"Al caer la nieve" (Libro I)

By MJLove47

278K 5.7K 695

PRIMER LIBRO (NUEVA EDICIÓN 2023) Los dos no tenían nada en común, pero había algo que los encajaba perfectam... More

❄️
❄️Capítulo 1
❄️Capítulo 2
❄️Capítulo 3
❄️Capítulo 4
❄️Capítulo 5
❄️Capítulo 7
❄️Capítulo 8
❄️Capítulo 9
❄️Capítulo 10
❄️Capítulo 11
❄️Capítulo 12
❄️Capítulo 13
❄️Capítulo 14
❄️Capítulo 15
❄️Capítulo 16
❄️Capítulo 17

❄️Capítulo 6

4.2K 278 71
By MJLove47

Me froto los ojos.

Estoy segura de que la vista me anda fallando, haciendo que vea cosas desagradables y ni idea por cuánto tiempo he seguido haciendo lo mismo, pero continúo hasta que comienza a arderme. Levanto los párpados, volviendo a enfocarme en él y..., respiro profundamente. Acabo de recordar que soy malísima cuando lanzo promesas, creyendo que la otra persona no tomará enserio mis palabras. Como la vez, que le rompí los anteojos, por mera casualidad, a Milagros, prometiéndole que le compraría otro. Mi madre no se inmutó en disculparse con la suya y creyendo que ahí había acabado todo, no contamos de que mi mejor amiga seguiría mencionándolo por casi un mes.

A las finales, tuvimos que comprarle uno nuevo.

— ¿Qué haces aquí?

—Quería verte. —responde con tanta seriedad que me hace ponerle mala cara— ¿No me crees?

—No es el día de hacer bromas pesadas, tonto.

Él sonríe bajo.

Los nervios me atacan cuando presiento que mi madre aparecerá pronto. Sin perder más tiempo, le pido que se marche y como el imbécil que es, me da la contraria al invadir la tienda. Santiago chequea los pasteles a través de la vitrina y ruego mentalmente que elija uno para que se largue de una buena vez.

—Quiero ese. —señala uno de chocolate— El más grande de todos.

—Eres un puerco.

Opto por sacar el pastel y corto una tajada. Cuando estoy a punto de empaquetarlo, él me detiene y el plato desaparece de mis manos. Me quedo perpleja al verlo saborearlo y este se percata de mi expresión.

— ¿Deseas, nube? —extiende su mano, mostrándome la cuchara de plástico el cual lleva un pedazo del postre— Apúrate que voy a devorármelo todo. —lo noto ansioso— Está demasiado rico.

—Necesito que te vayas, ahora. —niega con la cabeza— Esto no es lo que te prometí.

—Dijiste que me harías probar uno.

—Mencioné que te invitaría algún día... —sigue insistiendo en que lo pruebe y se lo meto en la boca— ¡No hoy!

— ¿De verdad?

Y encima, habla con la boca llena.

Me importa un bledo al demostrarle mi poca educación cuando lo empujo con todo y plato hacia afuera, y está claro que la suerte no está conmigo al escuchar los pasos de mi madre.

—Cariño, los alfajores ya están...

Su melódica voz se pierde al fijarse en el idiota popular a quién no le importa esbozar una sonrisa con los labios manchados de chocolate. Es extraño que yo quiera reír en un momento así. — ¿Y este chico guapísimo?

— ¿Guapísimo? —resoplo— ¿No ves que se parece a Shrek?

—Los hijos de las vecinas son muy feos, así que no creo que viva por aquí. —deja la bandeja, ignorándome para luego acercarse a él— ¿Eres algún compañero nuevo de Cielo?

—No. —respondo por él— Estudia en mí mismo colegio, pero es de la clase B.

—Soy Santiago. —habla y se limpia la boca con una servilleta— Un placer conocerla, señora.

—Dime Katy. —puntualiza con una sonrisa— Señora es una palabra muy horrible para alguien como yo. —mi madre es tan jovial que detesta ser llamada así— Y... ¿Eres su amigo o su novio?

— ¿C-Cómo?

—¡Por Dios, mamá! ¡¿Qué clase de pregunta es esa?!

—No tiene nada de malo el querer saberlo. Además, está más que aprobado. —siento que voy a colapsar, pero de vergüenza. Tengo que sacar a este tonto de aquí como sea— Bueno, ¿Te gustaría más pastel? O tal vez, ¿Un té?

—Sí, eso sería...

—No es necesario porque ya debe irse a casa. —los interrumpo y rápidamente, busco mi abrigo. Cuando regreso, me percato de que mi madre le ha entregado una caja más grande. Doy un suspiro— Te acompañaré a la esquina para que tomes el bus.

—Claro. —posa sus ojos en ella— Muchas gracias por el pastel.

—No tienes nada que agradecer. —más bien debería pagar por ello— Fue un gusto conocerte y ya sabes que eres más que bienvenido.

— ¡Mamá!

—Lo tendré muy presente.

Nuevamente, él le agradece el gesto y casi le doy una patada para que nos marchemos. Mientras caminamos reniego del clima porque se supone que ya debería apreciarse los rayos del sol. Pequeñas gotas de lluvia siguen cayendo, pero son muy escasas. Creo que debí abrigarme un poco más antes de salir de casa.

—Tú mamá es muy agradable. —ya había olvidado que el tonto estaba a mi lado. Lo escucho atenta— Lo único que sacaste de ella son los ojos azules.

—Todas las mujeres de su familia la heredamos. —respondo y siento mis manos frías— Es por eso que Guillermo sacó los ojos de mi papá.

—No sabía que tenías un hermano.

—Más que eso, es una bala traviesa de tres años.

—Es normal cuando tienen esa edad.

—Lo dices como si ya hubieras pasado por eso. —él asiente— ¿Cuántos?

—Dos, pero es como si tuviera solo uno. —lo pronuncia tan afligido que tal vez, no debí preguntárselo— El mayor se casó hace dos años y está muy enfocado en su propia familia. Mi madre es la que suele llamarlo porque si fuera por él, nunca la llamaría.

— ¿No va a visitarlos?

—No, pero ya estamos acostumbrados.

Santiago no habla más de ello cuando llegamos al paradero. No puedo evitar sentirme mal por su situación familiar, es algo que no esperé saber de él con el simple hecho de verlo muy feliz en el colegio. Bien dicen que nadie es conocedor de lo que uno lleva por dentro por más que te muestren una sonrisa en el rostro.

—Deberías volver a tu casa. —él me saca de mis pensamientos— Mi bus no tardará en aparecer, y hace rato que ya andas congelándote.

—Estoy bien. —miento y es raro que lo haga— El abrigo que estoy usando te calienta mucho.

—No parece.

—Lo es.

— ¿En serio? —lo miro seria— Préstamelo.

— ¿Pretendes que muera de frío?

—Si dejas que te abrace, no lo harás.

—Eres un maldito...

Mis palabras se quedaron en el aire cuando me fijé en el pavimento, solo para observar en cómo un auto venía a velocidad, inconsciente del enorme charco de barro que posaba muy cerca de nosotros. No tuve tiempo de meditarlo mucho al coger del antebrazo a Santiago, hacer que retroceda junto a mí y..., un ligero tacto en mi frente ocasionó que todo el cuerpo se me quedara estático. Alcé la mirada, esperando que no sea lo que creía que era y me arrepentí al encontrarme con su iris miel, «¡Por dios! Sí fueron sus labios». El imbécil me muestra una sonrisa al decir:

—Al parecer, tomaste en cuenta lo que te dije.

— ¿Qué...? —me trago la pregunta al verme bien apegada a él. Me alejo y carraspeo— Fue un impulso que hice para no mojarnos con el agua sucia. Deberías agradecérmelo y no molestarme.

—Gracias, nube.

El mismo dulce redondo choca con mi nariz, y aunque tengo la ligera sospecha de que está tratando de que se me piquen los dientes, decido aceptarlo. Por fin, su transporte se manifiesta y antes de que lo arribe, Santiago se despide de mí. No me muevo hasta que este se pierde de mi vista y de la nada, recuerdo el toque de su boca con mi piel. Los latidos de mi corazón se aceleran, preocupándome porque es la primera vez que me ocurre algo así. «Esto no es normal y solo tal vez, voy a necesitar ser llevada al cardiólogo».

La mayor parte del Domingo me quedé encerrada en mi habitación, evitando las interrogaciones de mi madre con el pretexto de que estaba recargada de tareas. Ya intuía que ni bien dejaba a Santiago, ella comenzaría a lanzarme miles de preguntas que no sabría como responderlas. Por más confianza que le tenga, aún no me sentía lista para confesarle que estaba saliendo con él y mucho menos que era gracias a una apuesta.

Es capaz de castigarme de por vida.

Hubo ocasiones en las que me tocaba el pecho, cerciorándome si mis latidos ya eran normales. El problema era que cuando mi mente volaba hacia él, mi ritmo cardiaco volvía a dispararse lo que me daba a entender que sí debía tener algún problema de salud...

O alguien me había lanzado un hechizo maligno.

— ¿Saben si el idiota popular tiene pacto con brujas? —les pregunto a mis amigas mientras saco los útiles de la mochila— ¿O anda con sectas diabólicas?

— ¿De qué rayos estás hablando, Cielo?

— ¿Será que juega con magia negra? —me quedo pensativa— No me sorprendería.

— ¿Lo has visto hacerlo?

—No.

—Entonces deja de delirar.

Si, creo que debería concentrarme en otras cosas más importantes.

El profesor de matemáticas entra al aula y rápidamente, nos ordena a que saquemos los libros para poder revisar la tarea de la semana pasada. La presión se me baja cuando reviso y detallo que no lo he hecho. ¡Esto no puede ser posible! Siempre he sido responsable con los trabajos que me dejan, así que me niego a aceptar que lo he olvidado, y que ahora voy a obtener un cero como nota, «No, no tiene que ser así». Dejo de martirizarme, masajeo mi cuello y me enfoco en resolverlos antes de que él llegue a mi fila.

—Profesor Huertas, necesito conversar con sus alumnos por unos minutos.

Como una especie de milagro, la auxiliar Luz hace acto de presencia, interrumpiendo su clase y visualizo que detrás de ella, hay dos personas. El maestro le permite la entrada, regresando a su escritorio, por lo que continúo resolviendo los ejercicios.

—Buenas tardes, jóvenes. Hoy vengo a presentarles a dos alumnos nuevos. —Mis compañeros, incluyéndome nos quedamos a la expectativa de saber quiénes son los locos que se han matriculado a menos de dos meses de finalizar el año escolar— Ellos son Lucía Richi Perea y Steve López Malvacedo. Espero que les den una cálida bienvenida, sean amigables y muy respetuosos, ¿De acuerdo?

— ¡Sí!

—Así será.

La auxiliar Luz se marcha con esa seriedad que nos hace temblar, y el profesor se encarga de ubicarlos a cada uno en su respectiva carpeta. Luego, sigue con los libros y por suerte, lo he terminado a tiempo. «Es que yo sí soy una cosita bien bárbara». En la hora de receso, tanto a mis amigas y a mí nos picó la curiosidad al querer saber más de la chica nueva la cual ya estaba siendo ofuscada por mis demás compañeros.

—Ya falta poco para que termine el año escolar. —Stefany fue la primera en preguntarle algo— ¿Por qué te cambiaste de colegio?

—Mi familia tuvo que mudarse por negocios, así que no tuve opción. —da un pequeño suspiro— Ellos querían que esperara hasta el próximo año, pero yo deseaba poder hacer nuevos amigos. ¿Lo serán verdad?

Todos asienten.

No la conozco bien, pero ya la estoy admirando. No cualquiera hace un enorme sacrificio por el bienestar de su familia porque eso de decirle adiós a tu antigua vida, no debe ser nada fácil.

—Tu apellido se me hace conocido... —Liliana murmura— ¿Tienes algo que ver con la "Disquera Richi"?

—Es una herencia familiar que le fue otorgada a mi tío paterno. —responde con una sonrisa. Al parecer, era una niña rica— Suelo ir allí frecuentemente.

— ¡¿En serio?! —ella asiente y todos se quedan con la boca abierta— ¿Te has cruzado con algún famoso?

—Muchas veces. —saca una especie de álbum de su mochila y nos lo muestra. En todas las fotos sale con personas que solo vemos en la televisión— No salgo muy bien, así que les pido no reírse.

— ¡Pero si eres hermosa! —uno de mis compañeros no se inmuta de halagarla— ¿No es así, chicos?

— ¡Sí!

Cada uno de ellos se les pega como chicle y continúan adulándola. No era algo anormal lo que estos hacían, ya que Lucía parecía sacada de una revista de modelaje. Era alta, delgada con un rostro de facciones finas y unas pestañas muy rizadas las cuáles ponían al descubierto sus hermosos ojos de color marrón que combinaban con sus cabellos de castaño oscuro. Podría decirse que era la perfección ante los ojos de cualquier varón, pero, así como estaba obteniendo piropos, también estaba despertando los celos de mis demás compañeras.

—Me ha dado un poco de hambre. —Lucía se incorpora, tocando su estómago— Iré a comprarme algo.

— ¡Nosotros te acompañamos!

—No es...

— ¡Insistimos!

Ella asiente, luciendo apenada para luego salir del aula junto a mis diez compañeros que no paran de darse empujones para ubicarse a su costado. Nosotras volvemos a nuestros lugares y noto que mis mejores amigas andan con un semblante muy serio.

— ¿Están bien?

— ¿Me parece o le gusta ser el centro de atención? —pregunta Liliana al estar de brazos cruzados— No se contuvo al enseñarnos su "pasarela" con gente famosa.

—Y encima dijo que salía "fea" en las fotos. —Stefany golpea la carpeta— Ya me cayó mal.

—Es la chica nueva y muy bonita. —pronuncio y las tres me miran fijamente. Creo ver fuego en los ojos de dos de ellas— A cualquier chico le llamaría la atención.

— ¿No te preocupa que Santiago la conozca y también quedé prendido de su belleza?

— ¿Qué tiene que ver el idiota popular con lo que estamos hablando? —desvío sus miradas y hago una mueca— Aún si le llegara a gustar, no es problema mío.

—Debería serlo. Es tu novio y...

— ¡Alto! —corto las palabras de Stefany. En verdad, me está enojando— Te recuerdo que lo que tenemos es solo por la apuesta, y por si quieren volver a escucharlo, Santiago no me gusta para nada. ¿Lo captan?

La tres se quedan en silencio por algunos segundos hasta que de la nada, explotan de risa. Trato de comprender su comportamiento y lo capto cuando me sueltan la palabra: «Estás celosa, Cielo» ¿Qué? ¿De dónde sacan esa estupidez? Por más que les increpo sus delirios, ellas me ignoran para ahora, enfocarse en el chico nuevo quién yace solo y bien acomodado en su pupitre.

— ¿Deberíamos acercarnos a él y hacerle plática?

—No creo que sea buena idea. —habla Mili— Tiene un aura medio rara, ¿No lo creen?

—Eso no le quita lo atractivo.

Doy un suspiro.

—Tú no cambias, Stefany.

—Pero qué hice...

El recreo termina al oír el sonido del timbre, por lo que rápidamente volamos hacia los servicios higiénicos. La semana transcurre sin la compañía de mi supuesto novio, ya que él y yo habíamos decidido preocuparnos más por los exámenes que por nuestra bendita relación ficticia. Lo más extraño era que comenzaba a echar de menos sus ironías, sus apodos y..., tremenda cachetada mental que tuve que darme para recordar que ha quedado pendiente mi cita con el cardiólogo. Fuera de ello, la nueva novedad es que Lucía había empezado a recibir confesiones de amor los cuáles la volvieron popular, y de pasó se ganó el desprecio y envidia de todas las mujeres. Ni siquiera sus propias compañeras del aula la soportaban, así que, al verla completamente sola, decidí pedirles a mis amigas que la integráramos a nuestro grupo.

Fue duro, pero logré conseguir su aprobación.

—Al enemigo siempre hay que tenerlo cerca.

Susurra Stefany en voz baja mientras que las dos nos encontramos en la limosina de Lucía. Todos los días, su chofer personal la recogía a la hora de salida, y como debía transitar por nuestras casas, nos íbamos junto con ella. Incluso mi mejor amiga había choteado a su novio para irse con nosotras.

— La ventaja de tener una amiga millonaria es que nos damos este lujo y comemos más rico en el receso.

—Eres una convenida.

—Soy inteligente.

—Yo extraño caminar.

— ¿De qué hablan, chicas? —ella nos pregunta, interrumpiéndonos— ¿Algún secreto que quieran compartirme?

—No, nada.


———————————————


Después de unos días, el calvario de los benditos exámenes terminó. Por fin, todos podríamos darnos un buen respiro de descanso y solo faltaba el saber si habíamos aprobado o no. Aunque, en mi caso yo estaba segura de obtener una buena calificación. No por nada había estudiado tanto.

—Navarro, ¿Podrías prestarme tu cuaderno de ciencias? —me pregunta Steve al momento que pensaba ir a chismear con mis amigas en el sitio de Liliana— Necesito sacarle copias de la clase antepasada.

—Claro. —extiendo mi mano, pero no se lo doy. Él arruga su frente— Te lo daré si dejas de llamarme por mi apellido. Suena horrible.

— ¿No deberías quejarte con tu papá?

—Soy Cielo. —ignoro su pregunta— Compartimos carpeta y no eres capaz de soltar mi nombre.

—De acuerdo, lo haré.

Asiento y se lo entrego. Él sale del aula y ahora son ellas las que corren hacia mi lugar y me arrinconan al medio. Hace unos días, la auxiliar Luz nos había cambiado de asientos, por lo que me tocó posicionarme a lado del chico de ojos verdes con cabellos claros y con un porte tan serio como amenazante.

— ¿Cómo es que Steve, carita de ángel te habla solamente a ti? —la pregunta de Stefany me confunde— A nadie más le hace caso.

—No seas irónica. —suspiro— Él y yo nos sentamos juntos. Y también es mi colega de laboratorio. Quizás por eso, me tiene confianza y no le molesta pedirme algo prestado.

—O tal vez, se enamoró de ti a primera vista. —entrecierro los ojos. Cuando no haciendo comentarios bobos— Es una pena que tú ya tengas a alguien en quién pensar.

—Ni idea a quién te refieres, pero me da igual.

—Sí..., claro.

Le doy un golpe en la costilla lo que hace que ella ruegue por su bienestar. Me fijo que Steve está de regreso y ni bien posa sus ojos en mí, se da la vuelta, desapareciendo otra vez, «Sí, que es muy rarito».

A la hora de Educación física, el profesor Durán nos indica que formemos grupos de cinco para poder realizar una competencia de voleibol. Mientras espero turno con mis amigas, tengo la intuición de que alguien está detrás de nosotras. Cuando volteo, me sobresalto al ver al tonto de Santiago.

Casi muero de un infarto.

—Pequeña nube. —lo pronuncia tan suave que mi corazón vuelve a acelerarse, las mejillas me arden y debo palmeármelas con disimulo. Por suerte, él anda mirando el partido de mis otras compañeras— ¿Será buena idea el que juegues?

— ¿Por qué lo dices?

—Porque de seguro, les harás perder. —aprieto su brazo con los dedos y mis amigas ríen bajo— Era una broma.

—Qué gracioso...

—Disculpa. —habla Lucía y me doy cuenta de que solo está mirándolo a él— Es absurdo que busques un pretexto con una de mis mejores amigas para dármelo. —extiende una de sus manos— Voy a recibir tu carta con mucho gusto.

Los cuatro no ocultamos el estar perplejos y es Santiago quién enarca una ceja, cruza sus brazos y avanza un poco hacia ella. El ambiente se torna pesado y temo a que el idiota le terminé respondiendo de una manera...

—Y tú... ¿Quién rayos eres?

A Lucía se le cae la mandíbula hasta el suelo mientras que mis amigas ríen con tantas ganas que debo llamarles la atención. No es prudente burlarnos de alguien de nuestro grupo.

— ¿No has oído de mí?

— ¿Debería?

—Es Lucía Richi. —me incluyo, tratando de apaciguar la situación— Llegó al colegio hace una semana y media.

— ¿Así?

—Un placer conocer...

—Ya que han culminado los exámenes...—Santiago se dirige a mí, ignorándola completamente. Demonios— podré acompañarte a tu casa, así que te pido que no te vayas sin mí, ¿De acuerdo?

—Está bien.

Antes de regresarse por dónde vino, él sonríe y acaricia mi cabello. Debo apartar su tacto porque ya se está pasando de confianzudo. Unos minutos, después, mi nueva amiga me acorrala.

—Ese chico fue el que cantó la otra vez, ¿verdad?

— ¿Estuviste presente?

—Había venido a conocer el colegio con mis padres, y cuando estábamos por irnos, él comenzó a cantar. —baja la mirada y esboza una pequeña sonrisa— Por supuesto, que solo logramos escucharlo por algunos segundos, ya que el chofer estaba esperándonos. —ella vuelve a mirarme y esta vez, lo hace atenta — ¿Es tu amigo?

—Su novio. —Stefany responde por mí con voz triunfante— Es extraño que no hayas sabido sobre Santiago Valenzuela, el chico más popular de todo el colegio.

— ¿Novio? —Lucía se queda pensativa— Creí que el "Bombón popular" no tenía una novia oficial.

—Entonces tenía razón.

—Solo había escuchado su nombre, más no sabía cómo era. —su expresión cambia a una cabizbaja— Es entendible que me haya hablado tan horrible al estar quitándole su popularidad.

Dudo que sea eso.

Es lo que menos le importa al imbécil ese.

— ¿Y desde cuando sales con él?

—Desde hace un par de semanas.

—Supe que ha rechazado al setenta por ciento de las mujeres. —me observa de pies a cabeza y es incómodo— ¿Cómo lograste tú conquistarlo?

Me quedo meditando su pregunta y es que es difícil saber que contestarle. En primera porque él y yo nunca nos hemos atraído y en segunda es imposible confesarle mis verdaderos motivos. Aun no se ha ganado mi confianza y por lo que he notado, tampoco confía en mí. Estoy a punto de mover los labios, pero Liliana es la que se incluye en nuestra conversación:

—Por su noble carisma, su belleza, su sencillez y su manera de vestir. ¿No es así, chicas?

—Definitivamente.

Las otras dos responden, apretando los labios para no reírse. ¡Desgraciadas! ¡Cómo les gusta burlarse de mí!

— ¿En serio? —ella frunce el ceño para luego mostrarnos sus dientes brillosos— Ósea que también podría fijarse en mí. —se suelta el moño y me asombra el largo de su cabello. Lo mueve de un lado a otro y vuelve a sujetarlo— Pero tranquila, Cielo porque yo sí respeto los códigos, sobre todo el principal que consiste en no involucrarse con el ex de tu mejor amiga.

«¿Ex?» Al parecer, Lucía se cree bruja porque ya está dando por terminada mi relación falsa. Quisiera poder comprender mejor su actitud, pero simplemente no logro hacerlo. Me cuesta pensar que se comporta así para llamar la atención cuando en realidad no lo necesita. Es visible para cualquier par de ojos, a excepción de sus propios padres. Por lo que nos contó, ella odia el hecho de no estar con ellos la mayor parte del tiempo debido a que viajan constantemente. Su día a día es de pura soledad, tristeza y si estuviera en su lugar no sé que haría.

Las clases terminan, y al salir del colegio, me despido de Liliana y Milagros. Chequeo los alrededores, tratando de hallar al idiota popular. Los minutos transcurren y ni sus luces, así que decido irme y justo cuando estoy a punto de hacerlo, él aparece bastante agitado.

—Lo siento. —limpia su frente con el dorso de su mano— Tenía que dejar unos libros en la biblioteca.

—Oh, entiendo.

— ¿Lista para irnos?

—Sí.

—Es genial que vengas con nosotras, Santiago. En mi limosina hay mucho espacio. —Lucía alardea y le ordena a su chofer que nos abra la puerta. Lo hace y cuando me fijo en el tonto, no veo ninguna expresión— Suban con confianza, por favor.

—No.

A ella se le borra todo, incluso sus ganas de querer ser cortés con él. De la nada, Lucía me coge de la mano y el que me apriete los dedos no es una buena señal. Trato de que me suelte con sutileza, sin embargo, se aferra más y su mirada me hace sentir chiquita. «Sí que aterra».

—Entonces te irás solo porque Cielo se viene conmigo y con Stefany. Adiós. —me jala fuerte, dispuesta a arrastrarme dentro, pero Santiago detiene su acción al cogerme del antebrazo— ¿Qué haces? ¡Déjala!

—Te aconsejo que no seas ridícula y sueltes de una vez a mi novia. —habla tan firme que las piernas me tiemblan— Porque es MI NOVIA, por si no lo has captado.

—Es mi mejor amiga.

—Dudo que lo seas, pero, a fin de cuentas, yo peso más. —él sonríe con un toque atrevido y su iris se encuentra con mi azul— ¿No es así, mi pequeña nube?

Oh, cielos.

Cómo detesto que agregue ese "mi" a su maldito apodo y, aun así, me saca una boba sonrisa que logro ocultar con sutileza. No sé qué rayos me está causando Santiago Valenzuela, pero admito que se siente extrañamente bien.

Continue Reading

You'll Also Like

201K 18.9K 67
Jeon Jungkook es un Omega de 20 años, el cual siempre soñó con encontrar una pareja, pero nadie lo aceptaba, ¿ porque ? Fácil, Jungkook nacio con un...
3.9M 224K 105
Libro uno de la Duología [Dominantes] Damon. Un hombre frío, amante de los retos, calculador... decidido. Se adentra en un mundo desconocido, donde l...
679K 78.3K 35
Cassie Harper es una amante del chisme que tiene una sola regla desde que le rompieron el corazón: No volver a enamorarse. Así que crea un plan perfe...
283K 15.7K 68
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...