Alma Brillante ~Creek~

Por Einhorn-Blau

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A su edad invocar a un demonio le parecía algo tan interesante, tan irreal. Sentía como hormigas recorriendo... Más

Ritual.
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Recuerdo
Recuerdo 2
Recuerdo 3
Recuerdo 4
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Aviso troste.
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Final, triste y anhelado final.

15.-

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Por Einhorn-Blau

Tweek.

Tweek se quedó en las gradas de la cancha sentado, esperando que las clases de Craig terminaran; estaba evitando lo máximo posible entrar al salón de Craig y recordar que sería la última vez que podría estar ahí. Y hasta ahora no había estado en este lugar, por lo tanto estar aquí en silencio y sin nadie alrededor le hacía sentir tranquilo. Se dedicó a disfrutar del aire frío que revolvía suavemente su cabello y le enfriaba las mejillas, levantó la cabeza al cielo y suspiró. Sus dedos y tobillo se sentían helados, como si fueran trozos de hielo pegados a sus extremidades.

Se envolvió el cuerpo con sus propias alas, las hizo más grandes para poder esconderse en ellas por completo; recargó los brazos en sus rodillas y sobre estos dejó caer su cabeza haciéndose bolita dentro de su caparazón. Había una precisión en su pecho, y su cabeza no dejaba de dar vueltas entre dos opciones: salir corriendo hasta que las piernas no le dieran para más, o quedarse ahí escondido toda la vida resguardado en el calor y la seguridad que le proporcionaban sus alas; escondido como una rata en su madriguera rodeada por depredadores. Esa no parecía tan mala idea...

Tenía que calmarse o le dolería la cabeza por el estrés. Si se obligaba a ver el lado positivo de todo esto recordaba que volvería a su hogar, cuidaría de su gata y podría volver a estar junto a ella, volvería a tomar sus siestas a las dos de la tarde en el sillón que había colocado frente a su ventana favorita, aquella desde donde podía ver el árbol de Lilith y el sol esconderse por la esquina inferior izquierda de la ventana al atardecer, volvería a caminar cada día hasta el comedor y se encontraría con sus amigos; vamos su vida regresaría a la normalidad. Eso debería ser suficiente para que estuviera satisfecho, feliz; debería alegrarse de poder regresar y olvidarse de todo esto, pero no era así.

Se sentía como aquella vez que se enfermó de gripe y estuvo haciendo berrinche, llorando y pataleando porque Cayetano no quería regalarle un chocolate. Aunque estaba vez era diferente, muy diferente, porque lo que quería, lo que pensaba que necesitaba no era algo tan sin sentido como un chocolate que él podría conseguir por su propia cuenta. A veces ni siquiera es capaz de decidir qué es lo que realmente quiere hacer.

Sus dedos volvieron a entrar en calor, poco a poco se fue recostando en la banca. Se hizo un espacio entre las plumas para tener visión del cielo, se relajó un poco al ver las nubes blancas y acolchadas moviéndose con el viento. Una rafaga de aire se coló por el hueco que había dejado provocandole un escalofrío, ajustó su temperatura corporal para poder quitarse las alas de encima y seguir sintiendo el aire revolviendole el cabello.

— ¿Dónde estás?- le preguntó Craig.

— En la cancha, recostado en las gradas.- le respondió.

— De acuerdo. Les he dicho que iría por ti, y nos encontraríamos en la taquería.- avisó. Tweek parpadeó, confundido, antes de responder.

— ¿ Cómo que taquería?- cuestionó.- ¿Qué es eso?

— Pues un lugar, donde venden tacos.

— Maravillosa explicación, me has resuelto hasta la vida. Sabio del pueblo.- replicó con sarcasmo. Rodó los ojos con tal fuerza que incluso le dolieron los músculos internos.

— Un taco es una comida mexicana, vamos, carne envuelta en una tortilla de maiz.- le explicó Craig.

Tweek sintió la necesidad de preguntarle qué significaba "mexicana", pero decidió no hacerlo.

— De acuerdo.- dijo en su lugar.

— Salimos en 10 minutos, ¿puedes esperarme en la entrada?- pidió Craig.

— Sí.

Craig no le dijo nada más así que se quedó tranquilo; Tweek se recostó sobre su lado izquierdo mirando el pasto, probablemente falso, de la cancha. Detrás de las gradas del lado contrario a donde se encontraba había vario árboles grandes y frondosos; y el color verde de sus hojas era algo hermoso, tenían un tinte oscuro que contrastaba a la perfección con el café grisáceo de las ramas y el tronco. El viento movió las copas con suavidad, se mecían como si estuvieran cantando una canción de cuna todos a la vez, sincronizados y perfectos.

Le llegó el recuerdo de la canción de cuna que Damien y Cayetano solían cantar para él cuando era pequeño y le atemorizaba la oscuridad, comenzó a tararearla. Podía sentir las vibraciones del sonido retumbando dentro de su boca cerrada, en su garganta y justo debajo de los oídos. Se llevó la mano derecha a la cabeza peinando ligeramente algunos de sus mechones hacia atrás. Suspirando decidió que lo mejor sería ir al lugar que Craig le había indicado y esperar ahí.

Con un quejido se sentó correctamente, estiró ambos brazos sobre su cabeza con el propósito de desperezarse; sintió una gran satisfacción cuando los músculos de su espalda, sus brazos y su pecho se estiraron. Se levantó bajando las gradas con cuidado de no dar un paso en falso y estamparse contra el piso; sería todo más sencillo si directamente se dedicara a volar, pero estaba intentando practicar su forma de caminar para no verse como un imbécil frente a los humanos que pudiera verlo.

De cualquier forma tuvo que volar gracias al pequeño berrinche que le dio por sentarse en la rama de una árbol una vez que llegó al jardín frontal de la institución; este árbol era distinto a los que se había encontrado en la cancha, desde el primer día que había acompañado a Craig quiso sentarse en él, pero siempre se distraía haciendo otras cosas. El árbol tenía pequeñas flores amarillas amontonadas unas con otras en todo su follaje.

— Ya estoy aquí.- le avisó a Craig.

— De acuerdo, voy saliendo.- le respondió él.

Tweek observó a todos y cada uno de los humanos que iban saliendo de la institución, buscaba a Craig entre todos ellos. Cuando finalmente dio con él iba saliendo acompañado de dos humanos, ya los había visto antes con él, y con otros más, en realidad. Los tres comentaban algo con mucho entusiasmo; se reían. Craig empujó ligeramente a uno de ellos, el castaño bajito. Tweek se inclinó hacia delante para poder observar mejor a Craig; los ojos del humano se achicaron por su gran sonrisa, pasó un brazo sobre los hombros del castaño sin dejar de reírse y, aunque sea por un segundo, Tweek sintió envidia de esa sonrisa. Era tan sincera, tan brillante que ninguna de sus pertenencias podía compararse, ni siquiera el violín que Andras le había regalado hace ya bastantes años.

Él no recuerda haber sentido tanta felicidad en su vida, en sus 5780 años de vida. Pero también se sintió feliz por Craig, le alegraba que él pudiera experimentar toda esa felicidad, porque se lo merecía, y nadie podría negar que lo merecía, jamás. Craig se merece tener esa sonrisa en el rostro. Pensar en ello sólo le recordó que no pertenece a este lugar, su naturaleza no coincide con nada de lo que existe en este universo. De forma disimulada Craig pareció buscar algo entre la multitud.

— En el árbol de flores amarillas.- le dijo.- Camina, yo te alcanzo en la siguiente calle.- añadió.

Vio a Craig seguir buscando hasta dar con él, al verlo la sonrisa del humano se ensanchó y Tweek puede jurar que incluso se olvidó cómo respirar, eso o quizá todo el aire se le quedó estancado en los bronquios. Le sonrió de regreso, una sonrisa pequeña apenas estirando sólo una de las comisuras de sus labios para Craig eso pareció ser suficiente, miró de nuevo a sus amigos, les dijo algo y comenzó a alejarse. Tweek obvió que estaba despidiéndose. Se bajó del árbol con lentitud, caminó hasta el callejón al lado de la escuela donde había vuelto a su forma original, se transformó de nuevo en humano cuando se aseguró de que nadie lo veía.

Craig estaba sentado en los escalones de una casa buscando algo dentro de su mochila, Tweek pateó suavemente la punta de su zapato; Craig se encogió de hombros, levantó la cabeza relajandose por completo cuando lo vio, incluso le sonrió.

— Perdón, no te escuché llegar.- le dijo. Tweek no pudo evitar mirarlo con los ojos entrecerrados.

— ¿Me pides disculpas aunque fui yo quien te asustó?- se irritó.- No tiene sentido.

— No es necesario que lo tenga, es sólo una expresión, tranquilo.- bromeó.- ¿estás bien?- inquiró con preocupación.

— Lo estoy.- mintió.

Colocó las manos detrás de su cabeza inclinandola un poco hacia atrás, miró a Craig por el rabillo del ojo, el hunamo no le quitaba la mirada de encima, comenzó a impacientarse.

— ¿Entonces qué? ¿Nos vamos?- preguntó más brusco de lo que pretendía.

Craig pegó un salto y su cara enrojeció ligeramente, como un crío al que hubieran atrapado haciendo alguna travesura. Tweek apartó la mirada, sonriendo con burla.

— Sí.- balbuceó.- Sí... vamos a casa un momento, tengo que dejar la mochila.

— De acuerdo.- estiró sus manos hacia el cielo y volvió a bajarlas con suavidad hasta que descansaran a cada lado de su cadera.

Vio a Craig levantarse y sacudirse el pantalón de la parte trasera; colgó su mochila en su espalda y miró a Tweek con una sonrisa amigable y bonita que le provocó a Tweek unas ganas tremendas de apretar las mejillas del humano y estirar todo lo que pudiera las comisuras de sus labios en una sonrisa extraña. Decidió que lo mejor para su salud mental y para el bienestar de la piel de Craig era apartar la mirada; talló sus manos una contra la otra para controlar sus dedos inquietos.

— Bien, vamos.- Craig comenzó a caminar, Tweek lo dejó avanzar unos cuantos pasos antes de seguirlo.

El viento movió suavemente algunos mechones de Craig desacomodandolos; por un instante quiso alcanzarlo solo para devolverlos a su lugar. Quizá simplemente para tener una excusa para tocar su cabello. Pero Craig se giró para mirarlo y volvió a sonreír cuando sus ojos se encontraron; y el maldito viento volvió a alborotar su cabello. Tweek apretó los dientes con fuerza, ¿acaso este ser nunca dejaría de sonreír?

— Entonces... ¿Esos eran tus amigos?- interrogó avanzando los pasos que le faltaban para alcanzarlo. Craig caminó a su lado.

— Sí.- contestó con una sonrisa que Tweek no supo interpretar.

Continuaron caminando uno al lado del otro; Tweek pateó una piedrecita que se interpuso en su camino, no podía dejar de pensar en que el tiempo se le estaba agotando. Él creyó que jamás tendría que enfrentarse a algo similar, era un ingenuo, siempre lo ha sido.
Ojalá nunca hubiera mirando al cielo deseando ser invocado, con toda la ilusión que fue capaz de reunir en ese entonces, porque creía que sería lo mejor que le sucedería en la vida. Se habría ahorrado tantas cosas si todo hubiera seguido como estaba; seguramente ahora estaría en su cama pataleando, frustrado por no ser invocado; pero quería, anhelaba esa frustración de vuelta, seguir con su trabajo de mierda y con mil expectativas por cumplir, cargando con ellas día tras día.

¡Mírenlo, es el séptimo demonio más poderoso del inframundo! Sí, claro. ¡Él no se siente poderoso, en lo absoluto! Se siente tonto y tembloroso. Tiene más responsabilidad de la que debería. Él no debió heredar el cargo de su padre, tuvieron dárselo a alguien más, a algún demonio mucho más competente que él. Su cargo no coincidía con su mierda de personalidad miedosa. Había días en los que no quería hacer otra cosa que hacerse bolita y esconderse debajo de su cama hasta que lograra olvidarse de las responsabilidades que debía cumplir; un demonio con su poder no debería hacer eso, no debería tener tiempo para balbucear y sentirse una mierda, pero sucedía.

— ¿Estás bien?- preguntó Craig tomándolo desprevenido. Por un segundo se olvidó donde estaba, parpadeó rápidamente intentando concentrarse en la pregunta.

— No.- contestó, aún embobado.- ¡Sí! Quise decir: sí. Estoy un poco idiota, pero bien.- respondió.

Sus mejillas se encendieron en un sonrojo por la verguenza, estaba decepcionado de su inconsciente ¿cómo es posible que lo tracionara de esa forma?

— Si necesitas ayuda en algo y yo puedo ser de utilidad no dudes en decirmelo.- comentó con sinceridad.

— Nada te obliga a ser amable conmigo.- le recordó mirando a Craig por el rabilo del ojo durante unos segundos, Craig no pareció inmutarse.

— Lo sé.- replicó.

— ¿Por qué lo haces entonces?- cuestionó entrecerrando los ojos.

— No necesito tener una razón especifica para tratar bien a alguien.- alegó.- lo hago porque quiero.

Quiso responder algo, pero cualquier cosa que dijera, por más ingeniosa que pudiera ser, no lo salvaría de quedar como un imbécil. Hizo lo mejor que podía hacer: quedarse en silencio. Al llegar a casa de Craig se quedó en la planta baja mientras el humano subía a su habitación, pudo haber subido con él pero tan solo pensarlo le provocaba una pereza impresionante, luego tendría que volver a bajar de cualquier forma. Se sentó en unos de los sillones a esperar.

— ¿Craig? ¿Quieres comer algo?- preguntó la madre del humano saliendo de la cocina. Tweek se quedó congelado cuando la humana lo miró. ¿Ella no debería estar en casa a esta hora!

— ¡Hola!- saludó con alegría.- ¿Van a salir a algún lado?- indagó.

— Em...- balbuceó.- Sí.- respondió pero su tono insinuaba que era una pregunta.

— ¿Mamá? ¿Que haces aquí tan temprano?- preguntó Craig, desconcertado.

La humana se giró a mirar a Craig, debió decirle algo porque la cara de Craig enrojeció y ella se rió, una risa sueva y delicada. Tweek los miró con el entrecejo fruncido, sin comprender nada.

— Hubo un problema con mi computadora y mientras lo arreglan aproveché para venir a comer.- explicó.

Craig bajó lento las escaleras. Llevaba una camisa distinta.

— Él es Tweek.- presentó Craig.- Es un amigo.- indicó.

Tweek miró interrogante a Craig, no estaba seguro de que fueran realmente amigos, pero el humano no lo estaba mirando.

— Un gusto, Tweek.- dijo ella mirándolo de nuevo con una sonrisa.- ¿Quieres venir a cenar con nosotros?- le preguntó.

Tweek parpadeó al tiempo que su entrecejo se fruncía, esa pregunta lo había tomado totalmente desprevenido.

— ¿Puede?- preguntó Craig con ilusión, Tweek ladeó la cabeza hacia la derecha mirando al humano sin poder creer lo que estaba diciendo.

— ¡Por supuesto que sí! ¿Puedes venir hoy? ¿Necesitas que llame a tus padres para que te den permiso?- cuestionó con emoción, ella no dejaba de mirarlo fijamente con esa expresión, como si estuviera mirando a alguien importante, no era difícil notar la alegría en su mirada. Tragó saliva con dificultad.

— No... no es necesario; yo hablaré con ellos. Aún así no creo que hoy sea posible.- Miró a Craig con una ceja alzada.

— Cierto, hoy vamos a comer tacos con Clyde y Token.- presumió Craig.

— Entonces... ¿Mañana?- interrogó sin perder su emoción.

Tweek prefirió quedarse callado, sólo asintió con la cabeza sintiéndose aturdido. Craig caminó hasta llegar a su lado, palmeando suavemente su hombro. Tweek tuvo que apretar los dientes para no arrancarle la mano de un mordisco.

— Yo me encargo de que venga. Pero ahora debemos irnos.. mencionó dándole un ligero empujoncito hacia la puerta. Tweek gruñó suavemente.

— De acuerdo. Espero que les vaya bien.- deseó.

— Sí.- gritó Craig saliendo de la casa y sacando a Tweek prácticamente arrastrando.

——————

¡Hola!
En este capítulo hay mucha narración xd, pero me gusta. Hace unos años no era capaz de escribir algo así y el poder hacerlo ahora me hace sentir bien, así que sí.

Por otra parte Tweek poco a poco va dándose cuenta de cosas, quizá no con relación a Craig pero sí con él mismo, cosas que había intentado ignorar y su cerebro ya le dijo: Pues no, mi ciela.

Poco más que decir, espero les haya gustado el capítulo y nos vemos en la siguiente actualización. 💕

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