Yo, sinceramente... [ Volkaci...

By TackatoMon

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Volkov conoce a un sujeto de cresta con el cual comparte edificio y casualmente también son compañeros de tra... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20 (Final).
Capítulo 21 (Extra).

Capítulo 8.

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By TackatoMon

Pov Normal

El Superintendente se estaba volviendo loco, tenía ahora sujetado a Horacio que acababa de besar a Volkov y forcejeaba por volver con él. El mencionado estaba dormido en los asientos muy cómodamente y Greco no aparecía por ningún lado.

- ¡¿Qué miras?! - Gustabo le gritó a un tipo que observaba la escena con cara de disgusto.

En un instante ya tenía al rubio encima soltándole un golpe y luego recibiendo de igual forma. Al ver esto, Horacio se soltó del súper y se unió a la pelea en defensa de su compañero.

Pov Horacio

Me desperté con una resaca de otro mundo. Joder, cómo me dolía todo.
Miré a mi alrededor, Gustabo dormía a mi lado con el rostro lleno de golpes, tuve que haberlo detenido ayer cuando comenzó a beber. Suele tener el hábito de liarla con cualquiera.

No conocía la habitación en la cual estábamos, así que tenía que seguir con cuidado.

- Gustabo, despierta - lo sacudí con cuidado.

- ¿Mmm? - abrió los ojos y miró a su alrededor algo extrañado.

- ¿Dónde estamos? - pregunté suavemente.

Soltó un suspiro y volvió a cerrar los ojos.

- En la casa del viejo - me respondió antes de volver a acomodarse para seguir durmiendo.

Ni siquiera me molesté en preguntarle cómo sabía eso.

Tenía muchas lagunas de la noche anterior, parecía que el alcohol se había encargado de hacerme olvidar la mayoría.

Me levanté y me dirigí a la sala muy despacio y buscando al abuelo, pero no había nadie ahí. En la mesa había una nota.

"Cuando despierten, los quiero fuera de mi puta casa. Y ni se les ocurra ir a comisaría hoy"

Conway estaba muy cabreado, eso estaba claro. Le mandé un mensaje pero sólo me respondió "No quiero ni verlos hoy".

Pov Volkov

Me desperté en un sofá muy amigo mío. Cuando espabilé tenía a Conway mirándome con una desaprobación que no veía hace tiempo.
Me incorporé observando alrededor de su sala y evité su mirada.

- ¿Ya te despertaste, nenaza? - sonó molesto.

- Ya desperté - le respondí.

Llevé una mano a mi boca tapando una arcada que me fue inevitable.

- Ay, dios mío - dijo soltando un suspiro.

Corrí al baño y vacié mi estómago, aunque no había casi nada en él.

Al salir me dió una pastilla y una botella de agua. Agradecí y bebí aquello enseguida, vaya resultados estaba obteniendo de salir a beber la noche anterior. Joder, hace mucho que no me daba problemas así.

- ¿Quiere echarme la bronca ahora o luego? - le pregunté aceptando mi destino.

- Prefiero hacerlo cuando estés más lúcido, ahora mismo das pena. Aparte tengo a dos gilipollas durmiendo en mi cama -

- ¿Y eso? - me sorprendía que permitiera aquello.

- No preguntes. Ni yo lo sé - tomó un cigarrillo y lo encendió en su boca.

- Vale -

Nos quedamos un rato pensativos. Todavía no sabía lo ocurrido anoche, pero sí había una cosa que recordaba. Había besado a Horacio, eso era seguro. Recordaba el tacto de sus labios, la calidez, su cercanía. Mierda.

- Vamos a desayunar a alguna cafetería y luego vamos a trabajar - propuso, aunque sonó más como una orden.

- Venga, yo invito - solté un suspiro.

- Es lo menos que espero - me comentó con el cigarro entre sus labios.

Jodido viejo.

Estuve el día entero atendiendo denuncias en comisaría, ese era el castigo del Super porque sabe cuánto odio hacerlo. Día de mierda. Al menos Greco tuvo el mismo destino por abandonarnos. En la cafetería Conway me había contado cómo tuvo que cargar con los alumnos y conmigo él solo hasta su casa porque Greco se había ido más temprano con una chica. Increíble.
Cada tanto lo miraba con desaprobación pero él me devolvía una sonrisa satisfecho. No se arrepentía el cabrón.
Estuve atento de mi celular sin embargo no me llegó ni un mensaje. Ni uno solo. Ni un sólo emoji de Horacio, ni una pizca de preocupación, nada. Y yo todo el puto día pensándolo.
Todos los putos días me mandaba mensajes y justo hoy no.

Llegué a casa cabreado. ¿Cómo se le ocurría?

Pov Normal

Horacio escuchó que tocaban la puerta de su apartamento con fuerza y se apresuró en abrir, encontrándose con un Volkov enojado del otro lado.

- Hola, Comisario - Horacio lo miró algo confundido.

- ¿Puedo preguntarle algo, Horacio? - sonaba molesto.

- Por supuesto, pase -

Volkov entró pisando fuerte y lo miró con los brazos cruzados.

- ¿Qué hizo el día entero? - preguntó atento a la respuesta.

- Dormir. Tenía una resaca muy fuerte de anoche y el labio partido, creo que me peleé con alguien - el de cresta le señaló su boca algo inchada.

- Vale - el Comisario se sintió raro.

Ni siquiera sabía por qué estaba en el departamento del alumno pidiéndole explicaciones de su día, empezaba a sentirse avergonzado de la nada.

- Escuche, Volkov, no sé qué pasó pero yo no pude haber sido. Estuve aquí el día entero - Horacio se excusaba de cualquier cosa que hubiera ocurrido.

- 10-4 - contestó cerrando el asunto y suspiró muy fuerte.

- ¿Qué ocurrió? -

- Nada importante - Volkov disimuló mirando a su alrededor.

- Vale, vale - Asintió Horacio.

Pov Horacio

Volkov me miraba raro todo el rato, parecía nervioso o molesto. Ya le había dicho que estuve en casa todo el día, no sé de qué me habrían querido echar la culpa.

- ¿Le duele? - me preguntó mirando mi labio lastimado.

Me acerqué apropósito aprovechando su atención en mi boca.

- ¿Quiere fijarse? - me puse frente suyo.

Quería molestarlo un poco, sin embargo ver cómo se sonrojaba y sus nervios hicieron que mi interés creciera de repente.

- No - negó, pero evitó mi mirada.

Tomé su mentón suavemente e hice que nuestras miradas se cruzaran. Mi mente recordó la noche anterior de la nada, ese recuerdo chocó mi cabeza de pronto y creo que él se dió cuenta. Esos labios... Ya los había probado.
Nuestras miradas ahora eran de complicidad. Él lo recordaba también. Podría jurar que ambos estábamos pensando lo mismo.

Mis dudas se fueron cuando llevó sus manos a sujetar mi cintura.
No pude aguantar más.

Acorté la distancia entre nuestros labios y lo besé. Suave al principio, luego no pude resistirme.
Nuestro beso fue volviéndose más intenso conforme pasaban los segundos, en tan sólo un momento ya sentí mi cuerpo comenzar a calentarse. Nuestros labios encajaban perfectamente, sus manos se aferraban a mi remera con fuerza y las mías comenzaban a explorar su espalda.
Joder, qué sensación.
Me separé un momento tan sólo para ver su reacción. Estaba sonrojado y me miraba inseguro.
Yo le sacaría toda esa inseguridad.
Volví a tomar sus labios, más fuerte esta vez, volví aquel beso más apasionado, me dió espacio y mi lengua entró en su boca.
Me gustaría decir que yo tenía el control sin embargo él volvía todo tan intenso. Sus manos estaban bajo mi remera ahora, acariciando mis pectorales mientras nuestras lenguas jugueteaban y nuestras respiraciones se mezclaban.

Comencé a escuchar sus suspiros. Dios, qué sonido tan magnífico. Se escuchaban algo ahogados debido a que nos devorábamos la boca y eso sólo los volvía más seductores.

Tomé un poco de distancia y me saqué la remera. Su vista estaba clavada en mí. Le quité su pistolera y luego comencé a desabrochar su camisa sin quitar los ojos de cada centímetro de piel que era descubierto.

- ¿Q-qué hace, alumno? - Dijo de repente.

Me dió algo de gracia que a pesar de todo lo que estaba pasando, todavía fingía. ¿O se hacía el difícil? Joder.
Aún con mi saliva en sus labios me preguntaba qué estaba haciendo.

Terminé con su prenda y dirigí mis labios a su cuello, comencé a besarle y a dejarle suaves lamidas allí, y ahora sí que escuchaba sus suspiros sin filtros.
Nos dirigí a mi sillón, donde algo torpe acosté al comisario y me coloqué encima.
Me tomé un momento para observarle de arriba a bajo. Por primera vez observaba abajo de esa camisa, y sí, quería comérmelo ahí mismo.
Volví a besar su cuello mientras ahora manoseaba todo su torso marcado.
Mi mano fue bajando hasta llegar a su entrepierna y en ese momento escuché un gemido suyo.
Nunca nadie me había prendido tanto como lo hizo ese sólo gemido de él.

- Joder - suspiré, y tomé sus labios otra vez.

- Ho-horacio - susurró entre mis labios.

- Comisario - suspiré.

Comencé a masajear por encima de sus pantalones, volviendo a deleitarme con el sonido de sus gemidos.

- Joder. S-soy su superior - soltó con dificultad.

- Si usted quiere, me detengo - le susurré cerca del oído.

Me dediqué a contemplarlo un momento. Su rostro sonrojado, su torso al descubierto, el brillo de mi saliva por todo su cuello y sus labios. Joder, cómo me ponía.

- ¿Quiere que me detenga? - insistí, quería mi respuesta.

-… N-no- me respondió entre gemidos.






….…………..

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