Macabra Tentación - 1.El Vínc...

Por VeronicaGM

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Detrás de una leyenda siempre hay algo de realidad.Para entender la verdadera historia, debemos conocer todo... Mais

Elegia
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítlo IX
Capítulo X
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI

Capítulo XI

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Por VeronicaGM

Cápitulo XI, ya no hay vuelta atrás...

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reproducción. Todos los derechos reservados.

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Capítulo 11

Me quedé bloqueada en la puerta mientras las lágrimas no dejaban de anegar mis ojos. Sollozando al igual que una niña corrí lo más rápido que pude hacia el establo, Otto me miró como si hubiese visto un fantasma pero no dijo nada. Saqué al caballo de su cuadra y me monté emprendiendo la marcha hacia la casa. Otto me gritó pero no entendí nada de lo que decía, en ese momento solo deseaba llegar allí e impedir que Thomas hiciese una locura, realmente temía más por su vida que por la de James. Seguía habiendo mucha niebla y no podía ver más allá del camino que pisaba. El viento secó mi cara mojada por las lágrimas.

No vi el carruaje de Thomas por ninguna parte, iba mucho más adelantado que yo. Cabalgué todo lo rápido que me permitía el caballo, creo que tardé incluso menos que la noche anterior.

Cuando estaba llegando pude ver como el carruaje se detenía, llegué justo cuando estaba bajando. Me bajé del caballo incluso antes de que parase y me interpuse entre él y la puerta; saltaban chispas de sus ojos mientras me miraba fijamente, yo en cambio le rogaba con los míos que no lo hiciese.

—Apártate Emily, no intentes defenderle. Estas tan ciega que no te has dado cuenta que solo quiere aprovecharse de ti —sus palabras salían disparadas como balas contra mí, todos me tomaban por una ingenua y ya estaba cansada.

—No soy tan tonta cómo crees Thomas. Quien ha intentado aprovecharse de mi has sido solo tú —le culpé con rabia.

—No te lo diré más veces, ¡aparta! —me gritó mientras me cogía de la cintura y me apartaba a un lado. Los caballos estaban nerviosos, notaban la tensión que se estaba produciendo en aquel lugar.

Thomas sacó la pistola del bolsillo y avanzó despacio hacía la puerta. Todo estaba en silencio, James ni siquiera se había dado cuenta que estábamos allí. Pensé en el sitio donde menos podía dar el sol y ese era el sótano, por lo tanto debía estar allí durmiendo. Recordé las puertas de madera que se encontraban en la parte de detrás de la casa situadas en el suelo y que también conducían al sótano. Dejé a Thomas entrar en la casa y corrí hacia la parte de atrás. Me acerqué a la entrada que estaba cubierta de jaramagos y malas hierbas, las aparté con la mano pero un gran candado las cerraba. Escuché golpes dentro, como si estuviese dando patadas a los muebles, mientras gritaba y maldecía a James, eso me enfureció aún más. Debía buscar la forma de romper aquellas puertas, me puse a dar vueltas por el terreno en busca de algo que sirviese para romperlas, hasta que finalmente di con una gran piedra, intenté cogerla pero pesaba demasiado.

La levanté como pude y la dejé caer sobre una de las puertas. Tuve que repetir esa acción un par de veces más para romperla. Aquello alertó a Thomas que salió por la cocina y me vio con la enorme piedra en la mano, se acercó como alma que lleva el diablo y me la quito arrojándola a un lado.

—¿Estás intentando encontrarle antes que yo? ¿O es ahí donde se esconde ese bastardo? —Me miró con asco y de una patada termino de romper la puerta—. James si estás ahí más vale que corras, porque voy a volarte la cabeza —advirtió mientras comenzaba a bajar las escaleras que conducían al sótano.

Le seguí escaleras abajo con la esperanza de que me estuviese equivocando y se encontrara escondido en cualquier otra parte de la casa. Intenté adelantarme pero Thomas me empujó.

Estaba oscuro y no se veía nada ahí abajo, solo la luz que entraba de fuera alumbraba pobremente una parte del sótano.

—¡James! —grité, pero todo estaba amenazadoramente silencioso, parecía que no hubiese nadie. Agarré el brazo de Thomas—. No ves que no hay nadie, por favor márchate de aquí, no creo que quieras tirar tu reputación por los suelos matando a alguien —le supliqué.

—Si no está esperaré a que aparezca, no tengo prisa. Está en juego mi honor como hombre y es lo único que me queda en estos momentos —me odiaba, podía notarlo en cada palabra que pronunciaba. Estaba cegado por su orgullo y necesitaba vengarse para sentirse aliviado, no tenía ni idea de dónde se estaba metiendo... James podía matarlo en segundos.

No tenía intención de abandonar su cruzada y solo pensaba en matarlo. Escudriñé con la mirada lo poco que podía ver ahí abajo, las ventanas estaban tapadas con telas para que no entrase la luz. Cuando posé mí mirada en las escaleras que conducían a la cocina, vi dos pequeños reflejos entre las sombras. Era James estaba segura, acechando, esperando el momento de actuar; tenía que intentar convencer a Thomas para que se fuese o esto acabaría mal. Thomas se sentó en las escaleras por donde habíamos entrado impidiendo incluso que yo pudiese escapar. Me acerqué y me arrodillé delante de él dispuesta a hablarle, dispuesta a hacer un último intento para persuadirle.

—Thomas por favor déjalo, no está en casa y no sabes cuándo volverá, por qué no dejas tu orgullo a un lado y te vas —ni siquiera me miró esta vez, tan solo dejó la pistola sobre el escalón a su lado, por si tenía que utilizarla.

—¿No lo entiendes verdad...?, me has traicionado con otro hombre. Tú tan reacia siempre a besarme o a estar a solas conmigo antes de la boda y te dejas embaucar por el primero que pasa. Eres como todas —finalmente me miró con arrogancia.

—Tú solo me querías por el dinero, aunque eso significase hacerme infeliz. Eres un trepa, pero ahora ya no podrás quedarte con nada —le advertí con todo el odio que me fue posible, pero eso le dio igual.

—Tu padre confía en mí, estoy seguro que con un poco de ayuda podré obtener beneficios, incluso tú podrías ayudarme en eso —por un momento me miró y sonrió. Una sonrisa malévola que me heló la sangre.

—¿Qué quieres decir? —sabía que iba a pedirme algún tipo de chantaje.

—Podríamos olvidar todo esto por una cuantía suficiente que pagase todo el daño que me estás causando —cogió mi barbilla con la mano.

—Estás podrido por la codicia, jamás te daré nada y aunque quisiese no podría y lo sabes —nunca jugaría a ese juego, no se conformaría, seguiría chantajeándome y pidiéndome dinero. Yo misma hablaría con mi padre y le haría ver qué clase de persona era Thomas.

—Como prefieras, pero algo tienes que darme a cambio por ser una zorra —me cogió del brazo y tiró de mí hacia él, seguidamente me agarró por la cintura y comenzó a besarme.

Por mucho que intenté deshacerme de su abrazo me fue imposible, me tiró al suelo y me golpeé en la cabeza quedando semiinconsciente. Sentí como su cuerpo me aplastaba, sus asquerosas manos empezaron a tocar mis piernas y mis pechos por encima de la ropa mientras que con sus labios sucios besaba mi cuello. Quería vengarse y si no era con James sería conmigo. Aunque sabía que James estaba ahí observando y no lo permitiría, intenté zafarme pero sin éxito, sus manos me tenían bien sujeta. Ya no podía hacer nada más para convencerlo... James apareció entre la sombras y agarró a Thomas del cuello apartándolo de mí. Su rostro estaba lleno de ira con los colmillos desplegados al igual que un animal salvaje dispuesto a matar a su presa, Thomas solo podía observarle sin creer lo que estaba viendo ante sus ojos.

—Dime Thomas de verdad pensabas que unos actos tan cobardes como los tuyos quedarían impunes —su voz era profunda y llena de furia, yo solo podía observar desde donde me encontraba tirada.

—¿Qué clase de cosa eres? —preguntó Thomas, mientas intentaba quitar las manos de James de su cuello.

—La última cosa que vas a ver en tu vida.

Me levanté aún mareada, debía intentar una vez más que esto llegase a buen puerto, pero ya poco podía hacer. Él mismo se había sentenciado con sus actos, agarré a James de la mano que le quedaba libre.

—No lo hagas James, no merece la pena. Deja que se vaya, nadie lo creerá si cuenta lo que ha visto... hablaré con mi padre y se marchará de la ciudad —le imploré. Una especie de gruñido salió de su garganta—. ¡Suéltale! —le grité y así lo hizo, lo soltó y éste cayó al suelo con un sonoro golpe.

—Está bien me marcharé, pero esto no quedara así —añadió Thomas mientras se tocaba el cuello con la mano.

—Vete antes de que cambie de idea —le amenazó.

Observamos cómo se dirigía hacia las escaleras tambaleándose, pero no se conformó con aquello. Agarró la pistola y me apuntó dispuesto a disparar, James se adelantó a sus movimientos y en un segundo le golpeó en la mano haciendo que el disparo que iba dirigido a mi fuese a parar al techo del sótano. Pude ver como el sol empezaba a quemar la piel de James, eran apenas unos tenues rayos, pero bastó para empezar el proceso. Furioso agarró a Thomas y golpeó su cabeza fuertemente contra las escaleras, escuché como su cráneo se fracturó con el golpe. Segundos después su cuerpo sin vida yacía sobre la madera y la sangre brotaba profusamente de su cabeza. No podía creer que incluso habiéndole permitido irse prefirió seguir con su venganza... ahora ya nada podía hacer. James se apartó rápido de la luz y se reunió conmigo.

—Ya no te molestara más —me tranquilizó. Yo no sabía qué decir, solo podía contemplar su cuerpo sin vida.

—¿Qué haremos con el cuerpo? —le pregunté preocupada, ¿qué pasaría ahora? cómo íbamos a ocultar aquello, qué le diría a mi padre.

Nopodía hacer como si se lo hubiese tragado la tierra. Comencé a temblar, Jamesme abrazó con fuerza, no podía creer que aquello hubiese terminado de aquellaforma. —Yo medesharé del cuerpo, pero debe ser esta noche. Ahora es imposible; vuelve a casay haz como si esto no hubiese pasado, ¿me oyes?, actúa con normalidad —me dijosereno, como si fuese tan fácil...— Vamos márchate, esta noche iré a verte —mebesó en los labios—. Ve por la cocina. ¿Cómopodría comportarme con normalidad?, mi padre me conocía muy bien. ¿Cómo ocultaréalgo tan grave? Subí las escaleras que conducían a la cocina, como un alma enpena y atravesé la estancia para salir de allí. Me temblaban las piernas perouna vez más él me había salvado, observé el carruaje. ¿Cómo iba a deshacerse deél? Me subí al caballo y emprendí la marcha de vuelta, esta vez ni siquiera fuirápido. La imagen de Thomas muerto no se borraba de mi cabeza, ¿cómo podría explicarque ya no volvería?, ¿Qué excusa le daría a mi padre? Lo único que si sabíaseguro era que no le diría nada sobre la ruptura, su desaparición se encargaríade eso. El problema era que se habían visto esa mañana

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