Continento.

Por dacrifiliawriter

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Una escritora anónima de wattpad descubre que uno de sus lectores, es mas importante para ella de lo que pare... Mais

Bienvenida.
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO FINAL
Info nuevo fic
Epílogo

CAPÍTULO VIII

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Por dacrifiliawriter


POV ALBA

Mierda, mierda, mierda y más mierda.

No me esperaba ni en un millón de años que a Natalia se le ocurriese aparecer a la salida del hotel. ¿Pero en qué pensaba? Siempre me había presumido de no ser una fan loca ni nada de eso y no se me pasó siquiera por la cabeza que fuese a verla allí.

Había salido medianamente feliz aunque tuviese la peor cara del mundo. Mi noche había sido una real mierda. Las cervezas en mi habitación no me habían animado y mi equipo se había dado por vencido más pronto que tarde. Dormir tampoco me había servido de mucho.

Me encontraba en una encrucijada de la que no me veía con fuerzas para salir, por un lado estaban mis ganas de conocer a Natalia de una vez, dejarle ver quien soy y quizá, sólo quizá hacernos amigas, o lo que fuese que tuviese que pasar con ella. Por el otro, tenía el mal presentimiento en el cuerpo de que, iba a salir mal.

Y es que podía salir peor que mal. Yo era Alba Reche, las circunstancias en las que nos habíamos conocido no eran de lo más favorables precisamente, sin hablar del hecho de que, saber quien soy podría alterar su forma de ser conmigo.

O igual se enfadaba por mentirle.

O se ponía en plan loca-fan.

Por ello había decidido que no era el momento para nosotras y soltar, me parecía la mejor opción, aunque fuese la más dolorosa y difícil.

Acaricié su foto de perfil y sin querer, me metí a la conversación.

'Genial Alba, eres una crack, ahora el maldito tic azul le confirmará que lo has leido'

Incliné mi cabeza para golpearla contra la mesa del Ave, Sara se sobresaltó y me miró con cara de querer matarme, la había despertado de su siesta. Puse mi mejor cara de circunstancia y me decidí a leer los mensajes que me había dejado Natalia desde la noche anterior.

Eran casi todos diciéndome dónde esperaba. Una foto de sus pies y su mano tatuada con un cigarrillo en la mano cuyo pié rezaba que estaba justo en frente de la puerta de la sala donde había sido el concierto. Luego pasaba al que si iba a aparecer. Después le vino alguno que otro quejándose de mi cobardía por no avisarla, el último me había hecho un poco de pupa al corazón, decía que ojalá no volviese a hablarle, por que no había sido capaz ni de mentirle con una excusa para no aparecer.

Mis dedos se movieron sólos, traicionándome.


Continento:

Estabas guapísima.


Su respuesta se hizo esperar tan poco que empecé a temblar del miedo a qué pudiese decirme. ¿Pero qué hacía? Si había decidido alejarme de ella, escribirle no era la mejor opción desde luego.


Natalia Flamenca:

Ojalá pudiese decir lo mismo de tí.

Es más.

Ojalá pudiese tener algún tipo de opinión sobre tí.

Continento:

Natalia...

Natalia Flamenca:

No, ni te atrevas.

No quiero explicaciones ni excusas, da igual.

Continento:

Natalia, yo...

Natalia Flamenca:

¿Qué vas a decirme? ¿Que se te murió el canario?

¿Que tu gato se comió las entradas?

Me da igual.

Has sido una persona cobarde y egoísta.

Un 'no soy capaz' o un 'no me siento preparada, perdóname' me hubiesen bastado.

Pasé un frio que flipas esperando a alguien que no sé ni que puta cara tiene. Hasta cerca de las 4 de la madrugada estuve.

Me fuí aburrida, enfadada y sobre todo, decepcionada.

Y se suponía que tu no, joder.

Que tú no tenías que ser esa persona que decepciona y hace daño.

Que tú tenías que ser esa persona sana que me hace reir y me pica hasta la saciedad.

Continento:

No hubiésemos llegado a ninguna parte Natalia.

Natalia Flamenca:

Si no te gusto, podrías ahorrarme el pensamiento y decírmelo claro.


Puse los ojos en blanco y me bajé las gafas de sol, no quería que nadie viese como se me iban enrojeciendo y aguando. Tenía razón y dolía. Había sido cobarde por no lanzarme al menos a mandarle un mensaje disculpándome. No me hubiese costado decirle que no podía. Pero no era cierto del todo, no podía por que no quería que cambiase y al final, me había cargado lo único bueno que me estaba pasando desde hacía mucho, mucho tiempo.


Continento:

Si piensas eso, es que no me conoces ni un poquito.

Natalia Flamenca:

Al menos dices algo con razón.

No te conozco, ni un poquito ni un nada.

Y creo que lo mejor para las dos, va a ser que no nos conozcamos más.


BUM, directo al pecho. Me lo merecía, era justo lo que merecía que me pasase en aquel momento, era completamente justo.


Continento:

Igual sí que es lo mejor.

Natalia Flamenca:

Uft, me sacas de quicio.


Sonreí, maldita Natalia. Aunque aquella frase me había dolido más que cualquier otra palabra, era nuestra. Era la frase que siempre me decía cuando la picaba tanto que me tenía que mandar a pasear un rato, nos reíamos tanto con ello.

Cuando fuí a contestarle, no le llegaba el mensaje. Había sido un simple 'Ya lo sé' que no se enviaba. Al ver su foto de perfil en blanco lo comprendí, me había bloqueado, fué entonces cuando me sentí más sola que nunca. Me abracé al móvil y eché la cabeza hacia delante, escondiéndola entre mis brazos para desahogarme silenciosamente. Vaya final de mierda.Me había bloqueado y me lo tenía muy merecido. Además, no podía llamarla, no podía dejarla que escuchase mi voz. No había tirado los meses atrás por la borda con tanta dificultad para dejar que descubriese quién se escondía tras el teléfono, porque sabía que si la llamaba, casi al 95% conocería mi voz.

.

.

Mes y medio más tarde

.

.

POV NATALIA

Salía de una clase práctica con la bata blanca manchada de barro y nada contenta. Desde la decepción que me había llevado con Continento y haber decidido sacarla de mi vida de una patada, todo parecía haber ido en picado.

Lo cierto es que sabía que había tomado la mejor decisión, pero aún así escocía. Una persona de la que no sabía prácticamente nada, que bien podría haberme mentido con respecto a su aspecto o cualquier rasgo de su vida, o de cualquier cosa que se le hubiese ocurrido contarme.

¿En qué momento había pensado que era buena idea confiar en una persona anónima? En ninguno, pero me había resultado una actitud tan chulesca y curiosa que no había sido capaz de resistirme a conocer más y más. Al punto de darme exactamente igual lo que se escondiera detrás.

Luego en frío y tras la desilusión tan grande de aquel día, pensé que quizá, me había visto pero no le había gustado. O igual es que simplemente no había ido y me había estado metiendo la trola todo el rato. Fuera como fuese, había pasado. Y aunque estuviese un poco triste, me iba olvidando de ella, o de eso quería convencerme al menos.

A los pocos días de bloquearla, la desbloqueé, porque me parecía un tiempo lo suficientemente prudencial para que captase el mensaje y no se le ocurriese contactarme. Además, me había desactivado la cuenta de Wattpad y si había intentado contactarme por ahí, lo tenía claro. Dejar la historia había sido la mejor decisión, pues aunque me había esforzado en escribir, no me salían mas que mierdas de las que no estaba contenta, necesitaba sanar primero.

En cierto modo, le daba la opción de arreglarlo, de llamarme por teléfono y recuperar mi confianza dejándome escuchar su voz y conociendo al menos un rasgo suyo, pero no fué así. Me cansé de esperar.

Al llegar a casa, Marta me llamó desde la cocina, olía a fajitas, y casi me caigo con el charco de babas que iba dejando en el camino. Me la encontré de espaldas removiendo la sartén y con un ridículo mandil de flamenca.

-¿No has tenido clase hoy? -pregunté acercándome a la isleta para comprobar que había una caja del mismo tamaño que un folio y medio palmo de alto- ¿Y esto?

-Que va, grupo reducido y no me tocaba. -me sonrió indicando con la cabeza el paquete por el que le acababa de preguntar- Ha llegado hace un rato, lo ha traído un chaval. -fruncí el ceño al ver que no ponía nada, excepto mi nombre en una pegatina blanca y un 'Por favor'-. Creo que es de la chavala del Wattpad.

-Anda anda, ¿cómo va a ser eso? No tiene mi dirección. -hice una pausa para repasar mentalmente si en algún momento le había dado mi dirección. Sabía en el barrio que vivía porque se lo había comentado. También sabía que era un 3* sin ascensor porque me quejaba cada vez que subía las escaleras, y conocía que justo al lado de mi portal había un tailandés que hacía los mejores tallarines con verdura del mundo- Mierda, sí que puede saber donde vivo. -me palmeé la frente, pensando que era un poco psicópata por su parte que hubiese buscado la manera de que me llegase un paquete, pero en el fondo, muy en el fondo un ligero alivio cruzó de un lado a otro, inundándome de una esperanza poco deseada-.

-¿Entonces es suyo? -asentí mientras lo agarraba con las manos un poco temblorosas y lo arrastraba hacia el borde de la encimera, deshaciendo el nudo del lazo que lo rodeaba- Uy, que será que será.

Marta dió un par de saltitos y apagó la comida que ya estaba lista, acercándose para inspeccionar conmigo el interior del paquete. La pobrecilla se había comido cada uno de mis dramas y mis historias desde el momento 0. Me había visto pillarme de Continento irremediablemente, me había aconsejado lo más sabiamente que podía cuando le comentaba mis temores y dudas. Había capitaneado el barco mejor que nadie y ahí estaba, ilusionada por ver que quizá, sólo quizá, aquella gilipollas que no se dignó a aparecer y le rompió un poquito el corazón a su mejor amiga, hubiese recapacitado y estuviese dispuesta a arreglarlo. Yo esperaba más bien poco. Sin expectativas no hay decepciones, ¿no?

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