As bajo la manga | RESUBIENDO

By Heatherdelrey

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El jefe de la mafia se ha obsesionado con el único hombre que no puede tener, el mejor policía de la ciudad. ... More

🃏 Leer antes de jugar
01 ♣️ Esa noche en el club
02 ♣Nos encontramos
04♣ Lo logró
05 ♣El crimen fue cometido

03♣ Él vino a impresionarme

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By Heatherdelrey

EZRA.

Se manejan demasiado bien para ser principiantes, son aficionados con ambición o aun no bebieron una gota de nuestro alcohol mágico, me inclino por la segunda opción así que lo voy a arreglar yo mismo. Sin apartar la vista de mis cartas, me reclino en la silla hacia uno de los trabajadores pidiéndole que nos traiga suficiente para que podamos continuar.

Sigo sorprendido por la nueva cara dentro de mi jaula, nunca había visto alguien tan exótico, a diferencia de lo que suelo ver en mis dibujos japoneses, es una rara mezcla entre rasgos asiáticos, pecas y cuerpo grande. No es lo que se esperaría en un hombre con esa nacionalidad.

Pero no importa, un plato nuevo no viene mal a mi dieta.

Le hablo con la mirada a Alek toda la ronda, la mesa está silenciosa, las respiraciones me hacen eco, mucha calma esta para estar jugando conmigo. Sospechoso.

—No los había visto antes, espero se sientan bienvenidos. —corto el silencio.

—Quizás no nos recuerde, venimos cuando tenemos tiempo. —responde la mujer de pelo rosa.

—Si los hubiera visto, —fijo mi mirada él—. estoy seguro que los recordaría.

—De todas formas —se mete en la conversación levantando la cabeza lo suficiente para mirarme a los ojos—. un placer, señor Galanterie.

Mierda, qué linda voz.

—Déjese de formalidades, puede llamarme Ezra, o cuando desee.

—Kaan.

El chico que reconozco con el nombre de Dan gana la primera partida, se sabe que es un buen jugador, normalmente uso a uno de mis expertos en las mesas para que no deje a nadie avanzar más que nosotros, pero esta noche Orslok puede descansar. Incluso mi mejor amigo se ve en confianza, no voy a arruinarlo.

Examino la limpieza de las copas mientras que el mozo que trae bocadillos se para a mi lado por más tiempo del requerido, nadie hace eso y menos una persona con años de experiencia, algo pasa fuera de visión.

Me guiña el ojo, aunque lo importante en este momento es que lo combina con una inquietante mirada fija. Eso es una señal de alerta.

¿Nos están espiando?

No se puede ligar en paz, qué agonía.

Pongo mi mano en la parte superior de su espalda para que gire, caminamos hasta llegar a un sitio privado. Mis compañeros no pueden quedarse sin supervisión mía, espero que no sea malo. Es decir, espero no sea desfavorable, pues en ese caso se le diría bueno, los "malos" somos nosotros.

—Más le vale que sea importante. —refunfuño.

—Son policías. —informa en seco, no se molesta en bajar el tono o preparar el terreno.

Arrugo las cejas, mis labios susurran "¿Los de la mesa?". Él asiente con lentitud.

—¿Y? Ya sabemos —declaro aún confuso—, Dan no es una amenaza. Lo conocemos.

—No me refiero a él, tiene dos nuevos acompañantes.

—Una forense no puede siquiera perjudicarnos. —lo regaño irritado, detesto que me interrumpan sin razón.

—Lamento negarle la razón señor, pero no lo está captando. —hace énfasis en pronunciar la ultima palabra, abre en grande los ojos.

—¡¿Qué no estoy captando?! Ya te describí a dos personas y... Me falta el tercero. —caigo en cuenta.

Es más, no sé nada de ese, ni un solo dato.

Oh, claro.

—Gracias hombre —palmeo su espalda—, lo tengo todo bajo control.

—Solo le estaba advirtiendo.

—No vuelva a hacerlo,—me inclino sobre su hombro susurrándome al oído—. Ofrézcale un trago especial a nuestro nuevo invitado.

Les echo un vistazo, la yema de los dedos del pecoso acaricia los alrededores de la copa empañada por el exceso de hielo, ya ha aceptado un trago, no será complicado darle otro. Con la boca entreabierta se remoja los labios con el alcohol, lo saborea a fondo.

Conocedor de la buena bebida, interesante para un simple policía.

Su oscura mirada examina a cada uno de los miembros, no mira sus cartas, escudriña sus apariencias con una calma envidiable, la confianza sale evaporada de su persona. Tienen razón en que quizás venga a investigar, la actitud que trae no es de jugador.

Es momento de no dejarlo ganar. Una pena.

La suerte lo acompaña en el azar, las siguientes dos rondas su equipo tiene ventaja a pesar de que empezara a jugar en serio. Deslizo fichas al centro, tal vez pueda hacer que se vayan felices y vuelvan.

La manzana de Adán en su cuello se hace notoria cuando traga, su confianza pasa a ser tranquilidad, nuestras pupilas se encuentran un par de veces, me decepciona que no se me haya quedado viendo, no tengo el síndrome de Alejandría para que no se queden sorprendidos ante mi peculiar tono. Es insultante no apreciarme.

Los pensamientos de dejar pasar esta noche liberándolos se van cuando ya en el comienzo del penúltimo juego se afloja la corbata, su pálido brazo tiene venas marcadas cuan ramas de árbol en otoño, la ajustada tela de su camisa choca contra sus pectorales. Un largo suspiro revela lo cansado que está, el instante perfecto para sacarle el jugo si es que vino a recoger limones.

Me empeño en ganar las dos que quedan, Orslok me ayudó sacrificando sus posibilidades junto con las de Alek. La mitad del dinero pasa a mi lado, busco el mechero en mis bolsillos para festejarlo con un cigarro cuando veo que se disponen a salir.

No, no es tan fácil ojos rasgados.

—¡Kaan! —llamo— ¿Te quedarías a comer algo? Para celebrar.

—Lo siento, mis planes en las noches son más intensos que una comida.

—Lo entiendo, —asiento— ¿Te invito a un motel entonces?

Su sonrisa de labios sellados no me revela nada. —No soy de este tipo.

—¿No sales con alguien apenas conocerlo?

—Sí, mejor cállate —se gira hacia la chica de cabello rosa— nos vamos.

—Te estaba hablando...

Actúa con desprecio, supongo que no hace falta decir que no tengo paciencia, mis hombres menos. Un guardia los guía amablemente hacia la salida de atrás bajo el único detalle de que allí no hay salida.

La policía que ha entrado por estas puertas no sale bien si no es bajo mis condiciones. Menos si no me responde con respeto.

Dan se niega a caminar porque nos conoce, vive en esta ciudad desde hace décadas así que Orslok lo tiene que forzar a pisar tierra, aunque es tarde, meterse entre una pared de alambres en lo oscuro del casino es tan fácil como ir unos metros al interior.

Intuyo que no es tonto —puedo estar equivocado— mas si no lo estoy, desea una recompensa por dejarse, no lo tenemos donde queremos, él nos quiere tener y no lo voy a permitir.

—No te vas si no termino la conversación. —aclaro.

—¿Disculpa? —suelta una risa atendiendo en todo momento a la dama.

Si mal no recuerdo, ella se llama Hera como la Diosa griega.

—Mira perro del gobierno, puede que te sientas con autoridad allá afuera, pero este no es tu territorio. —lo confronta Alek.

No lo vuelvo a traer conmigo, este sitio es mala influencia para su tratamiento, ya se puso violento mi caniche.

—Cállate lisiado. —le grita Hera.

—Chicos, no peleen. —Dan trata de relajar el ambiente.

—Pues hoy me apetece pelear.

Kaan repasa de pies a cabeza a Orslok con cierta diversión, la sonrisa que esboza está gritándole su superioridad. Se desprende los botones de las mangas de su camisa, las remanga hasta donde la tela soporte, si quería presumir sus músculos, lo logró.

—No te conviene. —farfulla.

—A ti no te conviene, eres policía ¿No?

—Oh, hay algo que no estamos entendiendo —él se aclara la garganta—. Cuando no llevo una placa no estoy ejerciendo mi rubro, así que puedo partirles la cara si quiero.

—¡¿Qué acaba de decir?! —grita Orslok.

Debo parar esto. Piensa con la cabeza, Ezra.

—Kaan, ¿Te calmas tú o lo hago yo? —cuestiono.

Pongo las manos en la parte inferior de mi espalda, mis pasos firmes en su dirección no lo hacen retroceder. El desprecio en su mirada se intensifica.

—¿Qué? —arquea una ceja, él me escudriña—. ¿Quieres que me arrodille porque tienes dinero y un delineado más desviado que tu sexualidad?

"Desviado" Ugh, hombres idiotas.

—Conténganse muchachos, no vale la pena. —paré a mi mejor amigo de avanzar.

Kaan se cruza de brazos, hay hombres míos acercándose a la escena.

—Lo mismo digo, ¿Nos trajiste hasta aquí para intimidarnos solo porque no te haré caso?

—Se crees mucho, policía.

—No estoy ciego, señor Galanterie.

Ya me cansé.

Extiendo mi mano pidiéndole mi pistola a uno de ellos, como a su grupito lo revisaron es improbable que traigan armas, una ventaja bastante buena.

Le saco el seguro tomando al pelinegro de la parte trasera del cuello para acercar su rostro, el extremo del cañón eleva su mentón, quiero que me observe. Hundo la punta en su piel lo suficiente para que deje marcas, empuño toda mi fuerza en esa acción.

—Se sincero, ¿A qué viniste? —interrogo enfadado.

—No te incumbe en los más mínimo.

—No estoy para juegos.

—Irónico —suspira—, esperaba más de usted.

—¿Más? —repito riendo.

—No tiene delicadeza, pensamiento crítico ni la habilidad que se requiere, en definitiva, no es usted a quien busco. Mil disculpas.

—Ya dígame de qué habla si sabe lo que le conviene. —advierto.

—De que está a punto de agredirme sin haber hecho nada —retira mi mano con una facilidad sorprendente—, eso es aburrido.

Hera pasa por en medio de nosotros hacia la salida, Dan la sigue.

—Nos vemos, en el transcurso de esta semana, le llegará un citatorio del porqué se especula que su negocio está involucrado en los recientes asesinatos —Kaan señala mi mano—. Quizás por tenencia de armas ilegales también.

—¿A eso vino? ¿A decirme un par de oraciones aprendidas? ¿A provocarme?

—Por supuesto que sí —sonríe—, que tenga una linda noche.

El eco de sus pasos va llevándose la tensión del lugar, no le hizo falta tocarme para que se haya sentido como un golpe, probablemente los subestimé. A él en especifico, Orslok me reclama con la mirada, hago una seña clara con la mano: Déjenlos ir, por hoy.

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