Todokami Week 2020

By Keke_puffy

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Semana dedicada a la pareja de Todoroki Shoto y Kaminari Denki ♡ ◎ ¡Todokami/Kamitodo!,, -- 01: Romance clic... More

Romance cliché
Songfic
Halloween
Reencarnación
Fantasía
Libre

Universo alterno

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By Keke_puffy

Fantasy! AU

El olor a quemado se establece en el escenario antes de poder ver algo más.

Siente el humo en sus fosas nasales y a pesar de que la sustancia va directa a sus pulmones, no hace nada al respecto, está acostumbrado.

Todoroki toma una posición defensiva cuando el gris oscuro empieza a disiparse, porque en realidad sabe lo que hay detrás.

Porque sabe que por mucho humo que haya frente a él, aún es distinguible la figura de los rayos que aparecen con frecuencia por cortos segundos.

—¡Que Dios me ampare si me enfrentara de verdad contra tremendo poder! — Las palabras dichas le hicieron levantar su cabeza y conectar sus ojos bicolores con el oro brillante que a su vez le sonreía confiado. —¡Su Majestad parece un experto en la magia del fuego! ¡Siento mi columna temblar con cada llamarada salida de sus manos!

—Por favor, deja de elogiarme. — El más alto cortó la serie de cumplidos que su contrincante le decía, bajando la guardia mientras este se acercaba con ánimos. —Aún así, has podido con mi ataque, ¿verdad?, ni siquiera veo quemaduras en tu ropa. Soy yo quien te debe cumplidos, tu resistencia es sin duda admirable.

—Se lo agradezco, créame, pero mi defensa no es suficiente; déjeme decirle que en una batalla real moriría. Y en estos tiempos, con guerras, emboscadas y demás, sabe usted que la batalla real es la que importa. —dijo el contrario, muy seguro de lo que hablaba. —Pero en fin, ¿qué tal si volvemos al castillo, príncipe? Ha sido una buena práctica, de verdad.

Todoroki asintió y caminó al lado del rubio hacia palacio, abandonando el descampado que usaban como campo de entrenamiento.

Todoroki recuerda con detalle cuando acogieron a Kaminari en el castillo.

Él solo era un niño cuando encontró al rubio en la calle, vestido con ropas sucias y espalda curvada.

La mirada que ese niño rubio le dio al mismo llamarle la atención es algo que nunca olvidaría.

Sus ojos dorados, como las monedas que su padre guardaba en grandes sacos donde nadie más que él sabía, estaban apagados, ensombrecidos, como si esas dos grandes monedas estuvieran oxidadas.

Pero en ellos había algo.
Un brillo, muy, muy pequeño, pero tan, tan notorio que asustaba.

Porque parecía que ese niño le estaba hablando en un lenguaje que él no pudo entender, y que incluso en la actualidad, seguía sin poder comprenderlo.

Recuerda haberse perdido en los orbes del otro chico, como si estos hubieran formado un agujero negro.

—¿Qué miras, idiota? — Se sobresaltó al escuchar la voz del chico, quedándose de piedra pues no esperaba que le hablara así.

—Eh... — Balbuceó siendo incapaz de apartar la mirada, sentía que había caído en una especie de pozo sin fondo.

—¿Me has escuchado? Te he preguntado qué miras. — El rubio se acercó a él invadiendo su espacio personal y lo empujó levemente.

—No miro nada, es solo... — Antes de que pudiera continuar, el contrario volvió a empujarlo, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas.

—Eso te pasa por no responder rápido, ¡no tengo tiempo para escucharte, principito!

Shoto frunció su pequeño ceño.
Una cosa era que ese niño le intimidara por alguna extraña razón.
Pero otra muy distinta era que este le tratara de esa forma que sabía que no merecía.

Era el príncipe, ¿no? Lo mínimo que esperaba era que las demás personas no lo empujaran simplemente por ponerse nervioso.

Se levantó sin sacudir sus ropas elegantes —las que tanto le había costado ponerse solo, solo para demostrarle a su madre que ya era un niño grande, ¡ay, como su progenitora le viera con las prendas manchadas de tierra!—, y bastante molesto se dirigió al rubio.

¿Qué haría? ¿Le pegaría? No sabía, nunca lo había hecho.
¿Le gritaría para meterle miedo y que no lo volviera empujar? Tampoco era seguro que eso funcionara, menos cuando de los dos, el que más daba miedo era el otro.

Pero no tuvo mucho tiempo más para pensarlo, pues en cuanto estuvo frente a él, tan cerca que escuchaba hasta su respiración, escuchó la voz de su madre, jadeando por la sorpresa, —¿sería porque pensó en ella que por acción divina hubiera aparecido, o era ese tan llamado "sexto sentido de las madres"? — o tal vez por el horror de ver su ropa sucia, no lo sabía.

—¡Shoto! — Lo llamó Rei acercándose a ambos niños. —¿Qué es lo que está pasando?

—¡Que él me ha tirado al suelo! —grito el bicolor señalando al contrario. Este apartó la mirada enojado.

—¿Algún problema, Rei? — Ese era su padre, Enji, quien puso una de sus manos sobre el hombro de su esposa. —¿Quién es este niño? — Miró al nombrado con una expresión seria, y por un momento Todoroki sonrió para sus adentros, pues si estaba su padre ahí, el chico con ojos de moneda tendría su merecido por tirarle al suelo.

—Tranquilo, querido, déjame a mí. — Rei interrumpió los pensamientos de victoria de su hijo y se agachó para quedar a la altura del rubio. —¿Dónde están tus padres?

—No tengo padres. —contestó el rubio como si nada.

—¿¡Eh!? — El bicolor se adelantó y volvió a ponerse frente al contrario. —¿¡No tienes padres?! ¿¡Y algún familiar tampoco?!

—No tengo familia. Me han vendido varias veces y ahora estoy en un mercado de niños aquí cerca.

Las palabras "mercado de niños" alertaron a la reina, que miró a su marido con un deje de preocupación en el rostro. Este le devolvió la mirada, serio. Parecían tener una conversación con solo sus ojos.

—¡Ven con nosotros!

El grito de Todoroki sorprendió a sus padres, e incluso el mismo niño rubio, que antes le había intimidado con sus orbes dorados, ahora lo miraba con ojos como platos.

—Pero Shoto, ¿no acabas de decir-...?

—¡Pero no tiene adónde ir, mamá, tenemos que traerlo al castillo! —interrumpió a su madre y seguido de eso, Shoto volvió su mirar hacia el rubio y le habló. —No sé lo que es un mercado de niños, pero suena muy mal, y no voy a permitir que vayas ahí.

—Hace un minuto querías devolverme el empujón.

—¡Pero ahora no quiero que te pase nada malo!

Parecía que el otro niño no esperaba que le dijera eso, pues se había callado al instante, y su barbilla tenía la leve intención de tocar el suelo.

Pero a lo que Todoroki estaba prestando más atención, era a que el minúsculo brillo que el contrario tenía en los ojos, ahora era más grande —y más bonito, por cierto—.

Todoroki se sintió orgulloso al pensar que él había provocado eso, pero decidió aguantar sus ganas de perderse en su buena y linda hazaña para dirigirse a su madre de nuevo. —¡Por favor, mamá! ¿Podemos traerlo a casa?

—Tenéis que comprarme primero.

—¿Eh? — Shoto se volvió hacia el rubio, que había apartado la mirada.

—El hombre... que nos vende, primero tenéis que pagarle para que pueda ir con vosotros, si no, no... No podré irme. — Por alguna extraña razón, no parecía querer mirarlo, y eso puso un poco triste a Todoroki.

De todas formas, el pequeño Shoto miró a sus progenitores suplicante.
Los mayores compartieron una mirada, y se ve que ese breve segundo fue suficiente para que su madre sonriera, lo cual era una buena señal.

—Está bien. —dijo Rei al final, consiguiendo que su hijo mostrara una gran sonrisa.

El chico los guió hasta el puesto donde había varios niños jugando cerca, con las mismas prendas que él, unos eran más altos que Todoroki, otros mucho más pequeños, algunos metidos en jaulas que posaban en estanterías.

Incluso vieron un niño, probablemente de la misma edad que ellos dos; era un mitad dragón, su cola sobresalía de sus pantalones y unos pequeños cuernos se asomaban por su cabello azabache.
En ese momento fue que se percataron de que cada jaula tenía una letra escrita justo debajo de las rejas, en una pequeña placa de metal. La de este híbrido, por ejemplo, era una "K". 

—¡Majestad! — Un hombre alto y musculoso, con cabello rubio y corto les llamó la atención. —¿Qué les trae por aquí? —preguntó con amabilidad.

—... Venimos a comprar a este niño. — La reina sintió su pecho apretado al decir las palabras "comprar" y "niño" en la misma frase. Enji notó esto y puso su mano en su hombro, dándole apoyo a su esposa.

La sonrisa que se asomó por los labios del contrario les causó repulsión, pero aguantaron para que este les dijera el precio que tenían que pagar.

Todoroki por otra parte, ni se había dado cuenta de la presencia del otro adulto, estaba más concentrado mirando a los demás niños cerca del puesto.

Se sentía incómodo.

De repente, notó que los ojos del híbrido que estaba encerrado en la jaula llevaban abiertos un rato, tal vez por el jaleo que cierto hombre estaba haciendo en el mostrador.

Ver a ese chico, que podía ser de su edad, de esa forma...
Le hacía sentir mal.

El contrario pareció notar su estado y le puso atención a Shoto con su mirada haciendo que el mitad dragón, que lo estaba mirando a él desde su jaula, también lo hiciera.

Cuando sus padres parecieron terminar con ese hombre, decidieron volver al castillo, su paseo había durado suficiente.
A Todoroki le animó un poco que podría enseñarle el palacio a...

¿A?

—¡Oye! —exclamó el pequeño bicolor de repente, haciendo que el niño a su lado saltara del susto. —¿Cómo te llamas?

El rubio pareció también darse cuenta de que en ningún momento había dicho su nombre, y chasqueó su lengua con poca fuerza.

—Denki Kaminari.

—Ah, yo soy Shoto. Podrías cambiarte el apellido y llevar el nuestro, como vas a vivir con nosotros... — A medida que hablaba, Todoroki bajaba más la voz, algo avergonzado por lo que había dicho, aunque no sabía por qué.

—¿¡Hah?! ¡No pienso llevar tu apellido! ¡Es muy feo! Además, — Miró a Shoto con el ceño fruncido, molesto. —¡no pienses que porque vayamos a estar juntos vamos a ser amigos!

Vale, eso enfadó un poco a Todoroki. —¡Mi apellido no es feo, a mí me gusta! ¡El tuyo sí que lo es! ¡Y también esa línea negra que tienes en el pelo! —añadió señalando la mecha azabache en el cabello de Kaminari. —¡Es rara!

—¿¡Raro yo?! ¡Pero bueno, mira quién habla! ¡Tú tienes el pelo de dos colores, ¿¡dónde se ha visto eso?! ¡En el circo nada más! ¡Feo!

El bicolor se molestó aún más e hizo un gran puchero. —¡Tú sí que eres feo! ¡Feo, muy feo! —exclamó, tapando después su boca con las manos para que no se le escapara que sus ojos sí eran bonitos.

—Bueno, ya está bien, los dos habéis peleado bastante. — Rei interrumpió su pelea.

—¡Pero mamá, me ha llamado feo!

—¡Tú te metiste con mi cabello primero!

—¡Y tú con mi apellido! 

—Shoto, ¿no has oído a tu madre? Dejad de hablar de esas cosas. —habló ahora su padre, poniendo orden.

El pequeño bicolor sabía que a su padre sí que no le podía rechistar, así que bufó y cruzándose de brazos, caminó un poco más rápido, adelantándose.





—Le veo distraído, su Majestad, no estará usted pensando en bellas doncellas, ¿verdad? El príncipe es un picante por lo que veo, ya lo creo. — La voz, ahora más grave pero suave de Kaminari lo sacó de sus recuerdos, e hizo que levantara su vista hacia el rubio sentado frente a él en una mesa. Por otro lado, él se había distraído mientras ataba sus elegantes botas.

Ahora que veía a Denki, no parecía el niño al que acogieron cuando era pequeño.
Sus ojos tenían mucho más brillo que la primera vez que le vio, se había vuelto más fuerte y ágil con los entrenamientos que su padre le dio desde hacía cuatro años. Ahora, hace poco más de un año que empezaron a practicar juntos y en el fondo de su ser, admite que fue lo mejor que le pasó.

Kaminari era muy habilidoso con su poder. Cuando lo usaba, su cabello se alzaba levemente por el aire que levantaban los pequeños rayos que hacían chispas en sus manos, y sonreía orgulloso, seguro de sí mismo, diciéndole con solo esa sonrisa y el brillo de sus ojos que daría todo lo que tenía para derrotarle en esa pelea.

Y Todoroki no podía parar de pensar que todo eso junto hacía ver a Denki demasiado atractivo para poder siquiera lanzar un ataque simple con su fuego.

En realidad, ambos habían cambiado tanto...

Todoroki ya no era tan inocente.
Sabía qué era lo que pasaba a su alrededor, en su reino, fuera de este...
Estaba al tanto de los males que había en el mundo, o al menos de la mayoría.

Había madurado de tal forma que cuando los comparaban a los dos, la gente acostumbraba a decir que "habían cambiado las tornas entre ellos": Kaminari ahora era más alegre, confianzudo, risueño, se le engañaba fácilmente y se le tomaba por tonto a veces; y Shoto era muy neutral y sereno, más inteligente.

No tenían ni idea de lo equivocados que estaban.

Por supuesto que Denki seguía siendo una persona con cabeza, de hecho su seriedad era de las cosas más atractivas en él: cuando esas dos monedas de oro tan brillantes se afilaban con seriedad, sentía que hasta sus piernas temblaban, y lo decía muy en serio.

Porque no sólo habían cambiado ellos dos como personas, sino que su relación también.

Ni siquiera sabía cómo llamarle a eso que sentía con Denki. Quería decir que eran amigos, compañeros, como hermanos, pero esa no era la palabra, no la creía correcta.

Por un lado tenía miedo de decir su teoría, o siquiera planteársela al rubio.
Sin embargo, ya se había acostumbrado a ese deseo que con tanto esfuerzo ocultaba, de sonreír cada vez que su mirada bicolor se encontraba con las preciosas monedas doradas de Kaminari.

Pero no debería estar pensando en ese tipo de cosas, no cuando tenía los ojos de Denki encima de forma traviesa, y acompañada de una sonrisa socarrona que a este punto, lo iba a volver loco.

Cálmate, Shoto.
Piensa en los libros de historia de la magia que tienes al lado.

—No pensaba en mujeres, eres tú quien no para de mencionarlas. —contestó con su usual tranquilidad.

—¡Oye, eso no es verdad! — Hizo un pequeño puchero. —¿En qué pensaba entonces?

—En el día que nos conocimos. ¿Te acuerdas?

—¡Pues claro que sí! —contestó alegre, bajándose de la mesa. Suspiró mirándole con una cálida expresión. —Ah, el príncipe ha cambiado tanto... Antes era una criatura inocente y adorable... Se ha vuelto usted muy apuesto con los años, sin duda alguna.

—Gracias, tú también has cambiado muchísimo. —dijo, aguantando las ganas de añadir algo más que delatara sus pensamientos. Se levantó de su cama y se dirigió al espejo de cuerpo entero que había en la habitación, acomodando su traje.

Miró por el reflejo del espejo su corbata sin atar, y antes de que pudiera hacer algo Kaminari se paró frente a él y tomó con delicadeza los dos extremos de la prenda para empezar a anudarla.

—Está a nada de tener la edad para casarse y aún no sabe atar su corbata, ¿qué diría el rey Enji si supiera de esto?

Shoto decidió no responder a aquello. Nunca admitiría que en realidad fingía para tener al otro así de cerca.

—Gracias. —murmuró mirándolo a los ojos.

Denki alzó su mirada hacia la suya con una sonrisa, a pesar de que cuando eran niños le superaba por unos centímetros, ahora era Shoto el más alto de los dos.

—De nada, Majestad. —dijo en voz baja.

—¿Sabes? He notado ciertas cosas... — Empezó a hablar, moviendo levemente sus dedos, pero sin hacer ningún otro movimiento. —Y es que no entiendo por qué no me llamas por mi nombre. Ni siquiera usas mi apellido para dirigirte a mí.

—Mm, veo que le preocupa, Majestad, aunque no tiene por qué. —dijo el rubio alzándose de hombros, quitándole importancia al asunto. —Verá, simplemente no sale de mí llamarle por su nombre, y pienso que su apellido pertene más a su padre, no es correcto que lo nombre como suyo, sinceramente. Es una cuestión de principios, nada más.

Shoto no respondió, siguió con la vista fija en los ojos del contrario, tan brillantes como siempre, sin una pizca de mentira.
Suspiró y volvió a sentarse en su cama, resignado.

—Me gustaría que algún día lo hagas, Denki.
Nos conocemos desde hace mucho tiempo y creo que deberíamos dejar de lado nuestras posiciones aún si le sirves a mi padre, al menos cuando estemos solos. —explicó con seriedad.

Kaminari tardó en hablar. —¿Podría serle  sincero y contarle un secreto? 

Todoroki confundido asintió, y el rubio se acercó, apoyando una de sus manos sobre la mesa, quedando justo frente a su rostro.

—La verdad es... que no estoy orgulloso de servir a la corona. Pero lo que sí me llena de honra, majestad... Es haberlo conocido a usted.

Después de sus palabras, lo único que hubo después fue silencio.
No sabe por cuánto tiempo estuvieron en esa posición, mirándose a los ojos, antes de que Denki se separara y con unas breves palabras de despedida diciéndole que lo esperaría fuera, saliera del cuarto.

Lo único que sabía era que si hubiera movido un poco más su dedo pulgar a la derecha, habría tocado el de Kaminari.

Podría haberle cogido de la mano, entrelazado sus dedos, posado su mano contraria en su mejilla por primera vez en todo lo que llevaban juntos.

Podría haberle besado como tanto había empezado a imaginar, a pesar de que le parecía imposible figurarse el sabor que tendrían sus labios.

Fue una especie de ruido sordo.
Como las campanas que anunciaban el final de la misa de las tardes, o los mazos de los jueces cuando sentenciaban a un criminal a los calabozos, o a ser ejecutado.

Siempre pensó que ese tipo de sonidos significaban el principio o el fin de algo.

Por ejemplo, el final de la vida de su padre.

O también, el comienzo de una emboscada.

Todoroki vio desde su trono cómo del piso de arriba aparecían personas vestidas de negro con la cabeza cubierta, atacando a los guardias sin dudarlo por un segundo.

En el momento que oyó el grito de su madre, supo que tenía que salir de ahí a pesar del shock que aún no abandonaba su cuerpo.

Corrió en busca de Kaminari con miedo en sus ojos, llevaba algo de tiempo sin verlo y el solo pensar que esos individuos le habían cogido...

Por Dios, a él no.

Paró en seco al ver frente a él cómo uno de esos encapuchados mataba a un hombre.
Sin embargo, lo que llamó más su atención, fue que conocía ese poder bastante bien.

¿Rayo?

La imagen de Denki volvió a su mente y recordó que no podía quedarse parado.
Pero a pesar de que para Shoto todo sucedía tan despacio que dolía, para la otra persona no era así, y no tardó en darse cuenta de la presencia del príncipe.

Rápidamente se adentró en una de las habitaciones del castillo. No lo pensó mucho más cuando se dirigió directamente a la ventana y saltó, cayendo detrás de unos arbustos que había alrededor de todo el palacio.

Soltó un pequeño quejido de dolor, pero por suerte aún podía caminar; mordió su lengua y contuvo sus ganas de quejarse, no queriendo llamar la atención.
Aunque no le fue de mucha ayuda, pues en cuanto salió de su pequeño escondite se encontró con un campo de batalla: había más sujetos vestidos de negro que otra cosa, ganaban en número y en fuerza.

Y todos usaban la magia del rayo.

Sintió la verdadera necesidad de encontrar a Kaminari, todo aquello le daba mala espina. Pero primero tendría que pasar la barrera de enemigos que se había formado ahora que estos le habían visto.

Shoto frunció el ceño tomando una posición de lucha y empezando a mostrar fuego por el largo de su brazo, como una especie de escudo.

Tenía tan fija su vista hacia adelante, que no se percató de la presencia de alguien más.

Sintió que algo era clavado en su hombro y que lo tiraban al suelo con brusquedad.
Oyó también una espada, ese ruido que hace el arma cuando atraviesa el cuerpo de alguien.
Pero él no sentía nada de dolor.

Cuando volvió a abrir los ojos, vio cómo un encapuchado caía al suelo con una daga clavada en el pecho.
No pudo evitar sin embargo posar sus ojos en la espalda que tenía delante.

Fue al instante que reconoció el rubio brillante de Kaminari, que ahora era ensombrecido por la oscuridad de la noche.

—¡Denki...! —exclamó, alarmado pero con alivio de ver al chico.

Sin embargo ese pequeño sentimiento de felicidad duró poco, porque el contrario volvió su rostro hacia él, y pudo ver con horror cómo sangre brotaba de su boca.

—Tiene que salir de aquí, Majestad. —dijo con seriedad.

Y Todoroki no sabe cómo es que por un solo momento, sintió miedo de ver los ojos de Denki, tan oscuros como esa noche, o como las capuchas de los individuos que le querían atacar.

Nunca le había gustado comparar los bonitos ojos de Kaminari con dos monedas oxidadas, pero eso era lo que sus propios orbes bicolores veían.
Y él nunca podría mentirse a sí mismo cuando sentía que esas grandes medallas de oro parecían haber perdido su valor.

Todoroki se sentía perdido.
Y literalmente lo estaban, pero no era precisamente por eso.

No tenía idea de cómo había podido pasar todo aquello, tampoco de cómo se deshicieron del montón de encapuchados que le habían querido matar, de dónde estaban, de cuánto tiempo llevaban corriendo por ese lugar que parecía ser un bosque... Ni de cómo Denki podía seguir de pie, ayudándolo a caminar, cuando él tenía él torso ensangrentado.

La fuerte tos de Denki, seguido de su mano que limpió su propia sangre, le dio la señal de que había que parar.

—Denki, paremos, necesitas tratar tu herida.

—Puedo... aguantar, Majestad. —respondió el otro, claramente agotado.

—No, Denki, no puedes, sí sigues así vas a... — No quiso continuar la frase, y tampoco pudo hacerlo, pues el rubio de repente se sentó en el suelo, tumbándose en la tierra.

Shoto rápidamente se arrodilló a su lado y echó un vistazo a la herida.
Mordió su labio al ver cómo la sangre ocupaba la mitad de su camisa.

—Diablos, no sé qué hacer. —maldijo quitándose la chaqueta de su traje, poniéndola encima del torso contrario y presionando.

—Tranquilícese, Alteza. —dijo Kaminari. —De todas formas, creo que moriré después de todo.

—Por favor, ni se te ocurra decir eso de nuevo. — Shoto le miró molesto, con los ojos levemente cristalizados. —Solo tenemos que descansar un poco, luego seguiremos hasta encontrar a alguien que te ayude.

Denki no siguió hablando, y la presión en Todoroki crecía a tal punto que quería llorar.

—Majestad, perdóneme.

—¿De qué estas hablando? — Volvió a mirar al rubio, a sus ojos oscuros con un brillo que no supo describir.

—He pecado de traición, príncipe. Esto es culpa mía desde el primer momento. Todo fue mentira.

Shoto abrió la boca, pero nada salió de él.

¿Qué?

—Denki...

—Pero si me lo permite, me gustaría asincerarme antes de morir.

—¡Que no te vas a morir, maldición! —estalló Shoto. —¡no, tú...! —sollozó antes de mirar a su contrario con lágrimas en los ojos. —Tú no...

Y ya no sabía si lo decía porque Denki Kaminari parecía ir en serio diciendo que había traicionado a todo su reino, o porque de verdad se estaba muriendo, su vida escapándosele de las manos delante de sus ojos.

—Yo sí, Majestad. — Interrumpió el rubio los pensamientos de Todoroki. —Y déjeme decirle, que no me arrepiento de mi traición. No, para nada. Yo siempre he odiado este Reino, todo mi odio y mi desprecio ha sido para su padre; desde que tengo memoria, desde que me entrenaron para ello... Pero sí me gustaría pedir perdón por cierto pecado de pensamiento, aunque ni siquiera lo merezca. — Por primera vez en toda su vida, sintió cómo Denki posaba su diestra sobre su mano, con delicadeza. Pero en ese momento, y oyendo la tos del otro, no podía concentrarse para nada en el cálido contacto que sus manos tenían... por ahora. —Y es que nunca dejaré de arrepentirme de haber tenido la idea de hacerle lo mismo a usted, de matarle. — Su mano contraria viajó hasta la mejilla húmeda de Shoto, acariciándola levemente con sus suaves dedos. —Yo no quería verle morir, Alteza. 

Vió cómo sus ojos recuperaban su brillo, dándole un escalofrío.

—Me pregunto, ¿qué es peor: traicionar a quien amo, o amar a quien se supone que odio desde que empecé a respirar? Llevo años cuestionándome esto, el por qué desde quién sabe cuánto tiempo quiero tener entre mis brazos a mi propio enemigo, pero nunca encontré una respuesta.

Todoroki abrió sus ojos como platos al escuchar la voz de Kaminari quebrarse.
Vio sus lágrimas caer a los lados de su cabeza, su sonrisa cerrada, cálida, y sus ojos mirarle tan brillantes como nunca los había visto en toda su vida.
Porque esa luz era distinta.

—¿Lo sabes tú, Shoto?

Era amor.

El bicolor no podía detener las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, ya no tenía las fuerzas ni para mantenerse sentado.
Apoyó su cabeza en el pecho de Kaminari, sollozando contra este.

—¿Cómo te atreves a usar mi nombre en está situación... — Trató de normalizar su respiración, sin éxito. —... como si fuera una despedida?

Denki le regaló una pequeña risa.
Viva.
Pero sería la última.

—Denki, te amo. —dijo Shoto contra su pecho. —Por favor, no me dejes...

No pudo ver la gran sonrisa que se asomó en los labios de Kaminari.

—Yo también te amo, Shoto. Jamás te dejaría.

Corría usando sus brazos y sus piernas para ir más veloz, su olfato guíandolo entre la vegetación.

—¡No vayas tan rápido, lagartija! —escuchó una voz tras él, pero antes de contestar ya había encontrado el origen del olor que había captado.

—¡Mira, es aquí, aquí están! — El híbrido señaló a dos individuos: uno era rubio y estaba tumbado, el otro tenía el cabello de dos colores y tenía su cabeza apoyada en el pecho del primero.

El más alto que llegó a la escena segundos después, miró con seriedad a ambos sujetos, en especial al bicolor por alguna razón.

—¿Los podemos ayudar? —preguntó el menor al lado del chico tumbado, mirando los dos cuerpos con un deje de preocupación y luego a su contrario.

Este se acercó primero al que estaba acostado. —A este no, ya está muerto. Mira qué herida tan profunda. —señaló el torso del sujeto. —Además está frío como un mago de hielo, creo que no llevará más de
tres días aquí.

—¿Y al otro?

Él dirigió su mirada al bicolor, echándole un vistazo a su cuerpo. —Creo que se ha desangrado, por el hombro, y también tiene varios golpes en la pierna y los brazos. Llevará el mismo tiempo que el muerto aquí, supongo, pero...

—¿Podríamos curarle? Cuando era niño recuerdo pasar una semana entera sangrando y no morirme. Uraraka-san tiene hechizos para este tipo de heridas, y el corte no es tan profundo, ¿no crees?

—Eso es porque tú eres un maldito mitad-dragón, por supuesto que vas a tener más resistencia. —dijo sin apartar su vista del chico con el hombro herido. Se levantó para sorpresa de su compañero.
—No tiene caso.

—¿¡Eh?! — El pelirrojo arrastró la vocal, sorprendido. —¿No podemos hacer nada por el del hombro, al menos? El otro está muerto, muerto, pero...

—Podríamos, aunque sería una molestia. —interrumpió el más alto de brazos cruzados. —De todas formas... no creo que él quiera vivir en un mundo así.

El híbrido lo miró confundido. —Así, ¿cómo?

Él siguió mirando al chico bicolor, serio.

—Te lo explicaré algún día. Por ahora, solo dime, ¿vivirías si yo estuviera muerto? —preguntó de repente, mirando los ojos carmesí de su compañero, que se agrandaron como platos al escucharle.

—¿¡Eh?! ¡Por supuesto que no! ¡Al contrario, yo daría mi vida por ti, Bakugo, tú me salvaste, incluso mi último aliento te pertenece-...!

—Vale, vale, hasta ahí, lagartija, no necesito que me sueltes todos tus principios otra vez. — Le cortó Bakugo. —Esto es algo parecido. Así que venga, vámonos, aquí no hay nada que hacer.

—Oh... —dijo el híbrido, pareciendo entender. Les dio una última mirada a las dos personas, y agachó su cabeza en una reverencia. —Sentimos mucho la pérdida. —habló por él y su compañero.

—¡Kirishima, lagartija, date prisa!

—¡Voy, voy! —exclamó él corriendo para alcanzar al rubio ceniza. Pasaron varios minutos y una duda cruzó su mente. —¿Sabes? Aunque recuerdo muy poco de mi niñez... No sé, creo que esas dos personas me sonaban.

—Mm. —asintió Bakugo, mirando al frente. —Puede que conocieras a alguno del mercado de niños.

—...No, llevé mucho tiempo en esos puestos y no recuerdo ver a ninguno de esos dos entre nosotros. Estoy seguro de que si les vi, no fue por ser parte del puesto de Masukyurā.

Antes de gritar porque este one-shot me ha gustado demasiado, me gustaría explicar un poco el tema de los reinos, las magias y tal —que a lo mejor ya se lo habrán imaginado, pero me hace ilusión, déjenme ser—.

En este universo, los reinos se dividen por el tipo de magia, hay cuatro "magias mayores", que son el agua, la tierra, el aire y el fuego.
De estas magias mayores, o "primarias", se derivan otros tipos, las  "secundarias" —no me he currado los nombres nada de nada, para qué mentir jsjss—, que vendrían siendo las que vienen del fuego, agua, etc; por ejemplo: el hielo es una magia secundaria del agua; el barro se deriva de la tierra, la levitación o la tormenta vienen del aire...

Del fuego se derivan más tipos de magia, por lo que ese Reino es de los que tiene más territorio, y más habitantes: la explosión por ejemplo, es una derivación del fuego.

Ahora que esto está explicado, unas cuantas cosas para aclarar:

  • Hay mucho territorio en el Reino del fuego, ya lo mencioné, el puesto al que fueron Todoroki y su familia no es el único que vende niños, Enji y Rei lo saben, y no podían llamar la atención con este tema siendo que ya había gente encargándose de ello en secreto.

  • Bakugo y Todoroki están relacionados por su magia, recordemos también que Shoto es de la realeza, casi todo el mundo sabe de él, por lo tanto de Denki también.

  • Antes incluso de que Denki o Todoroki nacieran, el rayo era parte del Reino del fuego, pero rompieron la alianza y cuando los nenes se conocen, el rayo ya es parte del Reino del aire.

  • El híbrido de la jaula era Kirishima, él sí estuvo en el puesto.

  • Kirishima no estaba mintiendo cuando le dijo a Bakugo que nunca vio a Denki ni a Shoto siendo parte de los niños en el puesto.

Yyy creo que eso sería todo, de todas formas, si tienen alguna duda, pregunten.

Ahora sí, a gritar akksks.
Creo que nunca me he sentido tan orgullosa de un one-shot hecho por mí antes, cuando lo terminé estuve diciéndole a todo el mundo —perdón y muchas gracias a quien tuviera que aguantarme esos días, yo los quiero fjsdj—,  de verdad que me ha encantado hacer esto y espero que a ustedes también les haya gustado ♡

Y pERDÓN por subirlo tan tarde! Pero ayer traté de hacer el día 4 y no me salió nada, intenté un montón de cosas pero todas salieron mal, no tuve tiempo de repasar este os para publicarlo, todo mal ay ksjajsj

En fin, veré qué hago con ese día, ¡espero que les gustara el one-shot de hoy! ♥

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