βž€ Yggdrasil | Vikingos

By Lucy_BF

230K 21.6K 24.8K

π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹ || ❝ La desdicha abunda mΓ‘s que la felicidad. ❞ Su nombre procedΓ­a de una de las leyendas... More

β€– π˜π†π†πƒπ‘π€π’πˆπ‹
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈
β€– ππ‘π„πŒπˆπŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π€π‚π‹π€π‘π€π‚πˆπŽππ„π’
β€– ππ„π‘π’πŽππ€π‰π„π’
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈
β€– π†π‘π€Μπ…πˆπ‚πŽπ’ 𝐈𝐈
β€– π“π‘π€Μπˆπ‹π„π‘π’
━ Proemio
π€πœπ­π¨ 𝐈 ━ 𝐘𝐠𝐠𝐝𝐫𝐚𝐬𝐒π₯
━ 𝐈: Hedeby
━ 𝐈𝐈: Toda la vida por delante
━ 𝐈𝐈𝐈: Fiesta de despedida
━ πˆπ•: Una guerrera
━ 𝐕: Caminos separados
━ π•πˆ: La sangre solo se paga con mΓ‘s sangre
━ π•πˆπˆ: Entre la espada y la pared
━ π•πˆπˆπˆ: Algo pendiente
━ πˆπ—: Memorias y anhelos
━ 𝐗: No lo tomes por costumbre
━ π—πˆ: El funeral de una reina
━ π—πˆπˆ: Ha sido un error no matarnos
━ π—πˆπˆπˆ: Un amor prohibido
━ π—πˆπ•: Tu destino estΓ‘ sellado
━ 𝐗𝐕: SesiΓ³n de entrenamiento
━ π—π•πˆ: SerΓ‘ tu perdiciΓ³n
━ π—π•πˆπˆ: Solsticio de Invierno
━ π—π•πˆπˆπˆ: No es de tu incumbencia
━ π—πˆπ—: Limando asperezas
━ 𝐗𝐗: ΒΏQuΓ© habrΓ­as hecho en mi lugar?
━ π—π—πˆ: PasiΓ³n desenfrenada
━ π—π—πˆπˆ: No me arrepiento de nada
━ π—π—πˆπˆπˆ: El temor de una madre
━ π—π—πˆπ•: Tus deseos son Γ³rdenes
━ 𝐗𝐗𝐕: Como las llamas de una hoguera
━ π—π—π•πˆ: Mi juego, mis reglas
━ π—π—π•πˆπˆ: El veneno de la serpiente
━ π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏPor quΓ© eres tan bueno conmigo?
━ π—π—πˆπ—: Un simple desliz
━ 𝐗𝐗𝐗: No te separes de mΓ­
━ π—π—π—πˆ: Malos presagios
━ π—π—π—πˆπˆ: No merezco tu ayuda
━ π—π—π—πˆπˆπˆ: Promesa inquebrantable
━ π—π—π—πˆπ•: Yo jamΓ‘s te juzgarΓ­a
━ 𝐗𝐗𝐗𝐕: Susurros del corazΓ³n
━ π—π—π—π•πˆ: Por amor a la fama y por amor a OdΓ­n
π€πœπ­π¨ 𝐈𝐈 ━ π•πšπ₯𝐑𝐚π₯π₯𝐚
━ π—π—π—π•πˆπˆ: Donde hubo fuego, cenizas quedan
━ π—π—π—π•πˆπˆπˆ: MΓ‘s enemigos que aliados
━ π—π—π—πˆπ—: Una velada festiva
━ 𝐗𝐋: Curiosos gustos los de tu hermano
━ π—π‹πˆ: Cicatrices
━ π—π‹πˆπˆ: Te conozco como la palma de mi mano
━ π—π‹πˆπˆπˆ: Sangre inocente
━ π—π‹πˆπ•: No te conviene tenerme de enemiga
━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche
━ π—π‹π•πˆ: Te lo prometo
━ π—π‹π•πˆπˆ: El inicio de una sublevaciΓ³n
━ π—π‹π•πˆπˆπˆ: Que los dioses se apiaden de ti
━ π—π‹πˆπ—: Golpes bajos
━ 𝐋: Nos acompaΓ±arΓ‘ toda la vida
━ π‹πˆ: Una red de mentiras y engaΓ±os
━ π‹πˆπˆ: No tienes nada contra mΓ­
━ π‹πˆπˆπˆ: De disculpas y corazones rotos
━ π‹πˆπ•: Yo no habrΓ­a fallado
━ 𝐋𝐕: Dolor y pΓ©rdida
━ π‹π•πˆ: No me interesa la paz
━ π‹π•πˆπˆ: Un secreto a voces
━ π‹π•πˆπˆπˆ: Yo ya no tengo dioses
━ π‹πˆπ—: TraiciΓ³n de hermanos
━ 𝐋𝐗: Me lo debes
━ π‹π—πˆ: Hogar, dulce hogar
━ π‹π—πˆπˆπˆ: La cabaΓ±a del bosque
━ π‹π—πˆπ•: Es tu vida
━ 𝐋𝐗𝐕: Visitas inesperadas
━ π‹π—π•πˆ: Ella no te harΓ‘ feliz
━ π‹π—π•πˆπˆ: El peso de los recuerdos
━ π‹π—π•πˆπˆπˆ: No puedes matarme
━ π‹π—πˆπ—: Rumores de guerra
━ 𝐋𝐗𝐗: Te he echado de menos
━ π‹π—π—πˆ: Deseos frustrados
━ π‹π—π—πˆπˆ: EstΓ‘s jugando con fuego
━ π‹π—π—πˆπˆπˆ: Mal de amores
━ π‹π—π—πˆπ•: CreΓ­a que Γ©ramos amigas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐕: Brezo pΓΊrpura
━ π‹π—π—π•πˆ: Ya no estΓ‘s en Inglaterra
━ π‹π—π—π•πˆπˆ: Sentimientos que duelen
━ π‹π—π—π•πˆπˆπˆ: ΒΏQuiΓ©n dice que ganarΓ­as?
━ π‹π—π—πˆπ—: Planes y alianzas
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle
━ π‹π—π—π—πˆ: Corazones enjaulados
━ π‹π—π—π—πˆπˆ: Te quiero
━ π‹π—π—π—πˆπˆπˆ: La boda secreta
━ π‹π—π—π—πˆπ•: Sangre de mi sangre y huesos de mis huesos
━ 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐕: Brisingamen
━ π‹π—π—π—π•πˆ: Un sabio me dijo una vez
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆ: Amargas despedidas
━ π‹π—π—π—π•πˆπˆπˆ: Te protegerΓ‘
━ π‹π—π—π—πˆπ—: El canto de las valquirias
━ 𝐗𝐂: Estoy bien
━ π—π‚πˆ: Una decisiΓ³n arriesgada
━ π—π‚πˆπˆ: TΓΊ harΓ­as lo mismo
━ π—π‚πˆπˆπˆ: Mensajes ocultos
━ π—π‚πˆπ•: Los nΓΊmeros no ganan batallas
━ 𝐗𝐂𝐕: Una ΓΊltima noche
━ π—π‚π•πˆ: No quiero matarte
━ π—π‚π•πˆπˆ: Sangre, sudor y lΓ‘grimas
━ π—π‚π•πˆπˆπˆ: Es mi destino
━ π—π‚πˆπ—: El fin de un reinado
━ 𝐂: HabrΓ­a muerto a su lado
━ π‚πˆ: El adiΓ³s
━ 𝐄𝐩𝐒́π₯𝐨𝐠𝐨
β€– π€ππ„π—πŽ: πˆππ…πŽπ‘πŒπ€π‚πˆπŽΜπ 𝐘 π†π‹πŽπ’π€π‘πˆπŽ
β€– π€π†π‘π€πƒπ„π‚πˆπŒπˆπ„ππ“πŽπ’
β€– πŽπ“π‘π€π’ π‡πˆπ’π“πŽπ‘πˆπ€π’
β€– π’π„π†π”ππƒπŽ π‹πˆππ‘πŽ

━ π‹π—πˆπˆ: El principio del fin

1K 111 189
By Lucy_BF

N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Así os resultará más fácil ambientar la escena.

✹.✹.✹

──── CAPÍTULO LXII──

EL PRINCIPIO DEL FIN

────────ᘛ•ᘚ────────

( NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR )

◦✧ ✹ ✧◦

      YA HABÍA TRANSCURRIDO UNA SEMANA desde que habían regresado a Kattegat. Siete largos y tediosos días en los que había tenido tiempo para reflexionar y aclarar sus ideas, para asimilar todo lo que había ocurrido en su ausencia, mientras vengaban la muerte de Ragnar Lothbrok y expandían su dominio por Inglaterra, derrotando a dos monarcas cristianos en el proceso. El periodo de readaptación a su antigua rutina, lejos de la tensión y el ajetreo que había experimentado en territorio sajón, estaba siendo lento y... para qué mentir, bastante extraño. Aquella incursión la había cambiado —todavía no sabía si para bien o para mal—, de ahí que le estuviese costando recuperar su antigua vida. La falta de Astrid en determinados momentos del día también había influido en ello, mellando sus ánimos y haciendo que todo fuese aún más duro y difícil de sobrellevar.

Drasil exhaló un tenue suspiro. Arrellanada en una silla y vistiendo todavía su camisón, miró a través de la ventana que había a su derecha, perdiéndose en sus pensamientos.

Esa mañana había tenido que tomar el dagveror sola, puesto que su madre tenía turno de guardia en el Gran Salón, aunque apenas había probado bocado. Hacía tiempo que había perdido el apetito, que comía por comer. Había creído erróneamente que volviendo a casa aquello cambiaría, que al reunirse con sus seres queridos esa presión que se había instaurado en su pecho se desvanecería sin dejar rastro. Pero esta no había hecho más que aumentar.

Tenía demasiados frentes abiertos, demasiadas cuentas pendientes. La única persona con la que había hablado abiertamente de su relación con Ubbe era Kaia. Al principio lo hizo con tanto temor a decepcionarla que le resultó imposible no romper a llorar como una niña pequeña antes siquiera de contárselo. Pero su progenitora había sido comprensiva y le había insuflado la confianza y la seguridad suficientes para que hablara del tema sin tapujos. Y así lo había hecho, poniéndola al corriente de sus idas y venidas con el Ragnarsson y de cómo su relación había ido evolucionando con el paso de los días, de las semanas, de los meses... Hasta ser lo que era ahora.

«Le amo. Oh, dioses... Le amo tanto», le había dicho a La Imbatible con lágrimas en los ojos y un molesto nudo en la garganta. «Intenté evitarlo, de verdad que lo hice... Traté por todos los medios de que lo nuestro no fuera a más... Pero me resultó imposible».

Su madre, lejos de enfadarse u oponerse a la relación, la había estrechado entre sus brazos, siseándole al oído para acallar su llanto y mitigar su sentimiento de culpa.

Con Lagertha, en cambio, no había tenido ninguna conversación al respecto, aunque era evidente que ya debía saberlo. Para bien o para mal, en Kattegat las noticias volaban, de modo que ya debía de haberse empezado a correr el rumor sobre su romance. La soberana tenía ojos y oídos en todas partes, así que solo era cuestión de tiempo que le preguntara o le hiciese algún comentario sobre Ubbe, con quien había dejado sus diferencias a un lado para poder llegar a un acuerdo en el que ambos salieran beneficiados.

La traición de Ivar y Hvitserk había propiciado que ambos acercaran posturas y se concediesen una especie de tregua, estableciendo una alianza de cara al conflicto civil que se avecinaba: Lagertha lo apoyaría contra sus hermanos menores a cambio de que él la apoyase contra el rey Harald.

El primogénito de Ragnar y Aslaug había accedido, ya no solo por las ventajas que le proporcionaría dicho pacto, sino también por Drasil. Era consciente de que la skjaldmö se encontraba en una encrucijada, que tenía un pie en ambos bandos. Por un lado, le era fiel a la rubia, a quien conocía de toda la vida y era uno de sus mayores referentes, y por el otro le era leal a él, de quien estaba enamorada. Y Ubbe no quería ponerla en la situación de tener que elegir. No sería justo para ella.

Fuera como fuese, aquel acuerdo le había supuesto un enorme alivio a la hija de La Imbatible. Al fin, tanto Ubbe como Lagertha habían dejado de verse como dos potenciales enemigos. Se habían percatado de que la venganza y las viejas rencillas familiares no servían de nada y que la única forma de salir adelante era uniendo fuerzas y apoyándose mutuamente. Y eso a Drasil no podía hacerle más feliz, porque así ya no tendría tanto cargo de conciencia ni se sentiría como una vil traidora hacia la mujer que tanto había hecho por ella. Ahora Lagertha ya no podría juzgarla ni recriminarle nada, dado que el Ragnarsson estaba de su parte y había dejado de suponer una amenaza para ella.

Se forzó a abandonar aquel hilo de pensamientos cuando la figura del cristiano al que había convertido en su thrall irrumpió en su campo de visión. La joven se tomó unos instantes para poder observarlo con detenimiento: estaba más delgado y se había dejado crecer la barba, haciéndole aparentar más años de los que en realidad tenía. Su mata de rizos oscuros, por el contrario, continuaba igual, con pequeños bucles deslizándose serpenteantes por su frente y sus sienes. Vestía ropa simple y cómoda para facilitarle la realización de las labores domésticas y otros trabajos que le eran encargados, pero seguía teniendo el porte y la actitud de un guerrero.

Era inteligente, eso no lo iba a negar. En aquellas lunas que llevaban juntos había avanzado considerablemente en el aprendizaje de su idioma. Si bien se le daba mejor entenderlo que hablarlo, estaba haciendo grandes progresos a la hora de expresarse. Lo que no iba tan bien, en cambio, era su relación. El sajón seguía siendo sumamente desconfiado y reservado, hasta el punto de continuar negándose a desvelarle su nombre. Era su forma de rebelarse, de desafiarla y hacerle saber que una parte de él jamás sería doblegada. Aunque obviamente Drasil no había caído en sus provocaciones ni cedido a la frustración. Se lo estaba tomando con calma y diversión, esperando el día que se diera cuenta de que no era tan horrible como la pintaba.

No buscaba un amigo en él, ni mucho menos. Para ella aquel inglés solo era un instrumento, un medio para un fin, pero una relación cordial haría todo mucho más sencillo... Y menos incómodo. A Kaia seguía sin convencerle el hecho de tenerlo de esclavo. Por el momento no les estaba dando ningún problema —ella misma se había encargado de advertirle de cuál sería su destino si osaba causarles el menor daño—, pero su presencia continuaba pareciéndole prescindible. Drasil esperaba que con el paso del tiempo aquello cambiara y que el inglés aceptarse de una vez por todas que ahora su vida era esa.

El cristiano se detuvo a su lado y comenzó a recoger la mesa en silencio. Primero se llevó la comida que había sobrado —un poco de avena, pan y queso— y después hizo lo mismo con el plato y la jarra de su señora. Sus facciones se contrajeron en una mueca de molestia cuando extendió el brazo izquierdo para hacerse con el vaso de cuerno, gesto que no le pasó desapercibido a Drasil, que lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Te duele? —inquirió la escudera. Con los talones apoyados en el borde de la silla, se abrazó las piernas flexionadas y descansó el mentón sobre sus rodillas—. La cicatriz, ¿te duele? —Señaló el costado izquierdo del sajón con un suave cabeceo, allá donde ella misma lo había herido en su primer encuentro, durante la batalla de York.

El muchacho la observó durante unos efímeros segundos, justo antes de dirigir sus pasos hacia el barreño lleno de agua que había en el otro extremo de la estancia, sobre una mesa más pequeña. Metió el plato en su interior y empezó a frotarlo con energía para eliminar los restos de grasa.

—A veces —contestó con un acento muy marcado.

Drasil siguió escudriñándolo en la distancia, consciente de que no le daría conversación a no ser que ella insistiese. Era parco en palabras y en algunas ocasiones más aburrido que las piedras, pero en aquellos momentos no tenía a nadie más con quien departir o entretenerse.

—¿Tienes familia, cristiano? —quiso saber ella.

Ante aquella pregunta, el aludido entró en tensión. Su semblante se ensombreció por completo y sus manos casi dejaron caer el plato —que ahora estaba secando con un paño— al suelo. Por suerte para él, supo recomponerse enseguida, resguardándose nuevamente tras una máscara de fría impasibilidad.

Aún de espaldas a la pagana, cuadró los hombros y se irguió en toda su altura.

—No. Solo a Dios.

Aquella escueta respuesta consiguió despertar el interés de Drasil, que se reacomodó en su silla con la curiosidad centelleando en sus orbes esmeralda. Había oído hablar del dios cristiano, aunque no sabía mucho sobre él. Tan solo que era todopoderoso y que envió a su único hijo a morir a manos de aquellos a los que había creado a su imagen y semejanza. Un sinsentido a su parecer, aunque debía admitir que la fe de los ingleses —del suyo en particular, quien no se separaba de aquella cruz que llevaba atada al cuello— era digna de admirar y alabar.

—No entiendo cómo podéis adorar a ese dios sin rostro —soltó la hija de La Imbatible en tanto se alisaba la falda del camisón—. Y a ese tal Cristo... ¿No se supone que está muerto? —Arrugó el entrecejo con escepticismo y una pizca de burla. Todo aquello le parecía tan ridículo y descabellado que le resultaba imposible no tomárselo a broma.

El thrall giró sobre sus talones para poder encararla.

—Él no muerto —corrigió, clavando sus ojos insondables en Drasil, que se encogió inocentemente de hombros, como queriendo restarle importancia al asunto—. Él... —Realizó una breve pausa para poder dar con las palabras que buscaba. Todavía le costaba formar oraciones completas y que tuviesen sentido—. Vivir otra vez —articuló finalmente, no sin esfuerzo.

La joven hizo un mohín con la boca, no muy convencida. Posó una mano en la superficie de la mesa y con sus dedos resiguió las vetas oscuras que salpicaban la madera. El sajón, por su parte, no se movió de su sitio.

—¿Sabes? Nuestros dioses son mortales, de carne y hueso. Como tú y yo —explicó Drasil sin romper el contacto visual con su interlocutor, cuya expresión era inescrutable—. Son seres divinos y superiores, eso no te lo voy a negar... Se mantienen eternamente jóvenes por medio de las manzanas de Iðunn, pero sangran y sufren como nosotros. —Su mano abandonó la mesa para poder trenzar su larga melena rizada—. Odín es el más importante de todos, pero hay muchas más deidades aparte de él. Cuando te manejes mejor con nuestro idioma te contaré más cosas sobre ellos.

El cristiano no dijo nada al respecto, en parte porque algunos vocablos no los había llegado a entender dada su complejidad, de manera que se limitó a sostener la penetrante mirada de la guerrera, que parecía querer desentrañar sus más oscuros pensamientos.

Esta seguía siendo todo un enigma para él, un auténtico rompecabezas. Lo había arrastrado lejos de su hogar y su patria y lo había despojado de toda libertad, sometiéndolo a una vida de servidumbre. Y aun así se preocupaba por su seguridad y bienestar, proporcionándole ropa, alimento y un techo bajo el que dormir en las barracas de aquel lugar alejado de la mano de Dios. Era como si constantemente le estuviera dando una de cal y otra de arena.

—¿Me vas a obligar a seguir llamándote «cristiano», «inglés» o «sajón»? —volvió a hablar Drasil, justo antes de levantarse de su asiento y aproximarse al esclavo, que se puso rígido ante aquel repentino acercamiento—. ¿O vas a dejar tu orgullo a un lado y me vas a decir tu nombre? Creo que ya va siendo hora, ¿no te parece? —lo picó en un improvisado tono jocoso.

El muchacho rehuyó su mirada, ceñudo.

Como cabía esperar, no salió ni una sola palabra de sus labios.

#

La choza del adivino era un sitio lóbrego y sombrío, un pequeño santuario al que acudían las almas descarriadas y buscadoras de consejo. Allí el ambiente que se respiraba era tenso y agobiante, opresivo incluso. El aire olía a humo y a diversas plantas y hierbas —fruto de la quema de varios sahumerios—, y apenas había luz, salvo la proporcionada por algunas velas y lámparas de aceite. Del techo colgaban huesos, amuletos y talismanes, y en casi todos los rincones había tótems y figuras de los Æsir y los Vanir.

Eivør tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para abandonar el umbral de la puerta y avanzar unos pasos hacia el hombre, que se encontraba sentado en el suelo, cubierto por su inseparable túnica negra. Algo nerviosa, se situó delante de él y comenzó a juguetear con las manos, dudando entre si debía hablar o esperar a que fuera el vidente quien se dirigiese a ella. 

Finalmente se decantó por la segunda opción.

El adivino era un ser extraño. Ciego y deforme, estaba condenado a una vida en soledad, siendo los dioses su único consuelo. En otras circunstancias se le habría considerado un paria, un miembro inservible para la sociedad y, por tanto, totalmente prescindible. Pero su malformación había sido compensada con un poderoso don que muchos envidiaban y codiciaban.

—Te estaba esperando, Eivør Hrólfrsdóttir —pronunció el hombre con voz ronca y cascada, de ultratumba. La susodicha se estremeció a causa de un escalofrío—. Ven, toma asiento. —Extendió una de sus huesudas manos, indicándole que se pusiera cómoda.

Eivør obedeció, algo intranquila. Elevó un poco las faldas de su capa y su vestido y se arrodilló frente al vidente. De cerca su fisonomía era aún más horrenda e impactante: las cuencas de sus ojos habían desaparecido prácticamente y su piel estaba arrugada y llena de surcos y cicatrices. Sus labios cortados estaban pintados de negro, lo que hacía el conjunto todavía más grotesco y desagradable.

—¿Sabías que iba a venir? —cuestionó ella.

—Sí. —Aquella palabra salió firme y contundente de la boca del adivino.

La skjaldmö entornó ligeramente los ojos.

—Lo sabes todo entonces.

El hombre emitió algo parecido a una carcajada.

—Solo veo lo que los dioses quieren que vea y solo digo lo que los dioses quieren que diga —bisbiseó, envuelto en un aura mística y esotérica—. Pero tú eso ya lo sabes, ¿no es cierto? No en vano tu abuela es una fiel servidora de Freyja* —remarcó, sagaz.

Eivør captó al vuelo el doble sentido de la primera frase: si quería obtener las respuestas que tanto ansiaba y que solo él podía brindarle, debía formular las preguntas correctas. No había acudido a Hilda, pese a ser una hábil practicante del seiðr, porque no quería preocuparla, de ahí que no le hubiese quedado más remedio que recurrir a él, con quien no tenía forjados lazos de ningún tipo ni compartía parentesco.

—¿Astrid sigue viva? —consultó, yendo directa al grano. No quería alargar aquella visita más de lo necesario, ya que no le gustaba aquel lugar. Era siniestro e inquietante, incluso para alguien como ella, quien estaba acostumbrada a ese tipo de prácticas gracias a su abuela.

—Sí.

Aquello alivió efímeramente a la joven.

—¿Y está bien?

—Eso depende. —El vidente se encogió de hombros.

Los rasgos faciales de Eivør se crisparon al escucharlo.

—¿De qué?

—De a quién le preguntes, por supuesto.

—Te lo estoy preguntando a ti, anciano —insistió ella.

—Astrid está donde debe estar —solventó el mencionado, evasivo.

La escudera se tomó unos segundos para poder analizar sus crípticas palabras, desmigajando hasta el último pellizco de información para ver si en su cabeza cobraba algún sentido. No fue el caso, lo que hizo que frunciera los labios en un rictus desdeñoso. Por lo visto, a aquel viejo le gustaba jugar a los acertijos.

—¿Volveré a ver a Björn Piel de Hierro? —Fue su siguiente interpelación.

El hombre hizo un extraño sonido con la lengua.

—Sí, lo harás —reveló, a lo que Eivør dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo. Estaba preocupada por el Ragnarsson, no lo iba a negar. Llevaba meses sin tener noticias de él, de ahí que quisiera saber si se encontraba sano y salvo... Y si sus caminos volverían a cruzarse—. Aunque en terribles circunstancias —añadió.

La morena tragó saliva.

—¿Qué quieres decir? —inquirió con cautela.

—Las consecuencias de la muerte de Ragnar Lothbrok aún no han acabado. Esto tan solo es el principio del fin —expuso el adivino—. Debes prepararte para lo que está por llegar —la avisó.

Eivør bajó momentáneamente la mirada, creyendo saber a lo que se refería. Un nuevo escalofrío recorrió su espina dorsal, provocando que el vello de la cerviz se le erizara.

—Habrá una guerra, ¿verdad? —tanteó.

Se habían ganado muchos enemigos en ese último año: por un lado, estaban Ivar y Hvitserk, quienes le habían dado la espalda a Ubbe para poder seguir saqueando en Inglaterra —y estaba segura de que su sed de sangre, concretamente de la de Lagertha, continuaba ahí, alimentando sus ansias de venganza—, y por el otro estaba Harald, quien no se detendría hasta convertirse en el rey de toda Noruega. 

El conflicto civil se palpaba en el aire.

—Oh, sí. —La voz del hombre tembló, como un preludio de las calamidades que estaban por venir—. Una guerra entre hermanos. Una guerra en la que la sangre de los hombres teñirá de rojo los campos. Una guerra de la que nadie, ni siquiera los propios dioses, podrá escapar —recitó, a lo que Eivør palideció de golpe.

Una vez superada la turbación inicial, la guerrera se forzó a retornar a una expresión neutral, como si nada en el mundo pudiera perturbarla. Entonces, una última pregunta surcó su mente como un puñal recién afilado. Su respiración se agitó y los latidos de su corazón duplicaron su velocidad, alcanzando una cadencia casi frenética. Una vocecilla en su cabeza le pedía a gritos que se marchara de allí antes de que fuera demasiado tarde, pero la ignoró, ansiosa por saber más y más.

—Hay otro asunto que quisiera consultarte —señaló.

Al oírlo, el vidente se removió en su sitio con cierta incomodidad.

—Ya he hablado demasiado —rebatió, tajante.

Pero Eivør no iba a darse por vencida tan fácilmente.

—¿Moriré en el campo de batalla? —articuló, ignorando el último comentario del hombre, cuyo rostro se contrajo en una mueca de disgusto. Era evidente que no quería desvelarle nada más, pero eso a ella poco le importaba.

—¿Para qué quieres saberlo? ¿Acaso no te he dicho ya suficiente? —farfulló el adivino en un tono burdo y severo. A modo de réplica, Eivør alzó el mentón con aire combativo—. Saber demasiado es una agonía —musitó con aflicción.

La skjaldmö pudo haberle hecho caso. El hombre le había dado la oportunidad de irse por donde había venido y seguir con su vida, sin el peso de saber algo tan importante y crucial como lo que le acababa de preguntar. Habría sido lo más sensato, de eso no cabía la menor duda.

Pero Eivør no se movió ni un ápice.

—Responde, anciano —le exigió sin la menor intención de dar su brazo a torcer. No pensaba marcharse de allí hasta que lo hiciera.

El aludido profirió un lánguido suspiro, resignado. 

Al cabo de unos instantes, contestó:

—Sí.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

· ANOTACIONES ·

—En las Eddas, Freyja es descrita como la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Sin embargo, también está asociada a la magia y la adivinación. El origen del seiðr y su enseñanza a los Æsir se le atribuyen a ella.

—Como ya mencioné en el capítulo donde aparece Hilda por primera vez, el término «seiðkona» actúa como sinónimo de «völva», entre muchos otros. Sin embargo, en Yggdrasil me he tomado la libertad de hacer una distinción entre ambos vocablos. En esta historia no todas las völur son seiðkonur, ya que esto último se aplica a aquellas mujeres que ejercen el seiðr para poder explotar al máximo su don y estar en contacto directo con Odín y el resto de dioses. Un ejemplo de esto es Aslaug: ella era una völva, pero no una seiðkona, ya que nunca se interesó por la magia rúnica ni realizó ningún tipo de ritual chamánico, cosa que Hilda sí ha hecho en varias ocasiones.

▬▬▬▬⊱≼≽⊰▬▬▬▬

N. de la A.:

¡Hola, mis pequeños vikingos!

Bueno, bueno, bueno... Menudo título, eh. No hay otro que defina mejor lo que está por venir en los próximos capítulos y en el siguiente libro, jeje. Porque recuerdo que Yggdrasil es la primera parte de una duología llamada Crónicas de los Nueve Mundos. El segundo libro (del que ya tengo hecha la portada, ejem) se llamará Fimbulvetr y abarcará las temporadas 5B y 6A. Aunque todavía faltan 15 capítulos (si no me da por añadir/quitar/modificar cosas, claro está) para terminar Yggdrasil, so don't worry u.u

Pero, de verdad, no os hacéis una idea de lo que se viene en la segunda parte. Todos los nuevos personajes y las tramas originales que se avecinan. Tengo tanto hype que ufff... No veo la hora de ponerme a desarrollar todas las cosas que tengo planeadas (͡° ͜ʖ ͡°)

Pero bueno, no nos adelantemos.

Decidme, ¿qué os ha parecido el capítulo?

Hemos podido ver un poco más del cristianito, que sigue siendo más terco que una mula x'D La paciencia de Drasil es digna de admirar y alabar, de eso no cabe la menor duda. Aunque en eso consiste el juego que se traen, jajaja. ¿Qué futuro le veis a este muchacho? ¿Tenéis alguna teoría sobre el papel que pueda desempeñar en la historia?

De la segunda escena (puedo sentir vuestro odio ahora mismo) solo voy a decir que me encantó escribirla. Me costó lo suyo, eso sí, porque quería reflejar bien la personalidad del adivino y que su conversación con Eivør quedase lo más mística posible. No sé si lo habré conseguido, but yo lo he intentado xD

Dato importante: yo que vosotros me refrescaría el apartado del segundo acto, je.

Y bueno, eso es todo por el momento. Espero que os haya gustado el capítulo y que hayáis disfrutado la lectura. Si es así, por favor, no olvidéis votar y comentar, que eso me anima muchísimo a seguir escribiendo =)

También aprovecho para desearos una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo. Sé que nos encontramos en una situación bastante dura y difícil, por ello os mando todo mi amor y mis mejores deseos para estas fiestas n.n

Un besazo ^3^

P.D.: vais a AMAR el próximo capítulo, estoy segura. Ya os podéis preparar, porque va a ser de shippeo intenso (¬‿¬)

Continue Reading

You'll Also Like

1.5M 174K 42
❝ YoonGi es un padre soltero que acaba de perder a su amada y JiMin es un omega roto que acaba de perder a su bebé, ¿Qué pasarÑ cuÑndo ambos caminos...
5.6K 341 17
ΒΏcomo podΓ­a soap enamorarse de su teniente? su mente se vuelve un lΓ­o y ya no sabe que hacer y lo ΓΊnico que puede hacer es pedir ayuda...pero ghost e...
706 43 6
Jessica Burkhardt, tiene un secreto. Que ha estado con ella desde niΓ±a pero en realidad pero al contrario de su hermano. Luego de la muerte de sus pa...
506K 40.3K 167
~SINOPSIS DE LA 1Βͺ PARTE~ Anya Forger, la adorable y telepΓ‘tica niΓ±a, se ve envuelta en un enredo de rumores junto con Damian Desmond, el hijo del pr...