[1] A TWIN THING, wizarding w...

Galing kay moonysblack

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Allison y Harry Potter han vivido una buena infancia en casa de su madrina, Maddy Lupin. Pero las aventuras n... Higit pa

A Twin Thing
00 | prólogo
act one ━ the Philosopher's Stone
01 | Potter y Lupin
02 | Hogwarts
03 | ¡tres cabezas!
04 | Halloween I
05 | Norberto
06 | en busca de la piedra
act two ━ the Chamber of Secrets
07 | verano del 92
08 | ¿dónde están Harry y Ron?
09 | prácticas de quidditch
10 | Halloween II
11 | el primer partido
12 | poción multijugos
13 | San Valentín
14 | la Cámara de los Secretos
act three ━ the Prisoner of Azkaban
15 | Sirius Black
16 | la Madriguera
17 | dementores
18 | augurios de muerte
19 | boggarts
20 | ¿una cita?
21 | Halloween III
22 | Gryffindor vs Hufflepuf
23 | el Mapa del Merodeador
24 | Navidad en casa
25 | encantamiento Patronus
26 | George
27 | Hermione rebelde
28 | la Copa de Quidditch
29 | la verdad
31 | fin de curso

30 | luna llena

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Galing kay moonysblack

XXX. FULL MOON

Después de que Sirius les explicase que había averiguado dónde estaba Peter por una foto de El Profeta en la que la familia Weasley salía en Egipto, y de que les confesara que Crookshanks había estado ayudándole, los tres adultos se dispusieron a transformar a Peter de nuevo en humano.

Estaba tan diferente pero a la vez tan fácil de reconocer. Seguía siendo bajo, lo que siempre le había facilitado caber en la capa de invisibilidad cuando iban a hacer alguna trastada. Su pelo, que solía ser de color paja, estaba descolorido y con una calva en el medio. Peter miró de forma nerviosa hacia la puerta, y Maddy sintió entonces el peso de la traición. Sí, era bueno saber que Sirius no había vendido a Lily y James, pero darse cuenta de que quien lo había hecho había sido otro amigo... Fue un golpe bajo, teniendo en cuenta que habían pensado que había muerto como un héroe.

—Hola, Peter —saludó Remus con voz tranquila—. Cuánto tiempo sin verte.

—Si... Sirius. Re... Remus. Ma... Maddison. Amigos, queridos amigos...

Cuando Sirius subió la varita de Snape y apuntó con ella a Peter, Maddy no le frenó, no quería hacerlo. Sin embargo, Remus sí puso una mano sobre el brazo de Sirius, dándole una mirada de advertencia.

—Acabamos de tener una pequeña charla, Peter, sobre lo que sucedió la noche en que murieron Lily y James. Quizás te hayas perdido alguno de los detalles más interesantes mientras chillabas en la cama.

—Remus —dijo Pettigrew con voz entrecortada y gotas de sudor en su pálido rostro—, no lo creerás, ¿verdad? Intentó matarme a mí...

—Y creíamos que lo había conseguido todos estos años —dijo Maddy con voz fría y llena de resentimiento—. Pero no parece que haya sido así.

—¡Tienes que creerme, Maddy! —suplicó Peter—. ¡Tú siempre has creído en mí! ¡Sirius... él quiere matarme! —Le apuntó con el dedo corazón porque, efectivamente, el índice le faltaba—. ¡Mató a James y a Lily, y ahora quiere matarme a mí!

El rostro de Sirius se ensombreció, y Maddy se intentó concentrar en su respiración para calmarse.

A partir de entonces, todo se puso más feo. Peter negó ser el causante, Sirius hablaba con profundo odio y Remus y Maddy intentaban solucionar todas sus dudas. Los tres le echaron en cara a Peter todo lo que no habían podido aquellos años. Sin duda, el que más cosas tenía que gritarle era Sirius, que no se cortó en lo absoluto.

—Lily y James te nombraron guardián secreto solo porque yo se lo recomendé. Pensé que era una idea perfecta... una trampa. Voldemort iría tras de mí, nunca pensaría que los Potter utilizarían a alguien débil y mediocre como tú... Sin duda fue el mejor momento de tu miserable vida, cuando le dijiste a Voldemort que podías entregarle a los Potter.

Pero el colmo para Sirius llegó cuando Eliza se atrevió a hablar y Peter se arrastró hacia ella pidiéndole clemencia y diciendo lo lista que era, como su madre.

—No toques a mi hija —siseó, apuntando con su varita directamente a la cabeza de Peter, que retrocedió con temor.

Después de eso, Sirius les explicó cómo había escapado de Azkaban, usando su forma animaga para pasar por los barrotes y nadar por el océano. Viviendo en el bosque desde entonces. Escuchando todo eso, Maddy notó un gran peso sobre el pecho, y se sintió peor que desde hacía tiempo.

—Nunca debería haber desconfiado de ti —se lamentó, mirando con inmensa pena a Sirius—. Lo siento tanto.

Él negó con la cabeza.

—Si os hubiera contado que no era el guardián secreto, lo habríais sabido. Fue mi culpa. Pero...

—Todos desconfiamos de todos en algún momento -apuntó Maddy, suspirando.

Los gritos no tardaron en volver a llenar la sala.

—¿¡CÓMO TE ATREVES A MENCIONAR A JAMES DELANTE DE HARRY Y ALLISON!? —graznó Sirius a Peter en una ocasión.

—¡No lo comprendes! Me habría matado, Sirius —se defendió Peter tiempo más tarde.

—¡ENTONCES DEBERÍAS HABER MUERTO! ¡MEJOR MORIR QUE TRAICIONAR A TUS AMIGOS! ¡TODOS HABRÍAMOS PREFERIDO LA MUERTE A TRAICIONARTE A TI!

Y eso era cierto. Era lo que más les dolía. Habrían dado la vida sin dudarlo por aquel traidor con el que pensaban que siempre podrían contar.

Los tres apuntaban a Peter con la varita, dispuestos a acabar con él de una vez. A acabar con todo.

—¡No! —gritó Harry de repente. Se adelantó corriendo y se puso entre Peter y las varitas de los adultos—. ¡No podéis matarlo! No podéis.

Allison se colocó junto a su hermano. No hacía falta que Harry dijera en voz alta lo que pensaba, ella lo entendía a la perfección.

—Harry tiene razón, no podéis.

Sirius gritó pidiendo explicaciones. Peter se arrastró hacia ellos, agradeciéndoles la piedad.

—No lo hacemos por ti —dijo asqueada Allison.

—Lo hacemos porque nuestro padre no habría deseado que sus mejores amigos se convirtieran en asesinos por culpa tuya.

Todos se quedaron en silencio. Maddy vaciló.

Sí, sin duda James habría entendido que fueran a matarle. Si él hubiera estado en su lugar, habría sido el primero en proponerlo, porque James Potter no toleraría aquella traición.

Pero Lily Evans no habría estado bien con ello, no. Ella no habría deseado que se hicieran aquello a ellos mismos. Escuchar a Harry y a Allison se sintió como volver a escuchar uno de los consejos de Lily. Los echaba tanto de menos, ella siempre tenía razón.

Los mellizos tenían razón, solo que no habían acertado en cuál de sus padres habría actuado de esa forma. James lo habría hecho, pero Lily no.

—Vosotros sois las únicas personas que tienen derecho a decidir —declaró Sirius—. Pero pensad, pensad en lo que hizo.

Ambos se miraron y asintieron, sabiendo muy bien lo que pensaban y que era lo mismo.

—Que vaya a Azkaban —repitió Harry.

—Y que se pudra ahí hasta el último día de su miserable vida —añadió Allison.

—Si alguien merece eso: es él.

Estaban listos para ir al castillo y demostrar la inocencia de Sirius.

Crookshanks encabezaba el grupo, seguido de Remus, Peter y Ron. Se habían encadenado para que Peter no escapara. Maddy dirigía el cuerpo inconsciente de Snape por el aire, con Hermione a su lado. Allison, Eliza y Harry se habían quedado atrás con Sirius.

—No sabía que tenía una hija —comentó Sirius, sin tener claro a dónde quería llegar con aquella conversación.

—Bueno, yo sí que sabía que eras mi padre. Y te odiaba. —Eliza se arrepintió de haber dicho eso—. Pero ya no te odio.

—Me alegra oír eso...

Sirius sonrió, y se veía totalmente diferente, tal vez incluso guapo, si no estuviera tan abandonado. A Allison le recordó al Sirius joven que había visto en tantas fotografías, riéndose con James y abrazando a Maddy.

—¿Creéis que me dejará volver a casa? —preguntó, refiriéndose a Maddy.

—Espero que sí, porque ahora que sabemos que eres inocente tenemos muchas preguntas que hacer —aseguró Allison—. Muchas.

—Y queremos conocerte —agregó Harry.

—En cuanto tengamos tiempo, os contaré todas y cada una de las historias que queráis oír —les prometió a los tres.

Todo iba bien. Habían salido del túnel y andaban por los terrenos. Peter seguía atado a ellos.

Aunque, como todos sabían a esas alturas, lo bueno no duraba mucho y las cosas siempre acababan torciéndose.

Cuando las nubes se disiparon del cielo, todos cayeron en el fallo que se había cometido. Esa noche había luna llena, y el hombre lobo no se había tomado la poción matalobos. sLa luz de la luna llena inundó a todos los presentes, y a Allison le subió el miedo por la garganta, acordándose de la última vez que vio a Remus transformado. Fue hace mucho tiempo.

Chocaron todos con Ron, Remus y Peter, que se habían parado de repente. Maddy y Sirius indicaron a Harry, Hermione, Allison y Eliza que se quedaran atrás.

Todo sucedió tan rápido que Allison pensó que se trataba de un sueño, una pesadilla. Remus comenzaba a transformarse en lobo, y el pánico les llenaba a todos.

De un momento a otro, Remus se había liberado de las cadenas que ataban a los tres magos. Sirius se había transformado en perro y estaba en medio de una batalla mandíbula a mandíbula con Remus. Maddy trataba de hacer que los niños corrieran de ahí. Cuando se quiso dar cuenta, Peter ya había cogido la varita de su hermano y le había lanzado un hechizo que provocó que cayera al suelo. Más tarde usó otro en Ron y en Crookshanks, antes de que Harry y Allison pudieran desarmarlo.

Poco importó eso, ya que Peter se transformó en rata de nuevo. Allison trató de alcanzarlo y atraparlo, pero no lo consiguió, se había perdido en la oscuridad.

Un aullido hizo que todos miraran en su dirección, y vieron que Remus se adentraba en el bosque.

—¡Se ha transformado en rata! —gritó Eliza—. ¡Ha huido!

Sirius tenía muchas heridas, incluso sangraba. Aun así, salió velozmente y se perdió en la oscuridad.

Allison se giró a comprobar cómo estaban Maddy y Ron.

—¿Qué les ha hecho? —preguntó Hermione.

Todavía respiraban, vivos, pero algo malo les pasaba. Tenían los ojos entornados y la boca abierta.

—No lo sé —suspiró Harry.

—Tenemos que entrar y decirle a alguien lo que ocurre —dijo Allison.

Se escuchó un aullido de dolor en la oscuridad.

—Sirius —murmuró Harry.

¿Qué harían ahora? No tenían ni idea de cómo hacer que Ron y Maddy regresaran a la normalidad, y debían saber si Sirius estaba bien.

—Hermione, quédate con Lizzy —pidió Allison.

Ella asintió y los mellizos se pusieron a correr. Se guiaron por el sonido de los gemidos, que parecían indicar que Sirius realmente estaba en peligro.

Cuanto más cerca del lago estaban, más frío sentía Allison. No le dio importancia y siguió corriendo hasta que lo vio. Sirius estaba transformado de nuevo en hombre y estaba encogido con las manos sobre su cabeza, gimiendo y suplicando.

Por lo menos un centenar de dementores se acercaba a ellos. Allison y Harry se colocaron espalda contra espalda, muy cerca de Sirius.

—¿Listo? —preguntó temblorosa Allison.

—Sí... No.

Los dementores se acercaban. Allison trató de pensar en cosas felices, recuerdos alegres.

Iban a vivir con Sirius, él no había matado a sus padres.

—¡Expecto patronum!

Recordó su primer beso con George, en el patio tras el partido. Rememoró las mariposas en el estómago y las ganas de que durara para siempre.

—¡Expecto patronum!

Tan solo una luz plateada salió de su varita. Allison estaba de rodillas, sintiendo a su hermano detrás suyo, intentando por todos los medios espantar a los dementores.

Trató de pensar en más recuerdos, pero era imposible. Un dementor estaba muy cerca, tanto que se quitó la capucha delante de Allison. Hubiera gritado, hubiera soltado todos los demonios que llevaba dentro si hubiese podido.

No tenía ojos, y eso era realmente aterrador, pero su boca lo era más. Allison solo pensaba en sus padres, muertos, y sentía a Harry temblar a su lado, lo que supuso que ella también estaría haciendo.

Allison sintió cómo unas manos le agarraban el cuello y cómo algo trataba de absorber sus pensamientos. Notaba su aliento, que olía a muerte y agonía. Escuchó a Harry gritar, lo que hizo que abriera los ojos. Quería que Harry fuera lo último que viera antes de...

No supo si fue su imaginación, pero de repente una luz plateada se acercó. Allison cayó al suelo confundida, pero no sintió dolor. A tientas, consiguió apoyar una mano sobre la pierna de Harry, que miraba asombrado lo que ocurría.

Algo estaba dando vueltas, dos algo lo hacían. Eran como dos siluetas plateadas. Espantaban a los dementores, a los cuales dejaron de escuchar. La sensación de horrible frío había desaparecido.

Antes de caer por completo, Allison divisó dos figuras que acariciaban a los brillantes animales, y la tripa le dio un vuelco.

¿Había sido su mente, o Allison acababa de ver a sus padres, vivos?

Su cabeza golpeó el cuerpo de su hermano y sus ojos se cerraron. Se había desmayado.

* * *

Allison no tenía claro dónde estaba, ni le apetecía averiguarlo en las próximas horas, por lo menos. Estaba muy cómoda en aquel colchón como para permitir que aquellas voces la distrajeran. Sin embargo, su calma se cortó cuando empezó a entender lo que decían.

Oyó mencionar Sirius Black, señor ministro, Potter y dementores. Al cabo de un rato, pudo distinguir la voz del profesor Snape y, efectivamente, el ministro de Magia. Su mente estaba demasiado dispersa como para saber por qué y de qué hablaban los dos hombres. Sin embargo, algo hizo click en su cerebro con el paso de los segundos, y se acordó de todo lo que había sucedido.

Abrió los ojos y reconoció que se encontraba en la enfermería, con Harry en la cama más próxima. En el otro lado de la sala, Ron y Maddy reposaban, y aunque su estado no parecía el mejor, seguían vivos, y eso era lo importante, ¿no?

La señora Pomfrey se había acercado hasta las camas con un pedrusco de chocolate.

—¡Ah, estáis despiertos! —dijo con voz animada, para después ponerse a trocear el chocolate.

—¿Cómo están Maddy y Ron? —preguntaron al mismo tiempo Allison y Harry.

—Sobrevivirán —declaró la señora Pomfrey con seriedad—. En cuanto a vosotros dos, permaneceréis aquí hasta que yo esté bien segura de que estáis... ¿Qué hacéis, Potter?

Ambos hermanos se habían levantado. Tenían que hablar con Dumbledore cuanto antes.

—Tenemos que ver al director —explicó Harry.

—Potter, todo se ha solucionado. Han cogido a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier momento.

—¿QUÉ?

El grito que los mellizos pegaron fue tan alto que se escuchó desde el otro lado de la puerta.

—¿Qué es esto, Harry? —preguntó Fudge, con aspecto agitado. Allison se preguntó si sería invisible para el ministro para que solo se dirigiera a su hermano—. Tendrías que estar en la cama... Los dos deberíais. ¿Ha tomado chocolate?

—Mire señor ministro, no pueden hacer esto. ¡Sirius Black no es un asesino! Él es inocente, ¡fue Peter Pettigrew quien fingió su propia muerte!

—¡Lo hemos visto esta noche! —añadió Harry—. No puede permitir que los dementores le hagan eso a Sirius, es...

—Harry, Allison; estáis confusos. Habéis vivido una terrible experiencia. Volved a acostaros. Está todo bajo control.

—¡NO LO ESTÁ! —chilló asustada Allison—. ¡No está nada bien, ni de lejos! ¡Sirius no es el maldito culpable!

—¡Lo vimos! Era la rata de Ron. Es un animago. Pettigrew, quiero decir. Y...

—¿Lo ve, señor ministro? —inquirió Snape—. Los dos tienen confundidas las ideas. Black ha hecho un buen trabajo con ellos...

—¡NO ESTAMOS CONFUNDIDOS! —gritó Harry.

—¡Señor ministro! ¡Profesor! —gruñó enfurecida la señora Pomfrey—. He de insistir en que se vayan. ¡Los Potter son pacientes y no hay que fatigarles!

—¡Lo que me fatiga es que vayan a hacerle eso a Sirius!

—¡Estamos intentando explicarles lo ocurrido! —bramó Harry, totalmente furioso—. Si nos escuchan...

Justo entonces, la enfermera le metió por la boca un trozo de chocolate. Antes de que Allison se diera cuenta, a ella le había hecho lo mismo.

—¿Va a la velocidad de la luz o cómo? —murmuró, tratando de masticar sin atragantarse.

—Ahora, por favor; señor ministro... Estos niños necesitan cuidados. Les ruego que salgan.

La puerta se abrió, y Dumbledore entró con Hermione a la enfermería.

Harry, a quien madame Pomfrey había empujado a su cama, volvió a ponerse en pie al lado de su hermana.

—Profesor Dumbledore, Sirius Black...

—¡Por Dios santo! ¿Es esto una enfermería o qué? Señor director; he de insistir en que...

—Te pido mil perdones, Poppy, pero necesito cambiar unas palabras con los señores Potter y la señorita Granger. He estado hablando con Sirius Black.

—Supongo que le ha contado el mismo cuento de hadas que metió en la cabeza de los Potter —espetó Snape—. ¿Algo sobre una rata y sobre que Pettigrew está vivo?

—Eso es efectivamente lo que dice Black.

—¿Y acaso mi testimonio no cuenta para nada? —gruñó Snape—. Peter Pettigrew no estaba en la Casa de los Gritos ni vi señal alguna de él por allí.

—¡Estaba inconsciente! ¡Por supuesto que no le vio! —se quejó Allison.

—¡Señorita Potter! ¡CIERRE LA BOCA!

Allison le hubiera agarrado de los pelos a Snape en esos momentos, de verdad que le habría encantado.

—Vamos, Snape —dijo Fudge—. La muchacha está trastornada, hay que ser comprensivos.

—Me gustaría hablar con Harry, Allison y Hermione a solas —intervino Dumbledore de forma brusca—. Cornelius, Severus, Poppy. Se lo ruego, déjennos.

—Señor director —farfulló la enfermera—. Necesitan tratamiento, necesitan descanso.

—Esto no puede esperar —sentenció Dumbledore—. Insisto.

Se fue a su despacho y dio un portazo.

—Los dementores deberían de haber llegado ya. Iré a recibirlos —informó Fudge—. Dumbledore, nos veremos arriba.

El ministro se dirigió hacia la puerta.

—No creerá una palabra de lo que dice Black, ¿verdad? —susurró Snape con los ojos fijos en Dumbledore.

—Quiero hablar a solas con Harry, Allison y Hermione.

Snape avanzó un paso hacia Dumbledore.

—Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando tenía dieciséis años —recordó Snape en voz baja—. No lo habrá olvidado. No habrá olvidado que intentó matarme.

—Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre, Severus —respondió Dumbledore con tranquilidad.

Snape y Fudge acabaron por marcharse.

—Director Dumbledore; Black dice la verdad. Nosotros vimos a Pettigrew.

—Escapó cuando el profesor Lupin se convirtió en hombre lobo —aseguró Hermione.

—Es una rata.

—La pata delantera de Pettigrew... quiero decir; el dedo —se corrigió Harry—: él mismo se lo cortó.

—Pettigrew atacó a Ron. No fue Sirius.

Dumbledore levantó una mano para que dejaran de hablar.

—Ahora tenéis que escuchar vosotros y os ruego que no me interrumpáis, porque tenemos muy poco tiempo —dijo con tranquilidad—. Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo vuestra palabra. Y la palabra de tres brujos de trece años no convencerá a nadie. Una calle llena de testigos juró haber visto a Sirius matando a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secreto de los Potter.

—Remus y Maddy también pueden testificarlo —aportó Allison.

—El profesor Lupin se encuentra en estos momentos en la espesura del bosque, incapaz de contarle nada a nadie. Y Maddison Lupin está incapacitada, como podéis comprobar. Cuando el profesor Lupin vuelva a ser humano y Maddison se recupere, ya será demasiado tarde. Sirius estará más que muerto. Y además, la gente confía tan poco en los licántropos que su declaración tendrá muy poco peso. Y el hecho de que Maddison y Sirius estén casados...

—Pero...

—Escuchadme. Es demasiado tarde, ¿lo entendéis? Tenéis que comprender que la versión del profesor Snape es mucho más convincente que la vuestra.

—Él odia a Sirius —terció Hermione con desesperación—. Por una broma tonta que le gastó.

—Sirius no ha obrado como un inocente. La agresión contra la Señora Gorda... entrar con un cuchillo en la torre de Gryffindor... Si no encontramos a Pettigrew, vivo o muerto, no tendremos ninguna posibilidad de cambiar la sentencia.

—Pero usted nos cree.

—Sí, yo sí —respondió en voz baja—. Pero no puedo convencer a los demás ni desautorizar al ministro de Magia.

Su última esperanza acababa de irse al garete. Si Dumbledore no podía salvar la situación, ¿alguien podría?

—Lo que necesitamos es ganar tiempo —dijo Dumbledore despacio.

—Pero... —empezó Hermione, poniendo los ojos muy redondos—. ¡AH!

—Ahora prestadme atención. Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podréis salvar más de una vida inocente. Pero recordadlo los tres: no os pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben veros.

Allison se había perdido por completo.

—Os voy a cerrar con llave. Son las doce menos cinco. Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

—¿Buena suerte? —repitió Harry, cuando la puerta se hubo cerrado tras Dumbledore—. ¿Tres vueltas? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es lo que tenemos que hacer?

—Me estoy mareando —avisó Allison, que sentía su cabeza dar vueltas.

Hermione sacó una cadena fina de oro de su túnica.

—Venid aquí, chicos. ¡Rápido!

Cuando Hermione estiró la cadena y la puso alrededor de los tres cuellos, se vio un pequeño reloj de arena.

—¿Preparados?

—¿Qué hacemos? —preguntó Harry sin comprender.

—Creo que voy a...

Hermione dio tres vueltas al reloj de arena.

Toda la enfermería desapareció, y si Allison ya sentía su cabeza como una feria, en esos momentos parecía que su cerebro estuviera saltando en paracaídas. Cerró los ojos con la esperanza de que si no veía las borrosas formas, la sensación de que su tripa salía por patas se iría.









estoy feliz de deciros que la segunda historia de Allison tendrá la introducción publicada ya el lunes!!! también diré que os va a gustar el próximo capítulo y bueno qué emoción de todo me está entrando la verdad

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

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