Colette
Colette frente al espejo, en su habitación se limpió las lagrimas con la mano e inhaló profundamente tres veces. Se aplicó mas base y mascara. Se obligo a sonreírle a su reflejo y luego salió de la habitación. Se encontró a Olivia saliendo del baño envuelta en una vieja toalla blanca. Colette sintió el pinchazo de celos en el estomago al ver como se le definía la clavícula a Olivia o la delgadez de sus brazos y piernas o como su piel resplandecía sin maquillaje.
Colette se había negado a salir de su habitación el día anterior, pues debía repasar todas las posibles melodías que usaría en una semana, cuando entrara a la escuela de sus sueños, Juilliard.
Colette había logrado ganar una beca completa en Juilliard y eso la había hecho muy feliz, pues se demostró que ella era perfectamente capaz de ganar algo por sus propios medios. Sin embargo, rechazó la beca, pues ella podía pagar perfectamente los costos de toda la colegiatura y no quería quitarle la oportunidad a nadie más que en realidad la necesitara. Como Olivia.
-Hola, Coco- sonrió Olivia al notar a su mejor amiga.
-Hola, Liv- la saludo ésta.
-Iré a vestirme y saldremos en un minuto- Olivia mostró su característica sonrisa tímida. A Colette le gustaba eso de Olivia, ella sabia, al igual que los demás, que era hermosa, sin embargo Olivia nunca decía nada para alardear su belleza al igual que nunca hacia menos la belleza de ninguna otra mujer, pues para ella todas eran diferentes y la belleza de alguna nunca hacia menos o más a la belleza de otra. Colette amaba el alma compasiva y comprensiva de su mejor amiga.
Luego de unos minutos Olivia salió de su habitación, llevaba una sudadera gigante y unos skinny jeans que le sentaban muy bien para sus largas piernas. Olía ligeramente a vainilla y llevaba vaselina en las pestañas y labios.
-¿Nos vamos?- Olivia sonrió y asintió.
De repente la puerta de la habitación de Lauren se abrió y ésta salió rápidamente ya totalmente lista para salir.
-¿Iban a ir sin mi?- preguntó Lauren poniéndose una mano en el pecho con cara de falsa sorpresa.
-Teniendo en cuenta que no te levantas hasta pasado el medio día, si. No queríamos despertarte- Colette camino hacia la puerta.
-Yo cumplo mis promesas. Y que mejor que recorrer Nueva York las tres juntas- las tres rieron y salieron juntas del departamento.
-Starbucks está a dos cuadras caminando- informó Colette al grupo.
-Podríamos desayunar en otra parte ¿No les parece?- dijo Lauren alegremente. Colette respiro pesadamente por unos segundos y parpadeó rápidamente, se quedó callada.
-Es que el día que salimos a desayunar, Coco quería desayunar en Starbucks y no pudimos, así que le prometí que la siguiente vez si desayunaríamos allí- explico Olivia tan amablemente como pudo.
-No importa, podemos desayunar donde quieran- miro a sus amigas y les sonrió con dificultad, estas le devolvieron una linda sonrisa. Vio el destello de duda en los ojos de sus amigas, pero ninguna dijo nada.
-Si Coco esta bien con cambiar de lugar podemos ir a la cafetería que descubrimos el otro día- propuso Olivia.
-Amo conocer nuevos lugares, quiero ir- sentencio Lauren.
Colette siguió caminando y asintió con la cabeza sin mirar a sus amigas, porque sabia que si las miraba se le iban a salir las lagrimas.
Llegaron al lugar y se sentaron casualmente en la misma mesa que la vez anterior. Olivia y Lauren se concentraron en leer el menú, mientras Colette se concentraba en su temblor en la mano.
-Olivia y Colette con una t, que encantadora sorpresa- saluda el mesero que las había atendido días antes. Colette recordaba perfectamente su nombre: Thomas. No habría forma de olvidarlo. Pocas personas lograban exasperar a Colette y el sin duda alguna era una de ellas.
Apenas Colette escucho la voz del muchacho se hundió en la silla y obligo a su mano a quedarse quieta.
-Hola- saludó Olivia con una de sus tímidas sonrisas.
-¿Me quieren presentar a su amigo?- les pregunto Lauren con emoción.
-Me presento- saludó el muchacho- Soy Tom y hoy las atenderé. Bienvenidas a Gloria's. ¿Qué desean ordenar?- recitó el discurso que seguramente ya tenía ensayado.
-Hola, Tom- saludó Lauren- soy Lauren y hoy pediré una taza de chocolate caliente y una dona del mismo sabor, por favor- como siempre para ella era tan fácil hablar y desenvolverse con las personas- Y estoy entusiasmada de estar en Gloria's- le dedico una brillante sonrisa al chico que correspondió con gusto.
-Me alegro de que se hayan llevado una buena impresión del lugar- miro a Olivia y a Colette, aunque solo una de ella le devolviera la mirada.
-Es un lindo lugar- apuntó Olivia- hoy querré lo que sea que me hayas servido ese día, por favor.
-Un Latte machiato caramelo con crema y salsa de chocolate, acompañado de un pan recién horneado de arándanos y fresas para Olivia. Y un chocolate caliente con una dona del mismo sabor para la pelirroja- afirmó el muchacho y se alejó de la mesa.
Colette se acomodó en la silla y miro en dirección al chico que ya había desaparecido por una puerta café.
-Ni siquiera me ha preguntado que quería- aulló Colette.
-Tal vez porque ya adivina que vas a pedir un expresso- le recordó Colette.
-No iba a pedir eso- susurro Colette, aunque las tres sabían que no era cierto- hubiera sido más amable y me hubiera preguntado que quería ordenar, hay un mal servicio en esta cafetería.
-Creo que la que tiene que ser más amable es otra- Lauren miraba a Colette con una sonrisa burlona- literalmente todo tu rostro grita "Estoy de mal humor y lo único que necesito es un café negro y amargo que no me pueda endulzar la vida"- dijo con una voz aguda y fastidiosa.
-Primero, no hablo así- comenzó Colette a enumerar- Segundo, el cliente siempre tiene la razón pero como no se ha molestado en preguntarme que quería no me dio la oportunidad de tener la razón.
-Como digas- respondió Lauren aún burlona.
-Ese chico es grosero- dijo Colette mientras seguía con la mirada al muchacho que pasaba de mesa en mesa.
-A mi me parece que es bastante amable- aportó Olivia. Las tres lo estaban siguiendo con la mirada.
-Y guapo- dijo Lauren. De las tres Lauren era la que siempre hacía ese tipo de comentarios, a ella no le daba pena absolutamente nada. Podía desde decir comentarios que nadie haría en su sano juicio hasta bailar desnuda en la mitad de la calle. Aunque las tres se hubieran fijado en el lindo rostro del chico, Lauren sería la única que lo admitiría.
-¡Lauren!- chillo Olivia- tú tienes novio.
-¿Y?- apoyo los codos en la mesa y puso la cara entre sus manos abiertas- Amo a Tim y me parece muy sexi- Olivia se empezó a ruborizar con el comentario de Lauren- pero ni siquiera esta en la lista de los 100.000 hombres mas guapos del planeta. Puede que sea mi novio y me guste pero hay hombres más lindos que él y nunca he dicho lo contrario.
Tim era novio de Lauren desde los 13 años, habían crecido y madurado juntos. Y hasta donde Colette y Olivia sabían, habían sido todas la primeras veces posibles del otro. Eran una de esas parejas que perduran a través del tiempo y que crees que jamás van a terminar. Tim era unos cinco centímetros mas bajo que Lauren, tenía unos lindos ojos negros y una piel oscura perfectamente homogénea. Cuando comenzaron a salir seis años atrás los chicos malos del pueblo les decían que sus bebés serian horribles, pues creían que la combinación entre alguien pelirrojo y alguien negro sería horrible, sin embargo Lauren lo pasaba por alto y les decía que sentía lastima por ellos puesto que ella si tendría hijos pero ellos no, porque ninguna chica se acostaría con alguien tan estúpido. Todo esto cuando tenían 14 años.
-Pero a tus ojos debería ser el único- le recordó Olivia. Colette se cuestionaba continuamente la imagen del amor que tenía Olivia, pues lo veía todo muy perfecto. Llegaba a sentir lastima por ella porque sabia lo feo que sería cuando se enamorara y se diera cuenta de que nada es color de rosas.
-Y lo es- Lauren destapó un sobre de azúcar y lo regó sobre la mesa, comenzó a dibujar con sus dedos sobre el azúcar- Pero no soy ciega y no es malo admitir que hay chicos mas guapos. Además soy la persona más fiel del plantea. Estoy segura que me casaré con Tim.
Fidelidad, ser fiel, la más fiel. Esas palabras causaban en Colette una sensación agridulce, no sabia si se sentía triste o decepcionada. Solo sentía la sensación de dolor en el pecho continuamente.
-Estoy segura de ello- Olivia volvió a su bella sonrisa habitual.
Colette estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando una malteada gigante fue puesta frente a sus ojos. Solo sintió el codazo que le dio Olivia en un costado de su cuerpo. Levantó la mirada y vio a Thomas sonriéndole.
-¿Qué-que es esto?- tartamudeo Colette, ella NUNCA tartamudeaba.
-Agradéceme luego- dijo el muchacho antes de alejarse de su mesa. Lo vio salir por esa puerta de nuevo y no tuvo ganas de gritarle y reclamarle. Decidió dejar la malteada en su lugar hasta que fueran a pagar, ya comería algo luego. Lauren y Olivia ya estaban comiendo sus desayunos y a Colette le rugió el estomago. Aunque Colette odiaba las cosas dulces y que le cambiaran sus planes, dejo a un lado su control y comenzó a beber la malteada que por cierto estaba deliciosa, supo inmediatamente que era de oreo y ella AMABA las galletas oreo. El peso sobre su pecho por fin desapareció por un rato. Quiso sonreír pero aún había algo que no la dejaba.
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NOTA:
Quiero saber...
¿Cuál es su favorita hasta el momento?
¿Que creen que le pasa a Colette?
¿Tienen alguna predicción de lo que viene?
¿Quieren que ponga un día de actualización fijo o lo dejamos a la suerte? JAJA
¡Gracias por leer mi historia!
Besos