Me quedé paralizada al ver su cara de pánico. Me miraba como a una extraña, confuso. Le pregunté de quienes eran las tumbas, pero no me contestó. Así pues, me acerqué.
A unos pocos metros pude distinguir las letras y las piernas me comenzaron a temblar. Caí de rodillas en la hierba mojada, sin apartar la mirada.
"Rory Williams"
"El Doctor"
Era imposible.
-¡Doctor!- grité, sin darme cuenta de que ya estaba junto a mi, de pie. - ¡No lo entiendo, es imposible, Rory está en casa y tu estás aquí! ¡¿Qué es todo esto?!
-Bueno, sabes que eso no es suficiente para decir que esto no es cierto, recuerda que viajando en el tiempo es posible. -dijo él, nervioso.
Antes que pudiera gritarle por lo que acababa de insinuar, continuó:
-Pero sí lo es el hecho de que yo no puedo ser enterrado aquí. ¿Recuerdas? Mi tumba está en Trenzalore.
Pensar en que tenía el destino escrito me entristecía, pero me ayudó a levantarme.
-Entonces explícame por qué vuestras tumbas están aquí. Yo nunca habría elegido ésto. ¡No lo entiendo! - sollocé irritada - ¡Llévame a casa, Doctor, quiero ver si Rory está allí!
-Amy, esto no es real, ¿eres consciente de que puede que...Rory no exista?
-¡Cállate! -le grité, levantándole la mano pero bajándola rápidamente.
Eché a andar en dirección a nuestra casa, oyendo los pasos del Doctor tras los míos. El frío iba en augmento.
Frené en seco y él paró junto a mí al alcanzarme.
-Perdona por gritarte -le dije casi susurrando, secándome los ojos -Toma, te vas a helar.
Me quité la americana y se la tendí. "Los tirantes y el destornillador están dentro" dije. Él sonrió afablemente y la cogió.
-Vamos a ver a Rory - dijo simpático.
Sonreí levemente y nos cubrió a ambos con el abrigo, mientras nos alejabamos calle abajo.