El mundo oculto del Espejo [S...

By monicadcp10

6.9K 841 95

¿Conocéis a los vampiros? ¿Habéis escuchado sus historias? Bien. Porque este cuento no va de los vampiros que... More

[Adelanto]
Prólogo
Adiós, Neptuno
Conversión
El Espejo
El rey
Primera toma
¿Por qué a mí?
Asskiv
El diario
Primera Luna llena
Cárcel
Descendencia
Sed de sangre
Liberación
Poder vampírico
Reina
ESPECIAL - Día del Libro (23 de abril)
Proposición
Gota de sangre
Sedientos
Hipnosis
Una lección para el maestro
El anillo
Nolan
Lágrimas de diamante
La carta
Confesiones
Despedida
Incógnitas
Luna de sangre
Nadie podrá
Sin poder vampírico
Duelo
Tigres
La disculpa tardía
Padre
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

Contrarreloj

141 23 4
By monicadcp10


Tres eran las presas que ya se habían escapado de mis garras aquella noche. Mi cuerpo funcionaba a la perfección, pero era mi mente la que parecía estar en otro lugar. Ámarok pudo darse cuenta enseguida.

Creí que este problema ya lo teníamos superado.

Su cuerpo se encontraba tendido sobre una piedra recubierta de musgo. Era una noche fría, síntoma de que el otoño se cernía sobre nosotros esperando el relevo del invierno. Las hojas ya habían comenzado a cambiar su color, abandonando el verde brillante para abrir paso a las tonalidades anaranjadas que más tarde se oscurecerían para formar el marrón. El clima estaba cambiando y la naturaleza se preparaba para una nueva etapa. Durante el invierno, las probabilidades de cazar menguarían de forma drástica.

Sin hacer caso al comentario del lobo, me preparé una vez más para cazar una nueva presa. Siguiendo los pasos que Asmord me había enseñado, avancé con mucho sigilo hasta casi poder notar el pulso bajo el pelaje del animal. Estaba sedienta y necesitaba sangre. De modo que aparté cualquier otro pensamiento de mi cabeza y me centré en la necesidad que hacía arder mi garganta. Apenas unos segundos después, mis colmillos traspasaban la delicada piel de mi cena y su sangre inundó mi boca. Por un momento, la idea de beber hasta la última gota de aquel preciado líquido y después cocinar al animal me tentó. No era una mala idea. Y eso me asustó tanto que la solté antes de haberme saciado por completo. El animal huyó sin perder un solo segundo de su tiempo hasta desaparecer de mi vista.

Ámarok no tardó en aparecer detrás de mí. Me limpié la boca con la mano y suspiré, echando hacia atrás la cabeza y permitiendo que el aire fresco chocara contra mi rostro. Había pasado una semana desde la última vez que vi a Hesper, desde que él me hizo aquella extraña proposición. Casi me entraban ganas de echarme a reír cuando recordaba que había intentado fingir que no sabía a qué me refería. El rey no había encontrado ningún problema en explicármelo.

—Los rumores corren como el viento aunque intentemos impedirlo —me había dicho—. Seguro que alguien de por aquí ya te ha contado la asombrosa historia de la bruja Danira. No espero que comprendas mis actos, Kaiserin, porque ni siquiera yo puedo hacerlo ahora mismo. Pero mi especie no se merece pagar por mis errores. Temo que si no encuentro pronto un heredero haya una guerra por el trono que ahora mismo me pertenece. No quiero volver a la barbarie de antes, créeme. Por eso necesito tu ayuda. No te lo pediría si no fuera cuestión de vida o muerte.

Sus palabras me habían parecido sinceras, pero eso no cambiaba el hecho de que me había pedido demasiado. Y ahora sus palabras me estaban pasando factura a la hora de mis entrenamientos y de cazar. No podía dejar de pensar en otra cosa.

¿Sigues dándole vueltas?

El lobo tocó mi cadera con su hocico y ambos pusimos rumbo hacia la Academia. Puede que hubiera alguien que hubiera cazado una pieza de carne lo suficientemente grande para compartir un poco conmigo. No es que a los vampiros nos hiciera falta, pero a mí me costaba acostumbrarme a no comer nada.

—Tarde o temprano tendré que afrontar el tema —suspiré.

Había abandonado la sala del trono casi temblando tras decirle a Hesper que su proposición me había cogido por sorpresa. Por suerte para mí, él lo había entendido, concediéndome algo de tiempo para poder pensar en ello con claridad. Pero ese tiempo se acabaría más temprano que tarde...

No puedes estar siquiera planteándote la idea de aceptar su oferta —Ámarok parecía descontento—. ¿De verdad es lo que quieres?

—Lo que quiero es tener una vida lo más normal que me sea posible —respondí mientras nos acercábamos al edificio que se había convertido en mi nueva casa—. No sé si es mi destino estar con Hesper o no, pero te aseguro que no es lo que quiero, no ahora mismo. ¿Pero qué puedo hacer? Kinn tenía razón: tengo responsabilidades aquí. Ahora soy un vampiro y tengo que acostumbrarme a que habrá cosas que no me gusten.

—Tenemos que encontrar otra solución.

Como ya estábamos casi en la puerta, le pedí al lobo que guardara silencio hasta que pudiéramos discutir aquel tema más tranquilamente en mi habitación. Aún quedaban un par de horas antes de que comenzara a salir el sol.

—Buenas noches.

Una sonriente Kinn nos dio la bienvenida en la cocina. El olor de la carne asada no había llegado a mis fosas nasales hasta ese momento y mi estómago no tardó en protestar. Con una sonrisa tímida, me disculpé.

—Veo que te conservas bien. ¿La sangre te sigue entrando en el cuerpo? —me preguntó.

—Unas veces mejor que otras —no pude evitar recordar la sangre de Asmord en mi garganta y eso me produjo una sensación que no logré identificar—. Veo que estás cocinando. Huele bien.

Kinn me mostró la carne que había preparado, una gran ración. La boca se me hacía agua solo con mirar aquel manjar, ni siquiera me hacía falta olerlo. Así que necesitaba salir de allí antes de que mi baba goteara hasta el suelo.

—Que aproveche —sonreí y la rodeé para pasar al salón—. Yo voy a darme una ducha y a acostarme.

—Espera —me detiene—. ¿No quieres un pedazo?

Sus avispados ojos claros chispeaban con cierta perversión, como si pudiera adivinar mi hambre con una mirada. No pude rechazar su ofrecimiento, así que finalmente me quedé con ella mientras degustábamos la sabrosa carne.

Tras varios temas de conversación en los que procuré mostrarme sin preocupaciones. Kinn estaba muy entusiasmada porque avanzaba mucho en sus entrenamientos y cada vez estaba más segura de lo que quería. En cierto sentido me producía cierta envidia, pero me alegraba muchísimo por ella.

—Espero que sepas que siempre puedes contar conmigo —Kinn me cogió de la mano y aunque no era un contacto normal todavía para mí no retiré la mano—. No importa lo que ocurra o el problema que tengas, yo siempre estaré dispuesta a escuchar y ayudar.

Su sonrisa amable me hizo plantearme si sería buena idea contarle la proposición realizada por Hesper, pero no quería preocuparla antes de tiempo. Quizás si no se me ocurría nada para deshacer el entuerto podría buscarla en busca de consejo y apoyo. De modo que agradecí sinceramente su interés y me marché con Ámarok, quien había estado esperando en el salón medio dormido.

Tendríamos que habernos ido cuando pudimos —se desperezó.

Al principio lo miré sin comprender, pero tras una breve ojeada comprendí que no iba a añadir nada más. De modo que, con el ceño levemente fruncido, comencé a caminar hacia las escaleras que me conducirían hasta mi habitación. Por desgracia, no tardé en encontrar, al final de dichas escaleras, una figura negra que me hizo comprender las palabras de Ámarok. Sin detenerme, quise pasar por delante y hacer como que no lo había visto, como si no supiera ya de antemano que esperaba allí por mí. Pero no resultó tan fácil como yo había previsto.

—¿Vas a contarme qué sucede?

Su voz me puso la piel de gallina. Sin embargo, me obligué a no girarme y a continuar mi camino. Ya divisaba la puerta de mi habitación cuando esta desapareció tras un muro negro que terminaba en unos ojos igual de oscuros. Asmord me impedía el paso.

—Kaiserin —se cruzó de brazos—. Dímelo.

—Eres mi profesor, no mi guardián.

Ámarok gruñó por lo bajo a modo de advertencia para el vampiro. Bajé una mano hacia él y le acaricié entre las orejas para que se calmara. Su intervención no sería necesaria.

—Puedo ser ambos —terció.

—A lo mejor yo no quiero que lo seas —chasqueé la lengua, impaciente, y también yo crucé los brazos a la altura de mi pecho.

—Bien —sus ojos no abandonaban los míos y por un momento tuve miedo de que quisiera leer mi mente—. ¿Qué es lo que quieres que sea?

Su pregunta me produjo un escalofrío que no pude evitar. Apreté la mandíbula, esperando que él no lograra entrever mi turbación. Necesitaba salir de aquella emboscada como fuera.

—Ahora mismo solo quiero que me dejes pasar.

Traté de rodearlo, pero era más veloz y ágil que yo por lo que no le costó demasiado esfuerzo volver a interponerse entre la puerta y yo. Gruñí por lo bajo, frustrada. Me sentí tentada de empujarlo con todas mis fuerzas, pero me contuve. La verdad es que no estaba para bromas.

—¿Qué es lo que quieres, Asmord? —bufé—. ¿Saber qué es lo que me ronda la cabeza? ¿Es eso? Entonces supongo que lo tienes fácil. Después de todo, puedes leer mi mente como si fuera un libro abierto, ¿no es cierto?

Su rostro, siempre serio y misterioso, no sufrió ningún cambio, pero en sus ojos pude atisbar una chispa roja que me advertía sobre lo cerca que estaba de cruzar un límite que no sabía dónde se encontraba.

—No voy a utilizar mi don contigo —me aseguró.

—¿Por qué no? Ya lo has hecho antes, ¿recuerdas? Cada vez que Hesper te pregunta sobre algo, tú tienes una respuesta sobre mí, sobre mi vida. Ya conoces todo lo que puedas necesitar. ¿Por qué no obtener la siguiente información de la misma manera?

—Kaiserin, eso es muy diferente y tú lo sabes —su respiración se aceleró un poco, como si se estuviera alterando también—. Hesper es mi rey y yo debo servirle con total lealtad, igual que tú.

—Sé muy bien cuál es mi deber —aunque me doliera como un puñal en el corazón reconocerlo—. Así que te lo preguntaré una vez más: ¿por qué no lees mi mente? Si tanto te interesa conocer la verdad, léeme.

Sin esperar su respuesta, volví a tratar de rodearlo, de librarme de su presencia. Y creí que lo había conseguido cuando mis dedos rozaron suavemente la puerta. Pero entonces su mano agarró con determinación mi brazo, obligándome a parar en seco y a mirarlo. Podía notar el pulso en su cuello y recorriendo todo su cuerpo. Su sangre me llamaba. Estaba tan cerca que podría haberla probado una vez más.

—No lo haré porque quiero que confíes en mí.

Su voz sonaba ronca, casi como si le costara admitir que eso pudiera ser cierto, que realmente quisiera ganarse mi confianza. Y por un momento pensé en la posibilidad de que Asmord fuera un amigo para mí, una persona cercana. Y supe con certeza que eso jamás podría llegar a suceder. Él escondía demasiados secretos, había demasiados misterios encerrados en aquellos ojos.

—Si quieres que confíe en ti —logré encontrar las palabras—, déjame marchar.

Noté un instante de indecisión en aquellos ojos que a veces me resultaban tan atrayentes. Unos segundos después, su mano había dejado mi brazo en libertad, dejando una sensación de frío en mi cuerpo. No quise admitirlo, pero por un momento llegué a desear que volviera a agarrarme. Me estaba volviendo completamente loca.

Asmord desapareció de mi vista antes de que pudiera darme cuenta. Ámarok y yo nos habíamos quedado solos a un paso de mi habitación. Mi profesor había percibido que no rendía plenamente en sus entrenamientos, era lógico que estuviera preocupado. Pero mi acelerado pulso me advertía de que no había sido tan normal como yo quería obligarme a pensar. Mi vida se estaba volviendo un sin sentido, todo se derrumbaba a mi alrededor mientras yo permanecía inmóvil bajo los escombros.

—Es hora de empezar a cavar —formulé el pensamiento en voz alta.

Di media vuelta y por fin pude internarme en mi habitación, a salvo. Había pensado en darme una ducha, pero era muy tarde y no quería encontrarme con nadie más. Necesitaba estar sola o, mejor dicho, con Ámarok.

De acuerdo —el lobo saltó a la cama sin hacer ruido y se acomodó en ella, estirando su peludo pelo mientras clavaba sus ojos en mí—. ¿Qué tenemos por ahora?

—Unos niños desaparecidos junto con una poderosa bruja, la proposición del rey y la extraña actitud de Asmord —respondí al tiempo que procedía a desnudarme.

El problema es el mismo. Todo se deriva de lo que quiere Hesper. ¿Qué soluciones tenemos?

Mientras escucho la voz del lobo consigo ponerme el pijama y desenredarme el pelo con una especie de cepillo que Kinn me regaló hace unos días. Temía que mi larga melena no sobreviviera unos meses más. Y la verdad es que empezaba a tener unos nudos realmente exagerados. Era curioso que ella se preocupara más por mi apariencia que yo. Pero era una amiga genial, si es que podía permitirme tener amigos.

Suspiré y me metí en la cama con Ámarok. Las luces de la habitación continuaban brillando sin descanso, arrojando un poco de luz en aquella oscuridad que había empezado a comparar con mi vida. Había veces en las que creía que jamás encontraría la salida que realmente quería. Quizás tuviera que desistir y hacerme a la idea de que no podía controlarlo todo.

—Siempre podría aceptar la petición del rey y terminar con todo esto —musité.

Noté el pesado cuerpo del lobo moviéndose hacia mí hasta que su hocico me obligó, a base de toquecitos, a erguir la cabeza. Cuando me encontré con esos enormes ojos negros supe que no podría nunca aceptar algo sin pelear por lo que realmente deseaba. Así que sonreí, agarrando su enorme cabeza, enterrando mis dedos en su suave pelaje. Su lengua, algo áspera, mojó mi mejilla.

—¿Qué opciones tenemos? —pregunté.

Hesper quiere un heredero, alguien con su sangre que pueda ocupar su lugar —Ámarok se acomodó mejor entre mis piernas—. Pero no hay garantías de que vaya a conseguirlo contigo. Incluso si dieras tu brazo a torcer, puede que no sirviera para nada.

—Solo hay otro camino posible —suspiré al tiempo que me recostaba—. Pero es una vía imposible.

Los mellizos —entendió el lobo—. Si pudiéramos encontrarlos, Hesper cejaría en su empeño por intentar tener un heredero contigo.

—Sí, pero desaparecieron sin dejar rastro. Si todos los vampiros de este lugar buscaron durante meses, ¿qué te hace pensar que nosotros podamos conseguirlo?

Ámarok no dijo nada, no hacía falta. Él sabía tan bien como yo que era prácticamente imposible encontrarlos, por lo que casi no eran una opción. Eran más bien un milagro, un sueño que se desvanecía con los primeros rayos del sol.

—Encontraremos la respuesta —me aseguró Ámarok.

Sonreí para no preocuparle más y me acomodé para dormir. Me quedaban aún bastantes días duros por delante.

—Silene.

Todo estaba oscuro. Tenía la sensación de que había estado soñando con algo, pero ya no lo recordaba. ¿Sería por haberme despertado? Mis ojos permanecían cerrados, de eso no tenía ninguna duda. No veía las luces de la habitación, solo oscuridad.

—Silene, ven a mí.

¿Ir? ¿A dónde? ¿Seguía soñando? Quizás era eso. ¿Pero hacia dónde debía moverme? En aquel lugar oscuro daría igual. Cualquier dirección podía ser buena. Y, aún así, era como si no sintiera mi cuerpo, como si fuera un ente casi inmaterial, como un fantasma. No podía caminar hacia ninguna parte, ni deslizarme.

—Silene.

Un nudo se formó en mi garganta. La voz pertenecía a una mujer, estaba segura. Pero no a ninguna que yo conociera. ¿Cómo podía reproducir en un sueño una voz totalmente desconocida? ¿No era eso algo imposible? En algún sitio tenía que haberla oído... ¿Dónde? Me llamaba por mi nombre neptuniano, así que tenía que ser de mi mundo.

—Silene.

De repente, un haz de luz cálida me obligó a cerrar los ojos. Por suerte, no me hizo daño como lo haría la luz solar puesto que se trataba solo de un sueño. Y haría bien en tenerlo presente a pesar de la nitidez del mismo. Casi parecía que todo estaba ocurriendo en la realidad.

En la luz vi recortada una figura que no conseguí distinguir. Estaba demasiado oscura y difusa, pero no había lugar a dudas: era ella la que me llamaba.

—Hola, Silene —una sensación de calidez me envolvió y quise responder, pero mi voz había desaparecido—. Me temo que mis poderes menguan cada vez más. No tengo mucho tiempo. Necesito tu ayuda.

Un nuevo fogonazo de luz, acompañado de una suave brisa, me hizo entrecerrar los ojos. ¿Quién era esa mujer y por qué me necesitaba justamente a mí?

—No te habría buscado si no fuera realmente importante —continuó—. Mi magia se agota, disminuye a cada minuto que pasa. No sé cuánto más podré resistir. Necesito que nos ayudes. Estamos atrapados en la fortaleza que yo misma creé para proteger a mis hijos. Y pronto desapareceremos con ella.

Las piezas comenzaron a encajar en mi cabeza. Ella era Danira, la bruja. No podía ser real. Pero era lógico que necesitara mi ayuda para sacara a sus hijos del lugar en el que se encontraba. ¡Estaban en peligro!

—En la biblioteca se abrirá el pasadizo que te llevará hasta nosotros, pero no puedo darte un trato especial —el lugar tembló, casi como si fuera a desaparecer en cualquier momento—. Hay pruebas que tendrás que superar para poder llegar hasta nosotros, pruebas que fueron colocadas para protegernos de aquellos que desean nuestra muerte. Necesitarás a Ámarok para enfrentarlas. Recuerda mis palabras: necesitas a tu lobo. Él debe ir contigo.

De repente, la luz comenzó a titilar y unas paredes de piedra nos encerraron, a la figura y a mí, en una sala extraña. Era como si algo intentara aprisionarnos.

—La entrada solo se abrirá cuando tengas el poder y control suficientes como para emprender esta tarea. ¡Debes darte prisa! —su angustiada voz era como un puño cerrándose sobre mi corazón—. No sé cuánto más podré resistir. ¡La biblioteca, Silene! Allí encontrarás la entrada.

Un enorme pedazo de piedra cayó desde el techo. Las paredes comenzaban a resquebrajarse y a caer en pedazos de igual tamaño. Todo se derrumbaba a nuestro alrededor y no había nada que yo pudiera hacer para impedirlo. Mi cuerpo, si es que lo tenía, permanecía inmóvil en el mismo lugar.

—Este canal no es seguro. Tienes que despertarte, Silene.

Despertarme... Mi mirada se dirigía hacia todas partes, observando cómo la habitación se destruía, dejando entrar la oscuridad que había quedado apartada brevemente. Quería salir de allí, correr, alearme de los trozos de piedra que continuaban cayendo peligrosamente cerca de mí, pero no podía.

—Despierta —hubo otro fogonazo de luz—. ¡Despierta!

En ese momento abrí los ojos. Respiraba de forma entrecortada y sentía el sudor por todo mi cuerpo. El peso de Ámarok me reconfortaba enormemente, habiendo podido despertar de aquella horrible pesadilla. ¿Qué había sido? ¿Era real? Tenía que hacer un esfuerzo por recordar cada mínimo detalle, por si acaso.

—Silene.

Escuchar mi nombre hizo que mi corazón diera un vuelco, pero esta vez la voz era muy conocida para mí. Ámarok se encontraba justo enfrente, con su hocico a pocos centímetros de mi nariz. Noté la preocupación en sus enormes ojos y me obligué a tranquilizarme un poco. Cuando la voz regresó a mis cuerdas vocales, le expliqué todo lo que había soñado con la esperanza de que dos mentes recordaran mejor que una en un futuro.

Entonces era ella —dijo mientras se sentaba sobre sus cuartos traseros—. Era la bruja.

—Solo un ser mágico podría haber entrado en mi mente así.

O Asmord —puntualizó.

—Creo que a él podemos descartarlo esta vez.

Suspiré y me recogí el pelo hacia atrás al tiempo que cerraba los ojos. Era de locos, completamente de locos.

—Vas a ayudarla.

No era una pregunta, así que no creí que le hiciera falta una respuesta. Ámarok sabía que si había la más mínima posibilidad de encontrar a esos niños seguiría las pocas pistas hasta el final. Si Danira había decidido confiar en mí, aun desconociendo sus razones, no perdería el tiempo. La carrera contrarreloj había dado comienzo.


¡HOLA A TODAS! Supongo que quizás me hayáis echado un poco de menos. Lamentablemente he tenido que dejar de escribir casi dos meses por motivos de estudios. Justo ayer terminé todo lo referente a mi Trabajo de Fin de Grado, dando por terminada (espero) la Universidad. Así que ayer mismo me dispuse a escribir este capítulo que habéis leído. Espero que os haya gustado y que podáis perdonar mis etapas de abandono. Ojalá no tuviera que hacerlo.

Muchísimas gracias a todos los que estais apoyando esta historia. Espero que os siga resultando emocionante y que queráis saber más. La historia está en su momento álgido y a partir de aquí las respuestas van a ir apareciendo a su debido tiempo, perootras nuevas surgirán. ¿Podrá realizar Kaiserin la tarea que Danira ha hecho recaer sobre sus hombros? ¡Lo averiguaremos!

¡GRACIAS POR LEER!

Continue Reading

You'll Also Like

9.6K 1.3K 30
Jenny solo es una chica que ha vivido toda su vida en la ciudad pero, todo esto cambia cuando su abuela aparece de la nada para llevarla consigo, al...
74K 3.6K 23
Aveces dicen que el amor llega cuando menos lo piensan... ¿O será en quien menos lo piensan? Sin duda esto aplico para mí, me llamo Isabella y tengo...
103K 462 3
Mateo lo quiere todo hasta a ella. O al menos, eso él quiere que ella crea. Alice no lo quiere todo, pero sí a él. Sin darse cuenta le entrega todo...
181K 6.7K 32
Jack Daniels, más conocido como el mejor puto sicario de toda sudamérica, tiene algo que hacer antes de morir y es ver crecer a su pequeña. Sus amigo...