Lauren POV*
-No puedo creer que tu salón tenga una pared que está hecha de cristal...¿Como pudiste irte a Nueva York con una casa así? Estás loca - Camila estaba con sus manos sobre dicho cristal, como si hubiera visto alguna maravilla a través de él. Tal vez lo sea, pero yo estaba acostumbrada a tal maravilla así que para mi ya no es para tanto.
-Recuerdo que mi papá se volvía loco cuando Dasy golpeaba el cristal con sus garras, tendrías que haberlo visto. Todas las mañanas él se levantaba y venia corriendo para comprobar que el perro no había hecho nada con el cristal – Reí al recordarlo mientras observaba con atención a Camila.
-Déjame entender eso...¿Me estás diciendo que tu padre odia que Dasy arañe los cristales y compráis una casa de madera? Todo el sentido del mundo tenéis la familia Jauregui... - Dijo mientras se alejaba del cristal y venía hacia mi para ayudarme a entrar las maletas.
-En mi defensa y en la de mi padre diré que la casa que tenemos en NY te gusta hasta a ti – Le recordé, levantando mis cejas.
-No lo puedo evitar...me recuerda mucho a los bungalows.... - Preferí no añadir ningún comentario a eso, ya que ese viaje no me traía gratos recuerdos precisamente. Ella lo notó y en seguida cambió de tema - Creo que deberíamos llamar a nuestros padres – Asentí, estando de acuerdo con ella.
Dejamos las maletas a un lado del sofá y nos sentamos en él. Las dos suspiramos al unísono.
-¿Quien empieza? - Preguntó la morena suspirando de nuevo.
-Dejaré que seas tu quien conteste a esa pregunta... - Ella cogió el teléfono de mis manos y empezó a teclear un numero que supuse que era el de su madre.
-Prefiero sufrir cuanto antes mejor – Dijo mientras se podían escuchar los primeros tonos de llamada. Al tercero, la madre de Camila descolgó la llamada. - Mamá – susurró la chica con un poco de miedo.
-Pon el altavoz – Ordené, haciéndolo yo misma por ella.
-¡CAMILA CABELLO! ¿SE PUEDE SABER QUE COSA ERA TAN NECESARIA DE HACER EN MIAMI PARA QUE TE TUVIERAS QUE IR DE LA NOCHE A LA MAÑANA? - se escuchaba gritar a su madre desde el otro lado del teléfono.
-Mamá, yo estoy bien, estoy en casa de Lauren con ella, tranq...- Sinu la interrumpió.
-¿LAUREN? ESA MISMA LAUREN QUE ME PEDISTE QUE NO DEJARA ENTRAR EN CASA? - volvió a gritar, esta vez causando que frunciese el ceño. No sabía que Camila le pidió eso. Ella en seguida me miró como si quisiese pedirme perdón con la mirada. Yo entendí que hiciera eso de todos modos así que no había problema.
-Si mamá, además estamos con su familia – mintió – y sus padres ya saben que estoy aquí, no nos va a pasar nada ¿está bien? - Su madre no contestó y por unos segundos lo único que podíamos escuchar era nada.
-Déjame hablar con Lauren – Al escuchar eso, miré rápidamente a Camila, ya que me alteré al escuchar eso.
-No te preocupes – Movió sus labios sin decir las palabras en voz alta, haciéndome recordar lo que pasó la primera vez que nos conocimos.
-¿Lauren? - Preguntó su madre, yo le contesté con un ''si'' - Dile a Camila que le puse su pijama favorito en la mochila azul y también dejé dinero en la otra. Por favor cuídala, y que llame cada media hora.
-¿Cada media hora mamá? ¿En serio? - Protestó Camila, haciéndome reír - ¿Qué pasa si quiere tener sexo con alguien? ¿Te llamo cuando termine de hacerlo?
-¡¿Que?! - Se escuchó gritar desde el otro lado a Alejandro, el padre de Camz. Las dos comenzamos a reír a carcajadas al escucharlo.
-¡Camila Cabello! - Su madre le riñó por ese comentario, pero aun así las risas no cesaban.
-Mamá, solo estaba bromeando. Sabes que soy responsable, ¿a que sí? - Una sutil mirada de Camila se dirigió hacia mi y llevaba un tono de picarda en ella, que me hizo tragar saliva. En el otro lado nadie contestaba, lo único que escuchábamos eran ruidos raros y a sus padres peleándose por quien cogía el teléfono, al final fue Alejandro.
-Camila, te has ido tu solita a Miami, por favor no vuelvas con otro inquilino a casa – Ella y yo nos miramos con la misma expresión, sin saber que quería decir su padre. - Y con eso me refiero a que no quiero tener que comprarte tallas mas grandes de camisetas durante nueve meses, ¿está bien? - La morena y yo empezamos a reír otra vez. Definitivamente no nos esperábamos que esta conversación resultara tan divertida, ni mucho menos.
-Mamá – empezó Camila – tenemos que llamar a sus padres también así que voy a colgar ¿vale?
-Dentro de media hora me vuelves a llamar, ¿está bien mija? - Ella aceptó y después de ello se despidieron.
-Tu turno – Dijo ella, pasándome el teléfono.
La llamada con mis padres no fue igual que la de Camila, ya que ellos ya sabían que yo venia así que no hubo problema. También sabían que yo no tenia la menor idea de que Camz vendría conmigo y eso de lo único que tienen queja. Así que para eso está Dinah, para aguantarlas, que es la que montó todo este lio.
Después de hablar con mi familia, decidí enseñarle la casa a Camila.
Camila POV*
-Aquí está la habitación de Taylor – Dijo, señalando a su derecha mientras cruzabamos un largo pero estrecho pasillo. - Esta es la de Chris – Señaló el sentido contrario – Y la del fondo es la mía, ven.
Cuando por fin entramos en su habitación me quedé alucinada al igual que al llegar. Ella tenía varios posters de ''The 1975'' y Lana del Rey, incluso había un Vinilo de Nirvana colocado justo encima de su cama.
Pero al cerrar la puerta, vi un poster justo sobre ella que me llamó la atención: Uno de Justin Bieber.
-Lauren, Lauren...- Susurré vacilante, haciendo que ella se girara hacia mi, entonces señalé aquel poster – La vida es demasiado corta para fingir que eres demasiado guay para la música pop – Al parecer a ella el comentario no le causó ninguna gracia, ya que su reacción fue mirarme con su peor cara, sacándome una carcajada – No te preocupes Jauregui, yo soy Directioner y tengo una cuenta fan de ellos en Twitter.
-Algún día la encontraré y me reiré de ti toda tu vida – Amenazó, haciéndome reír una vez más – Mira ven – Llamó mi atención mientras abría uno de sus cajones de un armario, ahora vació. Sacó de él un bate de baseball junto con una pelota y una gorra azul. -Este bate fue el de la final que te conté aquella noche en tu casa, me lo dejaron llevármelo por haber sido la que hizo la última carrera – Informó mientras a las dos nos aparecía una sonrisa en nuestras caras. Ella sonreía por orgullo, yo por admiración.
-Sigue lleno de barro, es como cuando un artista besa la mano de una fan y esta no se la vuelve a lavar jamás – Mi comparación le hizo reír, mas de lo que esperé, de hecho.
Algo que me llamaba la atención era que, a pesar de que en esta casa ya no habitaba nadie más, estaba perfectamente amueblada. No había fotos, ni cuadros ni televisores ni cosas así, pero a pesar de eso la casa estaba demasiado llena por decirlo de algún modo, cosa que me extrañó.
-¿Por qué tenéis la casa como si alguien siguiera viviendo aquí? ¿No quisisteis vender las cosas al menos? - Pregunté curiosa.
-Que va – explicó mientras guardaba lo que me acababa de enseñar – Aunque no vivamos aquí ya seguiremos viniendo más veces, por ejemplo en navidades y esas cosas. Además, una hermana de mi madre viene aquí de vez en cuando con sus hijos - Fruncí el ceño cuando terminó de hablar.
-¿Por qué?
-Digamos que a veces tiene problemas con su marido – Hizo una mueca y yo actué igual, sabiendo a lo que se refería.
Lauren y yo pasamos la tarde comprando comida en el supermercado para toda la semana y durante el viaje me enseñó algunos lugares de Miami que quedaban de pasó.
Después de eso y antes de llegar a casa, fuimos al alquilar una película al videoclub favorito de Lauren, podríamos haberla visto por Internet si no fuera porque el su portátil no tenía WiFi allí.
Una vez terminó la película y cenamos, subimos a la habitación de Lauren. Mientras ella arreglaba la cama, yo le pedía los deberes a Dinah vía mensajes de texto.
-Vas a pasar calor esta noche con ese pijama Camz, te advierto – Dijo ella, mientras observaba mi cuerpo de arriba a abajo y se metía en la cama, cogiendo uno de sus libros favoritos para leer.
-¿Tienes algo en contra de mi pijama de jirafa Lern Jergi? - Dije frustrada, poniéndome la capucha de este mientras Lauren seguía riendo por como la llamé. - Además, tu también vas a dormir con un pijama.
-Normalmente duermo en ropa interior, pero obviamente no voy a dormir así si estas tu.- Indicó, haciéndome levantar una ceja mientras me acostaba en su cama, justo a su lado.
-Cuando vea algo que no haya visto ya entonces podrás preocuparte – Finalicé, guiñándole un ojo.
Lauren prefirió dejar el libro sobre su mesita y apagó la luz, acostándose por fin. Después de varios buenas noches y un silencio que duró demasiado para mi gusto, ella decidió girarse hacia mi y hablar.
-Camz – Murmuró, haciéndome abrir los ojos. En ese mismo instante, nuestras miradas se encontraron para no volver a perderse en un buen rato.
-Hhmm – Suspiré.
-¿Es cierto que no quisiste que entrara a tu casa? - En este momento agradecía que la luz de la luna se reflejara desde la ventana de su habitación y me permitía ver su cara.
-Lo es - bajé mi mirada, para volver a mirar sus ojos después – Tenía miedo y... necesitaba espacio – Ella se acercó a mi.
-No es por ser creída ni nada, porque eso es algo que te corresponde a ti – Dijo, haciendo que una de las comisuras de mis labios se levantara – Pero sé que yo te puedo querer más que Austin – Ella miró mis labios como si quisiera devorarlos y luego volvió a fijar su mirada en la mía, mientras nuestros rostros se iban acercando más y más, sin prisa pero sin pausa.
Estaba nerviosa, no era la primera vez que la besaba, pero esta vez si termina pasando será por voluntad de las dos...las otras veces que lo hicimos ni si quiera fuimos conscientes de lo que hacíamos.
Nuestros labios por fin se rozaban, nuestros ojos demasiado ocupados mirándonos como para cerrarse.
-Te quiero Camila – Susurró ella, haciéndome sonreír sobre sus labios. Pero antes de que aquel ansiado beso sucediera, mi movil empezó a sonar, haciéndonos gruñir a la vez.
Estiré mi brazo hacia él y al ver el nombre de quien era, puse mi mano sobre mi cara.
-Es Austin – Lauren bufó al escucharme, soltando otro gruñido, esta vez parecía más molesta aún.