Aquel fue un día muy loco, pero no me arrepiento de él.
No me arrepiento del salir de mi trabajo a las once de la noche, y que un hombre tratase de secuestrarme.
Si todo eso no hubiese ocurrido, tú no hubieses entrado en mi vida.
Recuerdo correr sin cesar, y sin saber a donde me dirigía. Mi corazón latía con violencia en mi pecho, y estaba a punto de rendirme.
Al cansarme lo suficiente para detenerme, me di cuenta que me encontraba en quizás el mas oscuro de los bosques.
Sin embargo, no estaba sola.
Estabas ahí, sentado, dándome la espalda. En tu propio mundo.
En medio de la oscuridad, te vi indefenso. Quizás yo era muy ingenua. Pudiste haber sido un violador, un asesino, que hubiera dictado mi final.
Pero no me importó.
Me acerqué, y cuando estaba a punto de tocarte, te volteaste y me viste.
Esa mirada miel, bajo el cielo de Bibury a media noche, jamás la olvidaré.
Y ahí empezó. Era el principio de mi por siempre.
El principio de nuestro por siempre.