3. Venganza sabor tomate

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Karla McCall

- ¿Qué están haciendo? - Preguntó Jade, era mi hermana menor, había entreabierto la puerta y dejó ver su rostro, la curiosidad estaba plasmada en su tono de voz y sus ojos brillantes, es como si pudiese olfatear mis problemas desde lejos. A su lado estaba James, un chico alto de piel morena y cabello rizado, era hermano de Dafne y mejor amigo de mi hermana. Mis padres hicieron un gran trabajo al juntarnos.

- Nada... - Respondí conectado la licuadora al conector que estaba junto a mi cama.

Alexandra se había ido a la Universidad debido a que sus clases eran más temprano que las nuestras mientras Dafne permanecía sentada en el suelo a mi lado, cortando tomates en 4 partes mientras yo me encargaba de licuarlos para obtener como resultante un liquido rojo y espeso, liquido que luego colocaba dentro de un balde mediano. Hacíamos jugo de tomate en mi habitación porque si lo hacíamos en la cocina mis padres sospecharían de nuestras malas intenciones por la mala fama que ya nos traíamos.

Dafne tenía una mente maestra, el plan era bañar a Aarón en jugo de tomate, el rubio era alérgico a ese vegetal en específico y lo detestaba en todos los estados posibles. Pero bueno... Yo no podía hacer nada por su vida y piel, él se había buscado su propio mal por mentiroso.

- Karla, dime lo que haces o le diré a papá... - Amenazó y levanté mi mirada para enfrentarla, Jade ahora estaba apoyada en el marco de la puerta sin ninguna intención de irse. A veces tener hermanos era como chocarse el dedo meñique con una pata de la cama. Podían llegar a ser insoportables.

- Tú... Criatura, ¿te atreves a amenazarme a mí? - Pregunté y Jade me miró fijamente asintiendo sin ningún temor. Tenía quince años y en ocasiones podía llegar a ser más desastrosa que yo, afortunadamente solo éramos las dos, dudaba soportar a otro hermano, pero sobre todo, dudaba que mis padres pudiera tener paciencia para otro hijo.

- Me causa intriga... - Resopló encogiéndose de hombros.

- ¿Qué clase de broma pesada y macabra están planeando? - Se le unió James mientras se adentraba en mi habitación y detallaba a Dafne - Tanto jugo de tomate no puede significar algo bueno. Y ver a Dafne cortar tomates es raro, en casa no sirve para nada.

- Hey adoptado... ¿Quieres que te apuñale? - Lo amenazó Dafne mientras lo señalaba con el cuchillo desde la distancia.

- Paso... Otro día - Le respondió haciéndome reír - Y aquí la adoptada, eres tú. Mamá dice que te encontró en un bote de basura.

- Si tanto quieren saber qué planeamos... Es algo sencillo, una venganza contra el rubio - Interferí en la discusión. Dafne a mi lado no dejó de cortar tomates y volví a poner en función mi licuadora. De solo imaginarme a Aarón bañado en jugo de tomate mi corazón se llenaba de felicidad y de ansias. Ya quería ver la cara que pondría el rubio. Seguro gritaría "¡Joder, Karla, te has vuelto loca, voy a matarte!" mientras su rostro se tornaba rojo de la furia, luego se brotaría su piel y eso me pondría doblemente feliz. Si tenía suerte, tal vez no terminaríamos rodando por el suelo envueltos en puñetazos.

- ¿Aarón? - Preguntó James y asentí llena de felicidad, ellos lo conocían. Solo faltaba licuar un tomate más y estaría el balde hasta el tope.

- No sé que hizo Aarón esta vez pero... Dicen que del odio al amor solo hay un paso - Informó Jade con doble sentido y una sonrisa pícara. Sabía muy bien a qué se refería pero no le iba a dar el gusto de molestarme.

- Entonces voy a cortar mis pies... - Respondí con seguridad encogiéndome de hombros y Dafne estalló en una risotada antes de chocar palmas conmigo. Entre Aarón y yo solo existía fastidio puro y yo... No me enamoraba de traidores como él.

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