podría acostumbrarme a esto —articuló la hija de La Imbatible, volviendo a contemplar el paisaje que se extendía más allá del ventanuco. La manera en que el chico la tenía envuelta en sus brazos la hacía sentir segura y protegida, completamente en paz.

—¿A qué? —inquirió Ubbe, apegándola más a él.

Drasil volvió a respirar hondo.

—A vivir en un sitio así —contestó a la par que se encogía de hombros—. Es tan hermoso, tan tranquilo... Nada que ver con el dinamismo de la capital. —Sus falanges comenzaron a acariciar suavemente el dorso de las manos del caudillo vikingo, que estaban repletas de cicatrices y callosidades.

Ubbe sonrió, para posteriormente depositar un beso en su coronilla. La estrechó con más fuerza, como si temiera que fuese a desvanecerse de un momento a otro, y la arrulló con dulzura. El aroma que desprendía su ondulado cabello —una exquisita mezcla de flores silvestres— le hizo inspirar por la nariz, llevándolo profundamente a sus pulmones.

—Sabía que te gustaría —manifestó él, observando también a través de la ventana—. Solía venir aquí con mis hermanos cuando salíamos de caza —prosiguió sin dejar de abrazar a la muchacha. Dioses, podría estar así eternamente y jamás se cansaría. Su simple cercanía lograba proporcionarle una extraña paz que ahogaba todas sus preocupaciones, haciéndolas desaparecer aunque solo fuese por unos minutos—. Nos encantaba este lugar. Era nuestro rincón favorito en todo Midgard. —Y ahí estaba de nuevo, ese tono melancólico y apenado que hacía que a Drasil se le rompiera el corazón en mil pedazos. Le frotó los antebrazos con cariño, en un vano intento por transmitirle todo su apoyo—. Ahora tengo la suerte de compartirlo contigo.

Aquel último comentario hizo que la skjaldmö girara sobre sus talones para poder tenerlo cara a cara y mirarlo a los ojos, a ese par de cuentas azules que tanto la encandilaban. El rubor se había adueñado de sus mejillas, que lucían algo más sonrosadas que de costumbre, y sus orbes esmeralda centelleaban con vigor. Llevó una de sus manos a la mejilla de Ubbe y le acarició el pómulo con el pulgar, para luego besarlo en los labios. El primogénito de Ragnar y Aslaug la correspondió enseguida, disfrutando una vez más del dulce elixir de su boca.

En cuanto se separaron, Drasil juntó sus frentes en un tierno gesto, provocando que sus narices se rozaran y que sus hálitos se entremezclasen. Sin romper el contacto visual con él, siguió acariciando sus mejillas en tanto Ubbe hacía lo propio con su espalda.

—Ven conmigo —indicó el guerrero.

Sin esperar una contestación por parte de Drasil, la tomó de la mano y la condujo fuera de la cabaña. La joven se dejó hacer, sin saber exactamente qué era lo que pretendía su amante.

Ambos se detuvieron al final del muelle, justo al borde. Hasta ese preciso momento no había reparado en la existencia de un pequeño bote que permanecía amarrado a un poste de madera a medio sumergir.

Drasil se tomó unos segundos para poder contemplar su reflejo en el agua. Tenía el pelo más largo y había recuperado parte del peso que había perdido durante su estancia en Inglaterra. Gracias a los cuidados y a las atenciones de su progenitora, poco a poco las curvas estaban regresando a su cuerpo. Ya no se le marcaban tanto los huesos de los pómulos y las clavículas, tampoco los de las costillas. Su piel también había adquirido un tono mucho más saludable, dejando atrás aquella extremada palidez que la había acompañado durante sus últimas semanas en territorio sajón.

Fue entonces cuando se percató de lo que estaba haciendo Ubbe a su lado sin ningún atisbo de pudor: quitarse la ropa.

—¿Se puede saber qué estás haciendo? —cuestionó ella con una ceja arqueada. El Ragnarsson ya se había deshecho de su chaleco, su camisa y sus botas, y ahora se estaba desabrochando el cinturón para poder quitarse también las calzas—. ¿Es que te has vuelto loco?

Ubbe hizo un mohín con la boca.

—¿Acaso no es evidente, escudera? —Dejó el cinto de cuero junto al resto de sus pertenencias—. Voy a darme un baño —solventó con naturalidad, como si lo que acababa de decir fuera lo más obvio del mundo.

Drasil compuso una mueca escéptica.

—No puedes hablar en serio... ¡El agua debe estar helada!

Los labios del chico hilvanaron una sonrisa pícara y traviesa. Se deshizo también de su pantalón, quedando totalmente desnudo frente a la castaña, a quien le resultó imposible no pasear la mirada por su musculoso cuerpo. Aquel escrutinio por parte de Drasil, la forma en que sus ojos se posaban en determinadas zonas de su anatomía, hizo que una pequeña chispa se prendiera en su interior.

—Créeme, me he bañado en aguas más frías. —Dicho esto, Ubbe se dio media vuelta y se zambulló de cabeza, ocasionando que su pareja reculara varios pasos de manera instintiva para evitar que la salpicase. Apenas unos instantes después, emergió a la superficie y gritó, eufórico—. ¿A qué estás esperando? ¡Vamos, métete! —la animó, haciendo un gesto con la mano para que se uniera a él.

Drasil frunció el ceño, poblando su frente de arrugas.

—No pienso hacerlo. ¿Quieres que muera congelada? —contrapuso.

El aludido volvió a sonreír, pero esta vez como un lobo hambriento. Parecía un depredador a punto de abalanzarse sobre su presa, agazapado en el agua, esperando al momento oportuno para atacar.

—No te preocupes por eso. Me encargaré personalmente de que entres en calor —aseveró. Su voz había adquirido un deje seductor y zalamero que hizo sonrojar nuevamente a la hija de La Imbatible. Esta trató de disimularlo a toda costa colocándose un mechón rebelde detrás de la oreja, pero fue en vano.

Drasil se cruzó de brazos, aún con las mejillas arreboladas.

—Eres incorregible.

Ubbe rio entre dientes mientras movía los brazos para mantenerse a flote. Puede que la skjaldmö se caracterizara por ser terca y obstinada, pero él también lo era. Y no iba a parar hasta conseguir lo que quería.

—¿Vas a venir o no? —insistió, incansable.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad para reprimir la sonrisa que pugnaba por asomar a su semblante, Drasil lo miró con los ojos entornados y una expresión indescifrable contrayendo su fisonomía. Aguardó unos segundos más, buscando provocarlo, justo antes de empezar a desatar los cordones laterales de su vestido.

#

Sin apartar la vista del primogénito de Ragnar y Aslaug, quien no perdía detalle de sus movimientos, deslizó la prenda por sus inmaculados hombros. Esta bajó lentamente por su torso, dejando al descubierto sus pequeños senos, que se erizaron debido a la suave brisa que se había levantado. Resbaló por su vientre plano y pasó el vello oscuro de su entrepierna, hasta formar un charquito de tela a sus pies. Su larga melena rizada caía en forma de cascada por su espalda, rozándole las prietas nalgas.

El corazón de Ubbe aumentó considerablemente el ritmo de sus latidos, duplicando su velocidad. La visión del cuerpo desnudo de Drasil resplandecía frente a él, ocasionando que la sangre golpeara en sus sienes y bramase en su miembro. Su mirada se oscureció en tanto la muchacha se sentaba al borde de la tarima, introduciendo sus largas y esbeltas piernas en el agua. Nadó hacia ella y posó las manos en sus muslos, masajeándoselos con sensualidad.

Drasil dejó escapar un sonido ahogado cuando el caudillo vikingo la tomó delicadamente de la cintura y poco a poco fue sumergiendo su menudo cuerpo en el agua. Estaba fría, tanto que durante los primeros instantes se le cortó la respiración, pero al mismo tiempo era una sensación agradable y vivificadora. Se aferró a los hombros de Ubbe y se arrimó a él todo lo que pudo, tratando de recuperar el aliento.

—¿Estás bien? —quiso asegurarse el Ragnarsson, cuyos labios casi rozaban los de la escudera. Solo los dioses sabían lo mucho que se estaba conteniendo para no besarla apasionadamente.

Drasil asintió, presa de un leve temblor. Ella, en cambio, no titubeó a la hora de atacar su boca con una urgencia desesperada.

Ubbe la correspondió de inmediato, desatando una tormenta de fuego en el interior de ambos. Separó sus labios para permitir que su lengua jugueteara con la de la chica, que no había tardado en ir en su busca.

Estaba tan concentrado en aquel beso, en el deseo y la lujuria que ya habían comenzado a adueñarse de su sentido común, que no vio venir las verdaderas intenciones de Drasil... Esta esbozó una sonrisa maliciosa y, antes de que el joven pudiera reaccionar, lo empujó hacia abajo, hundiéndolo por completo en el agua.

Para cuando volvió a salir a la superficie, aspirando una gran bocanada de aire, la hija de La Imbatible ya había echado a nadar para alejarse lo máximo posible de él, consciente de que querría cobrar venganza.

No se equivocaba.

El guerrero no demoró en ir tras ella entre continuas bromas y risas. Drasil carcajeó como una niña pequeña, salpicándole para que no se acercara.

Pero aquello no detuvo a Ubbe, ni mucho menos.

Ya nada podría mantenerlo separado de ella.

—Esa... —habló el muchacho, que había llegado a una zona donde hacía pie. Su amante, por el contrario, no parecía alcanzar el fondo todavía—. Ha sido una jugada muy sucia. —Volvió a agarrarla por la cintura y la apegó a él en un ademán posesivo, haciendo que sus pechos chocaran en el proceso.

Las pulsaciones de Drasil se dispararon de nuevo, encendida por el mero roce de sus cuerpos. Entrelazó los brazos detrás de la nuca de Ubbe y se mordisqueó el labio inferior, perdiéndose una vez más en su hipnótica mirada, que no parecía querer apartarse de ella. Le encantaba la manera en que el caudillo vikingo la escudriñaba, con tanta voracidad que la hacía sentir la única mujer sobre la faz de la tierra.

—¿Y qué vas a hacer al respecto, Ragnarsson? —lo picó ella, salaz.

Hundió los dedos en la larga trenza del susodicho y enredó las piernas alrededor de su pelvis para que no quedara ni un solo resquicio de separación entre los dos. Ubbe gruñó en consecuencia, lo que la hizo arder.

—Bueno... —bisbiseó el joven con voz ronca. Sus manos descendieron con deliberada lentitud por la espalda de Drasil, arrancándole algún que otro estremecimiento, hasta asentarse en su cintura—. Puede que tenga algo en mente.

La skjaldmö empezó a mover sus caderas en círculos, restregándose contra la masculinidad de Ubbe, que ya comenzaba a sufrir los primeros efectos de la excitación. Aquello hizo que el primogénito de Ragnar y Aslaug resollara de placer y condujese sus manos hacia el trasero de Drasil, que arqueó ligeramente la espalda, notando un cosquilleo de anticipación en su bajo vientre.

—¿Ah, sí? —musitó ella.

El guerrero no respondió, atrapado en el magnetismo de sus iris verdes, que podían ser perfectamente los más bellos de los Nueve Mundos. En su lugar, la besó con una furia de pasión y necesidad que la dejó totalmente abrumada.

Drasil permitió que sus lenguas volvieran a sumirse en una danza erótica que los tenía jadeando contra la boca del otro. Su pelvis siguió con aquel movimiento circular que estaba llevando a Ubbe al límite... Y que a ella también le estaba proporcionando un inmenso placer por la estimulación de su punto sensible. El caudillo vikingo condujo una de sus manos hacia su busto, mientras la otra continuaba acariciando sus nalgas.

La hija de La Imbatible echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, momento que su amante aprovechó para atacar su cuello, el cual besó, lamió y mordió sin ningún ápice de piedad. Apenas un minuto después, Ubbe tomó su miembro —que ya se encontraba erecto—con firmeza y lo rozó tortuosamente contra la entrada de Drasil, cuyos músculos se contrajeron en un acto reflejo.

Poco a poco, muy despacio, el chico fue introduciéndose en su interior. La castaña emitió un sonido de sorpresa al sentir el flujo del agua que acompañó su ingreso, para luego aferrarse a los hombros de Ubbe cuando este la rebosó por completo.

Un nuevo gruñido se escabulló de la garganta del Ragnarsson cuando Drasil volvió a mover lentamente sus caderas, haciendo que la penetración fuera todavía más profunda.

Ubbe la miró directo a los ojos en tanto la escudera sollozaba ante aquel exquisito vaivén, justo antes de unirse al movimiento ondulante de su pelvis. Por Odín, se sentía tan bien estar dentro de ella... Adoraba besarla y tocarla, hacerla plenamente suya.

—¿Lo ves...? —habló el guerrero sin detenerse en ningún momento. Notaba cómo la piel de Drasil ardía bajo las yemas de sus dedos, al igual que la suya propia—. Te dije que te haría entrar en calor —le susurró al oído.

Drasil observó las llamas danzar entre los troncos.

Tras haber desatado su pasión en el lago, ambos habían regresado al interior de la cabaña y habían encendido un pequeño fuego en el hogar para hacer su estancia más acogedora y placentera. La muchacha aún tenía el cabello húmedo y había sustituido su sencillo vestido de lino por una camisa de Ubbe que había encontrado en uno de los baúles y que le llegaba a la mitad del muslo. Sus ojos no se apartaban de las ardientes flamas que se entrelazaban las unas con las otras en un baile sin fin, mientras sus falanges acariciaban distraídamente el brazalete que llevaba en su muñeca izquierda, aquel que le había pertenecido a Aven en vida.

—Es curioso —pronunció el primogénito de Ragnar y Aslaug, que permanecía sentado a su lado. Estaba hundido en su silla, con la espalda apoyada en el respaldo de madera y las piernas estiradas.

Drasil dejó de toquetear la pulsera y lo miró con expectación.

—¿El qué? —quiso saber.

Ubbe negó con la cabeza, sin apartar la vista del fuego que ardía frente a ellos. Las llamas se veían reflejadas en sus orbes celestes, haciendo que estos brillaran con más intensidad, como dos estrellas en el firmamento. Aquella imagen fascinó tanto a la skjaldmö que no pudo evitar desear recordarla por siempre.

—Los de mi propia sangre me han traicionado, pero tú... —Realizó una breve pausa para poder posar su mirada en Drasil, cuyo corazón había arrancado a latir desenfrenadamente. Admiró sus rasgos faciales, cada detalle de su hermosa fisonomía, quedando totalmente prendado de ellos—. Tú sigues aquí, conmigo —añadió.

A la joven le resultó imposible no sonreír.

Se levantó de su asiento y se acomodó en el regazo de Ubbe, que rodeó su estrecha cintura con los brazos. Ella hizo lo mismo con el cuello del Ragnarsson, entrelazando las manos detrás de su nuca. Unió sus frentes y rozó la punta de su nariz con la suya. Sus labios se entreabrieron al notar el cálido aliento de Ubbe entibiándole la cara.

—Siempre estaré de tu lado. Siempre —sentenció Drasil, muy segura de sus palabras. Sus maltratadas manos se habían deslizado hacia las mejillas del caudillo vikingo, que no había roto el contacto visual con ella en ningún momento, ahogándose en el esmeralda de sus iris—. Tú no eres como Ivar, ni como Hvitserk. Tu corazón es puro y bondadoso.

Ubbe se apartó unos centímetros, los justos para poder trazar la línea de su mandíbula con los dedos. Su piel era tan cálida y suave al tacto que no se imaginaba acariciando otra que no fuera la de ella, su valquiria. Acto seguido le colocó tras la oreja un mechón de pelo, cuyos exuberantes rizos eran tan rebeldes como ella.

—Cásate conmigo.

Aquello fue tan sorpresivo, tan inesperado, que la expresión de Drasil mudó a una de auténtico desconcierto antes incluso de que su mente terminara de procesar lo que acababa de escuchar. Sus cejas se habían alzado ligeramente y su boca había terminado de abrirse, formando una pequeña «o». Su respiración se había agitado en consecuencia, al igual que su pulso.

¿Había oído bien?

—¿Qué? —Fue todo lo que alcanzó a decir.

El chico acarició su sonrosada mejilla con dulzura.

—Quiero que te conviertas en mi esposa y que seas la madre de mis hijos —puntualizó Ubbe a la par que con el dedo pulgar describía pequeños círculos en el pómulo de su compañera, que todavía no había salido de su estupor—. Te amo, Drasil. Ahora lo sé, y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado —confesó con un ligero fulgor en los ojos.

Contra todo pronóstico, la mencionada dejó de acunar su rostro y bajó la mirada. Aún estaba demasiado impresionada, demasiado... Aquella proposición la había pillado totalmente desprevenida, tanto que se había quedado en blanco.

No sabía qué decir, no sabía cómo reaccionar.

Estaba bloqueada.

—Hey... ¿Qué sucede? —El Ragnarsson la tomó con suavidad del mentón, obligándola a que lo encarase nuevamente. Temía haberla incomodado o que ahora se sintiera presionada por su culpa. Ansiaba unirse formalmente a ella a ojos de los Æsir y los Vanir. Llevaba fantaseando con convertirla en su esposa mucho tiempo, no lo iba a negar... Pero si ella no quería, lo aceptaría y respetaría su decisión—. ¿Es que acaso tú no quieres? —consultó.

Drasil negó con la cabeza.

—No, no es eso... —murmuró con los ojos anegados en lágrimas.

—¿Entonces de qué se trata? —la instó Ubbe a que prosiguiera.

La escudera se encogió de hombros e hizo un puchero.

—No sé si soy la mujer que mereces —desveló finalmente, sacando a relucir todos sus miedos e inseguridades, que no eran pocos. El guerrero la observó con perplejidad, como si lo que acababa de decir fuera algo inconcebible para él—. Yo... Te traicioné, Ubbe. Y estuve... Estuve presente cuando Lagertha... —No fue capaz de concluir aquella frase, aunque tampoco hizo falta—. No creo que tu madre hubiese aprobado nuestra unión. —Una sombra de dolor cruzó el semblante del susodicho y ella se arrepintió enseguida de haber hecho ese comentario—. Mereces algo mejor... A alguien mejor. —Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla.

Ubbe soltó todo el aire que había estado conteniendo, justo antes de secársela con el pulgar. La mención de su progenitora había hecho que sus facciones se ensombrecieran, pero se forzó a recuperar la compostura y a no dejarse dominar por los recuerdos. Pensar en lo que habría querido o no Aslaug era algo que no importaba. Ella ya no estaba allí, y él era perfectamente capaz de tomar sus propias decisiones y elegir con quién deseaba estar.

—No. Te quiero a ti. —Aquellos vocablos salieron firmes y contundentes de los labios del muchacho. Drasil lo miró con pesadumbre—. No importa quién seas o a quién le debas tu lealtad. Tampoco importa quién sea yo o quién fuera mi madre... —Volvió a acunar el rostro de la aludida entre sus manos—. Lo único que importa es que quiero pasar el resto de mis días en Midgard contigo.

Drasil derramó unas cuantas lágrimas más ante sus palabras, ante el amor y la sinceridad que podían apreciarse en su azulada mirada. Ubbe se las volvió a secar una a una, convencido de que era la mujer de su vida, la única con la que quería estar de ahora en adelante. Ya no existía nadie más para él, solo ella.

—Cásate conmigo, Dras —repitió con un hilo de voz—. Jamás voy a obligarte a hacer nada que no quieras, eso ya lo sabes... Pero si me das esta oportunidad, prometo que te haré feliz. —Sonrió efímeramente—. ¿Y bien? ¿Qué me dices?

La hija de La Imbatible posó las manos en sus antebrazos, acariciándoselos por encima de la tela oscura de su camisa. Eran tantas las emociones que se habían arremolinado en su interior que no sabía cómo debía sentirse.

Si aquello se lo hubieran preguntado años atrás, cuando todavía era demasiado joven para comprender ciertas cosas, no lo habría dudado ni un segundo a la hora de negarse. Siempre se había considerado un espíritu libre, un alma indomable. Jamás había querido unirse a ningún hombre, puesto que quería vivir miles de aventuras y visitar lugares inexplorados... Pero ahora todo había cambiado, ella lo había hecho. Había crecido y madurado, lo que le permitía ver las cosas de manera diferente. Saber que la vida era algo más que convertirse en skjaldmö y participar en incursiones a tierras desconocidas.

Lo que tenía con Ubbe era algo inexplicable, una conexión que no había experimentado con ningún otro hombre. Lo amaba, por los dioses que si lo amaba... No había nada que deseara más en aquellos momentos que convertirse en su esposa. 

Era consciente de que una guerra se avecinaba, un conflicto civil que haría temblar a toda Noruega. De ahí que quisiera aprovechar al máximo su tiempo con él, porque de sobra sabía que no duraría eternamente.

Pero luego también estaba Lagertha y la tensión que había entre ella y el primogénito de Ragnar y Aslaug. Puede que se hubiesen aliado, que ahora perteneciesen al mismo bando, pero saltaba a la vista que no terminaban de fiarse, que aún tenían sus reservas respecto al otro. Si bien la soberana no había puesto ninguna objeción a su romance —al menos de momento—, Drasil sabía que este no era del todo de su agrado. El modo en que los miraba cuando estaban juntos en público era prueba más que suficiente.

¿Cómo se tomaría entonces la noticia de un compromiso, de unos planes de boda? ¿Y el resto de sus compañeras de armas?

Sinceramente, prefería no pensarlo.

Aunque nada de eso debía importarle, como bien había remarcado Ubbe. Era una mujer libre, la dueña, por tanto, de su vida y su destino. No le debía explicaciones a nadie, ni siquiera a Lagertha. No ahora que el caudillo vikingo había accedido a dejar atrás sus planes de venganza y unir fuerzas con la rubia para poder hacer frente a una amenaza mayor, como lo eran Ivar y Harald. Y ella quería estar con Ubbe. No pensaba renunciar a él por nada ni por nadie.

Luego de unos instantes más de fluctuación, Drasil también sonrió.

—Que vas a ser muy afortunado por tener una esposa como yo —señaló en un improvisado tono jocoso, justo antes de besarlo con todo el amor y el cariño que le profesaba, demostrándole con aquel simple gesto lo que no había sido capaz de expresar con palabras.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

· ANOTACIONES ·

—En la mitología nórdica, los dioses regulan el paso de los días y las noches, así como las estaciones. Sól, la personificación del sol, hija de Mundilfari y Glaur, recorre todos los días los cielos en su carro, que es tirado por dos caballos: Alsvid y Arvak. La melena de los corceles emite la luz y la propia diosa Sól proporciona el calor característico del astro rey.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis amados lectores!

¡IHHHHHHHHH! Decidme que estáis tan emocionados como yo después de leer el capítulo, porque madre mía... EL SHIPPEO INTENSITO. ¡QUE POR FIN HAN DADO EL PASO, GENTE! ¡DRASIL Y UBBE SE HAN COMPROMETIDO! ¡AHHH! ¡SUENAN CAMPANAS DE BODA! ¡NOS VAMOS DE BODORRIO! *Se pone a lanzar confeti y serpentinas de colores*.

No os podéis quejar, eh. Capítulo largo e intenso.

De verdad, he disfrutado un montón escribiéndolo. Siempre tuve claro que quería meter una escena así en un lago. De hecho, este capítulo lo tenía incluido en la escaleta desde prácticamente el principio, allá por el 2018 xD El caso es que el Drabbe es todo lo que está bien en este mundo. Más bonitos no pueden ser :3

Pero, decidme, ¿QUÉ OS HA PARECIDO EL CAPÍTULO? ¿CUÁLES SON VUESTRAS OPINIONES? ¿QUÉ PENSÁIS DE LA PEDIDA? ¿Ha estado todo a la altura de vuestras expectativas? Y lo más importante... ¿TENÉIS GANAS DE BODA?

Ay, ay, ay... La de cosas que se avecinan en los próximos capítulos. Porque hay que ver también cómo se toma el compromiso el resto de personajes, jeje. Ya os adelanto que no todo va a ser color de rosa u.u

¿Y qué me decís de Drasil? En serio, me siento tan orgullosa de su evolución como personaje. En la primera parte de la historia era muy cría para ciertas cosas y ahora... Quién la ha visto y quién la ve. Mi pequeña se hace mayor T_T

¿Qué creéis que pasará en los próximos capítulos? ¿Cuáles son vuestras teorías ahora que estamos más cerca que nunca del final del primer libro? Estoy deseando leeros (͡° ͜ʖ ͡°)

Y eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo y que hayáis disfrutado de la lectura. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo. Digamos no a los lectores fantasma y semifantasma, pls =)

Besos ^3^

P.D.: creo que no hace falta decir que esto tan solo es la calma que precede a la tormenta. Ups.

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