En manos de la Bestia

By Eva-Mora

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Me encontraba en la misma posición, atada de mis manos, sujeta a una cama, con mis ojos vendados. Horas, días... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Epílogo
Parte 2

Capítulo 24

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By Eva-Mora

Alexander...

La casa estaba prácticamente vacía, Joe había salido con Matti, el resto del los empleados desconocía en dónde estaban y no me interesaba. Después de mi pequeña discusión con Maddi, me había encerrado en mi despacho, lo único que quería en ese momento era estar solo.

Llevándome la botella a la boca, lo amargo del líquido no me causaba nada, esperaba que si bebía lo necesario, me ayudaría a olvidarme un poco de todo, para mi desgracia parecía tener el efecto contrario. Entre más bebía, más recordaba lo malditamente miserable que me sentía.

Seguía solo, tratando de ahogar mis penas en alcohol, pero al parecer ni eso podía hacer bien, la puerta se abrió de golpe, no me importó, seguí con la mirada en el suelo, lo único en que podía pensar era en todas las palabras de ella, en lo mucho que me odiaba.

—¿De verdad piensas estar así siempre?— quise ignorarlo.

—No molestes.

—Se lo que estas pasando y solo puedo decirte que esto no es sano para ninguno de los dos.

—¿Y qué propones?

—Déjala ir— reír, aquellas palabras me hicieron reír, no sabía si por la cantidad de alcohol que corría por todo mi cuerpo, pero comenzaba actuar como un completo loco.

—Sabes que no puedo.

—Bien, entonces el plan es emborracharte para ver si te ayuda a olvidar y dejar que todo se vaya a la mierda— odiaba que Joe actuara de esa manera. Lo que mas me fastidiaba era que tuviese razón.

—¿Quieres saber qué es lo que más me duele? — no espere respuesta —Si tan solo el fuera mi hijo, quizás sentiría el mismo dolor que ella, pero no, no puedo saber lo terrible que la está pasando, solo puedo sentirme miserable porque le arruine la vida. Soy el hijo de puta que la arruine.

—No fue tu culpa, ambos sabemos que solo hay un culpable y lo va a pagar.

En una parte Joe tenía razón, haría pagar a Rod por todo lo que había hecho, aún así la culpa no me dejaría.

—¿Cómo te fue con Mati? — quizás cambiar de tema era lo mejor.

—Pasamos un rato con Sam, ya sabes quería dejarle flores, después la lleve al supermercado, de hecho, acabamos de llegar.

—Bien.

Me quede en la misma posición, Joe sentado delante de mí, observando mis movimientos, juzgándome en silencio, mientras yo trataba de terminar con todo el líquido de la botella.

—Joven Marcus— ambos giramos a la puerta, Mati acababa de llegar.

—¿Qué sucede?— dije sin ánimos.

—Maddi— en cuanto escuche su nombre me levante del sillón.

—¿Qué pasa con ella?

—Llevo más de quince minutos insistiendo para que abra la puerta y no obtengo respuesta, perdón si lo molesto, es solo que estoy preocupada.

—Tranquila Mati, ahora vamos— esta vez era Joe quien hablaba.

Los tres salimos, a pesar de que me encontraba algo mareado por beber, no estaba lo suficientemente alcoholizado como para no poder andar.

Al llegar a mi habitación, la puerta estaba cerrada, insistentemente tocamos, no obteníamos respuesta alguna, comencé a ponerme nervioso, normalmente ella me mandaba a la mierda o azotaba algo, pero jamás permanecía callada.

—Algo no anda bien— dijo Joe.

—Mati vez a mi despacho por las llaves— ella de inmediato siguió mis órdenes.

—Maddison, abre la puerta— grite dando fuertes golpes en la puerta. Quise tumbar la puerta pero no estaba en condiciones para hacerlo.

—Quizás solo esta dormida— Joe trataba de tranquilizarme.

Esperar a que Mati regresara se me estaba haciendo una eternidad, comencé a sentir miedo, algo en mi me hacía sentir temor de que ella estuviese mal, quizás solo era un presentimiento o quizás era por tanto alcohol que comenzaba a sentirme paranoico.

En cuanto Mati regreso, le arrebate las llaves para abrir la puerta, los tres entramos a la habitación, no había rastro de Maddi, Joe se acercó al baño mientras yo salía al balcón y Mati buscaba en el closet, lo primero que pensé es que había escapado, ojalá hubiese sido eso...

—¡Mierda! — en cuanto escuche a Joe me acerque, el veía desde la puerta, estaba como ido, como si lo que sea que estuviese viendo fuera lo peor.

Mi corazón latía casi con ganas de salirse de mi pecho, fue como si un valde de agua fría me hubiese mojado por completo, todo parecía trascurrir en cámara lenta, Joe corrió del otro lado de la habitación con su celular en la mano. Mati dio un grito de horror.

Yo seguía ahí, en estado de shock, trataba de procesar todo, me era difícil, no podía creerlo, me dejé caer al suelo, la sostuve entre mis brazos, su piel parecía del color de un papel, la sangre estaba por completo en el suelo, ella ya no estaba, se había ido...

—Maddi, por favor, no... tu no... Maddi despierta, por favor— bese su frente, me aferre a ella.

Todo era mi culpa, no debí dejarla sola, fui un completo idiota por dejarla sola.

—Marcus— Joe me hablaba, pero yo no reaccionaba, solo veía cómo se acercaba para poner su mano en el cuello de ella.

—No la toques— aleje su mano.

—Marcus, tenemos que llevarla a la cama— lo ignore.

—Marcus, aun esta con vida, debemos actuar antes de que sea demasiado tarde— levante la vista para ver la cara de Joe —El medico viene en camino— se veía bastante preocupado, sin importarle que yo me aferraba a ella, me hizo a un lado para cargarla y llevársela del baño.

Había pasado por varias situaciones de violencia, no podría decir la fecha exacta en que todos comenzaron a conocerme por Bestia, eran pocos lo que me llamaban por mi nombre. Golpee, torture, asesine a varias personas, era algo que ya estaba acostumbrado a vivir, inconscientemente creí que no tenia sentimientos, que la poca humanidad en mi, estaba extinta. Pero desde que entre y vi a Maddison, en el suelo, con el enorme charco de sangre que provenía de sus brazos, en ese momento sentí miedo. Y no era esa clase de miedo que experimentas desde pequeño, no es como si le temieras a la oscuridad, no es como si temieras a que tu padre te golpeara por cometer un error, no era ese tipo de miedo que te da cuando ves algún insecto, no era nada parecido...

Tarde en reaccionar, en cuanto me levante, Sali del baño, lo primero que captaron mis ojos, fue a Mati llorando, pero aun así ayudaba a Joe, mi amigo estaba enfocado en proteger las herias de Maddi, enrollaba unos trapos alrededor de sus muñecas, tratando de hacer que el sangrado se detuviera.

Esa escena sin duda fue la mayor fobia que pude experimentar, no había nada que me causara más pánico que perderla. Ella, simplemente ella, lo era todo. Imaginarme sin ella era como si me arrancaran no tan solo mi corazón, si no también mi alma...

—Marcus— escuchaba la voz de Joe, pero era como si mi mente estuviese en otro sitio, tratando de evitar todo lo que estaba pasando.

—Joven Joe, voy buscar toallas y ver si ya llego el doctor.

—Si Mati, gracias.

Me acerque a la cama, caí de rodillas apoyando mis codos en el borde del colchón, quise tomar su mano, pero mi miedo de hacerle daño era más grande, así que solo me resigne a observarla. Jamás pensé que su dolor fuera de tal manera, no podría imaginar que tan grande es aquel dolor para llevarla a querer terminar con su vida.

—Marcus, tenemos que ayudarla— sabia muy bien a que se refería, pero no era capaz de dejarla ir, no podía, simplemente imaginarme sin ella me resultaba demasiado difícil.

—¿Por qué tarda tanto el doctor?

—Veré que pasa— Joe salió de la habitación, dejándome a solas con ella.

Su respiración era débil, me costaba asimilar que quizás no sobreviviría.

—Maddi, no se si me escuchas... espero que sí. Se que no merezco tu perdón, aun así, no me cansare de pedirlo. Perdóname por todo, tenías razón cuando me llamaste Bestia sin sentimientos, pero cremé eso fue antes de que llegaras por segunda vez a mi vida, desde que te vi aquella mañana no podía creer que fueras tú, me negaba a aceptarlo. Seguías igual o más linda a cómo te recordaba, era como si el tiempo no hubiese pasado. A pesar de mi manera de actuar puede decirte que mi cuerpo tembló, cada parte de mi reacciono ante tu presencia, como resistirme a ti, como podría hacerlo si desde aquella ultima vez que te había visto, aquella vez que te entregaste por completo a mí, ese día te deje mi corazón...

No me importa si tengo que dar mi vida a cambio de hacerte feliz, no me importa nada de lo que tenga que hacer para conseguirlo, pero te juro que hare lo que se necesario para que sigas siendo la Maddi alegre, aquella que sonreía a pesar de todo...

—Mierda, mierda... Joe— grite desesperado —Joe.

Su cuerpo comenzaba a temblar, no podía controlar sus movimientos.

—¿Qué pasa? — al ver lo que estaba ocurriendo, en su cara se relejaba casi el mismo miedo que el mío.

—¿Dónde mierda está el doctor?

Su cuerpo no dejaba de temblar, era como si tuviese convulsiones, tenia miedo de que se lastimara por lo brusco de sus movimientos, así que la sostuve de ambos brazos, tratando de no hacerle daño, Joe se acercó para sostener sus piernas.

—Vamos Maddi, resiste, por favor.

El maldito doctor no llegaba y no sabia que hacer, no quería dejarla morir, entonces decidí que la llevaría a un hospital, no me importaba que hicieran preguntas al respecto, lo único importante era salvarla.

—La llevare a un hospital— Joe no dijo nada, solo observo como le acomodaba la sabana para poder cargarla.

Con el corazón latiéndome a mil, baje las escaleras con ella en mis brazos, no permitiría que muriera, me negaba a dejarla ir...

Maddison...

Abrí los ojos, se me complicaba un poco adaptarme a la claridad del lugar, la cama era bastante cómoda, recorrí el lugar con mi vista, todo a mi alrededor era blanco. Poco a poco me levanté de la cama, me confundí un poco al verme vestida con una linda bata blanca, todo estaba en absoluto silencio, era extraño no ver a nadie, todo era confuso ya que el lugar no me era familiar.

Me quede observando todo el cuarto, no había nada, las paredes estaban vacías, no había una ventana, el único mueble que estaba en la habitación era la cama, a pesar de la situación en la que me encontraba, no tenia miedo, era como si el lugar me diera tranquilidad.

Al acercarme a la puerta antes de intentar abrirla, pegue mi oído en ella, tratando de escuchar algo, no podía escuchar nada, salvo mi respiración, rogué porque no estuviese encerrada, sonreí en cuanto me percate que la puerta no tenía seguro.

Al salir de ahí, el pasillo era enorme, como si estuviera en un hospital, era algo confuso ya que no había nadie, ni un solo doctor, enfermera o equis persona. Comencé a caminar por el desolado pasillo, esperando encontrar a alguien que me ayudara a entender en donde estaba.

Nada, no había nada, era como si el pasillo no tuviese fin, a pesar de ello seguía sin tener miedo, al contrario, la enorme paz que sentía era indescriptible.

—No deberías estar aquí— su voz detuvo mis pasos, tarde en reaccionar.

No podía creer que fuera él, quizás me estaba volviendo loca. No fue hasta que lo tuve delante de mi que me di cuenta que todo era real.

—Sam.

—Hola— su hermosa sonrisa, su tierna mirada, él estaba delante de mí.

—Pero, ¿Cómo? — él entendió de inmediato mi confusión.

—Todo estará bien, aun no es tiempo— acaricio mi mejilla.

—¿Tiempo?

—Te prometo que todo estará bien, solo tienes que ser fuerte, quizás será complicado, pero sé que puedes hacerlo— trataba de comprender lo que me decía, pero mi mente parecía estar en otro lugar.

—Noah— su nombre salió de mi boca, sin siquiera pensarlo.

—Te llevare con él— Sam estaba sonriendo, se acerco y me dio un abrazo, me deje llevar por la sensación de paz que me trasmitía —Pero antes necesito que me prometas algo— se separo de mi para verme a los ojos, esperando una respuesta.

—Si.

—Pase lo que pase, tienes que ser fuerte— dio un beso en mi frente, tomo mi mano —Ahora vayamos a ver a Noah.

Tomados de la mano, comenzamos a caminar por el largo pasillo...

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