Igualitaria Intención

By aleja_d_leon

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Todo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla ti... More

Advertencia/Booktrailer
Epígrafe
Introducción
1. Desastrosas
3. Venganza sabor tomate
4. Misma problemática
5. Molestos Encuentros
6. Problemas en común
7. De lo que das, recibes
8. Puñetazos y más puñetazos
9. Desastre andante
10. ¿Dulce verganza?
11. Que empiece la guerra
12. Viral
13. Un buen chico salido de sus casillas
14. San Valentín 1/2
15. San Valentín 2/2
16. Un bestornudo
17. Besas Horrible
18. Marihuano
19. Amenaza
20. Roba besos, burlador
21. Plan-Venganza
22. Plan conquista
23. ¿Juego de sentimientos?
24. Que inicie el juego
25. Desastrosa planeación
26. Karaoke
27. Peleas en billar
28. ¿Finges?
29. Te quiero
30. Confusión-Bendición
31. ¿Me gusta? Me gusta.
32. Verdades que duelen
33. ¿Debo cuidarme de tí?
34. No sentí nada.
35. Lo revelamos
36. Una lección mal enseñada.
37. No se va a quedar así
38. Travesuras realizadas
39. ¿Qué deaseaste?
40. ¿Hacker de pacotilla?
41. Pronto llorarás
42. Eres Amarilla
43. No quiero repetir historias
44. Mala influencia
45.a Frutifantástico 🤣
45.b Corazón roto.
46. Silencio
47. La amo.
48. Ignorado.
49. Plan/ideas
50. Kanuel
51. Te amo
Epílogo

2. Ella perdió más

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By aleja_d_leon

Manuel Young

"Me subí en una nube, y la nube eran tus besos. Tenías tu casa, y tu casa era mi cuerpo. Creí que duraría, pero lo único que duró fue el golpe contra el suelo que causó tus mentiras y secretos, dejando heridas que llamé "Tus recuerdos". Que mal se siente montarse en una nube y luego golpearse contra el suelo... ¿Verdad?".


Cuando la conocí, lo supe, sin duda alguna era ella. Todo lo que un día había estado buscando lo había encontrado. Ella era todo lo que quería, mi chica perfecta, encajaba en mis expectativas y la amaba, en verdad la amaba.

Llegó a mi vida como caída del cielo, era un ángel y su nombre lo demostraba, traía en sí misma toda la delicadeza que allá arriba se podía apreciar y también la calma.

Su mirada estaba fija en la película de terror que se reproducía en la Tv enganchada en la pared que estaba frente a mi cama. Allí, recostada sobre mi pecho, la encontraba más hermosa que nunca, me era imposible concentrarme en algo cuando ella estaba cerca.

Su atención en la película y mi atención en ella, acaricie levemente su cabello y se encargó de pegar su cuerpo mucho más al mío.

Tomé el control de la Tv que reposaba a mi lado y la apagué. Angelina miró desconcertada a la pantalla dejando escapar un leve suspiro.

–¡Manu!... – Reprochó sobre mi pecho levantando una mirada acusadora pero divertida hacia mí.

Angelina Davis era la mujer de mi vida, literalmente. La conocí en el instituto cuando teníamos 17 años y nos hicimos pareja a los 18. Llevábamos cuatro años de relación y no dejaba de amarla.  Amaba su personalidad; era amable, tierna, transparente, organizada, calmada, no causaba problemas, pero sobre todo… Me entendía. Era como yo en muchos aspectos, teníamos gustos muy similares y casi no discutíamos. También era muy hermosa, amaba cada parte de ella, mi parte favorita eran sus rizos, caían libres hasta sus caderas. El tono de su piel era claro, de los dos ella era más blanca, pero se negaba a aceptarlo. El color de su piel hacía un perfecto contraste con el color de su cabello increíblemente oscuro. Amaba sus cejas, sus pestañas, esos ojos que tenían un lindo brillo natural y sus labios, siempre permanecían color rosa.

La rodeé con mis brazos y la miré fijamente a sus ojos color café. Era irresistible y lo era mucho más cuando usaba mi ropa, como ahora, traía uno de mis suéteres color gris que le quedaba como un camisón por nuestra diferencia en estatura.

–Manu… – Murmuró mirándome con los ojos entrecerrados.

–¿Qué, Ángel? – Pregunté simulando inocencia mientras ocultaba el control entre las sábanas. Con la punta de mi nariz empecé a repartir caricias en su cuello, caricias que iban acompañadas por pequeños besos.

Tomó mis mejillas guiándome hasta sus labios, los juntó con los míos antes de empezar a moverlos con lentitud. Era experta en crear besos tiernos pero profundos, besos que me hacían enloquecer. Se subió sobre mi abdomen  y recogió su abundante cabello rizado en una coleta, aún cuando su cabello estaba recogido se le veía muy largo.

Escabullí mis manos debajo del suéter y apreté levemente sus caderas sin dejar de admirarla. Esto se iba a poner muy interesante.

–Eres muy hermosa… – Susurré subiendo una de mis manos hasta su mejilla. Sonrió abiertamente dando un pequeño beso en la palma de mi mano. Me gustaba decírselo muchas veces, para que lo tuviera siempre presente y no dudara nunca de eso.

Inclinó su cuerpo para llegar nuevamente hasta mis labios.

–Te amo… – Aseguró mirándome a los ojos. Mis labios se entreabrieron para corresponder a sus palabras pero me hizo hacer silencio con un beso.

Deslicé mis manos por su cuerpo sintiendo la suavidad de su piel y como el calor  que transmitía me hacía sentir como en casa. Nuestras manos y labios justo ahora no conocían la quietud  y en cuestión de segundos ya habíamos creado un rin de besos con lengua. Con Angelina estaba dispuesto a todo.

En la habitación el silencio reinaba y solo era interrumpido por el sonar de nuestros besos hasta que el instrumental de Beethoven – Para Elisa, resonó por toda la habitación, reconocía ese sonido, era su tono de llamada. Solté un bufido al ver como Angelina se separaba un poco de mis labios. ¡No podía ser cierto!. ¿Por qué interrumpían siempre en el mejor momento?.

–Voy a contestar, amor… – Se excusó apartándose un poco de mí mientras hacía pucheros. Así no podría enojarme nunca.

Extendió su mano hasta mi mesa de noche y de encima tomó rápidamente su teléfono, lo contestó mientras se acomodaba sobre mi abdomen. Me guiñó un ojo y sonrió abiertamente

–Eh… Hola – Habló a través de la línea, se quedó en silencio unos segundos – ¿Tiene que ser ahora?. Es que… Estoy algo ocupada. Oh… Bien, comprendo. Sí, bueno yo… Yo hago eso. No te preocupes, todo va a estar bien. Sí, él comprenderá.

Eso último lo dijo mirándome a los ojos. Ya sabía lo que significaba, iba a irse. Rodé los ojos soltando un bufido. La observé colgar la llamada y sonreírme abiertamente mientras jugaba insistentemente con su teléfono.

–Amor… – Murmuró con voz suave acariciando una de mis mejillas – Sara me necesita.

Sara era su mejor amiga, y a veces, la odiaba.

–¿Es urgente? – Pregunté y asintió.

–Pasó algo con su familia y necesita apoyo… Ya sabes, del moral – Explicó.

Solté un leve suspiro de resignación.

–Vamos… Te recompensaré luego – Animó acercándose a mis labios. Dio muchos besos sobre ellos hasta que logró robarme una sonrisa – Lo prometo… – Aseguró sonriéndome. Entre más cerca, más perfecta la encontraba.

–Está bien…

Se levantó de encima de mí y rápidamente buscó su Jean para empezar a ponérselo. Miró el suéter que traía puesto para luego mirarme a mí.

–Voy a llevármelo…

–Al inicio preguntabas si podías llevártelo, ahora solo lo afirmas.

–Eres mi novio…. – Recordó entre risitas – Puedo hacer contigo lo que quiera y también con tu ropa.

Reí ante sus palabras observándola caminar  rumbo a mi espejo y se dio un vistazo en el.

–¿Cómo me veo? – Preguntó mirándome fijamente a los ojos.

Cabello recogido, Jean ajustado, converses y mi suéter.

–Hermosa. Perfecta. Inigualable.

Caminó hacia mi cama para lanzarse sobre mí y dio un beso en mis labios.

–Eres el mejor novio del mundo… - Aseguró.

Angelina tomó mi mano y me hizo levantar de la cama para salir juntos de la habitación y caminamos por el pasillo rumbo a las escaleras.

Se oían susurros provenientes de la sala. Me impresioné al ver a algunos de mis amigos sentados sobre los muebles mientras uno de ellos permanecía con la espalda apoyada sobre la puerta de entrada. ¿Qué rayos hacían mis amigos aquí? Y ¿Cómo habían entrado en la casa?. Paseé mi mirada por ellos. Lo más curioso era el silencio que reinó entre ellos al verme, siempre estaban haciendo alguna idiotez pero ahora se mantenían en quietud. Sus miradas se posaron en mí y luego en Angelina, cierta extraña tensión empezaba a crearse en el ambiente. Ella estaba tan impresionada como yo, realmente no los esperaba aquí.

–¿Cómo entraron? – Pregunté en cuanto bajamos los últimos escalones.

Mi pregunta fue respondida cuando vi a mi hermana salir de la cocina con un vaso de agua en su mano. Era obvio, ella los había dejado entrar.

La música de Beethoven volvió a oírse pero en ésta ocasión Angelina no respondió a su llamada.

–Ya Sara empieza a insistir… – Explicó. Tomó mis mejillas, se colocó en puntas y dio un rápido beso sobre mis labios – Nos vemos mañana, amor.

–¿No necesitas que te lleve? – Pregunté observándola caminar hacia la salida.

–Hoy prefiero caminar… – Explicó deteniéndose frente a la puerta – ¿Lo comprendes, verdad?. – Preguntó suavemente y me encogí de hombros. No pasaba nada con eso, a veces todos necesitábamos algo de espacio. Intentó salir de casa pero se detuvo al ver a mi amigo apoyado en la puerta, cruzado de brazos – Permiso, Alexander, voy a salir.

–Deberías dejar que Manuel te lleve a dónde sea que vayas… Las calles están solas – Observó en tono acusador. Esto sí que era extraño.

Alexander era uno de mis amigos, además era un compañero de clases y de equipo de Fútbol de la Universidad. No solía preocuparse por Angelina, ella no era cercana a él y eran como el agua y el aceite, se llevaban malísimo. ¿Por qué? No lo sabía, Alexander siempre decía lo mismo: “Su cara inocente no me convence”.

–No voy muy lejos, puedo ir sola, ahora… Dame permiso, por favor – Persistió Angelina con algo de dureza en su voz.

–¿A dónde vas?... – Le preguntó Alexander y Angelina subió una ceja. Ya esto estaba siendo demasiado extraño.

–Eso no te importa, Alexander. No te debo explicaciones. Deberías dejar de intentar coquetear con la novia de tu amigo, ¿No te da vergüenza?.

–¿Disculpa? – Gritó Alexander con ironía llevando las manos a su pecho completamente ofendido – ¿Quién te dijo a ti que yo estoy intentando coquetear contigo?. Ilusa.

–¡Alexander, deja a Angelina en paz! – Grité fuerte. No entendía que rayos le pasaba con ella, era como si no le agradara y nunca entendía el por qué, Angelina no le había hecho algo malo a él. Todos se llevaban bien con ella, excepto él. A veces Angelina intentaba ser amable y romper con la tensión pero Alexander no se lo permitía.

Ante mi grito Alexander se quitó de la mitad dejándole la salida libre, pero Angelina no salió. Se giró a mirarme y fue sencillo notar lo enojada que estaba.

–¿¡Ya ves por qué no me agrada?! – Gritó fuerte en mi dirección – ¡Es un imbécil! – Agregó antes de darle una de sus peores miradas y salió de casa hecha una furia.

–¡El odio es mutuo! – Gritó fuerte para que ella pudiera oírlo.

Fui hasta el sofá, tomé un cojín y se lo lancé al rostro.
–¡Hiciste que se enojara conmigo!. Déjala tranquila, ella no te hace nada, nunca.

La voz de Estefan, el cual era mi mejor amigo, se oyó a mis espaldas. Tanta seriedad en su tono logró ponerme alerta, no podía significar nada bueno.

–Manuel… Tenemos algo que decirte – Aseguró levantándose del mueble. A Estefan lo conocía desde que tenía 12 años, era un chico peli negro de tez trigueña, alto, con un humor algo pesado, pero buena gente al final del día. Solíamos hacer todo juntos y no habían secretos, era como un hermano para mí.

–¿Qué sucede ahora? – Pregunté tirándome boca arriba sobre uno de los muebles que estaba desocupado – Ni crean que les voy a pasar de gratis los trabajos que hay para mañana. ¡Exijo pago!. Es lo justo.

–No, no es sobre eso – Aseguró Estefan rodando los ojos.

–Es malo… – Interfirió Anthony con seriedad, él era el mejor amigo de Alexander, pero era todo lo contrario a él. De todos nosotros Anthony era el más serio, si él decía que algo iba mal, realmente quería decir que iba mal. Él no se iba de bromas o juegos.  No mentía, casi nunca.

Nuevamente un extraño silencio tomó lugar entre nosotros. Vale, ya esto no era normal.

–¿Qué pasa? – Pregunté moviéndome en el mueble hasta terminar sentado. ¿Por qué todos me estaban mirando de esa forma? No sabía como describir sus miradas, era pesar, incluso mi fastidiosa hermana me estaba mirando con condolencia – ¡Hablen!. ¿Qué mierdas pasa?.

–¡Dile tú, Anthony! – Pidió Estefan y Anthony negó rotundamente. Si Estefan no era capaz de decírmelo él mismo, era porque el asunto era grave.

–¿Y yo por qué?... – Preguntó – No pienso  decir nada, que le diga Alexander – Sugirió.

Alexander le lanzó una mala mirada a Anthony y negó con la cabeza bastante serio.

–No soy traedor de malas noticias, lo siento – Se excusó para luego mirar hacia mi hermana – ¡Dile tú, Jess!. Eres buena hablando.

Jessica abrió sus ojos como platos y le mostró el dedo medio. Alexander soltó una risotada y le devolvió el gesto.

–¡Jessica, dime! – Ordené mirándola con seriedad. Jess tenía 16 años, era una chica de cabello muy claro y simpática, pero para ser mi hermana era muy contraria a mí, demasiado desastrosa y problemática, por esa misma razón no nos llevábamos tan bien. Chocábamos en casi todo.

–¡Yo me acabo de enterar! – Replicó llevando el vaso de agua hasta su boca para darle un trago – Que te diga Alexander… Él lo vio todo.

–¡¿Ver qué?! – Grité ya harto de ver como se pasaban los turnos para evitar decirme algo que parecía ser realmente malo. No los comprendía.

–Alexander… Dile – Le ordenó Anthony. Todas las miradas cayeron sobre él casi instante. Soltó un bufido e hizo mala cara mientras fijaba sus ojos en mí.

–Vale, vale… Ya voy a decirle – Cedió de mala gana fijando sus ojos en mí – Es malo – Advirtió. Lo vi en sus ojos, Alexander no iba de broma y eso me aterraba.

Sentí como mi corazón se aceleraba y dejé caer mi cuerpo completamente sobre el sofá, iba a prepararme para cualquier cosa. Lo presentía, lo que sea que él diría podría romper mi corazón. Empecé a imaginarme las peores cosas que él podría decirme, estaba preparado para todo.

–Alexander… Díselo de buena forma – Le advirtió Jess y Alexander la miró con los ojos entrecerrados.

–¡Habla de una vez! – Ordené.

–Eh… Voy a decirlo en buena forma, igual te va a doler así que salgamos de esto de una puta vez – Aseguró rascando su nuca. Aclaró su garganta y dejó salir un suspiro lleno de cansancio y resignación – Angelina no es lo que crees, te está siendo infiel. En teoría, justo ahora tienes más cuerno que el toro.

Ante sus palabras sentí el enojo subir en mi interior. Alexander logró hacerme enfurecer con sus palabras, yo no iba a permitir que se atreviera a hablar de Angelina de esa forma.

–Si tú la odias… Que bien, me da igual – Hablé intentando controlar mi tono de voz – Pero no intentes ponerla en mi contra.

Alexander me miró boquiabierta.

–Ah… ¿No me crees? – Ironizó con frialdad dejándome en silencio, tanta seriedad de su parte empezaba a asustarme.

–Angelina sería incapaz de hacerme algo así… – La defendí y soltó algunas risitas irónicas. La conocía, ella no era de esas chicas.

–¿Me estás diciendo mentiroso? – Preguntó cabreado – Sabes qué… Jódete Manuel, no debí decirte y debí dejar que te sigan viendo la cara de imbécil.

–¡¡No vayan a pelear!! – Gritó Jess interfiriendo rápidamente entre ambos. Me tomó fuertemente de la camisa y me empujó lejos de él – Manuel, debes creerle. Piensa, cabeza hueca, aborto de mono, ¿Qué motivos tiene Alexander para mentirte?.

–¡A él no le agrada a ella! – Recordé.

–Porque es una hipócrita. ¿Cómo rayos quieres que me agrade?.

A veces odiaba la forma en que él decía las cosas. Iba a defender a Angelina de nuevo pero las palabras que salieron de su boca me hicieron detener.

–Soy demasiado astuto… Si alguna tipa quiere engañarme a mí debe pensarlo un millón de veces antes. Manuel, empecé a sospechar cuando vi a Angelina en un parque tomada de la mano de otro tipo que no eras tú – Explicó y lo miré con los ojos entrecerrados. No le creía ni una palabra – Desde ese día empecé a hacer una investigación por mi cuenta, sé quién es el tipo, dónde vive y los días que se ven.

–Manuel, debes creerle – Insistió Estefan acercándose a mí. Él no me mentiría y menos sobre este tipo de temas. Ya no sabía que pensar, me sentía demasiado confundido y perdido. Simplemente no podía imaginarla haciendo todas esas cosas con otro chico.

–¿Quieres verla con tus propios ojos? – Preguntó Alexander y tragué en seco.

–¿Qué?

–Que si quieres verla con tus propios ojos… – Repitió caminando hacia la puerta de mi casa – ¿A dónde te dijo que iba?.

–A donde su mejor amiga… – Respondí en un susurro.

–¿Qué pasaría si te digo que ella no se fue a dónde su mejor amiga? – Preguntó subiendo una de sus cejas.

–Esto tiene que ser una broma… - Murmuré pasando una de mis manos por mi cabello. Seguía sin creerlo.

–No lo es… – Afirmó con seguridad – Ven conmigo y lo ves por ti mismo. ¿O es que prefieres vivir engañado?. Manuel, la verdad duele, pero vivir engañado es decepcionante.

(…)

No sé por qué accedí. En el auto de Alexander no solo estaba yo sino también, Estefan, Anthony y Jess. Esa última ni sabía por qué la había dejado venir, creo que no tenía cabeza para ponerme a discutir con ella.

Estaba rogando al cielo porque todo fuera mentira. Me sentía agotado, estresado y cansado. Mi cabeza empezaba a doler mientras intentaba mantenerme en calma. Dejé caer totalmente mi cuerpo sobre el asiento del copiloto.

Alexander había estacionado su auto a unos cuantos metros de la casa del supuesto tipo. No había rastro de Angelina y llevábamos esperando más de una hora dentro del auto. ¡No sucedía nada!.

–Estoy seguro de que está dentro de la casa… Solo hay que esperar que salga – Observó Alexander sin quitar la mirada de la casa. Ya me dolía el trasero de estar sentado.

–Quiero un helado… Me estoy aburriendo – Pidió Jess desde los asientos traseros. Ella estaba en el centro y a sus lados permanecía Estefan y Anthony – ¡Y tanto Estefan como Anthony se está durmiendo! – Gritó dando unas fuertes palmadas sobre sus piernas para hacerlos reaccionar.

–¿Quién se supone que es el chico? – Pregunté simulando desinterés.

–No te imaginas… –  Aseguró Alexander con desagrado rodando los ojos – Es el mejor amigo de Emmanuel, Edmund Floyd.

¡¿Qué?!. Esto tenía que ser mentira, ellos dos pertenecían al equipo. Emmanuel era capitán, un completo imbécil y su mejor amigo, Edmund estaba al mismo nivel que él. A demás, Edmund sabía perfectamente que yo estaba saliendo con Angelina y yo nunca en la vida los había visto a ellos dos juntos, ni siquiera teniendo una conversación casual.

Todos en el auto estaban esperando por mi reacción.

–Esto tiene que ser mentira…

–¡¡Ya salió!! – Gritó Jess y señaló hacia la entrada de la casa. Todos de inmediato nos pusimos alerta y miramos hacia el lugar donde Jess señalaba.

Sentí una punzada en mi corazón al ver como Angelina salía de la casa de Edmund con él detrás mirándole el jodido trasero. Mi mente no podía procesarlo, tenía que haber otra explicación, pero no la había. No tenía palabras.

–Que mentirosa. Y eso que iba para donde la mejor amiga… – Ironizó Jess. Literalmente mi hermana me estaba respirando en el cuello. Se había levantado de su asiento para poder ver mejor. ¿Por qué tuvo que mentirme?. Angelina no mentía, no estaba comprendiendo nada.

–Y no está usando tu suéter, con el que salió de tu casa… Apunta eso, Manu – Observó Alexander sonando victorioso.

Detallé a Angelina. Hablaba con Edmund sin ningún tipo de contacto físico, pero no llevaba mi suéter, ahora traía un suéter color negro con la palabra “Nirvana” en su frente, que obviamente por lo grande que le quedaba, era de él.

–Y su cabello está húmedo y suelto… – Continuó Estefan con el doble sentido plasmado en su voz.

–Saca tus propias conclusiones… - Animó  Anthony. Mi corazón se estaba rompiendo, la punzada se intensificaba con cada segundo que pasaba y no podía hablar, porque simplemente no sabía qué decir.

La imagen que yo tenía de Angelina estaba chocando con la realidad que se extendía frente a mis ojos. Ella no sería capaz de…

Angelina se colocó en puntas, tomó a Edmund de su suéter y lo besó. ¡Lo estaba besando voluntariamente!. Edmund llevó las manos hasta su trasero y lo apretó levemente. Todas las dudas se fueron y lo único que empezaba a nacer en mi interior era impotencia, furia, pero sobre todo… Decepción. Mi cabeza se llenaba de preguntas mientras el silencio tomaba lugar en el auto y todas las miradas caían sobre mí. Ahora sentía muchísima vergüenza.

Un nudo amenazaba en mi garganta y así mismo mis ojos se cristalizaron. No quería echarme a llorar, pero no pude retener mis lágrimas por más que intenté hacerlo.

¿Cómo había sido capaz?, ¿qué hice mal?. Ella parecía feliz conmigo, ¿Por qué hacía esto y justo con él?. Quería ir y gritarle cosas pero… ¿Qué sentido tenía?.

–Pelear por una chica es ridículo… – Advirtió Alexander sin quitar la mirada de la escena que se extendía frente a nuestros ojos. Lo miré desconcertado. Por un momento pensé que él sería el primero en decirme “ve y rompe su cara”  – Cada quien está con quién quiere y valora lo que le importa. Él imbécil de Edmund no te hace un daño, te hace un favor, te ha mostrado quién es ella realmente.

–Fueron cuatro años de relación… – Murmuré sin saber muy bien qué decir. Cuatro años tirados a la maldita basura. Tiempo perdido y yo odiaba perder el tiempo.

–Alexander has dicho algo razonable por primer a vez en tu vida… Felicitaciones – Habló Estefan y Alexander le mostró el dedo medio.

–¿Ya podemos irnos a un Club para pasar la Tusa juntos? – Preguntó Alexander con una amplía sonrisa y Anthony rodó los ojos. Yo no quería ir a un Club, no hoy.

–Y allí está de nuevo el Alexander que conocemos – Habló Anthony con resignación.

–A la mierda… Todos ustedes son unos imbéciles – Gritó Jess furiosa y todas las miradas fueron a ella. Abrió con agilidad la puerta del auto y salió de él – Si tú no vas a ir a romperle la cara al tipo yo si voy a ir a romperle la cara a Angelina por zorra. Aquí la única que puede hacerte daño físico y mental, soy yo. No ella…

Cerró la puerta de un portazo y corrió hacia Angelina ignorando mis gritos.

–Ella me cae bien… – Susurró Alexander  y me apresuré a bajar del auto. Todos hicieron exactamente lo mismo. Jessica estaba loca, ella no podía comportarse como una adolescente normal.

Jess tomó a Angelina del cabello y de un solo jalón la hizo apartar de Edmund. Aprovechó el desconcierto del imbécil y le dio una fuerte patada en su entrepierna. Su expresión de dolor me llenó de satisfacción. Corrí hacia ellos. El desconcierto en el rostro de Angelina era épico y se intensificó al verme aparecer en escena.

Tomé a Jess de su blusa y de un solo jalón la hice apartar de Angelina. Pasó las manos rápidamente por su cabello mientras intentaba pensar en algo que decir, miró con desconcierto a Edmund el cual tenía su manos en su miembro intentando controlar el dolor.

–¿Qué… Qué haces aquí? – Preguntó con la voz temblorosa. No respondí – Manu, ¿Qué haces aquí? – Persistió.

–La verdadera pregunta es… ¿Qué mierdas haces tú aquí? – Respondí con dureza.

–¡Eres una descarada! – Le gritó Jess intentando soltarse de mi agarre para ir y golpearla – Y tienes el descaro de preguntar que qué hace él aquí, cuando tú estás aquí besando a otro.

–Eres una mentirosa… – La burló Alexander mientras la señalaba antes de soltar una risotada – Yo sabía que esa carita de “yo no mato ni una mosca” no mataba una mosca, las mataba todas.

Angelina lo ignoró intentando buscar con angustia mi mirada.

–Manu… Amor, todo tiene una explicación… ¿Vale? – Habló rápidamente mientras intentaba acercarse a mí con los ojos cristalizados y la voz quebrada. No iba a escucharla, justo ahora lo único que quería era alejarla de mí. Se detuvo al ver que Jess podría golpearla si daba un paso más – Manuel… hablemos.

–¡Cállate! – Le grité fuerte y justo en ese momento se fue en llanto – ¡Quédate con éste Imbécil! Tras de infiel, tienes unos gustos malditamente horribles. Esta mierda se acabó. ¡Y me devuelves el puto suéter que seguramente dejaste olvidado en su habitación mientras te lo follabas!.

–¡¡¡Eso!!! – Gritó Estefan antes de aplaudirme – Estoy orgulloso.

–La verdad es que tu novia si folla bien… – Murmuró Edmund.

Una almohada impactó fuertemente mi rostro logrando sacarme completamente de mi ensoñación. Miré desconcertado a la almohada que ahora estaba en el suelo. Jessica estaba a unos metros de mí, en pie bajo el marco de la puerta que daba entrada a mi habitación, con su bolso de ir al instituto colgado a su hombro.

–Te estoy hablando… Pero estás en otro mundo – Reprochó cruzándose se brazos – Deja de pensar en Angelina… – Advirtió.

–¡No estoy pensando en ella!... – Grité fuerte tomando la almohada del suelo y le devolví el golpe.

Había pasado un meses y 17 días… Un mes y 17 días desde que vi a Angelina ser infiel, nunca la creí capaz de tanto. No había vuelto a hablar con ella desde entonces porque salimos de vacaciones exactamente al otro día.

Era un orgulloso y lo aceptaba. La bloqueé de todas mis redes e hice como si no existiera. A veces, cuando sentía el dolor en plenitud y me era imposible creer que una chica como ella se hubiera atrevido a tanto, me obligaba a recordar el momento, para mantenerlo presente. Angelina Davis me había visto la cara de imbécil aún cuando yo era el único que estaba dispuesto a darlo todo por ella.

Teníamos historia y me estaba siendo difícil dejarla ir. Cada día pasaba más lento que el anterior y las preguntas en mi cabeza aumentaban mientras las respuestas parecían huir de mí. Intentaba disimular, hacerme el fuerte, pero no lo era, no cuando eran las 3:00am y estaba solo.

–Manu, Estefan te está esperando en la sala… – Agregó Jess.

Aquí íbamos de nuevo, las vacaciones habían terminado y ahora solo tenía una opción, levantar la cabeza e ir de vuelta a la Universidad a enfrentarlo todo sin vergüenza alguna, porque de los dos la que más perdió fue ella, o al menos eso intentaba repetirme, para mantenerme fuerte.

Angelina Davis me había enseñado que las personas pueden mentirte incluso mirándote a los ojos. Ahora solo me preguntaba si alguna en verdad la conocí.

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Información: Las actualizaciones pueden variar de 3 a 4 veces por semana.

Espero que tengan una bonita semana.
Los quiere.
Aleja D.

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