Destino

By Barguapa

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Juliana y Valentina se conocen durante un vuelo a México que cambia sus vidas para siempre. More

Destino
Sentimientos
Decisiones
Tú y Yo (Final)

Todo cambió

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By Barguapa


Poco después de despegar, Juliana decidió leer un poco ya que estaba en el lugar más incómodo de todos, no le quedó otra opción más que adaptarse y continuar. Los nervios por estar sentada a un lado de la castaña aún no cesaban del todo pero por lo menos su corazón había regresado a sus latidos normales y al parecer su mente volvía a funcionar. Ahora estaba sintiendo una especie de paz que la envolvía poco a poco. El delicado aroma del perfume de aquella chica le llegaba muy sutilmente, podría cerrar los ojos y dejarse llevar por ese olor a flores, a jazmín y un toque de fresa muy ligero, era una fragancia fresca, un perfume perfecto para un día soleado de primavera.

Buscó en su bolso aquel libro que decidió la acompañaría durante su viaje, era de hecho su libro favorito, ya lo había leído un par de veces pero nunca era suficiente, siempre había algo en él que seguía atrapándola como la primera vez.

Desde pequeña le gustaba pasarse horas leyendo, los libros la transportaban a otros mundos dónde su imaginación no tenía límites. Después de la escuela, pasaba por la biblioteca y se llevaba un par de libros que terminaba en uno o dos días. La lectura era su puente de escape a la realidad que vivía.

Una vez cuándo era pequeña le había pedido a Santa Claus una muñeca, su maestra les había dicho que Santa sólo les traía regalos a los niños que se portaban bien. Su mamá siempre le decía que era la niña más buena y noble que había en todo el mundo, entonces Santa si le traería su muñeca, pensó.

Llegó la mañana de Navidad y la ilusión de tener su primera muñeca murió cuándo su padre en tono burlón le dijo que Santa Claus no existía y que nadie le iba a traer regalos. Le tiró la carta que ella había escrito a la cara. Su madre al escuchar eso le reclamó pero El Chino como le llamaban a su padre, no permitía que nadie le gritara y enfrente de ella le dió un par de bofetadas que la hicieron perder el equilibrio y cayó al piso, agarró su chaqueta y se fue hacía la puerta de salida pero antes de cerrarla volteó a ver a Juliana y le dijo... Feliz Navidad... con una mirada fría y una mueca burlona.

Juliana se había quedado parada en el mismo lugar, en su interior una mezcla de emociones luchaban por salir. Se sentía triste, enojada, asustada, decepcionada... hizo puño sus pequeñas manos, quería gritarle por ser tan cruel con ella y por tratar de esa manera a su mamá pero no pudo hacer nada más que quedarse paralizada en la misma posición mirando hacia la puerta cerrada, hasta que su mamá trató de pararse, entonces se sintió preocupada y fue a ayudarle. Caminó hacía ella para ayudarle a levantarse. Caminaron hasta el sillón y su madre la abrazó fuerte mientras Juliana lloraba en silencio.

La decepción y el dolor en su pecho duraron varios días. Desde entonces nunca volvió a pedir nada.

Su madre le leía desde que era muy pequeña y cuándo fue lo suficientemente grande para leer sola, prefirió refugiarse en los libros.

Ahora estaba ahí buscando dentro de su bolso uno de esos libros que más la habían ayudado a reencontrarse con la mujer que era y a reconectarse con su alma.

Desde que despegaron había evitado mirar a la mujer a su lado, aunque por momentos sentía su mirada pero no se atrevía a regresársela por temor a caer en otro lapsus mental.
Buscó la página dónde se había quedado la última vez y decidió concentrarse en su lectura.

Quince minutos después seguía en la misma página...al parecer su mente tenía otros planes y no eran precisamente leer.

-

Valentina no podía evitar mirar de vez en cuándo a la pelinegra, su presencia era como un imán para ella, no sabía que le estaba pasando, algo tenía esa mujer que le causaba una extraña sensación.

Cuándo su hermano Guille le llamó para decirle que Renata su esposa, acababa de dar a luz a una bella niña. Ella no lo pensó dos veces y tomó el primer vuelo que encontró disponible. Guille además de ser su hermano, era su mejor amigo y confidente. Desde que murió su mamá cuándo apenas eran unos niños, su hermano y ella se volvieron inseparables. Él era apenas 3 años mayor pero la cuidaba y protegía de cualquiera que quisiera hacerle daño. Su hermana Eva era una adolescente en ese entonces, su carácter siempre fue fuerte pero desde que su madre falleció se volvió fría y controladora. Ella amaba a su hermana pero no había esa confianza de contarse todo como lo hacía con Guille. Su padre se había sumergido en el trabajo, esa fue su manera de lidiar con la muerte de su mamá y lo veían muy poco. Crecieron prácticamente solos, si no fuese por su nana Silvina que llevaba trabajando en su casa desde antes que ellos nacieran, su infancia hubiese sido muy solitaria.

Ahora estaba en camino a conocer a la nueva integrante de la familia, estaba tan feliz por su hermano. Moría por cargar en sus brazos a su pequeña sobrina y felicitar a los nuevos padres.

Pero no sólo eso la tenía tan contenta y algo tenía que ver su acompañante en el asiento de al lado. Sentía en su pecho una calidez que no disminuía desde el momento que sus manos se tocaron. Algo había cambiado y no sabía que era. Era un sentimiento nuevo para ella como si su toque le hubiera parecido conocido, aún sentía en su piel ese cosquilleo.

La miró de reojo, estaba muy enfocada leyendo, le pareció tan tierna como fruncía el ceño. Parecía muy concentrada.

—«Debe ser muy interesante eso que lee» pensaba mientras la miraba disimuladamente.

Cada una siguió en lo suyo hasta que la azafata llegó a preguntarles si deseaban algo de beber o comer. Al parecer ambas chicas habían perdido el apetito y solo pidieron una bebida.

Juliana dejó su libro a un lado mientras recibía su café. Valentina sintió curiosidad por saber que era lo que leía con tanta atención la pelinegra y miró disimuladamente.
"Mujeres que corren con los lobos" — «interesante título» — Pensó. Mientras le daba un trago a su bebida.

Juliana no pudo evitar mirar a Valentina cuándo esta también había puesto sus ojos en ella... se sonrieron con timidez.

Valentina quería... no... necesitaba saber un poco más de esa chica y se decidió a romper el silencio.

— Viajas a México por placer o negocios Juliana?— preguntó mientras tomaba de su bebida pero sin quitarle la vista de encima.
A Juliana nunca le había parecido tan lindo su nombre como al oírlo de los labios de esa mujer. Se giró un poco para mírala mejor mientras llevaba la taza de café a su boca.

—Creo que ambos.

La castaña frunció el ceño y Juliana sonrió ante ese gesto que le pareció tan cute.

—Voy a visitar a mi madre, hace tiempo que no regreso a México y decidí que ya era hora. También aprovecharé para ver algunos negocios— le dijo sin apartar la mirada de la castaña.

—Y tú, Valentina?

—Yo... en realidad no tenía planeado este viaje, mi hermano y su esposa acaban de ser padres por primera vez y voy a conocer a mi sobrina— Le dijo con una sonrisa amplia, se podía ver el brillo en su ojos al hablar de la pequeña.

La conversación empezó de esa manera y siguió de lo más natural, cualquier tema les parecía interesante, se sentían tan bien. La risa de Valentina se estaba convirtiendo en el sonido favorito de Juliana. No podía evitarlo.

—Sabes? Me encanta tu outfit— le dijo muy animada Valentina. — Es muy chic, me tienes que decir dónde lo consigo.

—Gracias— bajó la mirada hacía su ropa, un poco apenada— pero no creo que lo encuentres en ningún lado... yo lo diseñé y lo hice sólo para mi— Le dijo.
A pesar que ya era muy reconocida no le gustaba hablar sobre ella. Y se puso un tanto nerviosa.

—Espera! Eres diseñadora? — Le dijo con una mirada curiosa. De pronto como si hubiera descubierto el secreto mejor guardado abrió los ojos como platos y se llevó ambas manos a la boca en gesto de sorpresa. Pero con una enorme sonrisa.

— Eres Juliana... Valdés??? La diseñadora revelación de hace un par de años??? Y que ahora está entre las mejores de la industria???Eres... esa Juliana???— Su emoción la hizo acercarse más hasta casi tocarle la pierna con la de ella.

—Esa misma— Le respondió sonriendo y con un leve sonrojo en sus mejillas.

— Yo tengo varios diseños tuyos, no es mentira! Amo tu estilo! Tus diseños! No sé como nunca me dió por saber quién era la persona detrás de ese nombre, es que no lo puedo creer! Eres tú! — Le decía emocionada mientras se acercaba un poco más, inconscientemente.
—Mi hermana siempre me dice que vivo en el mundo Yupi.— se rió apenada.

Tras varios minutos de hablar sobre lo despistada que era Valentina y luego de tranquilizarse de la emoción que le causó darse cuenta de quién era Juliana, terminaron sus bebidas y se relajaron un poco pero seguían muy cerca una de la otra.

Valentina estaba sentada de medio lado, con su pie cruzado...mirando directamente hacia la pelinegra, recargó su cabeza en el respaldo del asiento y su sonrisa cesó. Ahora estaba admirándola en silencio, disfrutando de ese momento.

Sentada en la misma posición que Valentina, mirándose de frente, Juliana no pudo evitar preguntarse cómo era posible que alguien fuera tan hermosa. Su corazón latía descontrolado y las manos comenzaban a sudarle.

Valentina olvidó por un momento todo y se perdió en los ojos café de su acompañante. La mirada de Juliana se sentía como si la estuviera tocando físicamente dejando una ola de calor por su cuerpo.

— Eres muy talentosa Juliana. Siempre te he admirado, aún sin conocer tu rostro. Sin saber quién era la mujer detrás de ese nombre... sentía admiración por esa diseñadora. Llegar tan lejos siendo tan joven no es nada fácil— Le decía en un tono suave de voz.

Pausó por un momento.

—También eres muy guapa— Le dijo casi en un susurro. Simplemente no pudo evitarlo.

Juliana se sonrojó y sintió que le faltó el aliento. Una corriente eléctrica atravesó su pecho... estaban tan cerca. Qué tenía esa castaña que la atraía cómo un imán?

—Gracias— respondió pasando un mechón de pelo tras de su oreja, la castaña la había puesto muy nerviosa y no sabía como actuar o que otra cosa decir.

Se sonrieron sin decir nada más.

El resto del vuelo pasó entre miradas, intercambios de opiniones acerca de moda, sonrisas, Valentina hablando de sus diseñadores favoritos entre los cuáles obviamente estaba Juliana. Se sentía tan bien todo. Tan orgánico.

-

Como si se conocieran de toda la vida, salieron del avión juntas, se sentían cómodas con la presencia de la otra, cualquiera que las viera jamás pensaría que se acababan de conocer hace apenas algunas horas.

Sus pasos no eran apresurados, parece que ninguna quería despedirse, sabían que se estaban acercando al final de ese encuentro. Llegaron a recoger sus maletas dónde ya toda la gente estaba esperando, ellas estaban tan cerca una al lado de la otra, no tenían porque estarlo pero sentían la necesidad de compartir el mismo espacio... sus hombros tocándose levemente, por un momento sus manos se rozaron pero ninguna hizo nada por apartarse. Valentina movió su dedo muy ligeramente acariciando sólo por un segundo la mano de la morena. Juliana al sentir esa pequeña caricia, también movió su dedo casi imperceptible. Ambas chicas sintieron sus corazones acelerarse, no pudieron evitar voltear a mirarse... Valentina mordió su labio inferior muy sutilmente... Juliana desvió su mirada a esos labios tan tentadores por lo que pareció un momento interminable. Después regresó la mirada a esos ojos azules que la miraban con intensidad para perderse por un momento en su propio mundo dónde no existía nadie más.

El cielo y la tierra se encontraron en sus ojos. No se necesitaron palabras, con una sonrisa tímida se dijeron todo.

El ruido de la cinta de transporte de maletas se activó y salieron de su burbuja de regreso a la realidad.

Recogieron su maleta y caminaron a la salida dónde la gente esperaba a sus seres queridos. La mente de Juliana era un torbellino, no quería que ahí terminara ese encuentro, a cada paso que daban, su corazón se detenía un poco y su pecho se oprimía al pensar que jamás volvería a ver a la castaña. Quería saber más de su vida, quería conocer más a fondo a esa mujer que la había descontrolado como nunca nadie lo había hecho. No entendía esa necesidad de tenerla cerca. Pero tampoco sabía si sería correcto pedirle su número de teléfono.

Valentina también parecía que luchaba contra algo internamente. Iba sumida en sus propios pensamientos. Ambas disminuyeron sus pasos justo antes de cruzar la salida. Juliana dió un paso frente a Valentina para detenerla. Se miraron a lo ojos, esta vez con una mirada triste, no querían despedirse, pero tampoco estaban seguras de que hacer. Las dos parecían nerviosas.

Juliana se acercó un poco más a la castaña. — Umm yo estaba pensando que tal vez puedas darme tu num...

—Valentina, baby!

Un chico que se acercaba muy sonriente las interrumpió mientras llegaba junto a la ojiazul. Ambas chicas se separaron de inmediato con un sobresalto como si las hubieran encontrado haciendo algo indebido.

La cara de Valentina se puso pálida, la expresión en su rostro mostraba nervios, sus ojos iban del chico a la morena repetidamente. Juliana se quedó inmóvil, no entendía que estaba pasando, se percató del nerviosismo de la castaña.

—Lucho? Qué haces aquí? Le dijo sorprendida.

— Cómo que qué hago aquí? Tú me dijiste anoche que hoy llegabas amor, recuerdas? Se acercó para darle un beso en los labios. La castaña no tuvo otra opción más que responderle aunque sólo fuese un beso corto. No se atrevió siquiera mirar a la chica a su lado.

Algo dentro de Juliana se rompió al ver aquello. Era obvio que esa mujer tan hermosa no estaba sola, aquel chico era muy apuesto, era alto, de piel blanca, ojos verdes, cabello castaño y se notaba que hacía ejercicio... sus ojos se desviaron hacia otro lado tratando de actuar lo más normal posible. Se sentía fuera de lugar, no sabía porque se sentía tan incómoda ante esa situación. Era una mezcla de emociones. No sabía si irse de ahí sin despedirse al fin de cuentas tal vez ni siquiera notaran su ausencia o quedarse parada esperando poder despedirse formalmente de Valentina, al fin y al cabo habían pasado unas horas conociéndose y sería de mala educación irse sin decir adiós.

—Si, pe.. pero dónde está Alirio, el me iba a recoger? Le dijo un poco molesta mirando disimuladamente a Juliana. No sabía porque estaba tan nerviosa ante esa situación mientras se pasaba la mano por el pelo.

—Yo le dije a tu chofer que no viniera, te quería dar la sorpresa.

Valentina cerró los ojos y respiró profundamente tratando de mantener la calma. Mientras pensaba «vaya sorpresa» pero no era el momento para discutir.

—No me vas a presentar? — dijo el chico mirando con curiosidad a la pelinegra.

—Umm sí, sí claro! Ella es Juliana, nos conocimos durante el vuelo.— le dijo con la voz un poco temblorosa. Se alejó de él para acercarse a la chica y tocarla suavemente por el brazo por alguna razón no podía mirarla directamente a los ojos.

—Mucho gusto Juliana, soy Lucho el novio de Valentina— mientras le daba la mano y le sonreía amablemente.

—Un placer Lucho — le dió la mano mientras le daba una sonrisa cortés. Lo único que deseaba es salir de ese lugar lo antes posible.

Valentina estaba en medio viendo aquello hecha un manojo de nervios, de pronto su boca se le había secado, no sabía si mirar al piso, al cielo, a Juliana... quería pedirle disculpas, pero no sabía porqué, sólo sabía que necesitaba aclarar ciertas cosas. Si esta era la despedida necesitaba por lo menos decirle que... Qué le iba a decir?
Apenas se conocían, hace algunas horas eran unas extrañas y ahora sentía que le había fallado.

—Bueno, creo que yo me voy— Dijo Juliana sonriendo débilmente y mirando a la castaña con cierta melancolía en sus ojos cafés.

—Fue un placer viajar contigo Valentina— el timbre de su voz sonaba apagado pero trató de disimular lo mejor que pudo y apenas si elevó las comisuras de sus labios.

Aunque Valentina estaba a un paso de ella, sentía que un abismo las separaba y no lo pensó dos veces... envolvió a la pelinegra en un abrazo con el cuál trataba de transmitirle todo lo que sentía en ese momento. Le dió un pequeño apretón no queriendo soltarla nunca. Juliana reaccionó apenas un par de segundos después y también envolvió sus brazos alrededor de la chica. No pudieron hablar, la voz les había fallado y un nudo se había formado en sus gargantas. Era la despedida.

—Gracias por todo Juliana— le dijo en un hilo de voz sin dejar de mirarla.

Juliana tomó su maleta y dio vuelta para salir de ahí antes que sus ojos se cristalizaran. Mientras caminaba sentía que algo oprimía su pecho, hace unos momentos se sentía en la cima del mundo y ahora la realidad la había dejado caer hasta el suelo.

A cada paso que daba se le estrujaba un poco más su corazón. No quería voltear atrás y verla feliz con su novio.


—Juliana!

Se detuvo y dió media vuelta, vió que la castaña venía dando largos pasos hacia ella. Su corazón comenzó a latir tan rápido que estaban segura que se le iba a salir del pecho.

—Espera!

Valentina no podía dejarla ir, no podía ver como se marchaba y se perdía entre el mar de gente. Tenía que hacer algo y sin pensarlo gritó su nombre mientras la alcanzaba.
Al llegar a su lado, los nervios y la inseguridad la traicionaron y no sabía que decir hasta que empezó a hablar lo primero que se le vino a la mente.

—Oye... es que yo quería darte las gracias por cederme tu asiento... y... y... quería saber si aceptas ir a tomar un café conmigo? Digo... como agradecimiento, o sea, si es que quieres, no tiene que ser hoy, podemos quedar de acuerdo para otro día, o si no quieres no hay problema...— Le dijo sin siquiera detenerse a respirar, estaba tan nerviosa que no sabía si lo que decía tenía sentido. Movía sus manos sin un patrón definido. La miraba con nerviosismo e inseguridad. Temía que la chica se negara.

Cuándo se conocieron, Juliana era quién no supo como reaccionar, los nervios habían tomado el control de la situación y ahora viendo a Valentina tan nerviosa le causó tanta ternura que quiso abrazarla fuerte pero se quedó ahí parada mirándola y viendo detrás de su hombro, unos metros atrás a un Lucho muy confundido. Decidió contener las ganas y le sonrió dulcemente.

—Val... lo hice con mucho gusto pero no es necesario que me agradezcas nada.

—Entonces... no, no aceptas tomar un café conmigo?— La decepción en los ojos de la castaña fue evidente.

—Bueno... dije que no es necesario que me agradezcas, pero acepto tu invitación a tomarnos un café— Le dijo sonriéndole dulcemente, dando un paso adelante.

—Me das tu número para quedar de acuerdo? Dijo con voz suave y buscando su mirada. Sacó su celular y se lo dió a la castaña para que anotara su número.

Una sonrisa resplandeciente se formó en el rostro de Valentina, sus ojos brillaron como dos soles, casi se le sale un grito de lo feliz que estaba.
Tomó el celular, anotó su número y se lo regresó.

—Me gustó como me llamaste— le dijo mirándola a los ojos.

Juliana la miró un poco confundida.

—Me dijiste "Val" nadie me había llamado así... me gusta. Decía mientras se mordía el labio inferior.

Juliana le sonrió tiernamente.

Volvieron a perderse una en la otra por un par de segundos. Juliana rompió el contacto visual cuándo se dió cuenta que Lucho venía acercándose.

—Todo bien? Preguntó.

Valentina se sobresaltó un poco cuándo sintió la voz de su novio detrás de ella.

—Todo bien— le respondió mirándolo brevemente para regresar su vista a la pelinegra y guiñarle un ojo. Juliana le sonrió tímidamente, sólo agitó su mano para despedirse y les dijo adiós antes de dar la vuelta y seguir su camino.

Esta vez la ojiazul la miró perderse entre la gente pero no sintió ese vacío en su pecho, ahora sentía esperanza, calma, calidez. Como si una pequeña llama acabara de encenderse dentro de su ser y le daba ese calor acogedor. Como cuándo un viajero ha estado ausente por demasiado tiempo y por fin a vuelto a casa. Porque home is where the heart is.



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Hello! Pues la señorita AndyR0M0  me retó (otra vez) para que escribiera otro capítulo de esta historia para el #JuliantinaFFChallenge y aquí está el resultado.

Misión cumplida.

—🍻

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