En manos de la Bestia

By Eva-Mora

42.4K 2.6K 122

Me encontraba en la misma posición, atada de mis manos, sujeta a una cama, con mis ojos vendados. Horas, días... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Parte 2

Capítulo 14

1.3K 93 7
By Eva-Mora

Maddison...

Detestaba la forma en que Alexander se metía en mi vida, definitivamente el golpe que le había dado no había sido lo suficientemente fuerte como para entender que no tenía ningún derecho a entrometerse en mi vida.

Sam estaba igual que yo, completamente sorprendido por la actitud de su amigo.

—¿Qué mierda pasa contigo? —grito Sam, dándole un fuerte empujón a Alexander.

—Pasa que voy a asesinarte —intento darle un golpe en la cara a Sam, pero Sam fue más rápido haciéndose a un lado.

—Acaso enloqueciste —lo encaro Sam.

—Te acostaste con ella.

Mis pies parecían pegados sobre el suelo, estaba totalmente atónita. Los dos hombres delante de mí se abalanzaron uno sobre el otro.

El primer golpe lo dio Alexander, pero Sam no se quedó atrás y le dio uno grande en la mandíbula. Parecían dos bestias peleando por ver quien era más fuerte, importándole un comino destruir todo a su paso.

—Eres un maldito demente —dijo Sam.

Alexander no se detuvo, lanzándole otro golpe en la cara a Sam. Debido a que mi sala era demasiado pequeña, Alexander tropezó dándole oportunidad a Sam para soltarse de su agarre.

—Eres un desgraciado —reclamo Alexander —¡Maldita sea Sam! Te acostaste con ella —sonaba dolido, como si le afectara la situación.

Se levanto del suelo, decidido a atacar nuevamente a Sam. Esta vez fue Sam quien tropezó con una de las sillas, cayendo de nalgas sobre el suelo. Ambos tenían su cara con manchas de sangre, pues los golpes que se propinaban eran bastante fuertes.

Mi cerebro despertó, enviándole una señal a mi cuerpo para que reaccionara, tenía que hacer algo, antes de que ese par se asesinara. Me arme de valor colocándome en medio de ambos, para detener de una vez por todas su estúpida pelea.

—¡Basta! —grite furiosa.

Mientras Sam se incorporaba, Alexander se quedó en su lugar, con la respiración acelerada observaba a Sam con ganas de asesinarlo.

—Tú —dije señalando a Alexander —No puedes venir a mi casa y actuar como si fueses algo mío. Solo eres mi jefe y eso no te da derecho para actuar de esa forma.

—No me acosté con ella —nuestros ojos se dirigieron a Sam, trataba de asimilar lo que acababa de decir —Ella y yo solo somos amigos —Alexander rio con amargura. Al parecer las palabras de Sam no eran creíbles para él.

—¿Me crees idiota? —Sam comenzó a negar.

—No entiendo porque te es difícil de creer que Maddison y yo somos amigos.

—Ya te viste cómo estás. Quieres que me crea ese cuento de que solo son amigos —ahora era yo la que estaba enfadada.

¿Qué demonios pasaba por su cabeza para creer que me había acostado con Sam?

Me importaba un cacahuate la forma en que nos había encontrado, no tenía ni un maldito derecho en actuar como si tuviese derecho alguno sobre mí.

—También eras mi amigo —dijo Alexander. Sam no pudo ocultar su decepción.

—¿Ahora no lo soy? — pregunto afligido. Alexander guardó silencio —Te dije que jamás le haría daño. Eres mi amigo y te hice una promesa —agrego Sam.

—Joe alguna vez hizo esa promesa y ambos sabemos que no salió nada bien.

—No metas a mi hermano en esto. Maddy es mi amiga y si, lo admito me gustaría ser algo más, pero me conformo con tener su amistad.

Su discusión estaba cambiando de rumbo, no lograba entender que tenía que ver Joe en todo, pero no era el momento para tratar de descifrar a ese par, simplemente quería ponerle fin a su estúpida escena.

—Podrían dejar de actuar como un par de gorilas o bien pueden seguir, pero muy lejos de mi departamento. No necesito que destruyan mi hogar —dicho eso, Sam levanto sus manos en son de paz.

Alexander no parecía satisfecho, continuaba mirando a Sam con ganas de asesinarlo.

—Perdón por esto. No fue mi intención — se disculpó Sam, señalando el desastre que habían ocasionado.

Mi atención estaba sobre Alexander.

—¡Quién diablos te crees, para venir aquí y comportarte como un idiota! —me acerque a él. Apuntándolo con mi dedo, comencé a empujarlo con ambas manos, de alguna forma quería que entendiera mis palabras entendía —No tienes ningún maldito derecho, escúchame bien, ni uno solo, para reclamar por algo que no tiene por qué importarte —ignore el hecho de que Sam estaba ahí. Después hablaría con él.

—¿Te acostaste con él? —seguía con su estúpida actitud, al parecer había quedado sordo.

—Si me acosté con él, ese no es tu problema —dije desafiándolo con la mirada.

Al carajo con lo que pensara de mí.

—No —la voz de Sam atrajo nuestra atención —No, hicimos nada anoche, solo dormimos. Te repito ella y yo solo somos amigos, pero no veo porque tenga que importarte, si tu estas por casarte.

—Sabes perfectamente porque lo hago —detrás de aquella oración había algo, pero decidí ignorarlo.

—Quiero que ambos se vayan. No necesito esto —los señale —Quiero estar sola.

—No —recalco Alexander.

—Dije que quiero estar sola, no pregunte si estabas de acuerdo. Así que ¡Largo! —grite.

—No puedes quedarte —se acercó a la puerta.

—¿Disculpa? —fue en ese momento que mis ojos enfocaron un sobre tirado cerca de la puerta, el cual levanto —Es por esto que vine —se acercó para dejar el sobre en mis manos.

Dudosa lo abrí, solo para ahogar un grito de asombro al percatarme del contenido. Sentí como Sam se acercaba, ignoré sus movimientos, toda mi atención estaba en lo que sostenía en mis manos.

Era difícil de asimilar.

Múltiples fotos, haciendo diferentes actividades. Cada una marcada con las mismas palabras.

"Deberías cuidarla, los accidentes ocurren"

Trataba d encontrar una explicación, era imposible que mi verdugo estuviese detrás de todo, mucho menos cuando necesitaba de mi ayuda. Si hubiese querido desde un principio se hubiese deshecho de mí.

—¿Qué significa esto? —por más que trataba de comprender, la situación me resultaba confusa.

—No atacaban a Joe —alcé la mirada para ver a Sam —Todo fue por ti —comencé a negar.

—Debe de ser un error.

—No lo es. Sam tiene razón —agrego Alexander —Es por ello que no puedes quedarte aquí. Corres peligro.

—Aguarda, hay algo que no me queda claro. ¿Por qué ella? —la misma pregunta rondaba por mi cabeza.

Sabía perfectamente que tenía un enemigo lo bastante siniestro, como para hacerme daño; pero era imposible que fuese él, más sabiendo que necesitaba de mi ayuda. Así que el quedaba completamente descartado.

¿Quién demonios querría hacerme daño y por qué?

Todo era tan confuso.

Significaba que si alguien sabia de mi relación con Alexander, existía la posibilidad de que estábamos en peligro y no tan solo yo, si no también Noah.

Mas que nunca necesitaría conseguir esos documentos, lo más pronto posible, para poder huir.

—No tengo idea, Sam —hablo Alexander —Es por esa razón que vine a buscarla, debe regresar a casa. No me importa quien sea la persona que quiere dañarla, no esperare a que cumpla con su palabra.

—Pensándolo mejor, estuvo bien que pasara la noche con ella —con la mirada de Alexander, Sam guardo silencio.

El par que hace unos momentos se peleaba como unos animales, hablaban como si yo no estuviese delante de ellos. No me importaba en lo más mínimo ya que, yo estaba sumergida en lo más profundo de mis pensamientos, me costaba creer que alguien hubiese querido asesinarme.

Solo tenía un solo objetivo. Ese era entregar lo que me habían pedido y huir muy lejos de la vida de Alexander.

—Sera mejor que nos demos prisa y averigüemos quien quiere dañar a Maddison.

—Vístete y larguémonos de este lugar —ordeno.

—¿Se dan cuenta que aun sigo aquí? No hablen como si tuviesen derecho a decidir por mí.

—No pensaras en quedarte —dijo Sam. Comencé a negar.

—Hare lo que dicen, solo necesito unos minutos para tener mis cosas listas.

—Bien, pues date prisa —dijo Alexander.

—No tienes que quedarte. Puedo irme con Sam —no necesitaba que me diera órdenes y aun así estaba por hacer lo que decía, pero no estaba dispuesta a irme con él.

—Puedes irte a casa, me asegurare de que llegue a salvo. No tienes de que preocuparte —agrego Sam. Agradecí que me apoyara.

—No —dijo con firmeza Alexander —Ella se va conmigo —una vez más estaba al punto de irse a los golpes para ver quien me llevaba a casa.

—Deja de actuar de esa manera. Yo la llevare —insistió Sam.

—He dicho que no. Tú tienes que ir a bodega a hacerte cargo de unos asuntos —Sam puso los ojos en blanco, negando por la orden de Alexander.

—Comienzo a creer que todos los asuntos que según tu requieren mi atención, solo son escusas para alejarme de Maddi —su estúpida discusión por ver quien obedecía, estaba hartándome.

—Ustedes dos —los señale con el dedo a ambos —Podrían dejar de actuar como un par de niños pequeños —respire —Sam. Puedes ir a solucionar tus asuntos, en cuanto estés libre podremos hablar, ya sabes en donde estaré —le sonreí.

No quería irme con Alexander, pero en ese momento era la mejor opción. De lo contrario, estaba segura que Sam me bombardearía con sus preguntas.

Así que era preferible huir de un interrogatorio.

—Está bien. Solo porque tú me lo pides.

No tardamos en salir de mi departamento, Sam tomando su camino, mientras Alexander y yo íbamos por el nuestro.

El camino a casa, fue en absoluto silencio. A pesar de que deseaba gritarle unas cuantas cosas, decidí controlarme y evitar discutir con él.

Arrugue la cara al ver como detenía el auto a la orilla de la carretera. Estaba por reclamarle, cuanto bajo azotando la puerta al cerrarla. Estática sobre mi asiento, lo seguí con la mirada; a paso firme se alejó unos metros, para quedar de pie con sus manos en los bolsillos de su pantalón. Su mirada se perdió en el horizonte.

No estaba segura de bajar o simplemente ignorar su estúpido comportamiento. Comencé a ponerme nerviosa, así que decidí bajar del auto.

Quizás mi decisión había sido estúpida, pero no me quedaría ahí sentada sin hacer nada. En algún momento tendríamos que hablar y que mejor que lejos de su casa.

Sigilosamente me acerque.

—¿Te gusta Samuel? —dijo en cuanto sintió mi presencia.

Su mirada seguía fija al frente, deje de mirarlo para prestar atención a la hermosa vista. El verde de la naturaleza era perfecto, los árboles movían sus hojas conforme el viento los golpeaba, el olor era vida para mis pulmones.

La paz que emanaba el lugar era tan perfecta que podría vivir el resto de mi vida ahí.

Regresando a su abrupta pregunta, me resultaba estúpido que creyera que entre Sam y yo existiera algo más que no fuese amistad. A pesar de que Sam se lo había asegurado en varias ocasiones, en Alexander existía la duda. Por muy loco una parte de mi quería herirlo por comportarse de esa forma, pero...

¡Al demonio!

Él estaba por casarse, no tenía ningún derecho a meterse en mi vida.

Mi silencio pareció inquietarlo.

—Maddi. Por favor dime si tienes algo que ver con él —¿acoso estaba suplicando?

Su mirada se dirigió a la mía, enviando una fuerte corriente por mi espina dorsal, aun no entendía cómo podía ejercer ese poder en mí. No quedamos en silencio, con nuestras miradas fijas; verlo a los ojos me estaba llevando al borde de la locura, sin siquiera saberlo me recordaba tanto a Noah.

Sacudí mi cabeza alejando aquellos pensamientos y me concentré en hablar.

—Samuel es solo un amigo. Entre él y yo solo existe ese lazo, no hay nada más —me detuve a gire la vista al frente —Tampoco veo cual es el problema si entre él y yo hubiese algo más —la seguridad de mis palabras parecía afectarle.

De manera amenazante corto la poca distancia que nos separaba. Tal vez fue estúpido, pero me mantuve en mi lugar.

No puedes estar con él —su cercanía me permitía escuchar lo acelerado de su respiración. Mi capacidad de razonar se estaba viendo afectada por su embriagador aroma.

—Alexander. No puedes decirme que hacer. Fuiste tu —coloqué mi dedo sobre su pecho —Quien decidió alejarse de mi —volví a apuntarlo con mi índice —Fuiste tú, quien decidió dejarme para casarse con otra.

—Maddison —capturo mi mano, colocándola sobre su pecho.

Mis piernas amenazaban con dejarme caer, su mano izquierda bajo por mi espalda, acercándome más a él.

—Alexander detente —no estaba segura de poder resistir a lo embriagante que me resultaba —Por favor, detente.

Mis palabras causaron el efecto contrario.

Acerco su boca a mi cuello, su aliento rozaba la piel de mi cuello, la sensación me resultaba tan placentera que ladee mi cabeza, dándole mayor acceso.

Todo se fue al carajo cuando sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja, dándole un ligero mordisco.

Cerré los ojos al mismo tiempo que me dejé llevar.

—Estoy jodidamente loco por ti —susurro.

Su atención se alejo de aquella parte de mi cuerpo, para ir directo a mis labios.

No puse resistencia, muy a mi pesar aquel beso estaba removiendo en mi interior una ola enorme de placer.

No imaginaba que cada uno de sus besos pudiese ser diferente. Con su forma de besarme me estaba mostrando lo mucho que me extraño. Atacaba mi boca con necesidad, ternura, pasión.

Gimiendo sobre su boca, sintiendo la manera en que nuestras lenguas danzaban, aferrado completamente a mi boca; cada parte de mi quería más, quizás estaba loca, pero necesitaba más de él.

Él sin saberlo, me hacía sentir protegida.

—Te amo, Maddison —susurro sin alejarse de mi boca.

Ante aquellas palabras abrí los ojos, sus pupilas completamente dilatadas, me suplicaban por entregarme a él, por dejarme llevar, por creer en sus palabras.

Entrelazando su mano con la mía, me guio hasta su auto.

Abriendo la puerta trasera, me invito a subir.

Se que estaba absolutamente loca por perder la razón de esa forma.

En cuanto ambos estuvimos sobre los asientos, me tomo por la cintura, haciendo que me sentara a horcajadas sombre él. No lo pensamos y comenzamos a besarnos, esta vez sin ningún pudor; mis manos se aferraron a sus cabellos, sus manos estaban sobre mi trasero.

Sabía muy bien que, si no nos deteníamos, terminaríamos por tener sexo ahí mismo; estúpido, pero lo deseaba.

Reacciona, Maddison. Él está por casarse.

Mi cerebro se negaba a ser racional.

¿Cómo rayos, le había permitido llegar tan lejos?

Me importaba un reverendo pimiento, lo único claro es que lo estaba disfrutando más de lo que me hubiese gustado admitir.

—Alexander —no quería que se detuviera, muy a mi pesar quería seguir.

Antes de cualquier movimiento había que dejar varias cosas en claro. No permitiría que una vez más jugara conmigo.

El primer tema a tocar era su boda, pero lo más importante de todo era Noah. Estaba consciente que, al hablarle de él, probablemente me odiaría; aun así, lo haría.

—A la mierda, no pienso casarme —lo mire con sorpresa —Tú eres a la única persona que quiero en mi vida —sin poder evitarlo mis ojos se humedecieron.

—Como puedo confiar en ti —estaba siendo una maldita hipócrita al decirlo y mas cuando no estaba siendo cien por ciento sincera con él.

—No quiero arruinar el momento, hablando de ello —comencé a negar.

—Debemos comenzar por ser sinceros —sus manos se aferraron a mi cintura.

—Solo puedo decirte que no estoy enamorado de ella. Todo lo que hago es para protegerte, no permitiré que nadie te haga daño.

Por estúpido que fuese, escuchar aquellas palabras, hicieron que mi corazón danzara. Creía en él, estaba segura de que era sincero.

Una lagrima rodo por mi mejilla al verlo tomar mi mano, para besar el dorso de ella. Me sentí miserable, él estaba siendo sincero y yo estaba por traicionarlo.

—Maddison. Juro por mi vida que no dejare que nada malo te ocurra. Te prometo que así me cueste la vida voy hacerte feliz —no dejo de mirarme —Solo te pido que me des unos días para poder solucionarlo todo.

¡Maldición!

Tenía que decir la verdad.

Esa era mi oportunidad para era para sincerarme con él.

—Necesito que respondas algo con toda sinceridad —coloque ambas manos sobre sus mejillas.

—Jamás te mentiría —acaricie sus mejillas con mis pulgares.

—¿Por qué desapareciste después de que tuvimos sexo?

—En primer lugar, no tuve sexo contigo. Aquella noche hicimos el amor —subió su mano hasta mi nuca, para acercar mi cara a la suya y dejar en mis labios un corto beso.

—No tienes que responder.

—Ese día que salí de tu departamento, recibí la llamada de — guardo silencio —Un idiota que me odia. El muy hijo de puta sabia de ti, no sé cómo, pero estaba al tanto de lo importante que eres para mí. Me amenazó con acerté daño, sé que es algo estúpido, pero lo primero que se me ocurrió fue alejarme de ti, no podía permitir que alguien te hiciera daño, la simple idea me aterraba. El miedo me bloqueo de tan solo imaginar que podía ocurrirme lo mismo que Joe —esta vez fui yo quien lo beso —Te amo como no tienes una idea. Perdóname por ser un idiota que creyó que al casarse con alguien más, te mantendría a salvo.

—Sshh —coloque mi dedo sobre su boca.

—Soy un idiota que actuó de la manera mas estúpida, pero te aseguro que moriré con tal de hacerte feliz.

—Alexander —mi voz temblaba al igual que mi cuerpo.

Sus palabras daban vida a una parte de mi corazón.

Sus brazos se aferraron a mi cuerpo, recargue mi cara sobre su hombro, sintiéndome segura entre sus brazos. Su abrazo era algo que necesitaba, sin más me desmorone.

Llore.

Llore por mí.

Llore por nosotros.

Lorre por Noah.

Llore por todo lo que pasamos.

Llore por mentirle.

—Hay algo que quiero decirte —acaricio mi cabello.

—Amor —sentí una opresión en mi pecho por su manera de llamarme, me negaba a levantar la mirada —Perdón por hacerte daño, te prometo todo quedará solucionado. Hablare con mi socio, no voy a casarme con su hija —me hizo mirarlo —Con la única persona que voy a hacerlo eres tú —limpie mis lágrimas, me separe de él y me quede unos segundos en silencio mirándolo a los ojos.

—Alexander —solloce —Tengo que decirte algo. Necesito que me escuches.

La adrenalina recorrió por todas mis venas.

Estaba a punto de confesarle todo.

Me sinceraría con él.

Diría todo, le hablaría de Noah.

No sabía cuál sería su reacción, aun así, haría lo correcto.

Estaba lista para decirle a Alexander toda la verdad...

Continue Reading

You'll Also Like

124K 9.3K 27
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
55.9M 3M 26
TERCER LIBRO Jack Ross y el compromiso nunca se habían llevado bien. Cosa que, siendo sinceros, le había facilitado muchas situaciones en la vida. Si...
8.1K 724 20
Esta no es la típica historia en dónde el hombre engaña a la mujer, y ella se desmorona y aguanta todo. En esta historia esto no pasa definitivamente...
108K 14.2K 173
Entra para obtener más información de la historia 💗