Cosas del destino (Publicado...

By MissGinsey

205K 12.2K 8.7K

Una extraña obsesión fruto del hallazgo fortuito de un diario en un campamento de verano a la edad de 15 años... More

"El diario de Clarke Griffin, parte 1"
¡Promoción! Formato electrónico al 50%
TODO LO QUE NECESITAS SABER SOBRE LOS LIBROS DE COSAS DEL DESTINO
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Nota de las autoras
Noticia secreta (ya no tan secreta)
Título, portada, booktrailer y presentación
Más noticias
¿Dónde estaremos presentando el libro?
¡¡Libros firmados!!

Escena secreta y descartada del fanfic y los libros

1.5K 89 12
By MissGinsey

Hola todas.
Cuando planificamos la historia de Cosas del destino metimos una escena sobre un sueño húmedo Clexa que tenía Clarke, pero al final decidimos no meterlo por múltiples razones.
Damos las gracias a todas las que habéis seguido la semana de Cosas del destino en Twitter y que nos habéis dado feedback y cariño a lo largo de los años.
Os regalamos la escena en cuestión en versión Clashley.
¡Disfrutadla!

X X X

Aquella mañana se despertó con una sensación extraña en el cuerpo, tres o cuatro segundos después de abrir los ojos lo recordó: había llegado el día en el que tenía que impartir su primera clase en el instituto. Se le aceleraron un poco las pulsaciones, una aceleración de las buenas, de las de que dejaban entrever nervios y ganas a partes iguales. Dejó escapar una sonrisa perezosa antes de incorporarse en la cama y comprobó que Nick no estaba a su lado, era bastante temprano, pero no le sorprendió demasiado. Ya no. La que sí que estaba a su lado era Cleo, panza arriba y roncando, a aquella bola de pelo el sonido del despertador le molestaba más bien poco.

—Cleo, vamos, que hoy tenemos prisa —trató de despertarla rascándole la barriga, pero solo consiguió que se acurrucara más contra su pierna lamiéndose el hocico en plan «relaja, que hay tiempo».  

Suspiró dándola por imposible, ya se levantaría sola al escucharla trasteando en la cocina, no importaba qué estuviera haciendo, aquella mimada se materializaba a su lado a la velocidad de la luz en cuanto abría el frigorífico con la esperanza de que le cayera algo.

Salió de la cama y fue directa a la ducha, frunció el ceño y se ruborizó a la vez al descubrir su ropa interior ligeramente húmeda y con indicios de haberlo estado mucho más a lo largo de la madrugada. ¿Por qué? Si Nick y ella no habían hecho nada. De hecho hacía siglos que Nick y ella no hacían nada. No tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, el tema de estar a punto de dar su primera clase era mucho más importante, así que se introdujo bajo el chorro de agua caliente y repasó mentalmente los puntos clave de su presentación.

Se vistió con Cleo mirándola de reojo y cuando bajó a la cocina engañó a la pobre inocente abriendo la puerta del frigorífico con la correa en la mano. Tal y como acostumbraba apareció a su lado en cuestión de segundos, con cara de hambre y la lengua fuera, cuando le ató con la correa la miró en plan dramático, como si aquella fuera la peor traición a la que había tenido que enfrentarse en lo que llevaba de vida. Así que salió de casa con pocas ganas, pero a los dos pasos ya meneaba la cola y olisqueaba árboles sin otra preocupación en el mundo que la de captar nuevos olores.

Media hora después ambas estaban de vuelta en la cocina, ella dispuesta a preparase un café con tostadas y Cleo con la intención de pasarse la mañana sentada junto al frigorífico con un «perdono, pero no olvido» pintado en la cara. Al dar sentarse a la mesa frente a su taza, se dio cuenta de que no estaba tan nerviosa por ese día como sería de esperar. Una sensación de extraña calma envolvía sus terminaciones nerviosas y si Nick y ella hubieran follado la noche anterior podría atribuirla al efecto de las endorfinas, pero como aquel no era el caso sus orígenes le parecían un misterio. 

Consultó el móvil mientras daba un sorbo a su café y descubrió que Ashley ya le había dado los «buenos días».

ASHLEY DARWIN

Última conexión a las 07.34

Ashley: Buenos días, ¿nerviosa por tu primer día?

Ashley: En cuanto desayune te recojo en la puerta de tu casa con el coche.

Claire: Buenos días, Ash. Es raro, pero no estoy nerviosa.

Claire: En cuanto desayune te espero en el porche.

«En el porche».

Dejó el móvil sobre la mesa mientras el primer flashback de sus sueños de esa noche regresaba a su cabeza.

Se levantó del asiento del porche en cuanto la vio llegar, montada en el coche y con aquella sonrisa asomando a su rostro, el corazón se le puso a mil y casi saltó de dos en dos las escaleras de las ganas que tenía de llegar hasta ella. Se mordió el labio inferior mientras rodeaba el coche y se coló en su interior por la puerta del copiloto. Olía a Ashley, a una mezcla de su perfume y su gel de ducha, de su champú y de algo solo suyo, se vio envuelta por el resultado nada más entrar y se permitió respirar profundo.

—¿Lista  para desaparecer otra vez? —la veterinaria lo preguntó alzando juguetonamente una ceja.

—No sabes las ganas que tenía.

—Y tú no sabes las ganas que tengo de besarte ahora mismo.

Ashley sonrió mirándola de aquella forma y apoyó la mano en su muslo, apretándolo suave con sus dedos.

—Pues hazlo —dijo inclinándose hacia ella y sujetándola por la nuca con firmeza.

Un escalofrío de los intensamente agradables la recorrió de arriba abajo y su bajo vientre comenzó a despertar ante las sensaciones que aparecieron súbitamente por sus alrededores.

Mierda. Porque últimamente pensaba en ella mucho más de lo recomendable, pero invitarla a su subconsciente de madrugada era un paso más.

¿Qué había soñado con Ashley aquella noche?

Recordó el estado de su ropa interior y aquella extraña sensación que hubiese atribuido a las endorfinas si la noche anterior hubiese tenido...

Mierda.

Se pasó la mano por el pelo antes de abandonar la cocina y prepararse para salir, porque acababa de escuchar el motor de un coche parando frente a su casa, y seguro que era Ashley. ¿Había soñado que Ashley y ella tenían una aventura a espaldas de Nick? ¿Por qué soñaba esas cosas? ¿Qué clase de persona sería si hiciese eso?

Había perdido la cuenta de las veces que había mirado sus labios imaginando cómo sería besarla, si tenía que ser honesta consigo misma no solo besarla, y lo peor de todo era que acompañando a aquel intenso sentimiento de culpabilidad había más. Había mucho más. Y ella no se creía capaz de hacer algo así. ¿Pensarlo? Sí, claro, era Ashley Woodson de la que estaban hablando: labios perfectos, ojos verdes increíbles y esas manos tan alucinantes. ¿Soñarlo? Al parecer también. ¿Pero hacerlo? No, no estando con él.

Salió al porche con el sentimiento de culpabilidad alcanzando cotas bastante importantes, pero se esfumó nada más vio a Ashley apoyada en la puerta del coche y hundiendo la deportiva en los centímetros nieve que habían caído esa noche. Cuando sus miradas conectaron el corazón se le salto un latido.

«Y tú no sabes las ganas que tengo de besarte ahora mismo».

¿Cómo sería sujetarla por la nuca y atraerla a su boca como en aquel sueño? Bajó la mirada a sus labios cuando la vio sonreír. Y cada vez lo sentía más fuerte, cada día era más potente, y evidentemente no estaba controlándolo nada bien; todo apuntaba a que algo saldría mal en toda aquella historia. No podía acabar bien.

Alejarse, eso era lo que debería haber hecho hacía tiempo, pero seguía allí. Una estúpida polilla atraída por Ashley. Su luz en Cleveland.

—Buenos días, Lewis —la saludó como si pasar a recogerla a primera hora de la mañana fuera un privilegio en vez de un sacrificio y por eso cada vez todo se sentía más fuerte—. ¿Estás nerviosa ya?

—Un poco —se obligó a sonreír mientras se acercaba a ella.

Dios, es que estaba nerviosa, pero no tenía nada que ver con la clase que debía impartir en un rato. Aquel flashback onírico seguía demasiado presente en su cabeza y estaba a punto de internarse en el mismo escenario en la vida real. En su coche.

Notaba un pelín calientes las mejillas y se sentía un poco pervertida por haber usado la imagen de su amiga de aquella forma. La había besado sin permiso aquella noche y seguro que había hecho mucho más porque Claire Lewis no acostumbraba a mojar así su ropa interior por un par de besos.

Menudo primer día de instituto. 

—Tranquila, a mí me dejaste con la boca abierta, seguro que a tus futuros alumnos les pasará parecido.

«La boca abierta»

Ashley abrió la boca para recibir sus labios y ambas jadearon al mismo tiempo al encontrarse en un beso profundo y húmedo. Muy húmedo. Intenso y necesitado. Señor, la veterinaria era una experta en ese arte, aquella forma de mover los labios, de succionarle a ella el inferior en el momento indicado y cómo le delineaba la boca con la lengua, la manera en que acariciaba la suya con esa habilidad.

—Ash, llevo mucho tiempo muriéndome por hacer esto... —susurró contra sus labios, agarrando un mechón de su pelo en el puño mientras se perdía en ese verde oscurecido.

—¿Esto? Yo me muero por hacer mucho más —murmuró la veterinaria tras morderle el labio inferior.

Le dedicó aquella sonrisa, la que le debilitaba las piernas y le hacía sentir increíblemente segura al mismo tiempo. En aquella ocasión hizo algo más, se le coló dentro, le subió la temperatura y la animó a dejarse llevar por primera vez en meses.

La besó con todo lo que sentía dentro en plena ebullición y, por primera vez en meses, se atrevió a decir lo que quería en realidad.  

—Quiero que me folles. Vamos a tu casa.

Rojo. Un rojo muy intenso debía de ser el color que adornaba sus mejillas en ese instante, y le venía muy mal, porque Ashley cantaba distraídamente las canciones que salían en aquella emisora de éxitos de los ochenta, y de normal esas situaciones le hacían sentirse especialmente cómoda a su lado, pero... ¿de verdad había tenido un sueño erótico con ella esa noche?

"Quiero que me folles. Vamos a tu casa".

Joder. Se quitó el abrigo aprovechando que pararon en un semáforo, porque se iba a morir de calor.

—Claire, ¿estás bien? —preguntó entonces la veterinaria, al mirarla se encontró con su ceño semifruncido y asintió con un ligero movimiento de cabeza—. ¿Tengo demasiado alto el termostato?

Ashley no esperó su respuesta verbal antes de empezar a manipular los mandos del coche para bajar la calefacción del vehículo un par de grados. Y le habría encantado poder decirle que la calefacción no tenía nada que ver en las oscilaciones de su temperatura, que era ella la que la tenía así.

—No, no pasa nada. Deben de ser los nervios —trató de justificarse, pero incluso a ella le sonó poco convincente. Menuda vergüenza.

—¿Tan nerviosa estás? —su tono adoptó un matiz divertido.

El semáforo seguía en rojo y a ella no le venía nada bien porque tuvo tiempo de observar sus labios y el recuerdo de la forma en que la había besado en aquel sueño monopolizó su pensamiento consciente, creando una corriente muy placentera que recorrió su bajo vientre hasta acabar en su entrepierna.

—No debería haber tomado café esta mañana, una tila habría estado mejor —bromeó y decidió perder la vista por la ventana: era la mejor opción.

—Tenemos tiempo, ¿quieres que nos tomemos una? Pasamos por delante de una cafetería y siempre hay sitio para aparcar a estas horas.

A veces le entraban ganas de pedirle que parase. Que dejase de decir las cosas correctas en los momentos precisos y que fuese un poco menos atenta. Un poco menos ella.

Que le facilitara la vida, maldita sea. Eso quería.

¿Y si se bajaba del coche y salía corriendo hacia ninguna parte? Casi no le dio tiempo de planteárselo en serio, porque el puñetero universo no parecía dispuesto a darle un respiro aquella mañana. Cerró los ojos cuando empezó a sonar la siguiente canción en la emisora favorita de Ashley, un nuevo escalofrío la recorrió de arriba abajo. Joder, menuda suerte. ¿Cuántas canciones se habrían escrito a lo largo de los ochenta?

"You don't have to be beautiful to turn me on.

I just need your body, baby, from dusk till dawn".

—Me encanta esta canción —susurró Ashley contra sus labios mientras le acariciaba los muslos con las palmas de las manos.

—A mí me encantas tú —aprovechó que estaba sentada a horcajadas sobre ella para mover sus caderas al ritmo de la canción de Prince: "Kiss", que sonaba en el salón de la morena.

El tono le salió ronco y excitado y a Ashley se le descompensó la respiración al sentirla restregándose contra su abdomen.

—Joder, Claire —jadeó antes de buscar su boca incorporándose en el sofá.

La veterinaria intentaba acercarse aún más y acercarla en igual medida, ella se tragó un gemido cuando Ashley la besó vergonzosamente húmedo deslizando las palmas de sus manos hasta cubrir con ellas su trasero para apretarla contra ella.

Segundos después aquellas manos se paseaban por su abdomen directas a sus pechos y fue su turno de contener la respiración, musitó un «Dios, Ashley» contra su boca al sentir cómo los apretaba entre sus dedos y la veterinaria le respondió con un suave gruñido antes de morderle el labio inferior. La morena se apartó de sus labios lo justo para conectar sus miradas antes de empezar a desabrocharle la camisa, su verde estaba oscurecido y nadie la había mirado de esa forma antes, como si no le interesara nada ni nadie más y todas sus ganas se concentrasen en ella. Era bastante increíble así que se quedó un poco enganchada a aquellas vistas.

No, no, no... ¡Olvida esas vistas! ¿Un sueño subido de tono y ya se te ha olvidado lo que habías decidido con respecto a Ashley? ¡Está Nick!

Pero Nick no tiene esos labios.

Esos labios.

Joder.

"I want to be your fantasy, maybe you could be mine.

You just leave it all up to me, we could have a good time".

—Claire, ¿de verdad que estás bien?

—Tranquila, cuando me pongo nerviosa me entra mucho calor.

—Pero casi estás sudando...

«Estás sudando».

—Estás sudando, Claire. Me estás volviendo loca, joder.

Ashley atrapó su pezón con los labios, ella gimió al sentirlo y se mareó un poco al bajar la vista a aquel espectáculo. La sujetó aún más fuerte por el pelo, acercándola al máximo a su piel y pocos segundos después la tomó casi posesivamente por las mejillas para buscar su boca en un movimiento enérgico y cargado de deseo y necesidad. Volvieron a besarse con intensidad, y joder, adoraba esos labios, lo bien que encajaban entre los suyos y sentir su tacto en la lengua. Deslizó las manos por la espalda de la veterinaria y se encontró con su piel suave y ligeramente sudada por el calor que se concentraba entre ambas.

—Hay zonas de mi cuerpo más húmedas. 

Lo dijo contra sus labios y gimió ronco aferrándose a su cuello porque Ashley no perdió tiempo en deslizar la mano entre sus piernas y encima le mordió el hombro cuando sus dedos se internaron donde ella necesitaba tanto.

"I just want your extra time and your...

Kiss".

¿«Hay zonas de mi cuerpo más húmedas»?

Joder, ella no hablaba así mientras follaba. ¿Y por qué cada segundo hacía más calor que el anterior en aquel puñetero coche?

Ashley estacionó a un lado de la calle y se soltó el cinturón para poder girarse hacia ella, por un momento se observaron sin decir nada e intentó no bajar la vista a su boca, la mantuvo fija en sus ojos mientras un millón de sensaciones demasiado intensas le revoloteaban por dentro.

Es que aquel sueño se sentía muy... real.

—Ya hemos llegado —anunció la veterinaria ante su silencio.

—Muchas gracias, Ash.

Casi antes de haber terminado de decirlo abrió la puerta, porque necesitaba salir de allí cuanto antes, necesitaba oxígeno, necesitaba aire puro, virgen, que no incorporase su olor. Antes de poder escapar sintió que la tomaba de la mano, el calor de su palma se le coló dentro y tuvo que mirarla de nuevo.

—Suerte hoy, ¿me cuentas luego qué tal? —preguntó manteniendo sus manos unidas.

—Claro, te mandaré un WhatsApp en cuanto termine.

—Genial —sonrió ampliamente—. Esperaré impaciente, aunque sé que vas a hacerlo de puta madre.

Miró sus manos y entrelazó sus dedos sin tan siquiera pensarlo antes. Su piel era suave y mucho más baja en temperatura que la suya, seguro que por haberlas llevado al volante sin aquel maldito sueño erótico reproduciéndose en su cabeza. Maldito y bendito Prince.

Levantó la mirada y se encontró con aquella sonrisa, cálida y alucinante, cada vez que la veía aparecer acompasaba sus latidos en un firme «Todo va a ir genial». Aquella sonrisa era el mejor ansiolítico de la historia de la farmacología. En esa ocasión la relajó solo a medias, porque el motivo de su nerviosismo era ella.

Joder, es que casi todo giraba alrededor de ella en esos momentos.

Respiró profundo y la abrazó por el cuello, hundió la nariz en su pelo y la estrechó fuerte entre sus brazos, porque si no estaba ocupada apretándola contra su cuerpo no estaba segura de si aguantaría no besarla; su cuerpo se lo estaba pidiendo de todas las formas posibles y a ella empezaba a hacérsele difícil decirle «cállate». Cada vez gritaba más alto.

Y en teoría tenía a Nick, pero la que siempre esperaba sus llamadas era Ashley. Era la veterinaria quien le deseaba «suerte», la que le pedía «cuéntame cómo te ha ido» porque quería saberlo de verdad. La estrechó aún más entre sus brazos y cerró fuerte los ojos al sentir la caricia de su mano en la espalda, casi a la vez escuchó que susurraba un "tranquila" muy suave y cerca de su oído y pensó en aquello como en el todo en uno perfecto.

Dios, Claire, tienes que aclararte y tienes que hacerlo ya.

¿Qué demonios quieres?

En cuanto se separó de Ashley encontrándose con su mirada tuvo que reconocer ante sí misma que sabía lo que quería desde hacía tiempo, aunque le costase reconocerlo. Era mucho más sencillo dejar que Prince lo cantara por ella de madrugada entre las sábanas de su cama.

"I just want your extra time and your...

Kiss".

Continue Reading

You'll Also Like

10.9K 845 29
El destino las vuelve a unir. ¿Será esta su oportunidad de ser feliz?
2.2K 52 5
Este libro contiene contenido +18 Es pura simulación no quiero incomodar a alguien, con mucho respeto si no les gusta se pueden retirar, si tienen a...
2K 120 37
Esta es una historia basada en los personajes de Glee, que tiene como protagonistas a Brittany y Santana. Hay un tanto de fantasía y ficción en ella...
6K 641 6
𝙎𝙐𝙉𝙆𝙄 - Sí... ¡Me gustas, Kim Sunoo! - Tú también me gustas Ni-ki, pero mi mamá no me deja tener novio. - Ya no somos niños Hyung, no necesitam...