Todos me miran como si fuera algo extraño de otro planeta, por suerte no me molesta ser el centro de atención, tener una máscara provoca curiosidad a las personas que me rodean, por lo que escuché hay algunas que les causa risa, seguro piensan que soy una mujer horrenda con mil complejos, pero me da igual lo que piensen, solo es el primer día y ya siento ganas de cortar lenguas. Tienen que hablar cosas como esas a mis espaldas porque no tienen el valor de enfrentarme y cuando alguien lo haga se ganará mi admiración por semejante acto de valor. Mientras decido hacer oídos sordos a esas arpías con lengua viperina.
Camino junto a mi padre, los hombres más importantes del mundo están aquí, excepto los italianos, no he visto ni a uno, me hago la nota mental de preguntarle a mi padre cual es el motivo para que no asistieran a mi fiesta de cumpleaños y presentación ante este mundo. Existen leyes que los obligan a venir, incluso podría considerarlo una falta de respeto. No somos los mejores amigos, pero al menos nos respetamos, por ello no entiendo qué sucedió para que no asistieran a un evento que se encuentra en zona blanca.
Luego de la guerra varios lugares del mundo se clasificaron, las zonas, las blancas son lugares de paz, dónde se prohíbe estar la guerra y si un estado osa en atacar a otro entonces pierde el comercio con el resto. También están las zonas verdes que son lugares turísticos para disfrutar vacaciones, ese también tiene ciertas reglas, está el rojo, que son lugares contaminados por residuos químicos de la Guerra Roja esos son inhabitables y solo se puede estar en ellos trajes que se diseñaron hace al menos treinta años, y son exclusivos, los rusos fueron sus creadores. Existen otras clasificaciones, todas con sus reglas y propias leyes, con el objetivo de mantener el orden en el mundo.
Mi padre avanza conmigo enganchada de su brazo por toda la habitación, gracias a mi máscara no tengo que fingir una sonrisa, al pobre Boris no le queda de otra, noto a lo lejos a Inna y Gvozden, me disculpo con mi padre y me dirijo a ellos, que notan que me les acerco por lo que me sonríen desde donde su posición.
—Mucho gusto señorita Maska —me dice un hombre, muy apuesto que se interpone en mi camino, me detengo y lo atravieso con la mirada.
—Solo quiero presentarme soy Matteo Greco —ese apellido y ese tono es italiano no tengo la menor duda. Me extiende su mano y respondo del mismo modo. En Italia hay varios grupos criminales y dos mafias, pero ese apellido no corresponde a ninguno de ellos —vengo en representación de Dangelo Lorenzzeti, me pidió que le disculpara su ausencia —no le creo nada
—¿Qué tiene el señor que no puedo asistir a mi fiesta? -—regunto en modo irónico, cosa que él no tarda en notar, lo miro despectivamente esperando una respuesta pero nada sale de sus labios, es una lástima que sea italiano, porque es hermoso.
—No tengo autorización para responder eso —suelto un bufido y ruedo mis ojos.
—Ya recibí su mensaje, ahora como buen perro de su amo puede irse con el mentiroso de su jefe —él me va responder pero como no quiero pasar toda mi noche aquí decido que lo mejor será ignorarlo y continuar mi camino.
—Fue su padre quién inicio la guerra —dice mientras me estoy alejando, no sé de qué habla pero tengo que fingir que desconozco cierta información que mi padre omitió.
Me acerco a mis amigos que no me quitaron la vista de encima ni un momento, como si me estuvieran protegiendo desde lo lejos
—¿Qué quería la basura italiana?
—Nada importante, ¿lo conoces?
—Claro, estudió en nuestra escuela, hace un año se graduó —me encojo de hombros al no saberlo, me alegro de llevar esta máscara así ni siquiera él puede reconocerme —Dónde estuviste metida todo ese tiempo
—En casa o en la escuela —digo en tono sarcástico —Quién sabe quizás debajo de una piedra. —ambos ríen
—A qué se debe esta sorpresa Maska —hace énfasis en mi nuevo nombre —dice Gvozden
—Anonimato y seguridad, al menos mientras pueda ocultar mi identidad
—Pero los de la Bratva te conocen
—Lo sé, pero cuando has visto un miembro de la Bratva traidor
—Sí, tu tío —dice en tono de odio —no sé porque tu padre aún lo mantiene vivo —mi tío no avanzo con en el tiempo aún cree algunas reglas que tenía la mafia en el viejo mundo, una de ellas es que antes tu familia eran solo los miembros de la Bratva, no tu familia de sangre. Cosas como esas quedaron en el pasado pero él no lo acepta, alega que eso nos hace débiles, quizás tenga razón en que nos da una debilidad pero aunque eso suceda las reglas son las reglas y no se pueden romper.
—Ni siguiera le des un título que nunca le importó. Esa rata..... Se merece cada día de tortura que ha tenido —cierro los puños para contenerme, este es un tema delicado, cuando mi padre me contó lo sucedido no lo podía creer, Alesso nunca se interesó por sus sobrinas, a mí no me hizo falta un tío Petya es más familia que él, pero no podía creer que un Petrov podría hacer semejante traición. Lo he visto en ocasiones en las que ha acompañado a mi padre a su pequeña casa. Llámenme mala pero disfruto verlo sufrir, es la única persona que me provoca esa satisfacción —el resto de la organización no son ratas traicioneras como él.
—¿Hasta cuándo es este circo? —esta vez interviene Inna, ella como siempre tan adorable.
—¿Ya estas harta de socializar? —le pregunto divertida, me ignora y suelta un bufido.
—¿Han visto a Igor? —digo mientras con mi vista lo busco por la habitación. Desde hace rato que no lo veo, y eso es algo raro se supone que estaría aquí con Lev.
—Seguro anda por ahí con la insípida de tu prima —Inna odia a Lev, en ocasiones pienso que son celos por Igor pero luego me doy cuenta que es ella, y recuerdo que Inna odia a todos y no está interesada en una relación o simplemente fijarse en un hombre lo único que busca en ellos es un buen sexo y ya —me da lástima Igor, casarse con esa niñita, ni siquiera sabe disparar bien, quién en este mundo del crimen no sabe disparar una puñetera arma, un animal lo hace mejor —me río ante sus ocurrencias, no me queda de otra. Lev no es santo de mi devoción pero al menos no nos odiamos. Es cierto que su puntería es mala pero Inna lo lleva a otro nivel con sus insultos, eso es algo que se le da muy bien.
—No te quejes tanto, tal pareces que estas celosa —ella mira a su hermano con los ojos en blanco
—Agradece que existen las leyes de honor, sino hace tiempo te hubiera envenenado.
—Calma fiera, que no podemos hacer un espectáculo —me mira y me muestra una amplia sonrisa que yo sé que es fingida, ella jamás sonreiría así por voluntad propia.
—Ya pronto se acaba el circo, y no nos iremos a casa —me miran con sorpresa —¿Qué? no todos los días cumplo veinte y me convierto en la sucesora de la mafia rusa —los tres nos reímos y esta vez sí una sonrisa sincera y yo regreso con mi padre a socializar.
No puedo mostrar ningún síntoma de desinterés, ya por ser mujer muchos me van a juzgar. Y me da igual, porque sé que valgo muchísimo más que algunas escorias que se hacen llamar hombres. Sin embargo también sé que debo ganarme el respeto de los miembros del mundo en el que comienzo a moverme a partir de hoy.
Luego de la fiesta, una elegante limusina nos esperaba para llevarnos a un club nocturno, minutos antes de salir Inna y yo nos cambiamos de ropa para no levantar sospechas, estábamos demasiado elegantes.
Ahora llevo un bonito vestido de brillo plateado que muestra toda mi espalda y es bastante corto, mi pelo está muy liso y lleva una coleta alta. Unos pendientes sencillos de plata y un diamante en el centro y unos altos zapatos de tacón con altas agujetas negras. El maquillaje es el mismo solo que pinte mis labios de rojo.
Inna lleva un vestido de mangas largas holgado e igual de corto que el mío con menos brillo color negro unos botines altos del mismo color del vestido y su cabello corto está suelto pero peinado hacia atrás.
Llegamos a la sala VIP del club y apenas nos ven nos traen mi champán favorito, no suelo venir mucho pero las veces que lo he hecho han sido suficientes para ganarme el puesto de cliente VIP, además los del club piensan que soy Onya Ivanov y en Rusia todos conocen a Petya.
Inna toma una de las botellas y hacemos un brinde. Su hermano que se dice así mismo el rey de la fiesta lleva cinco minutos en este lugar y ya tiene dos chicas con él, no sé cómo lo hace pero siempre es igual, él es hermoso pero aún así no entiendo su rapidez en el coqueteo.
Inna y yo como siempre bailamos juntas, quién nos viera pensaría que somos lesbianas pero me da lo mismo, de igual modo la homosexualidad ya no es juzgada, mi madre me contaba que algunos los rechazaban en la sociedad cosa que veo estúpida, ahora se permiten matrimonios de tres, eso es algo en lo que debo aceptar progresamos. Cantamos cada canción, me gusta mucho la música, de pequeña tomé clases de balalaica y piano, soy horrible cantando pero ahora mismo solo me centro en divertirme con mi amiga.
Odio bailar en la pista de baile, estoy entrenada para matar, cualquier movimiento raro a mi alrededor puede provocar una reacción automática de mi cuerpo, además demasiada gente restregándose y compartiendo sudor, por eso siempre tenemos nuestro espacio VIP que puedo hacer lo que quiera y nadie me dirá algo, no es que me fueran a sacar del club, pero bueno. Inna en cambio le gusta dar vueltas para ver a los chicos lindos. Por eso cuando se acaban las dos primeras botellas de champán me siento lo suficientemente alegre para estar en multitudes.
Vamos por nuestra tercera botella a la barra, pedimos que lo agreguen a nuestra cuenta y ahí mismo la abrimos y nos servimos, doy un sorbo a mi copa y un chico se nos acerca pero no nos dice nada solo se para a mi lado y me mira, eso me hace sentir incómoda, no me gusta que me miren como si me comieran con los ojos. Inna lo atraviesa con la mirada y hace ese gesto que da miedo, el chico capta la indirecta y se va. Ambas nos miramos y no paramos de reír.
—¿Qué es tan divertido? —dice Gvozden anunciando su llegada, toma la botella y se sirve.
—Nada, solo un chico que le cogió miedo a tu hermana
—Avísame cuando alguien tenga el efecto contrario, quiero ofrecerle mis respetos. —ambos nos reímos con fuertes carcajadas
—Qué graciosito que estas. Lárgate antes que se te arruine el trío —Inna pone sus ojos en blanco y me toma por la mano —Vamos señorita, la verdadera fiesta nos espera —le digo adiós con la mano a Gvozden, y él me sonríe y se pierde entre la multitud.
—¿A dónde vamos? —noto que me lleva hacia una zona del club que nunca había visto
—Vamos a donde pertenecemos, no rodeadas de estos niños fresas que se creen chulos porque papi les da todo —dejo que me arrastre por el club hasta que llegamos a una puerta que dice Solo personal autorizado y un guardia la protege, él nos mira sin mostrar ni una emoción, parece una roca ahí parado. Inna dice unas palabras en otro idioma, que reconozco al instante, está hablando en Fenya por lo que sé que lo que sé que está detrás de esa puerta lo que sea que haya pertenece a la organización.
El hombre saca un cuño y nos marca la muñeca, la marca en mi mano es fluorescente, lo sé porque brilla. Nos abre la puerta y nos desea que nuestra visita sea agradable eso último suena raro proviniendo de un hombre tan rudo como él. Sabía de la existencia de estos lugares aunque nunca había venido a uno, pero jamás imaginé que sería un club dentro de otro.
Una vez dentro la puerta se cierra detrás de mí. Caminamos por un largo pasillo de paredes rojas, y con muy poca iluminación, al final de este hay una puerta doble, al abrirlas llegamos a un balcón que es del largo del lugar, en el centro hay una escalera para ir a la pista de baile, al bar y a varias mesas que se encuentran abajo. Un olor a cigarrillo me embriaga, no pensé que en un lugar cerrado dejarían fumar, luego recuerdo el lugar donde estoy.
Bajamos las amplias escaleras, siento la vista de algunos viejos que se encuentran a mí alrededor, todo en nosotras grita dinero así que espero y no nos confundan con una de sus putas o se llevaran una grata sorpresa.
A un lado veo una mesa donde hay cinco hombres con mujeres dos de ellos están teniendo sexo con ellas ahí, que vergüenza, prefiero no mirar así evito juzgar. Sigo a Inna y le hace una seña al mesero él nos lleva una pequeña mesa en el centro del lugar ambas nos sentamos y pedimos nuestra querida champán.
—¿Cómo es posible que no supiera de este lugar?
—Bueno ya lo conoces, solo había venido con Gvozden
—Me gusta, no tenemos que preocuparnos por encajar como allá afuera
—Por eso te traje —sonríe. Un mesero diferente llega y saluda a Inna por su nombre, ella le sonríe, algo muy raro para ser ella, saca un billete de su cartera y se lo pone en el bolsillo trasero de su pantalón al joven. Aprovecha la oportunidad para toquetear y a él parece no molestarle. —Brindemos
—¿Por qué brindamos? —pregunto divertida, Inna es fatal con los brindis, los odia porque nunca sabe que decir.
—Porque... —se queda pensando porque me da la gana —ambos reímos —no se me ocurre nada por lo que verás mi lado tierno cinco segundo —se detiene —brindo porque nadie nos separe en este jodido mundo y seas la mejor puta jefa de la Bratva -nuestras copas chocan y ambas bebemos, un típico brindis con mi amiga nada peculiar.
—Que cinco segundos más bellos —bromeo y finjo un suspiro
La noche va pasando y bebemos bailamos, coqueteamos con algunos chicos aunque Inna solo tiene ojos para el mesero. Ya me conto que es de esos chicos con los que tiene encuentros esporádicos y aunque se han visto muy poco se ha divertido mucho con su compañía.
—Alka no me mates, pero Toni acaba de hacerme una seña para que lo vea por allá —me apunta con el dedo y veo que Toni es el mesero, que la espera al otro lado de la pista de baile —te prometo que serán quince minutos, máximo veinte
—Amiga, calma ve y disfruta solo no me dejes una hora sola —ella sonríe y me dice que lo compensará y que si quiero puedo aprovechar a un chico de la barra, que no para de mirarme. Cosa que desconocía.
Veo cómo se va y me siento sola en la mesa. Voy tomando de mi champán mientras recorro con la vista toda la barra y al final de ella hay un apuesto hombre que me ve y sonríe mostrando unos hoyuelos de infarto y con su mano me saluda, yo hago lo mismo. Pero cambio la vista, no sé quién es y aunque se defenderme conozco la clásica ley de no hablar con extraños, también soy consciente de que en un lugar como este no encontraré a un santo.
Saco mi teléfono y tengo algunos mensajes de Igor y Alenka les respondo diciéndoles que todo está bien, sé que Igor lo sabe porque él tiene conexión directa con un rastreador que tengo en un brazo. Cosa que no me incómoda porque algún día él y yo seremos nuestros padres y sé que mi seguridad es y será su responsabilidad.
Guardo el móvil y veo que al apuesto chico ya no está en la barra, por lo que lo olvido y voy a tomar de mi copa pero está vacía al igual que la botella. Sé que pronto debo parar de beber, estoy poco a poco alcanzando mi límite, nunca me he emborrachado porque siempre tomo el mismo champán, supongo que mi cuerpo ya lo asimila bastante bien.
Tomo mi bolso y me siento en la barra, no tiene sentido estar en una mesa yo sola. Pido la última botella de la noche, que disfrutaré al máximo doy un sorbo de mi copa y disfruto el sabor en mis labios, es tan refrescante que realmente no me canso de siempre beber lo mismo.
Siento como alguien se sienta a mi lado, y no hay que ser adivino para saber de quién se trata.
—Supongo que no pudiste resistirte —le digo sin mirarlo
—Si puedo, pero vi que no darías el primer paso —su comentario me da risa y él me mira como si no supiera el motivo de mi estado de diversión. Es increíblemente apuesto, es guapo de infarto pero esa personalidad arrogante le mata la belleza. Su piel es bronceada por lo que sé que no es ruso, su cabello castaño y sus ojos color avellana. Viste ropa de marca, así que no solo es del mundo criminal también tiene mucho dinero. Sus músculos están definidos y eso me dice que practica algún deporte y sabe defenderse cosa que noto al ver sus nudillos magullados. Por su acento sé que trata de esconder su procedencia porque de una buena manera finge el acento húngaro, de verdad estoy sorprendida ante su actuación, pero yo estoy entrenada y logro reconocer una mentira. Podría decir mucho más de él con tan solo un vistazo pero sería muy evidente si lo analizo. Vuelvo mi concentración a mi copa.
—¿Qué hace una chica tan linda sola en este lugar tan horrendo?
—Beber champán -como siempre responde con lo obvio —solo para que sepas esta chica linda sabe defenderse, así que yo tú no intento propasarme
—Lo sé —levanto una ceja sorprendida —puedo notarlo en tu figura, tienes un cuerpo que no se obtiene solo haciendo ejercicio para mantenerse en forma —me sorprende al demostrarme que sabe analizar los detalles como yo —lo que me pregunto en qué tipo de lucha. —pone una mano un su barbilla —boxeo, yudo, kboxing, krav maga, taekwondo, jiu...
—Taekwondo, Jiu-Jitsu y un poco más —lo interrumpo, sino lo hacía sé que no pararía —me mira sorprendido, seguro que no se esperaba esa respuesta.
—Me encantaría ver esas habilidades de combate un día —me extiende una tarjeta y veo que hay una dirección, yo lo miro sin entender —ahí hacen competencias de lucha, la única regla es no matar.
—Dudo que valla, pero gracias.
—¿Quizás no sepas nada y lo digas para asustarme? —dice divertido, no pienso entrar en provocaciones.
—Quizás sea de las que hacen caso a sus maestros que le dicen que la lucha es un arma para defenderse, que hay que respetar y no usar por diversión. -su rostro cambia y se ve una clara sorpresa
—¿Quién te enseñó eso? —dice muy serio —No estoy dispuesta a contestar las preguntas de alguien que no conozco, pero llega Inna y con su mirada asesina recorre a mi acompañante
—Mujer das miedo con esa cara, calma que no la estoy molestando ¿verdad?
—No, no lo haces —me levanto y miro a mi amiga -¿Nos vamos? —ella asiente.
Me volteo de nuevo, esta vez a mi acompañante, me le acerco para hablarle al oído —Yo si supe deducir de quién fuiste alumno, esos nudillos magullado de esa forma solo los deja en deporte, uno muy exclusivo, ah debes practicar más lo de fingir tu falso acento, no me lo creí —poco a poco me alejo para verle el rostro, está endurecido, casi molesto, pero en sus ojos veo la curiosidad. Esto me divierte muchísimo y por ello no puedo evitar mi sonrisa.
—¿Quién eres? —pregunta
—Alguien que no verás nunca más -tomo a mi amiga de la mano y estoy dispuesta a irme cuando escucho su respuesta.
—Espero y te equivoques. —le doy un último vistazo y me encamino a la salida.
De regreso a casa solo tengo un pensamiento quién era ese hombre, cuando lo vi, me pareció conocido y fue algo que ignoré pero cuando me acerqué a él y sentí su olor. Sí definitivamente ese olor lo reconozco de antes pero no sé de dónde o de quién.
—¿Quién era ese?
—Alguien que estoy segura que conozco
—¿Es decir que lo conoces? Era muy guapo, te dejo sola un momento y te atacan como tiburones
—Sé que lo vi antes, pero no recuerdo donde
—Tú no recuerdas algo, eso sí que es nuevo, la maravillosa Alka Petrov con memoria de elefante olvido a un chico súper guapo, pero que es lo que tienes en la cabeza, esas cosas no se olvidan
—Supongo que no soy tan perfecta —ambas reímos y supongo que cada una se sumerge en sus pensamientos porque de camino a casa el silencio eina entre nosotras.
Tengo memoria fotográfica para los olores pero esta vez mis recuerdos no me ayudan. Empiezo a sentir un ligero dolor de cabeza por lo que creo que lo mejor será que deje ir estos pensamientos sin importancia. Quién sabe, quizás en el futuro nos volvamos a encontrar.
Balalaica o balalaika: es un instrumento musical clásico de Rusia
Fenya: Es un lenguaje ruso usado entre criminales
Holi aquí les dejo un pequeño pero lindo capítulo.
Gracias a Editorial_Spirit por el maravilloso Banner
⊱✿⊰
Espero que les haya gustado.
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