–Dios, creo que comí demasiado –se quejó Harry al cerrar la puerta de su casa.
Subimos las escaleras y entramos a su cuarto después de sacarnos las zapatillas.
–Ni lo menciones –me recosté en su cama y suspiré, rendido.
Veníamos de vuelta de comer con los chicos, y con Harry decidimos venir a su casa para ver películas, ya que últimamente no habíamos pasado tiempo juntos.
–¿Alguna recomendación? –se recostó a mi lado con su computadora.
–Lo que sea, menos The Notebook –hice un puchero mirándolo–. Creo que ya memoricé los diálogos, igual que tú.
–Me encanta esa película –rió sin despegar la vista de la pantalla.
–¿Podemos ver Shrek? –tiré de la manga de su camiseta para llamar su atención. Él solo rodó los ojos y buscó la película.
Nos acomodamos de modo que la computadora quedara en el regazo de Harry y yo apoyado en su hombro. A mitad de la película comencé a aburrirme así que después de darle una mirada a la habitación, terminé viendo la mesa de noche, donde había un esmalte negro. Lo tomé y lo acerqué para verlo mejor. Siempre me había dado curiosidad el olor, así que mientras Harry veía la película abrí la tapa y lo acerqué a mi nariz, inhalando.
–Ay –me quejé y me senté rápidamente en la cama tomando mi nariz, para después estornudar.
–¿Estás bien? –preguntó Harry sentándose a mi lado. Me miró unos segundos y luego a mi mano, quitándome el esmalte rápidamente.
–Mi nariz duele –sorbí un poco y miré Harry, quien tenía las mejillas sonrojadas–. ¿Qué pasa?
–¿Qué? No, nada –negó levantándose para guardar el esmalte en un cajón de su escritorio.
–Hazza –me levanté y tomé su mano, mirándolo. Había notado su cambio repentino y no sabía a qué se debía–. Dime qué sucede.
–Yo...es tonto –negó jugando con mis dedos. Tragó saliva y me miró–. No quería que supieras que me pinto las uñas.
–¿Por qué? –fruncí el ceño ante su respuesta.
–Tenía miedo de lo que pensaras –se encogió de hombros sentándose en su cama.
–Harry, no tiene nada de malo –negué volviendo a tomar su mano mientras me sentaba a su lado–. Solo me ofende que pensaras que no te aceptaría. No lo esperaba de ti Styles.
–Lo siento –rió suavemente mirándome. Sonrió un momento y se acercó para abrazarme–. Es solo que nadie lo sabe, y jamás he salido a la calle con las uñas pintadas.
–¿Te gusta? –pregunté refiriéndome a las uñas. Él asintió–. ¿Entonces por qué lo escondes?
–La gente...
–Harry –lo interrumpí separándome para mirarlo–. No pienses en la gente, lo único que importa es lo que a ti te gusta y con lo que te sientas cómodo. No hay nada más lindo que ser uno mismo.
–Aún así, las personas pueden ser muy crueles, y si llego a salir con las uñas pintadas...hablarán cosas malas, lo sé –dijo apretando los labios.
–¿Y qué con eso? –fruncí el ceño y tomé su mejilla para que me mirara–. Hazza, no puedes vivir por lo que la gente piense y diga, ¿entiendes? vive por ti, no por ellos. Si quieres pintar tus uñas, hazlo. No te bases en los demás, es tú vida –sonreí acariciando el dorso de su mano–. La gente va a juzgar siempre, hagas algo o no...me costó mucho entender eso Harry, pero tienes que abrir los ojos y solo...ser tú, porque al final del día, eso es lo que cuenta.
–No sé cómo hacer eso –negó mirándome. Sus ojos verdes estaban aguados y sus mejillas se encontraban sonrojadas.
–Solo tienes que ser valiente, cariño –sonreí ahuecando su mejilla en mi mano–. Un paso a la vez.
–Pero tengo miedo...no quiero hacerlo solo –hizo un pequeño puchero, y juro que podría haberme derretido de ternura ahí mismo.
–No tienes que hacerlo solo Harry, yo estaré contigo en cada paso que des –lo tomé de ambas mejillas para mirar sus hermosos ojos–. No te dejaré solo.
–¿Lo prometes? –dijo al momento que una lágrima se escapaba por su ojo derecho. Sabía que esto no solo se debía a las uñas. Harry tenía muchas inseguridades aunque intentara demostrar lo contrario.
–Lo prometo –la sequé rápidamente y subí una mano para acariciar su cabello.
Me miró unos segundos en silencio. Podía ver aún el miedo en sus ojos, así que solo sonreí un poco para calmarlo y tomé su mano para acercarlo y rodearlo con mis brazos. Harry suspiró y se hundió en mi cuello pasando sus brazos por mis hombros.
–Gracias Lou –susurró dejando pequeñas caricias en mi nuca–. Te quiero.
–Oh, también yo cariño –reí besando su cabeza–. Te quiero mucho.
Nos recostamos nuevamente para seguir viendo la película, a la que realmente no presté mucha atención por estar jugando con los rulos del ojiverde, pero cuando terminó y ya había anochecido, Harry me miró.
–¿Quieres dormir conmigo? –preguntó luego de unos segundos.
–Harry Styles, eres un atrevido –bromeé pellizcando su mejilla.
–¡Louis! ¡No me refería a eso! –me dio un golpe en el brazo, dejando a la vista su claro sonrojo.
–Lo sé, solo bromeaba –no pude evitar reír por su expresión de vergüenza.
–Eres un pesado Tomlinson –volvió a darme un golpe en el brazo y se levantó para acercarse a su closet. Se giró y me tiró un par de pantalones con una camiseta–. Ten, ve a cambiarte.
Entré al baño rápidamente para cambiarme por el pijama y tras peinar mi cabello un poco frente al espejo para darle tiempo a Harry, salí y apagué la luz del baño. El ojiverde ya se encontraba bajo las mantas y estaba entretenido con su teléfono, así que después dejar mi teléfono en la mesita de noche, subí de un salto a la cama, aterrizando junto a Harry.
–¿Qué haces? –pregunté viendo como fruncía el ceño al ver la pantalla del teléfono. Acaricié su cabello después de taparme con las mantas y lo miré.
–Ugh, no puedo pasar este nivel –se quejó y tras darle un vistazo a su teléfono, vi que estaba jugando a Candy Crush.
Reí y me acomodé a su lado sin dejar de acariciar su cabello, entreteniéndome al ver que por más que desarmara sus rulos, volvían a formarse. Después de unos minutos el calor comenzó a incomodarme, y mientras Harry seguía jugando, me senté en el borde de la cama y me quité la camiseta, dejándola en los pies de la cama.
–¿Lou, qué estás haciendo? –me giré al escuchar su voz y lo vi con el teléfono apagado, viéndome.
–Espero que no te moleste que duerma así, es solo que paso calor cuando duermo contigo –me encogí de hombros viendo como dejaba su teléfono junto al mío.
–Eh no, claro que no –negó y volvió a acomodarse.
Me levanté para apagar la luz y al volver me acosté rápidamente, ganándome una pequeña risa por parte de Harry.
–Buenas noches Lou –se acercó para besar mi mejilla y se giró, dándome la espalda.
–Descansa Hazza –me corrí un poco hasta llegar a su lado y me acomodé sintiendo como transmitía calor.
Después de pensar varios minutos si hacer lo que quería o no, me decidí finalmente por dejar de pensar, y tras pasar un brazo por su cintura para abrazarlo y acurrucarme más, sentí como Harry reposaba su mano arriba de la mía y se giró un poco.
–¿Estás cómodo? –preguntó burlón mientras reía.
–Hm sí, no molestes –sonreí y besé rápidamente su hombro para acomodarme y cerrar los ojos.
–Lou...–escuché como susurraba tras un largo silencio.
–Dime.
–¿Qué pasará después de la escuela? –hizo una pausa y suspiró profundamente–. ¿Qué pasará si no quedamos en la misma universidad? No quiero separarme de ti ni de los chicos.
–Tranquilo, eso no pasará –sentí como jugaba con mis dedos y los entrelazaba–. No te preocupes por eso ahora.
–Está bien –se removió un poco y se pegó más a mí–. Descansa.
–Igual tú pequeño –sonreí inconscientemente al saber que no le gustaba ese apodo.
–No soy pequeño –no tardó en quejarse y reí al imaginar el puchero que posiblemente estaba haciendo–. Tenemos la misma edad.
–Lo sé, pero para mí eres un bebé –me burlé nuevamente y antes de que volviera a quejarse, volví a hablar–. Buenas noches Hazza.
–Buenas noches Lou.
–C.