CAPÍTULO VI

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POV ALBA

Empecé a temblar conforme mis pies tocaron tierra sevillana. Eran apenas las 9 y media de la mañana, me sentía cansada a no poder más a pesar de haber dormido las casi 7 horas de viaje. La furgo era comodísima, de eso no podía quejarme, pero es jodido que llegue la noche y tener que montarte en un coche para recorrer más de 600 kilómetros.

El adorable mensaje de buenos días de Natalia puso la primera sonrisa en mi boca, era tan jodidamente 'apoimvpaosncpaoso' indescriptible que me ponía el corazón blandito y lo que no era el corazón también.

Desde el Martes por la madrugada no habíamos hablado apenas, ella sabía que yo tenía mucho curro por delante (aunque no el por qué verdadero) y me dejaba mi espacio, era algo que me encantaba de Natalia, parecía saber lo que necesitaba en cada momento sin apenas haber hablado.

El Jueves por la tarde estuve a punto de llamarla por teléfono. Jamás habíamos oído las voces de la otra, pero me había echado a llorar y me sentía tan desconsolada que necesitaba escuchar como me decía que todo iba a salir bien.

Habían habido varios problemas con la sala donde hacíamos el concierto de Sevilla y casi tenemos que liar la de Dios para hacer el bolo en otro sitio, a la misma hora, el mismo día, informar a todo el mundo, atenernos a consecuencias, etc, etc...

-Alba, ¿mantequilla? -alcé la vista hacia Sara, una gran amiga y asistente personal, siempre había presumido de no necesitar una, pero ultimamente se me hacía todo un poco bola y la verdad, era un alivio delegar la carga en otra persona-. ¿Y café con leche sin lactosa?

-Mh... coca-cola zero mejor.

-¿Estás bien? -se preocupó-.

-Sí, sí, es solo... el cansancio, ya lo sabes. Siempre me pasa factura viajar durmiendo.

-Te empeñas en no venir en avión. -me estaba regañando, como casi cada vez que salía el tema de los viajes-.

-Ya te lo he dicho Sara, no voy a viajar en avión cuando mi equipo y mi banda se tiene que hartar de hacer kilómetros. -levanté mis gafas de sol para observar y le sonreí, sabía que me entendía aunque no fuese a darme la razón, ya que mis ideas no eran precisamente la opción más sana para mi-.

-Ya, ya... en fin, voy a por el desayuno.

Unos minutos después devoraba una tostada de mantequilla y mermelada de frambuesa que me supo a gloria mientras me escribía con mi morena favorita. Me ponía de los nervios pensar en verla por la noche, no sabía como se lo iba a tomar y no era capaz de imaginarme su cara de decepción porque ni siquiera sabía qué rostro tenía, eso sí, tenía muy claro que me gustaría muy poco.

Me hablaba muy entusiasmada y era la cuarta vez que me preguntaba que iba a ponerme. No le había contestado porque realmente no tenía ni idea de que outfit iba a llevar ese día. Estuve tentada de mandarle una foto del vestido negro en el que había estado pensando, pero me parecía tentar demasiado al destino.

Rasqué mi nuca, las extensiones que me pusieron el otro día para el nuevo videoclip que estaba a punto de sacar me picaban ligeramente después de haber pasado tanto rato con la cabeza apoyada, pero me había negado a quitármelas, echaba de menos mi pelo larguito y me quedaban tan bien que las iba a aguantar hasta que se cayesen solas.

Acaricié mi frente con el último sorbo de coca-cola y solté un suspiro que alertó hasta al último integrante de mi equipo. Sabía que estaban preocupados por mi, pero no había sido capaz de confesarles el por qué de mi estado de ánimo.

Y es que me daba muchísima vergüenza reconocer cómo y por qué había conocido a Natalia, además de tener que contarles los detalles de mi chica sin cara.

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