Cocinando una rica y deliciosa sopa para su pobre y moribunda madre, meneaba una cuchara de madera sobre el caldero de su pequeña pero acogedora casa de madera blanca y jardín amplio, probó la sopa sintiendo el rico sabor en sus papilas gustativas, sirvió en un plato y se acercó hacia la mujer que estaba acostada sin un ápice de movimiento —Toma madre— le acercó la cuchara de madera con caldo de color verde frente a ella.
Aquella mujer que lo había criado con valores de fortaleza, independencia y respeto había perdido el color vivo de sus ojos cuando la enfermedad azotó su cuerpo, debilitándola y dejándola casi en los huesos —Espero y con esto mejore— dijo cuando un par de lágrimas cayeron mojando sus mejillas pálidas, por más que quería tener una actitud positiva, el doctor del pueblo ya había dado su veredicto final, no había solución.
Terminó de alimentarla y se acercó a la gran cubeta de metal con agua y jabón para lavar los platos sintiendo como su frustración desaparecía tras tallar fuertemente los utensilios, era su forma de afrontar la situación, terminando por dejar todo reluciente.
Se vistió con prendas limpias acordé a las reglas de la sociedad y salió por su puerta roja, cerrándola fuertemente.
—¡Vuelves a hacer un escándalo! ¿Qué no te cansas de afligir a todo el mundo atrayendo a los esposos de otras?, Pagano— dijo Tiffany Young su vecina e hija del reverendo del pueblo, que todos los días se empeñaba por restregarle en la cara la mejor moral que tenía y la mejor persona que era.
—Buenos días Tiffany, no tengo tiempo de escuchar tus oraciones a dios, estoy muy ocupado, gracias— saludó Jin quien le daba una sonrisa fingida mientras se alejaba de su hogar, no tenía tiempo de asistir a las dichosas misas y días de oración de la aldea, debía alimentar y cuidar a su madre la cual merecía y tenía su total atención.
Caminó por poco tiempo para llegar a la tienda del pueblo donde conseguiría lo que necesitaba para hacer las medicinas de su mamá, había observado como su madre le aliviaba el dolor cuando era niño con algunas ramas medicinales, deseaba que eso también la ayudará —Buenos días señor Choi— saludó mientras le regalaba una amplia sonrisa, era de conocimiento público cuan agraciado en belleza era, por lo que no dudaba en usarlo a su favor —Podría darme un tarro de miel fresca, ajos encurtidos y comino, por favor— el señor Choi volteo hacia su dirección con una sonrisa para después borrarla instantáneamente.
—No servimos a brujos seguidores de Satanás, este negocio es fiel devoto a Dios— respondió con una cara de enojo —Te pido que te vayas o tendré que sacarte a fuerzas— escupió junto a sus pies —¡Largo!
Jin salió desconcertado de la pequeña tienda que siempre le había parecido colorida y con un toque de amabilidad de parte del señor Choi, pero ahora le parecía opaca y sin vida ¿Qué había hecho para que cambiará tanto de la noche a la mañana? No fue la única ocasión en la que algo similar le ocurrió, lo habían sacado de varios lugares incluyendo la panadería, no sabía a dónde más ir por un poco de comida, estaba desesperado.
Pasaba por las polvorientas calles de Salem donde todos aquellos que antes lo saludaban con buena cara y cortesía, ahora gesticulaban repulsión, ignorancia e incluso miedo, alejaban a sus niños pequeños de él tratándolo como un monstruo que en cualquier momento los atacaría.
De la nada un gran y robusto hombre lo tomó de las muñecas fuertemente para después lanzarse sobre él y tirarlo al piso, su pierna dolía como los mil demonios cuando cayó sobre ella, a su alrededor los pueblerinos festejaban por ese acto —Gracias, por fin nos liberarnos del castigo del señor por tener a un brujo entre nosotros— decían, Jin solamente observaba como los niños y algunas personas cruelmente tiraban grandes piedras hacia su cara, varias mujeres sacaron tarros con agua mojándolo completamente sin algún remordimiento, haciendo que las gruesas e impotentes lágrimas de dolor humedecieran la tierra bajo él.
Rápidamente aquel hombre que se regocijaba sobre su cuerpo, sacó un par de esposas de pesado y duro acero para colocarlas en sus muñecas como si de un peligroso criminal se tratara, su cara hinchada y ojos rojos no daba una buena impresión tampoco, llegaron rápidamente al pequeño recinto donde los ladrones y asesinos eran juzgados, el hombre robusto lo arrojó frente a los sujetos de la corte con ropajes negros quienes lo miraban acusadoramente junto a otras tres mujeres —Llévenlo a su celda, el día de mañana será su Juicio por ser criado de Lucifer.
Jin nuevamente fue arrastrado hasta un calabozo dónde rejas de metal y un piso frío de paja se encontraban, estaba encerrado junto a otras mujeres que se miraban tan afligidas y confundidas como él mismo.
—Debo salvar a mis hijos— susurraba una y otra vez la mayor de todas.
—¡Porque me hacen esto!— gritó la chica con una gran barriga de embarazo.
Por su parte Jin y la restante mujer solo miraban silenciosamente hacia afuera, sabiendo que su destino era terrible, se preguntaba una y otra vez lo mismo ¿Quién? o ¿Qué los había metido ahí? Lo desconocían.
—Tú eres inteligente al igual que yo, por más que digamos que somos inocentes no nos creerán— dijo la contraria que lo miraba directamente a la cara —Son cegados por su extremismo religioso, yo sabía que este momento llegaría, eres joven sólo duerme hasta mañana— suspiró pesadamente mientras recargaba su cabeza en los barrotes.
Jin se quedó boquiabierto, entonces seria acusado y juzgado injustamente, jamás había hecho nada malo, sólo cuidaba de su enferma madre que debía estar sufriendo en estos momentos, soltó saladas lágrimas llenas de angustia mientras la desesperación se fundía en su pecho haciéndolo llorar toda la noche hasta que el intenso sueño llegó a su cuerpo.
A la fría mañana siguiente él junto a las demás fueron llevados ante los doce jurados de la casa reunión de Salem mientras la mirada de aquellos hombres atravesaba su alma, lo cual hizo temer por su ser.
—Pasen a las víctimas— dijo el primer hombre que hacía una señal con la mano a las dos chicas que entraban a la habitación, Tiffany se acercó temerosamente a Jin.
—Él es el más peligroso— apunto hacia Jin quien observaba atónito a la chica que poco a poco comenzaba a gemir y corretear por el cuarto, para después de un rato terminar tirada en el piso mientras sostenía su cabeza como saliendo de un trance —Ve lo que hizo su señoría, me acaba de lanza un hechizo e hizo que tuviera una visión dónde me atacaba con esto— saco un cuchillo ensangrentado de sus vestidos, todos los presentes soltaron sonidos de asombro y terror.
Desde ese momento no pudo pensar nada más, su mente estaba en completo blanco ¿Cómo podía ser el culpable si ese cuchillo no le pertenecía? Para su mala suerte el juicio siguió mientras acusaban las siguientes mujeres que defendían a capa y espada su inocencia, hasta que la última mujer llegó a testificar.
—Yo...— miró con miedo a su alrededor —A-afirmó que soy... Servidora del diablo... y ellos también lo son— apuntó hacia los acusados —Todos fuimos llamados por el señor de las tinieblas que nos hizo firmar con sangre un libro con nuestros nombres y las de otras seis personas— los murmullos no se hicieron esperar mientras la mujer seguía —No recuerdo los demás nombres, pero estoy cien por ciento segura que somos brujos y hechiceras, pero nuestras familias son inocentes ellos no firmaron ningún contrato con Belcebú— terminó por expresar.
Jin abrió la boca hasta que sus músculos dolieron debido a la impresión de tal acusación en su contra, estaba por completo perdido.
—Por medio de este juicio hecho ante dios, ustedes cuatro son sentenciados culpables por cometer actos herejes y de brujería en contra de estás chicas, alejándolas del camino de la devoción y el bien, siendo sirvientes de Satanás y jurando su vida ante él, serán colgados en la horca por tales pecados— sentenció el hombre de gran sombrero, haciendo que todos los presentes del lugar gritaran eufóricos de la emoción.
Al caer la tarde los cuerpos de las tres mujeres se mecían sin vida desde el gran árbol de hojas secas, con sogas en sus cuellos ya morados, el verdugo finalmente se acercó a un Jin totalmente asustado que había implorando por su vida los últimos minutos con desesperación, el hombre enrolló la cuerda a su cuello ajustándola lo suficiente para que muriera automáticamente —Es tu fin maldito brujo— susurró en su cara.
Subió el resto de la cuerda en la rama y mientras se preparaba para jalar, los sentimientos de enojo y resignación llegaron a Jin el cual con sus últimas palabras gritó —¡Si me quitan la vida, Dios no los perdonará, derramarán mi sangre que ustedes mismos beberán como Satanás lo hace!
Aquel hombre asustado jaló rápidamente la cuerda, haciendo que el cuello de Jin fuera estirado hacia arriba mientras el aire se alejaba de su cuerpo y el dolor lo invadía, pero en cuestión de instantes sus pies dejaron de moverse quedando en completa quietud.
El último brujo de Salem había sido juzgado y colgado, así como varias mujeres inocentes que eran acusadas injustamente, sólo por el extremismo religioso, miedo o envidia de algunos pobladores hacia otros.
Despertó de repente observando como a su alrededor miles de nubes se encontraban bajo el navío mientras Taehyung y los demás seguían profundamente dormidos.
—Entonces esté era mi destino— sollozó por lo bajo cuando el barco hizo un rudo movimiento aparcando en una pequeña isla.
Gracias por leers 💜