The village - KookV

By tae-cutie

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Acabas de decir que te gusto. Francamente no te culpo. Y yo tengo curiosidad, así que, resuelve mi duda y tod... More

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By tae-cutie



Canción en multimedia: I kissed a boy - Dari (cover) 🎵 🎶




♡ – Domingo, 07 de marzo de 2010




Taehyung se removió en su cama, buscando un poco de tranquilidad. Podía escuchar a su familia teniendo el desayuno, pero no se sentía con ganas de levantarse.

Él rodó hacia un lado con un suspiro. No podía dejar de... pensar.

¿Qué estaba haciendo?

Imágenes de Jungkook y de la noche interior llegaban como balas a su cabeza y él tenía que cerrar los ojos, porque quería aptarlas.

De todas las malas decisiones que había tomado en su vida, ciertamente... esa tenía que ser una de las peores.

Follar con un tipo, chuparle la polla.

¿Por qué no estaba arrepintiéndose?

Debería estarlo.

Pero lo cierto era que... la sorpresa era más. No se creía capaz de hacer algo así.

Miró al techo y allí no encontró respuestas a nada. Tampoco tenía claro cuáles eran sus preguntas.

Más tarde, escuchó la puerta del frente cerrándose. Seguro su padre, el honorable sheriff, atendería al trabajo ahora.

Taehyung quiso reír. Su padre, entre todas las personas, pegaría el grito al cielo si se enterase de lo ocurrido.

Se estiró hacia su mesa de noche, justo en el último cajón, y sacó del fondo la pequeña bolsa hermética donde guardaba sus porros y el encendedor. Usualmente no haría eso en casa, no con su madre y mucho menos los gemelos allí; sin embargo, sentía que en esos momentos lo necesitaba, o tal vez haría una locura.

La primera calada llenó sus pulmones y él suspiró.

De todas formas, no es como si lo que dijera su padre le importara. Hacía mucho había dejado de importarle lo que el viejo hiciera o dejara de hacer. Su familia ya no se sentía como una familia, pese al cariño que le tenía a los gemelos. Taehyung pasaba más noches fuera de casa que en esta. Tenía dos trabajos, una paga considerablemente buena, y nada lo ataba allí. Así que sí, el hombre podía enterarse y decir lo que quisiera, ¿pero y qué? ¿Eso cambiaría algo?

No.

Tal vez era la marihuana hablando, pero no le preocupaba. En esos momentos, nada de le preocupaba.

Ni siquiera cuando su madre entró al cuarto y lo encontró fumando.

Oh, cierto. Ella no sabía.

Bueno. Ahora sí.

Y no se lo tomó muy bien.

Ga-yoon estaba histérica. O eso creía Taehyung, porque la verdad era que no podía dejar de reírse por su cara y su expresión furiosa, o más bien de verdad le daban risa sus pobres manotazos.

Vio a los gemelos observarle con miedo mientras caminaba hacia la puerta de la casa. No estaba seguro si su mamá había gritado que se largara o él lo estaba haciendo por cuenta propia, pero sin detenerse a pensar mucho, tomó las llaves de su motocicleta, un par de zapatos de la entrada y se fue, sin un rumbo fijo.




[♥]




—¿Soy yo al único que le preocupa que este niño suba a esa moto drogado o borracho? —preguntó Hoseok en voz alta, a todos y a nadie en general.

Ji-ho miró al pelinegro, que ahora estaba echado en el sofá, durmiendo profundamente. Él masticó el palillo en su boca mientras meditaba la respuesta, deteniéndose solo unos momentos para dejar de contar el fajo de billetes en sus manos. Han Bin bebió de su cerveza, no seguro de qué contestar.

—¿Por qué debería preocuparte? —murmuró Ji-ho—. Algunos tenemos que comer mierda para poder vivir nuestra vida, y él no aprecia la suya. No es mi problema.

—No lo sé —respondió Han Bin, alzándose de hombros—. A veces siento que es un estúpido, otras veces lo comprendo. Todos tenemos nuestros propios demonios. No actúes como si no los tuvieras —Él codeó a Ji-ho, y el rubio tiró el fajo de billetes a la mesa con la rabia.

—Fantástico, me hiciste perder la cuenta, hijo de puta —gruñó fastidiado—. Claro que tengo mi mierda con la cual lidiar, así como tú, así como Hoseok. ¿Pero no me dirán que no han pensado ni una sola vez en lo bueno que debe ser estar en sus zapatos?

Hoseok sonrió con cierta lástima. Por supuesto que sí. Ser el hijo del sheriff no podía ser tan malo como Taehyung lo hacía ver; tener dos hermanitos, aunque fuesen gemelos, no podía ser la cosa más harta del mundo. O más bien, tener una familia, una de verdad, no podía ser el infierno. ¿Pero cómo podía saberlo Hoseok? Era el hijo de una prostituta del pueblo, fue criado en el viejo y sucio patio del burdel, escondido como si fuera una abominación, y cuando tuvo la edad suficiente para trabajar, fue echado a patadas. Nunca supo quién era su padre y posiblemente nunca lo sabría, porque algunos años después se enteró de que su madre había muerto desangrada cuando la dueña del burdel la obligó a practicarse un aborto en una clínica clandestina de la ciudad.

—Insisto —Han Bin volvió a hablar—. Todos huimos de algo. Muchachos, aprendí a no subestimar el dolor de nadie. O tal vez aprendí a reprimir el mío en lo más profundo, y a convencerme de que no era importante, y a darle más atención al dolor de los demás. No lo sé. Ya no sé ni lo que dije.

—Y yo aprendí a que tengo que lidiar por mi cuenta con el mío —replicó Ji-ho, reuniendo el dinero para empezar a contar otra vez—. No necesito lidiar con el de nadie más.

Hoseok volvió a mirar a Taehyung, durmiendo como un bebé a pesar de la conversación. Sí, tal vez nadie necesitaba eso.



[♥]



♡ - Lunes, 08 de marzo de 2010



—Buenas noches, señor Min —Jungkook saludó con cortesía. La puerta del local se cerró detrás de él y el pálido hombre le dio un asentimiento como respuesta, pues estaba demasiado ocupado leyendo algo en unas carpetas.

—Al fin llegas. Pensé que nunca podría irme a casa —Jennie resopló desde su lugar en la caja, cansada, y no tuvo miramientos para bostezar y desperezarse aun cuando su jefe la observaba con expresión escéptica.

—¿No te estoy dando muchas libertades? —Él la miró con los ojos entrecerrados, a pesar de que la chica sonrió con inocencia. Ah, cuán desagradecidos eran los jóvenes.

—Tu turno aún no acaba —Jungkook frunció el ceño—. Solo llegué temprano.

—Y qué bien que lo hiciste —El viejo Min silbó—. Coca-cola acaba de traer su pedido y esas canastas de refresco no van a organizarse solas.

El castaño medio gimió, anticipando el dolor en sus bíceps cuando terminara con esas jodidas botellas de tres litros y las pesadas canastas.

—¿No toma la gente de este pueblo demasiadas bebidas gaseosas híper azucaradas? —se quejó con un mohín.

—Eso es lo que pagará tu salario así que tú mejor empiezas a surtir las neveras ahora mismo —se burló Yoongi, mirándolo sobre el marco de sus gafas. ¿No estaban esos dos mocosos demasiado insolentes ese día?

Jungkook se enderezó como un soldado. No tenía que pedírselo dos veces. El chico se perdió hacia la bodega y Jennie volvió a su tarea de contar la base antes de entregar su turno. Parecía que sería una noche calmada y aburrida para Yoongi, llena de cuentas que arreglar y presupuesto que ordenar para ponerse al día con los servicios y los proveedores. El pueblo también había estado así... callado. No era tan supersticioso, pero eso no siempre eran buenas noticias.

—¡Buenas noches, señor Min!

El animado saludo hizo que Jennie saltara en la silla, pero finalmente sonrió al ver a Taehyung. Yoongi en cambio sintió el amenazante dolor de cabeza golpeando contra sus sienes. No necesitaba un tercer mocoso colmando su paciencia.

—Estoy a tres malditos pasos de la puerta. Ten la decencia de no gritarme; aún no me quedo sordo —dijo—. Tu madre vino esta mañana y preguntó por ti. ¿Dónde pasaste la noche?

—Dios mío, qué ánimos tenemos aquí el día de hoy —bufó Taehyung, ignorando deliberadamente la pregunta mientras caminaba hacia las neveras. De allí tomó una lata de bebida energizante y la destapó a pesar de que había un claro mensaje en el vidrio de la puerta donde se prohibía el consumo de alimentos previo al pago de los mismos.

—Taehyung —Yoongi habló. No por la bebida, sino por la pregunta. El chico pagaría, de eso no tenía duda.

—Qué importa —Él respondió, riendo—. Ella nunca se ha preocupado por el lugar en donde paso la noche. ¿Por qué lo haría ahora?

—Ella no estaba bien —siseó el mayor. No estaría preguntando si no fuera el caso. No era un chismoso, pero sentía curiosidad por la historia que había detrás. Aunque, de todas formas, si el pueblo entero era un cotilla, ¿no podía permitirse un poco de chisme?

—Dios. Acabo de despedirme del señor Kim y no necesito más regaños por el día de hoy —declaró el chico, estampando el dinero frente a Jennie—. Vine aquí a distraerme pero veo que no soy bienvenido. Llega un chico nuevo al pueblo y soy vilmente reemplazado, ¿huh?

—¿Quieres distracción? Ve y organiza las canastas de refrescos, me vendría bien mano de obra gratis porque la que pago es bastante malcriada —ordenó Yoongi, cruzando sus brazos con una expresión altiva al ver el mohín de Jennie. Taehyung chasqueó sus dedos. No era la clase de distracción que buscaba, pero le servía. Cualquier cosa que mantuviera su mente ocupada sería de ayuda. Él necesitaba simplemente no pensar. Había organizado de pies a cabeza la tienda de Namjoon. Cada CD, cada película, cada maldita cosa allí. Con sus pensamientos en otro lugar, él podía sentirse tranquilo.

Taehyung caminó hasta la puerta que llevaba a la bodega. Sin embargo, no podía no pensar cuando lo único que rondaba su subconsciente chocó de bruces contra a él. La canasta que Jungkook llevaba en sus manos golpeó su vientre bajo y el pelinegro aulló de dolor. Esperó una disculpa, pero esta no llegó; en cambio escuchó un simple:

—Los clientes no pueden entrar. Es un área restringida.

—Jódete, imbécil, solo quería ayudar —gruñó Taehyung.

—Ah —Fue lo único que Jungkook dijo—. En ese orden de ideas, hay otras canastas allá. —Cabeceó al interior y pasó por su lado, hacia las neveras, y Taehyung solo pudo mirar sus espaldas tratando de tragar un duro nudo de coraje.

—¿Por qué luces tan molesto? —preguntó cuando Jungkook volvió a la bodega por su segunda canasta. El castaño le miró con una sonrisa ladina, sin mostrar sus dientes.

—Oh, nada personal —dijo, restándole importancia con un ademán. Solo sentía que tenía su ración diaria de idiotas en esa tienda y aún no aprendía a evitarlos—. ¿O qué pasa? ¿Crees que me encantó tener mi pene en tu boca y he quedado enamorado de tus labios chupapollas? Con ese ego tuyo, no me sorprendería. Pero no, amigo.

—¿Piensas en eso? —preguntó Taehyung de repente; Jungkook lo miró y vio en sus ojos un brillo angustiado, como si necesitara en serio una respuesta—. Sé que no fue la gran cosa para ti. Seguramente. ¿Pero piensas en eso?

Al ver que no respondía, el pelinegro dio un paso hacia él.

—Te estoy hablando, maldita sea.

—No sé qué esperas que te diga. Ciertamente no encabeza mis preocupaciones diarias.

—¿Te gustó tener tu pene en mi culo? —Taehyung volvió a preguntar, aún más cerca. No sabía qué estaba esperando, no sabía qué estaba buscando de Jungkook, pero le sacaba de sus casillas darse cuenta de que el chico no lucía ni un poco intimidado; no retrocedía pese a la cercanía, no apartaba la mirada aunque estuviera a escasos cincuenta centímetros.

—Dime tú. ¿Te gustó a ti tener mi pene en tu culo? —Devolvió la pregunta. Taehyung olía a jabón, cuero y azúcar. Su cabello se rizaba grácilmente sobre sus ojos y tras sus orejas; lucía tan salvaje, con esa mirada feroz, con esos susurros roncos.

—Sí —respondió después de darle una lamida a sus labios—. ¿Eso cambia algo?

Su boca fue ruda y demandante cuando se encontró con la suya. Jungkook jadeó con suavidad y tomó la nunca del pelinegro, acercándolo, apresando sus labios. Dios mío. Recordarlos alrededor de su polla era una dulce imagen, pero peligrosa e indecente.

—Dime si eso cambia algo —Él gimió y Jungkook siseó para que se callara. Estaban en la maldita bodega, en el jodido autoservicio. Ellos mejor controlaban su mierda sino querían que los clientes o Min los escucharan.

—No cambia nada para mí —susurró un poco jadeante, deslizando su mano desde la nuca hasta su mandíbula—. ¿Por qué me preguntas algo así? ¿Por qué me estás buscando?

—Yo... —El pelinegro vio su mano. Estaba firmemente cerrada en un puño en la camisa de Jungkook—. No te busco porque me agrades. Sabes por qué te estoy buscando.

Pero si tan solo su lengua no se sintiera pesada y las palabras se negaran a salir de su boca, él lo pediría y se ahorraría el infierno de la vergüenza.

—Quieres follar conmigo —adivinó Jungkook—. ¿Aún después de lo que ocurrió el sábado? —El chico asintió lentamente, pero sin mirarlo. Ni siquiera podía culparlo. Tal vez él había estado en su lugar alguna vez, sintiéndose aterrado de sí mismo y sus propios deseos—. Si realmente lo quieres, está bien.

—¿Cuándo? —preguntó Taehyung. Se sorprendió por la urgencia en su voz. Quería eso, pero tal vez por las razones equivocadas. Quería que Jungkook lo follara y quería convencerse de que eso era desagradable, porque quería olvidarse de eso pronto, y quería dejar de escuchar esa vocecilla en su cabeza, que no dejaba de recriminándole.

—Miércoles —dijo el castaño—. En mi casa, la casa del viejo contador. Habrá alguna mierda en el ayuntamiento, estará la casa sola en la mañana. ¿Puedes venir?

¡Jungkook, no veo las neveras surtidas!

—Miércoles —Taehyung suspiró, asintiendo.





No tengo mucho que decir, salvo que el siguiente capítulo está iissssshhhh 🔥. Sonrían, cuídense, no crean que si ya levantaron la cuarentena obligatoria estamos 100% seguros ❤️

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