Una semana atrapada con ella...

Oleh JahirTemple

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Toda su vida, Amity se la pasó bajo las estrictas órdenes de sus poco amorosos padres. Si a eso le añadimos u... Lebih Banyak

Cap. 0 - Empieza la desdicha
Cap. 1 - Una lluvia peligrosa
Momento Random en la vida y obra de Amity Blight Vol. 1
Cap.3 - Empieza la tensión
Cap. 4 - Confesión de corazón
Cap. 5 - Una noche de comodidades
Cap. 6 - Luz, ¿te quedarás conmigo?
Momento Random en la vida y obra de Amity Blight Vol.2
Cap. 7- Visiones de un amor futuro
Cap. 8 - Presente y futuro
Cap. 9 - Sean felices, niñas
Cap. 10 - Una semana atrapadas (1/2)
Cap. 11 - Una semana atrapadas (2/2)
Cap. 12 - Los mejores días de mi vida (Final)
Corto especial de San Valentín
AGRADECIMIENTOS ❤
Momento adulto en la vida de una pareja adulta +18

Cap. 2 - Los días que pasaré contigo

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Oleh JahirTemple

— ¿Dónde... estoy?

Luz abrió lentamente los ojos, aturdida después de haber sucumbido a las altas temperaturas del vapor de la lluvia hirviente. Al mismo instante se dio cuenta de que estaba en el baño, precisamente en la bañera, cubierta hasta el tope con agua.

—Pero qué... ¡Amity! ¡Tengo que ayudarla!

Luz trató de reincorporarse para apoyar a la brujita, pero un agudo dolor en sus brazos y piernas la detuvo.

—Auch... —gimoteó de dolor.

Le ardía, y mucho. La piel de su extremidades estaba muy irritada y algunas pequeñas ampollas de quemadura aparecieron.

— ¡¿Qué rayos sucedió?! —Volvió a quejarse, esta vez sí recibiendo respuesta.

— ¿Luz? —Una temerosa y débil voz se escuchó del otro lado de la puerta del baño.

—Amity... ¡¿Qué fue lo que ocurrió!?

—T-Te explicaré todo, pero antes tienes que dejarme curar tus heridas... Voy a entrar, cúbrete con algo —dijo Amity, ahora con una severa voz.

Rápidamente, Luz se acostó y dejó que el agua la cubra. Estaba muy avergonzada, la única persona que la había visto de esa forma era su madre cuando era pequeña... Y ahora su amiga lo haría, le asustaba que se viera algunas heridas de su espalda, pero si quería explicaciones y ser curada, debía permitirle la entrada.

—Listo —anunció Luz.

Al segundo de escuchar esas palabras, Amity entró a la habitación con los ojos vendados, acercándose a paso lento; primero chocando con el lavabo y luego tropezando con el tacho de basura, hasta que llegó y se sentó al lado de la bañera.

En sus manos, Amity traía un botiquín mágico de primeros auxilios y una cubeta con agua fría. Sería suficiente para que las heridas sanen en pocas horas y no dejen ninguna marca.

La peliverde le solicitó a Luz su brazo izquierdo para empezar a curarlo, y, aunque al principio dubitativa, esta aceptó tras la insistencia.

Las dos amigas estaban sonrojadas por el mismo motivo. Un silencio incómodo invadió el lugar, este duró mientras Amity lavaba el brazo de Luz, hasta al momento de empezar a cubrirlo con vendas del aquelarre de sanacion.

Los gemidos de una adolorida morena distraían y ponían muy nerviosa a una temblorosa Amity.

—Amity —gimoteó—, más despacio... por favor...

La peliverde estaba en el límite de su cordura emocional. Oír a Luz con ese tono de voz tan agudo hacía decaer sus orejas, cual gatita llena de vergüenza. 

— ¡Deja de hacer sonidos raros! —increpó nerviosa, para luego tornarse más tímida por haberle gritado—. Lo siento, pero por si no lo has notado, ¡no puedo ver!

—Entonces quítate la venda. El agua me cubre, estás arrodillada y estoy en ropa interior, no podrás verme... si eso es lo que te preocupa. —Un tierno color rojizo invadió las mejillas de Luz tras decir lo último.

Amity no estaba muy de acuerdo, pero de todo modos era lo más sensato, no quería seguir lastimándola al apretar muy fuerte el vendaje.

—Solo déjame...

Luz se acercó lentamente al rostro de la peliverde para retirarle la venda. Amity, tímida, levantó su mirada, que conectó directo con los ojos de la propia Luz, sintiendo ambas un leve pinchazo en su pecho.

El corazón de Amity dio un brinco. Cómo ya es costumbre, su rostro tomó una coloración rojiza desde el mentón hasta la punta de sus puntiagudas orejas. Luz no se quedó atrás, notó un hermoso brillo en los ojos de su amiga, una nueva ola de sensaciones la obligó a acercarse más y más, sorpresivamente su rostro se tiño de rojo. 

El tiempo se detuvo en esa habitación, el latido de sus corazones y las gotas de agua cayendo del cabello de la morena causaban un notable eco para ambas. Sus temblorosos labios estaban a escasos centímetros, tanto que podían verlos brillar, podían sentir la respiración de la otra; podrían haberlo concretado y ninguna se habría negado, pero no era el momento ni el lugar adecuado. Es decir, estaban en un baño.

—Está bien, no me molesta para nada —susurró la morena—, tranquila.

Amity cerró lentamente sus ojos y aunque nunca lo admitiría en voz alta, desde lo más profundo de su ser, esperaba que Luz hiciera lo mismo.

—Solo agacha un poco la mirada... me da algo de vergüenza —soltó una risilla—. Espero no sufrir más estos minutos a tu lado.

Y aunque Luz se refería al proceso de curación de sus heridas, esa mala elección de palabras significaron un golpe bajo a los sentimientos de la peliverde. 

Hablando del lugar y momento incorrecto.

—Claro, las heridas... no te preocupes —murmuró Amity, apagando su tono. 

Bajó la mirada y volteó un poco su cabeza a la derecha, no por petición de Luz, sino para evitar que la morena viera como sus ojos empezaban a cristalizarse luego del indirecto rechazo de sus sentimientos.

—Uhhh... Amy, mientras me ayudas, ¿podrías contarme qué pasó? Mi cabeza me da vueltas y lo último que recuerdo es una especie de chillido llamándome.

—Ese chillido era yo —comentó la peliverde con un tono notablemente molesto, aún sin dirigirle la mirada.

Hace una hora.

— ¡Despierta! ¡Tenemos que salir de aquí!

Pasé de mover Luz lentamente de los hombros a usar más fuerza para intentar reanimarla. Estaba muy asustada y algunas lágrimas amenazaban con resbalar por mis mejillas. ¡No sabía qué hacer! Ningún libro de Hexside me preparó para sobrevivir estas espantosas lluvias.

— ¡Ugh! No puedo hacer todo sola...

Necesitaba ayuda urgente, y aunque no lo quisiera, mi última opción era la de pedir ayuda al único miembro de la casa, cuál detesto con todo mi ser.

— ¡Oye tú, estúpida puerta de tronco marchito, tengo un par de semillas que compartiré contigo!

— ¡Semillas! ¡¿Dónde, dónde?! —gritó la estúpida puerta, acercándose luego de despertar mágicamente del desmayo. 

Aproveché la situación y lo agarré del pico para encararlo.

— ¡Cállate y escúchame!, tú pequeño... 

Tomé una pausa para respirar, debía tranquilizarme o las cosas irían mucho peor.

—Mira, Luz está inconsciente debido al calor y la mesa donde nos resguardamos no resistirá mucho. Escucha, sé que te he golpeado muchas veces en el pasado y probablemente me odies por eso, pero te pido que no lo hagas por mí... hazlo por ella.

Si mencionar el hecho que también fue su culpa por no avisarnos de la lluvia con antelación.

—Está bien. Obviamente lo haré por Luz, pero también por ti, Mittens. ¡Hoot, hoot! —Hotty sonrió alegremente.

Creo que odio un punto menos a ese pajarraco.

—Tu misión será cubrirnos de la lluvia para que podamos salir de la mesa. Luego, debes de facilitarme el camino hacia el techo, tengo que activar un hechizo de protección.

El glifo que Luz me enseñó. La vi un par de veces activarlos, solo era un simple toquecito y el tamaño dependía del dibujo.

— ¿Pero cómo harás para que el glifo cubra toda la casa? —Hotty hizo caso al pie de la letra, tal como una serpiente se enrolló y formó una especie de paraguas que nos cubrió de la lluvia.

—Tengo una idea.

Aunque no sabía si funcionaría, por lejos era el único plan viable. Dibujando varios círculos en el aire, invoqué varias abominaciones. Tenía clara mi misión, y debía apresurarme porque Hooty no resistiría a la lluvia mucho tiempo.

—Abominaciones 1, 2 y 3, quédense aquí y protejan a Luz —ordené, para que entre ellas formen un círculo encima de Luz.

Hooty volvió a caer, pero esta vez de cansancio por soportar tantas quemaduras en su tubular cuerpo.

—Abominaciones 4, 5, 6 y 7 vendrán conmigo. Y tú —hablé a la abominación número 8—, t-tendrás que comerme.

Este plan era completamente arriesgado e idiota, algo que Luz definitivamente haría.

Salimos de la casa; al estar en el interior de una abominación, sufría de un daño mínimo, pero este se intensificaba mediante la lluvia empeoraba y diluía el lodo. El tiempo jugaba muy en mi contra.

Las abominaciones escalaron de a poco hasta llegar al techo. No son las cosas más hábiles del mundo. Ya arriba, saqué la hoja con el glifo de protección y mandé a las abominaciones a que se derritieran por los bordes del techo y con su propio cuerpo dibujen un gigantesco glifo.

Cada vez que los segundos avanzaban, me preocupaba más y más. Me pregunté si las abominaciones que cuidaban a Luz soportarían tanto tiempo. Mis piernas no paraban de temblar y mi corazón estaba muy acelerado. Luego de unos minutos las abominaciones terminaron, me paré en medio del glifo hecho de lodo y lo pisé, causando que una gran bola de líquido naranja emergiera. Usando mis escasos conocimientos en magia que no sea de abominables, pude redirigir el líquido hasta la parte más alta de la casa.

—Por favor, funciona... —susurré, viendo con esperanza como el líquido se solidificaba alrededor de toda la casa—. Lo logré...

Suspiré aliviada tras superar esta pesadilla. Agaché mi cansada mirada, y por una pequeña fisura del techo logré visualizar a Luz en la sala... pero no a las abominaciones que la protegían.

Bajé lo más rápido que pude, solo para encontrarme con una herida Luz. Sus brazos y piernas estaban heridos y seguía sin reaccionar a mis palabras a pesar de que la movía insistentemente.

Entré en pánico, otra vez. Mi primera reacción fue cargar a Luz con ayuda de una abominación y llevarla directamente al baño. Sin pensarlo, la desvestí de sus principales prendas y abrí la llave para que el agua helada llene la bañera, que es donde la hice entrar.

Salí de la habitación, respiré hondo y me calmé un poco. Todo fue demasiado tenso y cansado para una tarde casi noche. Me recosté en la puerta unos segundos y analicé lo que acababa de hacer.

—Acabo de ver a Luz... Yo...

Mi rostro ardía de oreja a oreja junto a mi pecho. Me dejé caer recostada en la puerta, quedando en posición fetal y hundiendo el rostro en mis rodillas.

—Su piel es muy hermosa y... —susurré, para luego golpear mi cabeza contra la pared—. ¡Pero en qué estás pensando Amity Blight! Ella solo es tu amiga.

Y como buena amiga, tenía que ayudarla. 

Con una sacudida de cabeza, terminé de alejar cualquier malpensada idea de mi mente. Me incorporé, fui con sumo cuidado a la cocina, puesto que el piso aún ardía con algunas gotitas que todavía resbalan por la pared. Mojé mis heridas y encontré un botiquín con vendaje mágico en lo que parecía ser la habitación de Eda. Quiero decir, dudo que Luz duerma en un maloliente nido de pájaro.

—Solo falta que despiertes, Luz.

Luz escuchó atentamente la historia de Amity, obviamente la peliverde omitió la parte donde la vio prácticamente desnuda. Amity salvó su vida, nunca estuvo tan agradecida con alguien en la vida.

 —Terminé. Sécate y vístete —dijo Amity de forma tosca, recogiendo todos los implementos médicos que usó del botiquín mágico de Eda.

—Muchas gracias Amity, pero no creo poder moverme, puede que me tengas que ayudar a...

Antes de que Luz termine de hablar, Amity salió despavorida del baño. Verla una segunda vez en prendas menores; su confundido corazón no lo soportaría.

Limpiar el desastre de la sala fue una de las tantas cosas que Amity hizo mientras Luz terminaba de cambiarse.

—Espero Eda no culpe a Luz por todo este desastre, me sentiría mal si la castiga —susurró Amity

Viendo el malgastado techo desde el sofá, se quedó pensativa unos minutos. Sabía que Luz era algo densa, un poco tonta según Eda, y que tampoco se debería de sentir mal en cuestiones del amor con ella. No quería perder su amistad, pero tampoco quería estancarse de ese modo, quería ser algo más.

Su sentimiento era unilateral, o eso pensaba ella. El cansancio junto con la experiencia vivida y los confusos pensamientos que no hacían nada más que generarle dolores de cabeza, la dejaron sin fuerzas.

— ¡Amity! —exclamó Luz, llegando a la sala cubierta con una bata—, mira la hora. ¡Tus padres deben estar muy preocupados! 

No era para menos, casi eran las diez de la noche.

—Mis padres no están en casa, tampoco estarán para la fiesta de mis hermanos, ya vez porqué pude tomarme la libertad de invitar a mis amigos  —comentó con desinterés, enterrando su rostro entre los cojines.

— Ou... Entonces, ¿no quieres que tus padres me vean? —preguntó Luz cabizbaja.

Sería doloroso que la chica, a la cual ha considerado más que una amiga durante poco más de una semana, le responda afirmativamente.

— ¡No, no es por eso! —Amity contestó, alzando su tono, tratando de evitar algún malentendido—, solo que... no sé si mis padres aceptarán a alguien como tú... Una humana. 

Una chica de quien se sabe tiene sentimientos más allá de una simple amistad. 

—Pues... ¡no soy cualquier humana!

—L-Lo sé.

—Así que tranquila, con o sin tus padres, me quedaré a tu lado en la fiesta.

Luz fue directa a darle un abrazo a la peliverde, en señal de que poseía su completo apoyo por si alguna vez algo o alguien intentaba separarlas.

—Además, me agradan tus hermanos —añadió Luz.

—Sí... a mí también

El abrazo generó muchas "mariposas en el estómago" de la peliverde.

Truenos y más truenos; truenos, lluvia... y más truenos. Básicamente así se podría resumir el clima de las islas durante la última hora.

—Parece que la lluvia no parará en un rato... —dijo Luz, viendo a través de una ventana, sin dudas asombrada y preocupada por el loco clima que las brujas y demonios manejan—. Es peligroso que te vayas sola a casa. ¿Tienes alguna manera de comunicarte con tus hermanos?

—No, olvidé mi pergamino —negó Amity, ya que en sí solo debía entregarle una carta a Luz y regresar al instante.

—Qué mal... ¿y si te acuestas conmigo? ¡Digo!, si te quedas a dormir conmigo... ¡Perdón, es decir! Te puedes quedar a dormir en casa... Sí, eso.

Luz dejó escapar una última risilla nerviosa luego de trabarse en su mensaje. Sus mejillas se tornaron en un ligero color rojo.

"Deja de estropear las cosas, Luz Noceda, o Amity te verá como una tonta", reprendió en su mente.

—Yo... ¿¡Contigo!? ¿¡En la misma casa!?

La mente de Amity entró en un denominado "Gay Panic". Sus manos empezaron a sudar, su rostro se enrojeció y un vapor salía de sus orejas. Todo esto, combinado con lo cansada que estaba, provocó que caiga rendida en el sofá.

—Supongo que es un sí. 

Luz dejó escapar una última risilla antes de ir por su bolsa de dormir.

Las horas transcurrieron y Amity pasó de estar noqueada a dormir plácidamente en el sofá, siendo vista de reojo por una Luz que a duras penas y se encontraba cansada.

La morena llamó a la Blight un par de veces, sin respuesta. Supuso que se durmió, lo que aprovecharía para soltar algunos pensamientos que tenía desde hace varias horas.

—Eres muy hermosa, Amity... —susurró Luz, acariciando un mechón del cabello suelto de la peliverde en un tierno tacto—. Puede que no seas la persona más habladora del mundo... y últimamente balbuceas mucho; bueno, más de lo normal, pero la manera en como me ayudaste hoy... fue como la de una novela, donde el apuesto príncipe o una despampanante maga, rescata al amor de su vida... Lo cual es irónico, pues eres una bruja. Ay, ya estoy balbuceando cosas sin sentido al igual que tú. Supongo que lo que trato de decir es que eres como mi Azura.

Luz dejó el pequeño mimo que hacía en el peliverde cabello de su amiga, para solo quedarse a apreciar su tierna carita.

—L-Lo que también trato de decir es... —tragó saliva.

Sus mejillas se coloraron y el corazón comenzó a bombearle más rápido de lo normal. Puede que la bruja esté dormida, pero aún así era vergonzoso para Luz expresarse de esa manera tan cursi, ya que por experiencia propia, sabe que la mayoría odia lo cursi; se lo dejaron muy claro en el mundo humano.

—Te quiero, Amity Blight —confesó, tomando aire casi al instante como si se sacara un pesado y grandísimo yunque de encima—. Lo que hiciste por salvarme fue muy valiente e idiota de tu... par-te... Demonios, las confesiones me dan sueño. Supongo que es hora de mimir.

Mientras Luz roncaba plácidamente en un sueño que no tardó más de un minuto en concretarse, unas pequeñas lágrimas resbalaban por la mejilla de una sonrojada peliverde, que entre sueños, logró escuchar las tiernas palabras que le dedicaron.

—Yo también te quiero... idiota —murmuró Amity con un tono esperanzador.


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