Macabra Tentación - 1.El Vínc...

By VeronicaGM

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Detrás de una leyenda siempre hay algo de realidad.Para entender la verdadera historia, debemos conocer todo... More

Elegia
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítlo IX
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI

Capítulo X

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By VeronicaGM

Y llegó el cápitulo X, espero que os guste como van encajando las piezas ;)

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reproducción. Todos los derechos reservados.

Podéis haceros con un ejemplar en papel en la página de Amazon, a un precio realmente bueno :D

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Capítulo 10

Atravesé a toda prisa el camino que me llevaba de vuelta a Londres, el frío era más intenso que anoche y sentía mis ropas acartonadas por la sangre seca. No había ni un alma en las calles así que supuse que al menos debían ser las cinco de la mañana, seguí cabalgando a toda velocidad mientras el temor a ser descubierta corría libre por mi cuerpo. Giré la esquina que daba a mi calle y aminoré el paso, cuando faltaban pocos metros para llegar me bajé y conduje al caballo hacia la puerta trasera de la casa por donde había salido anoche. Abrí la pesada puerta de hierro que había dejado abierta con toda idea, entré dentro y la cerré. Caminé hasta el establo, no había nadie allí aún, encerré al animal en su cuadra y me dirigí a la puerta de la cocina, estaba cerrada pero sabía que escondida sobre el marco de la puerta había una llave, hacía años que estaba allí, lo sabía porque yo misma la coloqué. Era una llave de repuesto por si Doris se dejaba la suya, solo sabíamos de su existencia mi padre, yo y Doris. Deslicé la mano por el marco polvoriento de la puerta hasta dar con ella. Vi mi reflejo en el cristal de la puerta, tenía una pinta horrible... me sentía como una fugitiva que volvía después de mucho tiempo sucia y polvorienta.

Abrí la puerta todo lo despacio que me fue posible para no hacer ruido y volví a depositar la llave en su lugar. Todo estaba a oscuras, cerré la puerta y atravesé la sala, no pude evitar fijarme en el piano lleno de fotografías y esbocé una sonrisa, aún no me podía creer todo lo que había pasado esa noche. Me sentía tan libre... pero sobretodo dueña de mi vida después de mucho tiempo. Seguí caminando de puntillas, en el hall no había nadie tampoco, me fijé en el reloj de pie y eran las cuatro y media de la madrugada antes de lo que había supuesto. A través de la ventana se filtraba la suficiente luz para no tropezar, subí corriendo las escaleras y cuando al fin entre en mi habitación me sentí a salvo. La puerta del balcón de nuevo se encontraba abierta, instantáneamente pensé en James, me acerqué a cerrarla y sobre la mesa de piedra de la terraza había una rosa roja al igual que el día anterior, sonreí mientras la cogía y olía su intenso perfume. Era increíble estar enamorada, ningún sentimiento podía compararse a aquel. Cerré la puerta y deposité la rosa sobre el tocador junto a la otra. Me deshice rápidamente de la ropa sucia y la metí echa un ovillo en el fondo del armario, por la mañana me ocuparía de ella. La enterraría en el jardín en algún lugar apartado donde nadie pudiese encontrarla. Me puse el camisón y me acosté dispuesta a dormir unas horas antes de que Thomas volviese y todo se complicase, no sabía ni por donde debía empezar para contarle tan difícil decisión. Conocía su reacción ante las cosas que le disgustaban y una parte de mi sentía miedo por lo que pudiese decirme o hacerme, aunque las palabras podían ser incluso más hirientes que los golpes. Caí rendida, no recuerdo cuando me dormí.

Cuando desperté retiré las cortinas de la puerta y pude ver una espesa niebla que apenas dejaba ver más allá de la entrada principal, podía sentirse la humedad del día en el suelo de madera bajo mis pies, Doris apareció a los cinco minutos de haberme despertado, entró con el desayuno en una bandeja y la depositó sobre la cama.

—Buenos días señorita —Ni siquiera me giré para saludarla, seguí mirando por la ventana.

—¿Sabe si ha llegado ya Thomas? —le pregunté, el tono de mi voz denotaba mi estado de nervios, aunque intenté disimularlo.

—Sí señorita, por eso subí a traerle el desayuno, dese prisa le está esperando en el despacho —me informó mientras sacaba uno de mis vestidos del armario. Por suerte el vestido manchado estaba bien escondido y era imposible verlo a simple vista. Apenas comí un bocado de la tostada con medio vaso de zumo y aparté la bandeja, después Doris me ayudó a vestirme y a arreglarme pelo.

—Baje en seguida, la está esperando —me indicó.

Cogió la bandeja con el desayuno casi intacto y se marchó. No podía dejar de pensar en que Thomas estaba ahí abajo esperando a la misma muchacha pura e inocente que había dejado antes de marcharse. ¿Notaría que algo había cambiado en mí después de entregarme a James? Cada vez que me acordaba de ello no podía parar de sonreír. Respiré hondo y me armé de valor para bajar. Me detuve frente al despacho y tras respirar hondo abrí la puerta. Thomas estaba sentado en uno de los sillones de piel con el vaso de bebida en la mano como era costumbre en él, cuando me vio entrar lo depositó en la mesita y me miró de arriba abajo. Me indicó con la mano que me sentase a su lado, mi pulso se aceleró, ¿cómo explicarle todo? Me senté y observé que no había perdido su expresión arrogante, cogió mis manos y las besó.

—Estas tan hermosa como siempre, me alegra estar de vuelta —no cesaba de besar mis manos.

Le sonreí, pero más que una sonrisa de agrado por sus palabras... Fue de nerviosismo.

—Y dime ¿cómo lo has pasado? —le pregunté con segundas, pues ni siquiera me avisó de que había llegado ni de que estaba bien.

—Bueno, era un viaje de negocios, puedes imaginar lo ocupado que he estado —me respondió mientras daba un trago a la bebida.

—¿Tanto para ni siquiera escribirme y hacerme saber si estabas bien? —le reproché, mientras soltaba la otra mano que aún me mantenía sujeta.

—No pude Emily, en cuanto llegué me estaban esperando. Me fue imposible parar a escribirte un telegrama, luego estuve ocupado y ya no me acordé de ello. Pero eso no quiere decir que no haya pensado en ti en estos días, de hecho te he traído algo —le observé mientras sacaba del bolsillo de la chaqueta una pequeña caja de raso roja que me entregó.

Sorprendida por aquello no supe qué decir. Esa pequeña caja solo podía contener algún tipo de joya, la abrí y efectivamente dentro se encontraba un anillo de oro adornado por una fila de diamantes, su brillo era casi mágico pero no podía aceptarlo, debía decirle lo que estaba pasando. Pude observar cómo me miraba esperando mi reacción, pero no tuve ninguna, tan solo le miré, cerré la pequeña caja y cogiendo su mano derecha la deposité en ella. Thomas no sabía cómo reaccionar.

—¿No te gusta? —me preguntó.

—No es eso Thomas, es un anillo precioso pero no puedo aceptarlo —le dije mientras apartaba la mirada. Cómo empezar aquello sin causar daño alguno. Él seguía mirándome con cara de sorpresa esperando un por qué al rechazo del anillo.

—Entonces qué pasa Emily, porque no estoy entendiendo nada. Vamos a casarnos y aún no te había regalado el anillo de compromiso, pensé que sería una buena idea hacerlo.

Me levanté y caminé hasta apoyarme en la gran mesa de madera de mi padre presidida por el enorme cuadro de mi madre, esperando que su imagen me diese fuerzas para afrontar lo que se me venía encima. Dejó el anillo sobre la mesita y se acercó a mí poniendo sus manos sobre mis hombros esperando ansioso mi respuesta. Suspiré y me dispuse a explicarle lo que pasaba.

—Thomas... estos días que no has estado conmigo he tenido mucho tiempo para pensar y no sé cómo decirte esto sin que te sientas ofendido o sin que reacciones de mala forma —estuve unos segundos en silencio bajo su atenta mirada en la cual se podía ver que mis noticias no eran buenas—. Debemos cancelar nuestro compromiso —proseguí con voz temblorosa.

—¿De qué estás hablando Emily? —me preguntó mientras se tocaba la frente con una mano como si le doliese—. Me he dado cuenta que no puedo darte lo que necesitas, no te quiero y no creo que pueda quererte nunca. Sería injusto que te prometiera cosas que no puedo cumplir, al igual que creo que tú tampoco me quieres —al fin se lo había dicho, me sentía aliviada pero a la vez con miedo por su reacción.

—¿Estás diciendo que ya no quieres casarte conmigo? —su tono de voz cambio drásticamente, ahora era amenazador. Comenzó a dar vueltas en círculos alrededor del despacho mientras negaba con la cabeza—. No puedes dejarme Emily, algo ha debido pasar para que cambies así de idea, todo estaba bien cuando me fui.

—Sí, lo estaba, pero me he dado cuenta que no podemos hacerlo. No puedo hacerlo, no puedo estar con alguien a quien no amo solo porque seas un buen partido —no podía decirle el verdadero motivo de todo aquello.

—¿Has pensado acaso en tu padre?, seguro que ni lo has pensado. Maldita sea —me recriminó. Era cierto que se llevaría un buen disgusto, pero era su hija y terminaría entendiéndolo y aceptando que estaba enamorada de James.

—Él es mi padre, aceptará aquello que me haga feliz —cogió el vaso y se lo bebió de un sorbo, estaba alterado.

—Dime algo, ¿seguro que no ha tenido nada que ver ese tal James en tu decisión?, porque me pasé por el bufete antes de venir y tu padre me comentó que te acompañó a casa la noche del teatro —debería haber previsto que iba a contarle eso.

—Sí pero solo eso, me acompañó a casa y semarchó. Quiero romper nuestro compromiso por lo que te he contado, no puedodarte lo que necesitas, no quiero que seas infeliz, sería injusto —cada vez sealteraba más y no dejaba de caminar por la habitación como si estuviese a puntode enloquecer. —No tecreo Emily, vi cómo le mirabas desde el primer momento, os vi caminar por el jardíndel brazo la noche que vino a cenar, le gustabas y estoy seguro que haaprovechado mi ausencia para convencerte de que no debes casarte conmigo —seacercó a mí y me agarró del brazo, me apretaba demasiado y empezó a dolerme. —Mehaces daño Thomas, ¡suéltame! —no me soltó por propia voluntad, tuve que hacerfuerza para poder soltarme, acto seguido le empujé. — ¡No vuelvas a tocarme!—le advertí. —Nisiquiera te has molestado en negarlo, vamos mírame a los ojos y dime que esmentira, que él no tiene nada que ver en esto —me exigió. Me acerqué dispuestaa hacerlo, a decirle que la culpa solo era suya y que James no tenía nada que veren ello, pero no pude articular palabra, no podía mentirle en eso—. Ves, ni siquierasabes mentir. —Él notiene nada que ver, es una decisión que he tomado yo —le dije finalmente. —Erespatética Emily —una carcajada socarrona se le escapó—. Te has dejado embaucarpor un tipo al que apenas conoces, ¿crees que él no se cansará de ti? Eresaburrida y ahora también una zorra —aquel comentario me encendió de tal modoque fui a darle una bofetada pero la paró cogiéndome por la muñeca. —Si tansolo me respetases un poco no pronunciarías esas palabras, pero nunca teimporté. Solo te importa mi dinero, ¿crees que no sé qué solo aspiras a quedartecon esta casa y con el negocio de mi padre?, eres un miserable Thomas —le reprochémientras me sujetaba, después tiró de mí haciendo que cállese al suelo. —Nopienses que voy a dejar que te vayas tan fácil con ese tipo, me encargaré deello —abrió el cajón de la mesa y cogió la pistola que mi padre guardaba allí. Después se fue dejándome allí tirada.Lágrimas de impotencia empezaron a resbalar por mi rostro, nunca imaginé quefuese realmente así, le odiaba. Me levanté y mientras me secaba las lágrimascorrí a la puerta para detenerle, cuando salí ya se había montado en sucarruaje en el puesto del conductor y se marchaba. Corrí hasta la entrada parafijarme hacia dónde se dirigía, vi que no tomaba el camino habitual, si no elmismo que yo tomé la noche anterior para ir a casa de James. ¡Queríamatarle para que no pudiésemos estar juntos! Recordé que era de día y Jamesestaría aún dormido. ¿Y si le encontraba y le mataba mientras dormía? aunquetenía mis dudas de que consiguiese matarle, había visto de lo que era capaz,pero a su vez tampoco podía dejar que James matase a Thomas. Tenía que impedirlo

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