Kara miró fijamente la pared trasera de la oficina del CEO en Lord Security. Ahora estaba despojada de todos los signos y símbolos que había visto la primera vez que estuvo aquí.
–Kara Danvers–, dijo Lord. –¿De vuelta en DC tan pronto? Felicitaciones por la boda.
Ella se inquietó y trató de no asustarse de que él supiera que se habían casado antes de la fecha dada. DC realmente era una pecera. Esperaba que así fuera como él lo supiera, al menos. –Redecorando, ya veo.
–He decidido que me gusta el toque menos personal.
–¿Quieres decir que si Lena pudo ver tu pequeño santuario racista, otros también podrían?
Su sonrisa ni siquiera vaciló. –En realidad, tengo nuevos planes en marcha. Suficiente sobre mi decoración, ¿qué quieres?
–Vi tu nota hoy en el Wall Street Journal. Fue una lectura interesante.
–Ah, sí. Gran titular: 'El hombre que derribó a Ancllah y al jefe del FBI'. Me gustó esa pieza. Capturaron la esencia de mi racha renegada.
–¿Derribando a Ancllah? No exactamente.
–No aún no. Dale tiempo. Se rumorea que hay un tesoro secreto de quejas contra Lionel Luthor del grupo de secretarias. No es que yo sepa nada sobre dónde está eso o si un expediente llegará pronto a la policía–. Él tosió. –Muchacho ocupado, tu suegro. Será expulsado en poco tiempo.
–Veo.
–Tu falta de sorpresa es interesante.
Kara ignoró eso y se cruzó de brazos. –¿Qué sigue para ti?
–¿Me están entrevistando? ¿Es esta una conversación de fondo informal y acogedora?
–Claro, podemos hacer eso. Mira, el artículo del Wall Street Journal fue vago y, de verdad, estoy aquí porque tengo curiosidad. La historia implicaba que te despidieron de tu empresa de consultoría, si 'un cabo suelto' es una interpretación correcta.
Él se encogió de hombros. –The Fixers no se toman bien la traición por alguna razón. Cuando me convertí en un denunciante heroico y le di la mala pasada a algunos de sus clientes, recibí mis órdenes de marcha. Lo esperaba, pero francamente, tienen suerte de haberme tenido tanto tiempo. Tengo muchas perspectivas.
–¿Qué clientes?
–Sabes que en realidad firmé un acuerdo de confidencialidad–. Sus ojos se entrecerraron mientras parecía sopesar sus opciones. –Pero luego me despidieron. Así que podría hablar. No me asustan.
–Puede que no, pero ¿que hay de la venganza de algunas de las agencias de seguridad que has molestado?
–No se atreverían. Puedo arrojar basura a todos y he tomado las disposiciones necesarias para que todos mis archivos se publiquen si mi muerte es prematura. Entonces soy intocable. Entonces ... ¿los clientes de The Fixers que estaban involucrados? Ancllah, el FBI y el senador Hickory.
–¿El FBI era un cliente?– Kara estaba atónita. –¿Por qué? ¿No podrían hacer lo que quisieran ellos mismos?
–Bueno, para ser específico, era solo el director quien usaba The Fixers, e incluso entonces era principalmente para hacer conexiones comerciales. Aunque le encantaba que pudieran entrometerse en áreas grises donde el FBI estaba legalmente paralizado. Así que The Fixers hicieron algunas pequeñas cosas fuera de los libros, aquí y allá, que el FBI había negado.
–¿Y Hickory? ¿Cómo terminó en su lista de clientes?
–Se arrastró a ver a The Fixers después de que la encantadora Lena Luthor destrozara su reputación la primera vez. Pidió a The Fixers que encontraran una manera de darle más credibilidad y poner en marcha su carrera. Andrea Rojas fue asignada como su asesora y le dijo que tenía que enganchar su estrella a alguien o algo en ascenso. Por entonces, Ancllah se acercó a The Fixers por primera vez, diciendo que tenían una nueva tecnología controvertida en proceso y que necesitaban a alguien en la colina que los defendiera. Alguien leal pero no demasiado brillante. Fue una pareja hecha en el cielo.
–¿Pero cómo…– Hubo un zumbido mecánico, y Kara se giró. –¿Qué…
Un robot blanco y rechoncho avanzaba rodando hacia ellos. Era idéntico al robot de entrega de Antonio.
Lord sonrió con orgullo. –Ah, mi secretaria está enviando el almuerzo. Lo sé, lo sé, es un truco tonto, pero me gusta. Me gusta presumir.
Kara parpadeó. –Ese es el ... quiero decir, ah ... ¿de dónde sacaste eso?
–El dueño de una pizzería me lo vendió. Estoy bastante seguro de que puedes adivinar cuál–. Sus ojos brillaban positivamente ahora. –Dijo que había hecho lo que necesitaba, pero que ya no necesitaba a dos. Uno es suficiente.
–Um, ¿qué necesitaba que hiciera?
–Un truco publicitario. Había denunciado uno robado y luego lo había escondido.
–¿Ni siquiera fue robado?– ¿Antonio la había engañado?
Lord se rió de ella. –Pensé que los medios de comunicación eran un tipo especial de estupidez en el momento en que me contaste la historia de Angela Roth ¿Cómo podría ser robada una unidad de entrega autónoma que transmite en vivo su paradero en primer lugar? ¿Eso no hizo sonar las alarmas?
Uh mierda.
Él sacudió la cabeza. –Supe de inmediato lo que había hecho Antonio. Siempre quise una de estas cosas, así que visité al italiano inteligente y le expliqué lo obvio que era su estafa. Dije que si podía averiguar qué había hecho, la policía también lo haría. Tenía a Antonio medio convencido de que iban a hacer una redada en cualquier momento, descubrir que todavía tenía sus dos unidades de entrega, una oculta, y luego arrestarlo por hacer una declaración falsa. Así que me vendió su segundo. Fue un Ganar/ganar para los dos–. Señaló felizmente al dispositivo a sus pies.
Kara sintió que se acercaba un dolor de cabeza. –¿Todo esto ... todo ... resultó de un truco publicitario solo para que Antonio pudiera correr la voz de que él entrega usando un robot?
Lord cruzó los dedos sobre su estómago y se rió entre dientes. –Mmhm. Entonces, estamos divagando. Me preguntaste qué sigue. Bueno, después de que termine de ayudar a los funcionarios con sus investigaciones sobre Ancllah, creo que me postularé para el cargo. Conozco a algunas personas que apreciarían a un hombre con mis ... inclinaciones particulares.
Un escalofrío la inundó. –¿Política? ¿Tú?
–Estoy bien conectado. No tienes idea de qué tan bien.
–Perderías.
–¿Podría?– Se inclinó sobre el robot y desempacó un sándwich. El robot cerró la tapa de un golpe, dio un giro de ochenta grados y salió de la habitación. –¿Cómo te imaginas eso?
–Eres un neonazi que ...
–Prefiero de Derecha alternativa.
–... diseña aplicaciones que impulsan un subtexto de supremacía blanca.
–Teoría interesante. Pero no veo ninguna aplicación mía en funcionamiento que haga lo que dices–. Retiró la rebanada de pan de arriba de su sándwich, inspeccionando el jamón. –E incluso si fuera cierto, ¿qué parte de eso me descalificaría para el cargo?
Ella lo miró fijamente mientras mordía su almuerzo, sin ninguna réplica.
Tragó y sonrió. –Incluso si mi personalidad ganadora no me hace pasar de la raya, digamos que no fuiste la única que descargó mi paquete sorpresa en PDF de The Fixers. Y a diferencia de tus correos electrónicos vainilla, Kara, tengo suficiente suciedad sobre ciertas personas como para llevarme muy lejos en la escalera. ¿Quién me va a detener?
Los ojos de Kara se agrandaron.
–Bien, ha sido divertido. Oh, y cuidado con mi robot al salir.
* *
Lena estaba acurrucada en la cama con un libro nuevo cuando Kara llegó a casa. Su esposa entró penosamente en el dormitorio y se apoyó contra la puerta, exhalando pesadamente. –Oye.
–Hola–. Lena la miró. –¿Algo mal?– Deslizó un marcador entre las páginas. –¿Y qué puedo hacer para corregirlo?– Añadió un poco de guturalidad a la pregunta para ampliar la lista de opciones.
Kara levantó bolsas de comida para llevar. –Chino, eso siempre hace que todo esté bien. Incluso escuchar sobre idiotas que se postulan para un cargo–. Desapareció en dirección a la cocina.
–¿Idiotas?–, gritó Lena, levantándose para seguirla. Después de sacar una botella de vino de la nevera, sacó dos copas del estante. –¿De quiénes hablas?
–Es sólo uno. Maxwell Bastardo Lord. Ha salido impune. Está en todas partes en las noticias, interpretando al héroe denunciante que salva a Estados Unidos de las violaciones a la privacidad que de alguna manera se vio obligado a crear. Y cualquier indicio de su lado racista y espeluznante lo borra bajo '¡Oh, pobre de mí! ¡Es una campaña de difamación de Ancllah!' Y si eso no es todo, hoy me dijo que se va a meter en política. Tiene un archivo de suciedad grande, por lo que todos se apartarán de su camino. Lena, creo que podría hacerlo. Hay que detenerlo, pero no sé cómo. Es demasiado inteligente y está bien conectado–. Empujó un recipiente con comida hacia Lena. –No me esperes o se enfríara. Solo necesito una ducha rápida–. Kara salió de la habitación.
–Aún así, te esperaré.
Lena colocó dos juegos de cubiertos, sirvió el vino y consideró el enigma del hombre en el centro de la historia que era, de hecho, demasiado astuto. Un hombre que hasta ahora se había burlado de ellas, y de todos los demás, en todo momento.
Unos minutos después, el siseo del agua se detuvo y Kara reapareció con pantalones de yoga y una camiseta. Ella se deslizó en una silla. –Por cierto, Lord insinuó que pronto expondrá a Lionel Luthor por cosas con sus secretarias. Entre eso y las investigaciones oficiales de MediCache, de una forma u otra, tu padre está a punto de que le estallen toda la mierda en la cara.
Haciendo una mueca, Lena alcanzó su copa de vino. Su madre estaría horrorizada. Por un breve momento, se preguntó si debería advertirle.
Sin embargo, ¿por qué iba a hacerlo? Ya ni siquiera soy familia para ellos. Sus padres lo habían dejado claro.
–Así que parece un poco unilateral, Ancllah asumiendo toda la culpa de MediCache–, continuó Kara. Ella comenzó a bifurcar su comida. –Todos lo son. Pero especialmente Lord. Fue su maldita idea, por el amor de Dios.
–Lo sé–. Lena asintió con la cabeza. –Sé que es difícil, pero a veces no pueden capturar a todos–. Clavó unos fideos en su tenedor. –Desafortunadamente.
–¿Y estás de acuerdo con eso?
–No. Pero soy práctica. Esto no ha terminado. Si Lord se postula para la política, haré que la misión de mi vida sea atraparlo entonces. Aparte de todo lo demás, su racismo por sí solo es repugnante. Me aseguraré de que no se salga con la suya.
–Pero ahora tenía muchas ganas de clavarlo en la pared–, dijo Kara con un gruñido. –Con sus habilidades, a quién conoce, a quién puede chantajear y sus archivos sucios, imagina cómo sería si se uniera con el poder real.
–Es inteligente, es cierto. Siempre estaba dos pasos por delante de nosotras. Anticipa cada movimiento como un maestro de ajedrez. Esto es molesto.
Kara parecía pensativa, luego tomó un sorbo de vino. –Tal vez tengamos que hacer algo básico, entonces. Piensa como un peón.
–¿Oh?
–Tengo una idea. Déjamelo a mí–, dijo Kara lentamente.
–Por supuesto–. Lena se secó los dedos con una servilleta de papel. Su mirada siguió el flujo del cuello de su esposa mientras seguía comiendo.
Kara terminó de comer y puso ambos platos en el fregadero.
–Realmente eres muy hermosa–, dijo Lena mientras miraba. Su tono debe haber tenido el efecto deseado, porque la cabeza de Kara se giró, una ceja deslizándose hacia arriba.
–Lena Luthor, ¿estás coqueteando conmigo?
–Es muy posible. Después de todo, todavía estamos en la fase de luna de miel.
Kara sonrió, dejando correr agua sobre los platos. –No tengo ningún argumento.
–Excelente. Resulta que tengo una cama que te extraña.
–No solo la cama, espero.
–Oh, definitivamente no–. Lena estaba bastante orgullosa de lo ahumada que sonaba su voz.
Un tenedor chocó contra el fregadero. –Dios, mujer, eres imposible de resistir.
Los dedos de Lena jugaron con el botón superior de su propia camisa. –Los platos pueden esperar. ¿No dirías?