Adrien
— Tienes estrías...
— Lo sé, es porque me estoy rompiendo de lo buena que estoy.
Rio y paso mis dedos por la vuelta de su trasero hasta su cintura, siguiendo las líneas hundidas. Sigo el camino de otra y detengo mi mano sobre su cadera dejando un beso sobre ella.
— Entonces tu trasero es natural.
— Todo en mi es natural, Ad... ¿Por qué me besas el culo? — Ríe girándose y yo sigo dejando besos sobre su piel. Subo por su vientre marcando todo a mi paso con mi boca y al llegar a sus pechos, vuelvo a acariciar con mis dedos las pequeñas estrías a su alrededor.
— Tu cuerpo es hermoso.
Por primera vez no me responde con su frase típica, y alzo mi rostro hacia ella. Sus ojos claros me miran con diversión y en sus labios se estira una sonrisa tímida.
— Lo sé. — Sonrió recostándome a su lado y tomo su rostro besando sus labios con lentitud. — Aparecieron a los diecisiete.
Se aparta de mis labios y se recuesta de lado apoyando su rostro en su mano. La imito y la miro atento.
»— Durante mi rehabilitación, bajé mucho de peso, demasiado, llegué a pesar treinta kilogramos.
— Vaya, tuviste que estar en los huesos. — La miro sorprendido.
— Si, después mejoré mi alimentación y comencé a ganar peso rápidamente, y desde entonces mis pequeñas me acompañan. — Murmura y baja su mano a su cadera acariciando las líneas.
— ¿Las odiaste en algún momento?
— Claro, lo hice como cada mujer. Y como mi autoestima era una mierda en ese tiempo, otra "Imperfección" — Hace las comillas con su mano. — Era terrible.
Asiento lentamente y me giró mirando el techo. Carajo... Ahora tenía sentido por qué los demás techos le parecen aburridos.
— Me alegra que te dieras cuenta de que eres hermosa.
— La más hermosa. — Ríe acomodándose sobre mi pecho desnudo y mira el techo al igual que yo.
— Si, pero si lo dices tú misma te vuelves narcisista. — Murmuro divertido.
— ¿No lo encuentras estúpido? Si los demás me dicen que soy sexy está bien, pero si yo lo digo, está mal. ¿Qué se supone que debo decir cuando me hacen un cumplido si yo ya lo sé?
— Podrías agradecer y ya, es una señal de humildad más que nada...
— Ah... La humildad es aburrida.
Sonrió divertido sin esperar otra respuesta de su parte y señaló el techo.
— ¿Por qué elegiste eso? — La miro y ella sonríe de lado.
— Porque nadie sabe que es. Todos ven algo diferente, algunos ven un océano, otro un cielo estrellado, algunos ven un bosque, un atardecer, una casa, un ave, un risco...
— ¿Qué ves tú? — La interrumpo y ella frunce ligeramente el ceño.
— No, esa no es la pregunta, la pregunta aquí es ¿que ves tú, Adrien? ¿Que ves? — Toma mi mentón con cuidado haciéndome volver a mirar el techo.
Lo veía todo y nada a la vez, era algo tan hermoso y diverso... Tan único y colorido, solo una cosa parecía acertada, y lo solté con una sonrisa:
— El viaje de un enamorado.
— ¿Qué?
— Si, es una historia. El ave es el enamorado, busca a su amada por todo el mundo, vuela sobre océanos salvajes, durante el día y la noche. Se pierde en grandes bosques sintiendo desesperación, pensando que nunca la encontrará. Pero con los atardeceres hermosos, sus esperanzas florecen.
»— Asique sigue buscando, aun cuando en el exterior parece haberse rendido. En esa parte, donde parece que se ve en un espejo, se puede interpretar como si no la encontrara, y toda su búsqueda fue inútil, ya que estará solo para siempre... O como si al fin la encontrara, pero atrapada en el espejo, y por eso ella nunca fue a él.
»— Ambos se aman de manera surrealista, pero lo suyo nunca será posible, porque ella está atrapada en el espejo y él solo tuvo la fortuna de verla desde el otro lado.
— Es una historia triste...
— Pero hermosa, el ave representa cómo una persona puede amar sin medida y hacer hasta lo imposible por su amado.
Giro mi rostro hacia ella y frunce ligeramente el ceño.
— El final es muy corta venas.
— ¿No te gusta?
— ¿Si se aman tanto por que no buscan la forma de romper el cristal que los divide?
— Porque probablemente es peligroso para la ave vivir fuera de su jaula. Es peligroso que se amen... Prohibido.
»— Y por eso es tan hermosa la historia. — Miro sus ojos y ella los míos. — ¿Que ves tú?
— La historia de cómo el ave se ama así mismo, un ave que pasa por lugares peligrosos que de ser cualquier otro ave, hubiese dejado de volar, pero él no, él es fuerte y logra llegar al espejo, y ve que durante su viaje, se hizo más fuerte, tan fuerte que ya nada podrá contra él.
Analizo su rostro sereno.
— ¿Tú te hiciste más fuerte, Hanna? — Asiente.
— Nunca nadie volverá a hacerme daño.
— ¿Qué te hicieron? — Acaricio su mejilla con delicadeza y ella desvía la mirada. Logro a ver esa tristeza que lleva dentro.
— Nada que no vayan a pagar. Ahora dime, príncipe azul ¿Qué fue lo que te hizo desear dejar de pensar?
— Mis padres, cenábamos con Tania y la hicieron sentir mal por ser "Camarera" en ROM y por qué quiere seguir con sus estudios y luego estudiar Arte. Y cuando se fue llorando mi padre comenzó a reclamarme por el contrato que firme...
— Dijiste algo sobre que eran los reyes de la perfección.
— Si, papá fue el qué le dio el visto bueno a mi carrera y mamá se lo dio a Alice por ser parte de una familia importante.
— ¿Importantes? ¿En qué sentido? — Se alza a mi lado curiosa y rio un poco al ver que mi curiosidad se le contagio.
— Tiene familia en la política, entonces en nuestro pueblo son intocables, Alice y yo éramos la pareja de moda en Moscú, a ese nivel.
— ¿Solo por qué son cercanos a la política?
— No, también por qué su padre es uno de los mejores virólogos del mundo y corre el rumor de que son descendencia de la dinastía Romanov.
Hanna me mira sorprendida.
— ¿En serio?
— Si, pero no lo creo. El punto es que, si ellos no aprueban algo en mi vida, no puedo seguir haciéndolo.
— Entonces acerté en lo de que tu carrera aburrida es para lamerle las bolas a tu padre.
Asiento rodando los ojos y ella ríe.
»— ¿Qué querías estudiar? No me trago eso de que no sabías.
— Arte, quería especializarme en algo que me gustara, y Dios Hanna... — Sonrió mirándola. — Cuando esculpía podía estar horas y horas ahí, quería aprender nuevas técnicas, saber más sobre lo que ya hacía...
Me detengo cuando la emoción en mi tono me hace lucir como un niño y desvió la mirada avergonzado.
— Y te dijeron que no ganarías suficiente dinero... — Murmura y yo asiento recordando la discusión con mis padres.
"— Yo puedo pagármela, trabajaré en lo que sea, ustedes no tendrían que pagar nada.
— No vas a estudiar esa idiotez, ¿Quieres que vea a mi hijo arruinar su vida esculpiendo estúpidas piedras?
— Pero papá...
— Dije que no, eres mi hijo y me ayudaras en la empresa igual que tu hermano.
— Hijo no discutas y haz caso a tu padre."
— Nunca has sido tú mismo, siempre has sido lo que tus padres quieren que seas, hijo perfecto, estudiante perfecto y novio perfecto...
— No entiendo como Boris puede seguir con ellos, me fui de esa casa apenas tuve oportunidad, pero aun así seguía haciendo todo lo que decían.
Hanna me abraza con cuidado dejando un beso en mi pecho.
— Háblame sobre lo que esculpías, ¿Qué te motivó?
— Siempre fui inquieto, un día rompí una escultura de mi vecina anciana y ella me hizo sentar. Me dio un trozo de marfil de no más de treinta centímetros, y un cincel pequeño. Me dijo; "No te levantas hasta que hagas uno como el que rompiste".
— ¿Hiciste uno igual y te diste cuenta del talento que tenía? — Me mira divertida y niego riendo.
— Fue un asco, no sabía lo que hacía, así que desperdicié ese mármol y al terminar le dije que era una montaña. Ella se rio y me dijo que me fuera. Me gusto hacer eso, asique al día siguiente volví pidiéndole que me diera otra piedra por qué ahora sí lo haría bien. Seis meses después, logre hacerlo, era un oso, algo deforme pero un oso.
— ¿Tus padres sabían?
— Si, les gustaba que fuera a distraerme con la vecina y no estuviera corriendo por la casa. Lo que no les gusto fue cuando a los dieciocho les dije que quería dedicarme a eso.
— ¿Y tú vecina? ¿Te apoyo?
— Dijo que era un cobarde por no hacer lo que quería, murió cuando estaba en el segundo semestre de mi primer año, fui a verla en su lecho de muerte y me dijo que ella me apoyaría desde abajo. — Sonrió ligeramente. — Creo que se hubiesen llevado bien, ella siempre decía qué se iría al infierno y se casaría con el diablo.
— Suena como esa abuela que siempre desee. — Ríe un poco y yo la sigo recordando a la mujer canosa. — ¿Cuándo fue la última vez que esculpiste?
— A los dieciocho, después de discutir con mis padres y decidir qué negocios internacionales era mi carrera, nunca más quise ver un cincel. Boris siempre se ha culpado por qué no me apoyo en esos momentos.
— ¿Por qué no lo hizo?
— Él tenía sus propios problemas, no lo culpo en realidad.
— ¿Te gustaría volver a esculpir? — Rio a carcajadas. — ¿Qué?
— No, es algo del pasado ya, si tuviera un trozo de mármol ahora mismo no sabría qué hacer, y tampoco tengo ganas de hacerlo.
— ¿Prefieres seguir siendo infeliz?
— No soy infeliz. Me falta la nada misma para terminar mis estudios, tengo un contrato, mi familia está bien, Alice desaparece de mi vida para el otoño y tengo una novia hermosa que en unos meses dejará el trabajo que odia y seguirá con sus estudios.
Hanna sonríe.
— ¿Entonces por qué estas aquí si tu vida es tan buena? ¿Por qué buscar dejar de pensar conmigo?
Mi silencio es su respuesta.
»— Crees qué no eres infeliz porque tienes todas esas cosas, cosas que tus padres te han metido en la cabeza diciéndote que, teniéndolas, serás feliz, pero ambos sabemos que no es así. Odias tu vida, lo note esa vez que comimos con Thomas y Tania.
»— Mencionaste la universidad, y vi lo mucho que odiabas volver a la rutina, estudios, novia y padres felices. Cuando trabajabas en ROM tenías todo el tiempo que querías solamente para ti, y hacías lo que querías, y eso te gustaba. ¿Me negarás eso?
»— Por eso me buscas a mí, porque no soy parte de tu rutina de la perfección. Soy tu escape.
🚬🚬🚬🚬
Estaciono apagando el jeep y suspiró profundamente viendo los demás autos estacionados a mi alrededor.
— ¿Estás pensando otra vez?
— Tengo que volver a pensar en algún momento, de lo contrario sería un hombre que solo piensa en sexo.
— ¿No son así todos los hombres? — Ríe a carcajadas y ruedo los ojos bajando. Estoy por abrirle la puerta a la rubia, pero ella la abre sola y estampa está contra mi pecho. Me sonríe con inocencia y cierra la puerta colgando su bolso en su hombro.
— ¿Me recuerdas por qué te traje a mi departamento?
— Tus padres no están y dijiste que veríamos una película en Netflix, lo cual significa que tendremos sexo.
— Hanna. — La reprocho cuando uno de mis vecinos le mira horrorizado al pasar por su lado y ella ríe con picardía.
— Sean está de cumpleaños y pasamos a pedirle permiso a tu padre porque al parecer ahora tienes dieciséis años.
Avanzó hacia el ascensor, pero una mano envuelve la mía y me jala hacia las escaleras.
— Vivo en el tercer piso, ¿En serio quieres subir por las escaleras? — Me detengo y ella se gira con una sonrisa arrogante.
— Y yo en el cincuenta, ¿Me acompañas o prefieres ser un vago que sube en ascensor?
Asiento y ella sonríe. Al llegar a los pies de la escalera sujeta mi hombro y me mira divertida, con esa mirada de niña en dulcería.
»— ¿Qué dices de una carrera?
— ¿En serio? — Asiente y rio. — ¿Quién es la de dieciséis ahora? Bien, a la cuenta de tres.
— ¡Tres! — Comienza a subir rápidamente los escalones y la sigo riendo.
— ¡Eres una tramposa Hanna Morgan!
— ¿¡Cómo!? ¡No te escucho! ¡Estoy a años luz de ti!
Subimos y subimos, repaso unas veces a la rubia, pero ella rápidamente volvía a tener la delantera. Al final de la carrera, yo gane.
— Espero que tomes esto como una lección para no volver a hacer trampa.
— Jodete, Adrien. — Me mira mal mientras se apoya en la pared recuperando el aliento y yo contengo las ganas de reír, sacando mis llaves.
Después de desayunar con Hanna, Tania la llamo diciéndole que Sean se había enojado porque nadie se acordó de su cumpleaños, entonces Hanna con su mente rápida dijo qué le haríamos algo sorpresa, para que él pensara que no nos habíamos acordado, pero en realidad si, y teníamos una fiesta planeada.
No sé si me sorprendió más que respondiera con tanta calma a mi novia después de haber tenido sexo conmigo toda la noche, o el hecho de que ese plan se le ocurrió en menos de cinco segundos.
Abro con cuidado la puerta de mi departamento.
Todavía seguía sin ganas de discutir con mis padres, asique el plan era venir por ropa limpia, sacar mi cargador, volver al Penthouse de Hanna y luego cada uno se iría en su auto a la fiesta sorpresa en casa de Sean.
Dejo abierto para no meter ruido innecesario y avanzó con cautela hacia el pasillo que lleva a mi cuarto. Si era lo suficientemente discreto, nadie notaria de mi presencia.
Tomó una mochila y elijo un par de prendas con rapidez. Escucho a mis padres hablar en la sala y un par de risas. Una vez ya tengo todo voy al baño por mi perfume y me dispongo a salir del cuarto de la misma forma que entre.
— Hanna Morgan, un gusto.
Me detengo a mitad del pasillo y me devuelvo por el pasillo hasta la sala. Claro que ella no entiende lo que es ser discreto. Saluda a mis padres de apretón de mano mientras que Boris besa el dorso de su mano mirándola con una sonrisa coqueta.
Ya cayó en los encantos de la rubia.
Suspiró profundamente y me aclaro la garganta haciendo que los cuatros alcen su mirada hacía mí.
— Oh Adrien, estábamos tan preocupados. — Mi madre se acerca y me abraza con fuerza. Y se alza hacia mi oído susurrando; — ¿Qué hace esa zorra aquí?
Me aparto de ella sorprendido, pero es algo que me esperaría de ella, Hanna va con un short de tiro alto y un top ajustado bastante sexy, para mamá, así se viste una mujer que no se respeta.
Miro a Hanna y una acidez me recorre el esófago al ver a mi hermano y padre fascinados con la presencia de la chica.
— Es una amiga. Hanna vámonos.
— ¿Te vas a ir otra vez? Debemos hablar de ese contrato y quiero que llames al imbécil qué te hizo firmarlo para decirle que no te quedaras. — Mi padre sale del hechizo de la rubia y me mira molesto.
Hanna ríe.
— Viktor, agradezco que me llames imbécil, pero su hijo ya firmó y yo que sepa a los veintiséis ya tiene los huevos bien peludos para hacer la mierda que quiera.
Me cubro el rostro avergonzado al ver a mi padre palidecer de vergüenza y a mi madre tomar aire exageradamente ante la vulgaridad de la mujer.
Ella es única.
— Ella tiene razón, si Adrien quiere quedarse puede hacerlo. — Boris contiene la risa y se cruza de brazos. — Y creo que es mejor que lo hablemos como familia en otro momento y como personas civilizadas.
— Cómo sea, pero ahora no, ya comenzó a dolerme la cabeza otra vez. — Mi padre me mira mal y va a la cocina soltando insultos en ruso.
— ¿Ya estas feliz? Hiciste que a tu padre le diera jaqueca. — Mi madre me da un golpe en el pecho siguiéndolo. — I uberi etu blondinistuyu shlyukhu otsyuda pryamo seychas! Kto znayet, skol'ko u vas infektsiy!
*¡Y saca a esa golfa rubia de aquí ahora mismo! ¡Quién sabe cuántas infecciones tiene! <<ruso>>
— Ne infektsiya, mem! Ne volnuysya, moya kiska i zadnitsa chistyye. — Habla Hanna en un perfecto ruso con una sonrisa arrogante en su rostro.
*¡Ni una infección, señora! No se preocupe que mi coño y culo están limpios. <<ruso>>
Boris se carcajea, y mi madre gira su rostro avergonzada, pero aun así entra a la cocina tras mi padre.
— Oye chica, me agradas, ¿Qué dices si tenemos una cita? — Boris se para junto a ella y la mira con una sonrisa ladeada.
— Ni lo sueñes. — Señaló a Hanna con el ceño fruncido y ella sonríe.
— ¿O qué? — Me quedo en silencio siendo consciente de que Boris nos mira a ambos. Hanna se gira hacía él. — Vamos al cumpleaños sorpresa de un amigo, ¿Vienes o te quedas con los maleducados padres que tienes?
— Me apunto. — El pelinegro asiente.
Me molesta que venga.
— Te esperamos en el Jeep. — Murmuró y tiró del brazo de Hanna saliendo del apartamento.
La chica se suelta bufando y sigo avanzando por las escaleras escuchando sus pasos atrás de mí.
— ¿Qué mierda te pasa? Si es por la forma en la que le respondí a tu madre, ella me llamo Golfa...
— No quiero que cojas con mi hermano. — La interrumpo parando de golpe y la encaró enfadado.
Hanna mira detenidamente mi rostro, está unos escalones más arriba, asique sus ojos están a la misma altura que los míos. Alza una ceja.
— Yo puedo coger con quien quiera.
— Con Boris no. — Sentenció y ella baja un escalón sin dejar de mirarme.
— ¿Por qué?
— Es mi hermano.
— ¿Y? ¿Te molesta que quiera tirarme a tu hermano... — Sonríe con malicia y baja otro escalón quedando con su cuerpo pegado al mío. — O que quiera tirar con otro después de haber cogido contigo toda una noche?
Mi cuerpo entero se tensa y tomo su rostro besándola con rabia. Suelto la mochila y con cuidado avanzó a uno de los costados de la escalera estampándola contra la pared. Me trago su quejido y saboreo su boca a medida que ella me sigue el beso con desesperación. Sus manos tiran de mi cinturón y eso solo me anima a apegarme más a ella sin controlar lo caliente qué ella puede ponerme.
La chica muerde mi labio con fuerza y se aparta tomando mi mentón. Se lame sus labios y mirándome fijamente, suelta:
— Te repito Adrien, puedo coger con quien quiera, cuando quiera. Y si quiero cogerme a tu hermano, me importan una mierda tus celos.
Se aparta pasándome por el lado, pero antes de perderse en la vuelta de los escalones, se gira hacia mí.
»— Y tienes una novia, ¿No que el amor le gana al deseo?
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Holaaaa, si van aquí, déjenme decirles que les amoooo JNAFNA. Muchas gracias por estar leyendo <3
¿Les gusta la historia hasta el momento?
¿Tienen algún personaje Fav?
¿Alguien más es fan de Adrien celoso?
El final se acerca, ¿Alguna idea de que ocurrirá?
No olviden comentar y dejar su voto, que me alegran cada vez que lo hacen. Gracias por el apoyooo y una ultima pregunta;
¿Le gana el amor al deseo?