En manos de la Bestia

By Eva-Mora

42.4K 2.6K 122

Me encontraba en la misma posición, atada de mis manos, sujeta a una cama, con mis ojos vendados. Horas, días... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Parte 2

Capítulo 13

1.3K 101 3
By Eva-Mora

Maddison...

Ojalá hubiese sido una de esas pesadillas de las que podías despertar, pero no. Nada de eso era un sueño, todo era una cruel realidad.

—¡Oh por Dios! —limpie mis lagrimas —¿Qué le hicieron? —mi cuerpo temblaba al ver lo brutal que habían sido.

—Todo es tu culpa.

—Lo siento —no mi disculpaba con esos hijos de perra —Perdón —mis palabras eran para él, por permitir que lo lastimaran de esa forma.

—Deja el drama. Alguien tenía que pagar por tu falta de compromiso —me era difícil de creer tanta crueldad.

Limpie mis lágrimas, tome aire y avance hasta donde estaba su cuerpo.

Me hinque para sostenerlo entre mis brazos, aquel desgarrador quejido no sería olvidado jamás. Necesitaba que él supiera que estaba ahí, que haría los que fuera por ayudarlo, acaricie su cabello con tanta delicadeza, temiendo que pudiese lastimarlo.

—Perdón. Perdón —susurre, aferrándome a su cuerpo —Te sacare de aquí, lo prometo.

Intento abrir sus ojos, solo logro hacerlo con el que estaba menos inflamado. Mi corazón se hizo añicos, su mano busco la mía aferrándose a ella con fuerza.

—Estoy aquí —bese su frente, apretándolo a mi cuerpo temiendo que le causara más daño.

—Maddi —subió su mano hasta mi mejilla, limpiando mis lagrimas con su pulgar.

Verlo en ese estado y aun preocupado por mí, era un fuerte golpe.

—Te prometo que saldremos de aquí.

Acaricie su cabello durante un largo rato, aferrada a su lastimado cuerpo, los sostuve entre mis brazos como si fuese un bebé; susurrándole una y otra vez que lo sacaría de ahí, prometiendo que todo estaría bien.

No quería que nos separaran, quería proteger su cuerpo, pero uno de los hombres se acercó para llevárselo.

—No, por favor. No ——suplique.

Me odiaba por no hacer nada, más que llorar al ver cómo sin ninguna piedad esos desgraciados se lo llevaban, lastimando su cuerpo.

—Deja el drama —me quedé escuchado las palabras de aquel hombre que había arruinado mi vida —Si de verdad te importara, no hubieses faltado a nuestra cita —jamás había pensado en asesinar a nadie como deseaba asesinarlo a él.

—No fui mi intención —bostezo, mostrando desinterés, aun así, continúe —Tuve un accidente — a pesar de que era obvio, descubrí mi hombro, dejando que viera mi herida.

Sabía que no podía borrar lo que habían hecho, el castigo por faltar a mi cita ya había sido aplicado, pero haría lo que estuviera en mis manos para que esos desgraciados no volverían a dañarnos de esa manera.

— Estuve inconsciente por dos días, en cuanto desperté hice lo posible por ponerme en contacto con ustedes. Juro que no fue mi intención dejarlos esperando, tengo lo que me pidieron se los puedo dar ahora mismo. Por favor solo déjenme estar con él.

Guarde silencio en espera de que mi verdugo dijera algo.

—Si crees que, por mostrar esa estúpida herida, vas a conmoverme. Eres muy ingenua.

—Solo déjenme entregarles lo que me pidieron.

—Bien. Te daré una oportunidad ya que no ha sido culpa tuya. Por lo menos no del todo.

—Gracias.

—Dejare que estén juntos, después hablaremos seriamente —hizo una seña con sus manos para que unos de sus gorilas me llevasen.

—Gracias.

—Llévensela, solo tendrá una hora.

No importaba cuanto tiempo fuese, lo único que me importaba era estar con él. No pensaría en que después de esa hora, vendría una nueva orden, no me preocuparía por lo que ese hijo de perra tuviese preparado para mí. Alejaría cualquier preocupación para más tarde.

Era gracioso, en como el tiempo podía trascurrir de manera lenta cuando querías que fuera lo contrario y de manera rápida cuando querías que fuese al revés.

La hora había pasado más rápido de lo que me hubiese gustado, pero mi tortura continuaba. No estaba segura de poder cumplir con las ordenes de mi verdugo, aun así, haría lo que fuese necesario para hacerlo.

—Escucha bien lo que tienes que hacer, no queremos errores. ¿Entiendes?

—Si —puse atención en cada una de las palabras que salían de su asquerosa boca.

Debí imaginar que lo que pedirían era como una misión suicida.

—Es todo lo que tienes que hacer. Después de eso serán libres —esa última oración fue lo que me daba esperanza.

—en cuanto obtenga lo que ha pedido, ¿tengo su palabra de que nos dejara ir? —su mirada se oscureció, observándome detenidamente. Envió escalofríos por todo mi cuerpo en cuanto comenzó a caminar amenazantemente hacia mí.

—Siempre he sido un hombre de palabra —paso su dedo por mi rostro —Consigue lo que te pedí y los dejare en libertad —su asquerosa mano bajo hasta mi cuello. Sin dejar que me alejara, me tomo con fuerza, impidiendo que pudiese respirar —Te lo advierto. Si no consigues lo que he pedido, sabes perfectamente quien será el que pague por ello —su boca se acercó a la mía —Te aseguro que mis muchachos disfrutaran dando el castigo —me libero de su agarre, dejando caer al suelo.

—No voy a fallar —dije tosiendo.

—Estoy seguro de que no.

—¿Cuánto tiempo tengo? —masajee mi cuello, al mismo tiempo que me levante.

—Dos semanas. Estoy seguro que lo tendrás antes, si eso ocurre sabes donde localizarnos. No creo que sea necesario advertirte nuevamente sobre las consecuencias si fallas —comencé a negar.

—Tendrá lo que quiere en dos semanas.

—Perfecto. Entonces no creo que debas estar un minuto más aquí. Al no ser que quieras divertir un rato —asco era poco para lo que causaba en mí.

Si llegase a tener un arma en la frente y fuese yo quien jalara del gatillo, sentiría tanto placer de ver su cara hecha pedazos.

Algún día me vengaría de ese bastardo.

Ya estando en mi departamento, organice una maleta por si en un futuro teníamos que huir, tenerlo todo listo. Quizás estaba siendo algo ingenua, pero confiaba en que ese bastardo cumpliera con su palabra.

Observe mi celular, por alguna razón no había escuchado cuando llego un mensaje.

—Hola. Espero que estés despierta —leí detenidamente el mensaje de Sam.

—Estoy despierta, ¿ocurre algo?

—No nada —sabía que mentía.

—Suéltalo.

—Es solo que... Tenía ganas de verte —sonreí al imaginar aun tímido Sam, redactando ese mensaje.

—Nos vimos en la casa.

—Lo sé, es solo que... olvídalo. Descansa.

—Te espero en mi departamento, será mejor que vengas con un chocolate en la mano —redacte.

—Abre —me sorprendió bastante leer el mensaje. Comencé a negar, mientras me levantaba del sillón para ir a abrir la puerta.

—Juro que, si no traes ese chocolate, pateare tu trasero —dije en cuanto abrí.

—No. Pero traje hot dogs —puso una bolsa delante de mí —No patees mi trasero, por favor —solté una carcajada.

—Estabas muy seguro de que estaría despierta —cruce mis brazos y lo observe seriamente.

—Te conozco Maddy. Sé que duermes hasta tarde —me guiño un ojo coquetamente —¿Puedo pasar o me dejaras comer esto aquí? —me aleje de la puerta para permitirle el acceso.

No sabia como, pero Sam tenia el poder de llevarme a la calma, podía conversar con él con tranquilidad. Nos acomodamos en el sillón para comer y conversar.

—¿Sabes hasta cuando puedo regresar a la casa? —Sam me observo como si tuviera tres cabezas.

—Si que eres rara. No tienes ni un solo día que saliste de ahí y ahora quieres regresar.

—Es solo que, no quiero perder la paga, debido a esto —señale mi hombro.

—No tienes que preocuparte por ello. Es más, tienes la oportunidad de tener unas buenas vacaciones pagadas hasta que la herida de tu hombro sané —sonreí.

Me sentía un poco mal de mentirle a mi amigo de esa forma, pero tampoco le diría que mi urgencia por volver a la casa era para conseguir unos documentos.

—No quiero ser una mantenida, prefiero trabajar para ganarme el dinero.

—Mmm... No pienso discutir contigo sobre eso, así que cambiemos de tema.

—¿De qué te gustaría hablar? —recorrió el lugar con su mirada.

Hizo como si estuviese pensando seriamente de que hablar.

—Qué tal si hablamos de mi rival de amores —arrugue la frente sin saber a lo que se refería.

—No te hagas y dime ¿Quién es Noah? —si hubiese estado bebiendo agua en ese momento, estoy segura que toda la hubiese escupido sobre él —Relájate. Estoy bromeando, no quiero hablar de tu ex —dijo riendo —Oh por Dios, Maddy. Hubiese visto la cara que pusiste —quise sonreír, pero salió más como una rara mueca.

—Al parecer tienes ganas de que te eche a patadas de mi casa.

—Lo siento —se acercó al lado del sillón donde me encontraba, sé que no intentaría hacerme nada, pero me incomodaba un poco su cercanía —Maddison. Hay algo que quiero pedirte —abrí mis ojos como plato.

—¿Dilo?

—Hey tranquila. No voy a proponerte matrimonio.

—Me da un poco de miedo, tu manera de decir las cosas —comenzó a reír.

—En una semana será la fiesta de compromiso de Bestia. Me preguntaba si —paso su mano por sus cabellos —¿Quería saber si te gustaría ser mi acompañante? —sin saberlo, su proposición había sido peor que pedirme matrimonio, sin embrago, lo disimule con mi mejor sonrisa.

—No estoy segura de que sea buena idea, que una empleada sea tu compañera — comenzó a negar.

—Eres más que una simple empleada —la intensidad de su mirada me puso nerviosa —Maddison. Eres mi amiga, por favor di que si —hizo un leve puchero, como si con eso fuese a convencerme.

—No creo poder.

—Si claro.

—Es verdad. Estoy segura de que ese día tendremos más trabajo que de costumbre.

—Contrataran personal extra.

—De verdad me gustaría, pero no creo que tenga ropa adecuada para un evento como ese —se cruzó de brazos.

—Podrías dejar de inventar excusas.

—Tu, ganas —de inmediato sonrió —¿En qué lugar será?

—Tengo entendido que rentaran una finca. Esa italiana es algo exigente con todo lo que quiere y como su padre quiere que su hija tenga lo mejor de todo, no le importa gastar miles de dólares en ella.

—Ósea que Marcus ¿no está cubriendo los gastos de la boda?

—A Bestia lo menos que le importa es casarse, como te dije eso es mas un negocio que una unión por amor.

—Oh.

—A parte de todo, el suegro se pudre en dinero. Obvio que Bestia tiene los bolsillos hasta la mierda de billetes —encogió sus hombros —Se trata más bien de una tradición familiar por lo que los italianos se harán cargo de todos los gastos de la boda.

—Ya veo ¿puedo preguntarte algo?

—Suéltalo.

—¿Estás seguro de que Marcus se casa solo por negocios? ¿No crees que sea por amor? —admito que una parte de mi quería escuchar que solo era por negocios, pero la otra deseaba lo contrario. Si él se casaba con ella por amor, me facilitaba llevar a cabo mi plan sin remordimientos.

—Por parte de la italiana quizás existe la posibilidad de que lo quiera, si te soy sincero estoy seguro que él no siente lo mismo. Siento que se quiere casar para proteger a alguien, Bestia es muy reservado con sus sentimientos, no es el hombre que suele dar amor delante de las personas. Digamos que nuestro trabajo le dificulta un poco hacerlo, debido a los peligros es preferible que no se enamore. En este caso con la italiana no tiene de que preocuparse ya que su padre es un mafioso poderoso y es seguro que nadie se metería con ella, de lo contrario pagaría las consecuencias. Regresando a tu pregunta todo es algo confuso, con Bestia uno nunca sabe que esperar.

Las palabras de Sam me dejaron pensando. Si Alexander se casaba por amor, para mí sería más fácil robarle la información que necesitaba para poder ser libre; pero si era lo contrario.

Maldita sea, concéntrate.

No tenia que importarme en lo más mínimo las razones de Alexander para casarse. Lo único en que me debía concentrar era en hacer lo que me pidieron, sin importar nada.

—Creo que será mejor que me vaya —Sam se levantó del sillón para despedirse.

—Aguarda. Si quieres puedes quedarte, el sillón es muy cómodo —seguí su acto y me levanté.

—¿Segura?

—Vamos, hemos dormido en la misma cama, no veo por qué no puedas quedarte.

—Te advierto que me adueñaría de este sillón y no habrá poder humano que me lo quite.

—Es un riesgo que tendré que aceptar. Y no miento cuando digo que es muy cómodo —acomode el sillón, convirtiéndolo en una cama. Sam me observo bastante sorprendido.

—Necesito uno de esos.

—No me digas que jamás en la vida habías visto uno.

—Para ser sincero, no. No suelo ser de las personas que se preocupan por los muebles de la casa. Soy más de los que les gusta divertirse en antros o bien se la viven trabando encerrados en una de las bodegas.

—¿Has pensado alguna vez en dejar todo eso?

—No tienes idea las veces que me lo he planteado, pero no es algo de lo que se pueda huir tan fácil.

—¿Si tuvieras la oportunidad lo harías?

—Si. No voy a negra que me gusta lo que gano, pero me gustaría ser una persona normal, que no tenga que preocuparse por recibir un disparo. Un sinfín de veces he pensado en casarme y tener hijos. Creo que después de lo que sucedió con Joe, me di cuenta que para nosotros el amor era peligroso, jamás permitiría que alguien que amo pagara por mis errores —en su mirada vi tristeza.

Me acerque para acariciar su mejilla, el cerro sus ojos ante mi tacto, parecía disfrutarlo, poco a poco me acerque para darle un corto beso en la mejilla, sé que mi acto lo tomo por sorpresa por la cara que puso.

Aclare mi garganta.

—Sera mejor que vayamos a dormir. Te traeré una cobija.

—Gracias.

Tener un amigo como Samuel era lo mejor que me pudo pasar y me sentía como la mierda por no ser sincera con él. No podía decirle la verdad muchísimo menos sabiendo que Alexander era su amigo, tenia miedo de que corriera a decirle todo o bien que por ayudarme le hicieran daño. Ya no quería que personas inocentes sufrieran por mi culpa.

—Eres una maldita mentirosa —su mirada reflejaba odio.

—Por favor, deja que te explique —no le importaban que suplicara.

—Eres igual a todas, una maldita zorra traicionera, te abrí las puertas de mi casa sin imaginar que me traicionarías.

—Por favor —implore, él simplemente me ignoro.

—Deja el drama. Mejor disfruta que hoy por fin vas a conocerme — comencé a negar Vas a conocer a mi verdadero yo. Vas a desear nunca haberme traicionado.

—¡Maddy!

—No. No, por favor. Alexander.

—Soy Bestia.

—¡Maddison, despierta!

—No... no por favor.

Sentí como mi cuerpo era sacudido, abrí los ojos, despertando de aquella cruel pesadilla, delante de mí estaba Sam, observándome con preocupación.

Espero a verme mas tranquila para poder hablar.

—Santo cielo, Maddy. Me acabas de dar un susto de muerte, creí que alguien te estaba haciendo daño —estaba algo trastornada por la pesadilla, me sorprendí al ver a Sam con un arma en la mano, él al percatarse de mi sorpresa, de inmediato la guardo —Lo siento. De verdad creí que alguien te estaba lastimando —bajé la mirada —Maddy. Háblame ¿Te encuentras bien?

—Estoy bien, gracias.

—¿Quieres un poco de agua? —negué con la cabeza —Bien entonces regresare a la sala, si necesitas algo no dudes en llamar —se puso de pie, para salir de mi habitación.

—Aguarda —detuvo sus pasos —Por favor quédate —suplique —No quiero estar sola —el me observo con duda.

—¿Segura?

—Si.

—De acuerdo, pero te advierto que soy un poco loco para dormir —dijo riendo. Tratando de romper la tensión.

Quizás mi vulnerabilidad, hacia que estar junto a Sam me hacía sentir segura. La forma en que me trataba era tan tierna. Su mano acariciaba mi cabello, haciendo que casi de inmediato me quedara dormida.

En cuanto los rayos de sol, se colaron por la ventana, abrí los ojos. Recargándome sobre mi brazo, observe detenidamente a Sam, que aún estaba dormido muy cerca de mí.

—Deja de verme de esa forma —dijo abriendo sus ojos.

—Pensé que aun dormías —comenzó a negar.

—¿Puedo usar tu baño?

—Si. Es todo tuyo. Iré a ver que hay para desayunar.

De un salto, Sam se levantó de la cama para perderse en el baño. Seguí su acto, pero hacia la cocina, para buscar algo que pudiésemos desayunar.

Sabia perfectamente que una vez que saliera del baño, comenzaría el interrogatorio acerca de mi pesadilla. No sabia exactamente como, pero trataría de evadir el tema.

Sam se demoro mas de la cuenta pues de ultima hora decidió ducharse, lo que me dio tiempo para preparar un desayuno casi decente.

—Voy —dije a quien quiera que tocaba la puerta.

Imagine que se trataba del señor de la renta ya que no era muy normal que alguien me visitara tan temprano.

Mi sorpresa fue enorme al ver a Alexander, parado con su típica cara de pocos amigos.

—¿Qué haces aquí? —solté un poco nerviosa. Me quede cubriendo el acceso a mi departamento, conociéndolo era obvio que no le importaría y me haría a un lado para entrar.

—Parece que hubieses visto un fantasma, ¿tanto miedo me tienes? —no logre decir ni una sola palabra, ya que la voz de Sam me interrumpió.

—Maddy. Tu baño —guardo silencio en cuanto vio a Alexander.

La escena del chico, con el cabello mojado, sin playera, siendo evidente que acababa de bañarse; era sin duda algo que se podía malinterpretar y para colmo yo me encontraba en pijama.

Para mi mala suerte Alexander no paso desapercibido cada detalle, estaba ahí con la respiración acelerada, observando a Sam con si quisiera asesinarlo, sus ojos se oscurecieron, sus manos las hizo puños.

Si no actuaba de inmediato, algo muy malo pasaría.

—¿Qué mierda hace él aquí? —escupió.

Como era de esperarse todo sucedió en un parpadeo. Alexander se acerco echando chispas, hasta donde estaba Sam que aun estaba desconcertado por la situación. Sin permitirle que reaccionara lo tomo por el cuello.

Mi cuerpo se paralizo por la forma tan violenta en que Alexander estaba actuando.

Continue Reading

You'll Also Like

692 117 12
Camile se va a casar con el príncipe Nikolay, todo está listo para el gran día, pero no contaba con despertar sola en medio del desierto el día de su...
8K 724 20
Esta no es la típica historia en dónde el hombre engaña a la mujer, y ella se desmorona y aguanta todo. En esta historia esto no pasa definitivamente...
1.9M 135K 90
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
450K 29.3K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...