Lesly
Me levanto de la cama de un salto cuando escucho la puerta abrirse, corriendo me meto al baño y cierro la puerta detrás de mí.
Estoy nerviosa, son las 8:30 y ya me cambie y todo, estaba tan desesperada que me acosté y ahora que él llegó quiero que espere un poco para que no se me note mucho la desesperación.
Las manos me sudan y miro mi reflejo en el espejo del baño, llevo un vestido azul con unos plataforma negros y el cabello recogido en un moño alto que no deja escapar ni una sola hebra de cabello.
—Lesly ¿estás ahí?—llama Christian a la puerta y yo me preparo para salir.
Abro la puerta lentamente y lo veo ahí parado desbordando belleza, esta vistiendo un pantalón vaquero azul con una camiseta blanca y una chaqueta de cuero, el cabello desordenado le da un aire de Fuckboy y una cadena militar cuelga de su cuello.
Él recorre mi cuerpo con su vista y me intimida su mirada por lo que decido romper el silencio.
—¿Nos vamos?—pregunto como una idiota desesperada.
—Claro— responde.
Él toma mi mano y nos dirigimos a la puerta agarrados, así bajamos hasta el parqueo llevándonos la mirada de muchos que andaban en los pasillos.
Él nos dirige hasta un Audi rojo del año y la boca que se cae por lo hermoso del auto. Cuando creo que el va a abrir la puerta del auto saca una moto de atrás del vehículo.
No es que este mal, es que yo nunca he montado en moto, nisiquiera en la de Elizabeth.
—Sube— dice el tendiendome un casco.
—No— respondo negando con la cabeza.
—Sube Lesly— insiste Christian y yo vuelvo a negar riendo.
—No me subiré a eso ¿Y si nos morimos?— bufo y él me mira.
—No te vas a morir así que sube rápido— responde con tono cansado.
Agarro el casco me lo pongo y me subo a la moto.
«Para morir nacimos dicen por ahí»
Él enciende la moto y casi me caigo hacia atrás por no agarrarme.
—¡Espera!
Christian baja la velocidad y me mira por encima de su hombro.
—Casi me mato—le digo con los ojos bien abiertos.
—Solo tienes que agarrarte Lesly.
—¿De donde diablos?— exclamo.
—De mí— bufa Chris y yo me golpeó mentalmente.
«Es obvio, pero a Lesly le falla el cerebro» dice mi conciencia.
Yo me agarro de su cintura sintiendo sus abdominales marcados debajo de mis dedos.
Christian vuelve a acelerar y esta vez yo cierro los ojos dejándome llevar, el viento desordena el cabello que dure tanto tiempo peinando y aprieto los dedos de los pies evitando dejar caer un zapato.
«Quien diría que en vez de disfrutar de la vista yo estaría preocupada por mis tacones»
—Sabes algo— dice Chris y yo abro los ojos para prestarle atención —Nosotros íbamos a comer a Mack Donalds pero tú te vistes como si vamos a un restaurant de los finos.
Claro, tiene lógica, por eso me dijo que vistiera algo casual pero como la señorita es rusa se puso lo mejor de su clóset.
—No importa, yo voy a donde me lleves— respondo y vuelvo a cerrar los ojos pero ahora rescuesto la cabeza en su espalda.
El camino lo pasamos así, él callado y yo disfrutando del simple hecho de estar recostada en su espalda.
Los minutos pasan y la moto para, abro los ojos y sí, estamos en en Mack Donalds.
La vendedora le toma la orden mientras esperamos en la fila del Drive-in, Christian pide por los dos y después de recibir la comida nos marchamos de nuevo.
—¿A donde vamos?— pregunto.
Él me mira por el espejo retrovisor de la moto.
—Vamos a un bonito lugar— es lo único de dice y sigue mirando al frente.
El camino se torna rocoso y pasan algunos 10 minutos para llegar a una carretera que parece estar abandonada.
—Tengo miedo Christian, júrame que no me vas a secuestrar—digo con el corazón acelerado.
—Tranquila ya casi llegamos.
Yo intento tranquilizarme pero mi mente sigue mandando pensamientos negativos.
La moto se detiene y yo bajo de inmediato.
—¿Ves? No te ha pasado nada— dice Christian con una sonrisa en el rostro.
Doy la vuelta sobre mis pies y admiro el bello lugar que tengo delante de mí, estamos en un mirador donde se puede admirar toda la cuidad, algunos coches están aparcados a lo lejos y se pueden ver una que otra pareja sentadas mirando el paisaje.
—¿Te gusta?— pregunta él y vuelvo a mirarlo.
En sus ojos puedo ver una pisca de emocion que sé escabulle en mi alma para contagiarme.
—Me encanta— respondo.
Él se sienta en el césped y yo lo imito, las luces a los lejos son ignotizantes para la vista y la brisa del invierno que se acerca hace temblar mi cuerpo.
Christian me coloca su chaqueta por los hombros y yo me acurruco en sus brazos.
—No eres de mucho hablar ¿cierto?— pregunto mirándolo.
Él sé queda callado y yo vuelvo a mirar al frente.
—Para que hablar si se puede sentir— responde al rato.
Y tiene razón, yo tampoco soy de mucho hablar y si lo fuera no sabría que decir o como entablar una conversación normal, simplemente no lo sabría.
Los minutos pasan y nos quedamos así mirando el anochecer que nos arropa dejándonos su frío y oscuridad.
—¿Tienes hambre?— pregunta él y yo asiento.
Me pasa un cubo lleno de pollo, huele tan rico que el estómago me ruge. Tomo un muslo y me lo llevo a la boca, los sabores me inundan el paladar y cierro los ojos para saborear mejor.
—¿Estas bien?— pregunta Christian riéndose.
Abro los ojos y lo miro, esta riéndose a carcajadas mientras se agarra el estómago.
—¿Que?— pregunto achicando los ojos mientras sigo mordiendo mi pierna de pollo.
—¿Porque?... Hahahaha.
—¿Porque que?— pregunto mirándolo mientras él casi se arrastra por el suelo de la risa.
«Creo que este men esta dañado de la cabeza»
—Es que... Espérate— se agarra la barriga y intenta calmar su respiración.
Mil años después logra volver a la normalidad sólo para mirarme y volver a reírse.
—Es que— respira hondo y continua— te metes a la boca el muslo, le pasas la lengua, lo muerdes, cierras los ojos y después mueves la cabeza a los lados como si estás bailando.
—¿Que? Yo no hice eso— respondo limpiandome la boca con la servilleta.
—Si lo hiciste— responde asintiendo con la cabeza.
—No, no hice eso.
—Algún día te grabare haciéndolo ya vas a ver.
—Estas loco— murmuro y sigo comiendo.
Los minutos pasan y termino de comer, mi estómago esta satisfecho después de comer casi medio pollo.
Después de algunas horas nos vamos, Christian enciende la moto y nos marchamos a una muy alta velocidad. La adrenalina del momento me hace abrir los brazos y de repente Chris baja la velocidad.
—¿Que pasa?— le preguntó a Chris abriendo los ojos.
La escena que veo ahora me hace reafirmar mi punto al decir que el mundo es un asco, un hombre está discutiendo con una chica mientras la toma por el cabello.
Christian se baja de la moto y intento agarrarlo pero ya es tarde.
—Amigo es mejor que la sueltes- dice Christian mirando al hombre de casi 2 metros de altura con unos músculos de película.
—¿Quien eres tú para darme órdenes?— pregunta él gigante con una voz áspera.
—Solo te digo que la sueltes amigo, no pasa nada— responde Christian.
Él hombre suelta a la pelirroja que está llorando desconsoladamente y se acerca a Christian.
—¿Que vas hacer si no lo hago?— dice el hombre empujando a Christian.
Me acerco a la chica que está hecha un ovillo en el piso y intento calmarla.
—¿Lo conocés?— le pregunto en un susurro para que nadie más escuche.
—Es mi marido— dice en medio de sollozos.
No sé en qué momento pasó pero por alguna extraña razón Christian y el gigante se están moliendo a golpes.
Christian le da un puñetazo al hombre que lo hace perder el equilibrio, el hombre sé para casi de inmediato y patea a Christian quien rueda por el piso. La mujer que estaba hace un segundo a mi lado intenta encender la moto de Christian y el cuerpo se me paraliza.
Los golpes volando, Christian en el piso, la mujer intentando robarse la moto y yo aquí parada. En un impulso de valentía corro hasta donde está la mujer y la jalo por el pelo.
—¿A donde vas ladrona de mierda?— le digo jalandola con fuerza hacia el piso.
La chica cae y con una patada mi tumba, el golpe en seco me deja sin aire por algunos segundos pero vuelvo a reaccionar cuando veo a la chica desenfundar una navaja. Ella sé acerca a mi y me lanza un navajaso directo a la cara, yo lo esquivo mientras le doy una patada haciéndola chocar con el piso y me le subo arriba.
El cuchillo que estaba en su mano rueda y yo aprovecho para golpear a la chica que tengo debajo de mis piernas. Lanzó el primer golpe y siento como la nariz se le rompe por el puñetazo.
—¡Maldita zorra!— Exclama la chica.
La callo con una bofetada que le hace voltear la cara, de un momento a otro Christian enciende la moto y yo corro hasta subirme, la moto arranca y yo miro atrás.
La chica aún está en el piso pero el hombre ya sé levanto y esta encendiendo una moto parecida a esta que no sé de dónde rayos saco.
—¡Acelera que nos van a alcanzar!— le digo a Christian golpeando su espalda.
—No lo harán— responde.
La moto del hombre ruge cuando acelera y el corazón me retumba en los oídos.
—¡Corre!— grito y Christian entiende a lo que acelera.
El viento me azota en la cara mientras yo miro al espejo retrovisor como el hombre cada vez está las cerca.
—¡Acelera!— grito pero Christian no hace nada— ¡Que aceleres!
—¡Nos quedamos sin gasolina Lesly!— grita él más fuerte que yo.
«Quien diría que en vez de morir asesinada por el Sicópata que me persigue iba a morir en manos de un vil ladrón de barrio»
* * *
—Que no te muevas te dije— le digo a Christian quien se queja por el dolor.
Tiene la cara desfigurada por los golpes y la nariz aún le sangra.
¿Que como salimos de esta? Pues vimos una comisaría y nos metimos ahí a buscar ayuda como dos niños asustados.
—Auch— dice Christian alejándose— soy un humano Lesly.
—Si si ya acabamos— respondo mientras guardo las cosas en el botiquín de primeros auxilios.
—¿Como es posible que después de tal pelea tu no tengas ni un rasguño?— pregunta él con la boca entreabierta.
—Una mafiosa nunca se dejaría golpear por cualquier— respondo restándole importancia.
—No eres mafiosa— dice mirándome.
—¿Quien te asegura que no?— le digo riéndome con mi risa malvada (Risa que ensaye toda mi niñez)
—Por eso no lo eres— dice poniendo cara de asco— con esa risa demoníaca no matas ni un pollito.
—¿Que?— digo ofendida— puedo ser muy mala si me lo propongo.
—¿Serías capaz de matar un pollito?— pregunta haciendo una mueca de dolor al hablar.
—No— susurro.
—Entonces no sirves como villana— sentencia Christian.
Me siento a su lado en mi cama y respiro hondo.
—No sirvo para nada en realidad— digo en un susurro casi inaudible.
—No digas eso Lesly— dice él acunando mi cara entre sus manos— tu puedes ser lo que quieras ser.
—Pues quiero ser una villana— digo haciendo puchero.
Christian me da un beso en la frente y me abraza.
—Para que quieres ser una villana si puedes ser la princesa de mi cuento— dice.
—Ya duérmete bandido— digo empujándolo fuera de mi cama.
Él sé levanta y se acuesta en la suya que está solo a unos pasos.
—Descansa mi princesa— dice él apagando la luz que está en su mesita de noche.
Yo me acuesto guardando silencio pensando en la palabra "Princesa" porque creo que ya lo soy, pues al fin y al cabo me he enamorado del príncipe desde que lo ví. Así como las princesas que se lanzan a los brazos del primer galán que ven, así de enamorada estoy yo.
Sólo espero tener mi "Y fueron felices para siempre" que todos los cuentos tienen.