Recuérdame. [SIMM #2.]

By AilenDL

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Aunque el tiempo nos separe cada vez más, siempre vas a ser mi único amor, porque amores como el nuestro son... More

Prólogo.
PERSONAJES
Capítulo 01.
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Epílogo
AGRADECIMIENTOS Y AVISOS
AVISO
Especial 1
Especial 2
Especial 3

Capítulo 25

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By AilenDL

SAVANNAH:

Había pasado una semana, una semana en la que las cosas marchaban a la perfección. Marcus y yo solíamos vernos todos los días, no habíamos vuelto de manera "oficial" pero se podía decir que íbamos en buen camino. Mi relación con Samantha era mucho más sólida, incluso en ocasiones la palabra "mamá" se le escapaba a mitad de una oración. Podía decir que me encontraba feliz por el simple hecho de que estaba rodeada de las personas que más amaba.

— Vamos, con más fuerza — insistí a un joven licántropo que intentaba derribarme. Era media mañana y como todos los días me encontraba entrenando a algunos licántropos de la manada. Por más que me encontraba feliz, no se me olvidaba que una guerra que se aproximaba. Aquello me atormentaba todos los días, pensar en todo lo que se avecinaba consumía con totalidad mis días y noches.

El joven licántropo gruñó y se abalanzó derribándome en su forma lobuna, no me costó mucho sacármelo de encima: — eso estuvo bien, en otras circunstancias deberías haberme mordido en el cuello para luego arrancar mi corazón.

Sentí la presencia de Marcus en el campus, me giré sobre mis talones y sacudí mis rodillas llenas de tierra. Relamí mis labios al verle vestido con traje, había tenido una reunión en su casa con unos importantes Alphas de otras manadas. Él se acercó con una radiante sonrisa en su rostro, mientras saludaba a todos a su paso.

— Verte así es mi segunda cosa favorita — susurró llegando hasta mí y dejando un rápido beso en mis labios.

— ¿Ah, sí? ¿Y cuál es la primera? — se acercó, deshaciéndose del poco espacio entre ambos, tomó mis caderas y me pegó a su cuerpo. Me embriagué con su colonia, su cercanía me revolucionaba y no solo a mí, sino que a él también.

— Desnuda — susurró en mi oído. Encaré una ceja ante su desfachatez y lo miré fijamente, sus ojos verdes brillaban con una mezcla de diversión y deseo.

— Deberás esperar para eso, tengo trabajo aquí.

— Siempre puedes dejarlo... — insistió, aun sin soltar mi cintura.

— No lo creo, me gusta lo que hago.

— ¿Te cuento un secreto? — preguntó, enterrando su rostro en mi cuello. Asentí de manera pausada, para siguiese hablando —. Me encanta verte sudorosa, con esas mallas y top ajustado — hizo una pausa dejando un húmedo beso en mi cuello —, pero detesto como los demás ven lo que es mío.

Sonreí sin poder evitarlo, los años pasaban pero él seguía siendo igual de celosos y posesivo. Sentí como se alejó de mí para mirar mis ojos, dejé un beso rápido en sus labios, callándolo, y sin decir una palabra más me uní a los demás para seguir entrenando, era eso o terminar arrastrando a Marcus hacia mi casa o algún lugar privado.

— ¡Esta noche! — gritó a mis espaldas, recordándome nuestra cena.

Cuando el entrenamiento terminó me dirigí hacia la casa de Bestian, había quedado con ellos para "almorzar" y aproveché la oportunidad para tener en mis brazos a Galia.

— Esa niña te ama — aseguró mi amigo, mientras se sentaba en frente de mí con decenas de prendas del bebé. Galia estaba en mis brazos haciendo morisquetas y jugando con el dije de mi collar que colgaba en mi cuello.

— Todos lo hacen.

— Que ego, amiga — se burló, doblando las pequeñas prendas de su hija —. Pero va enserio, eres con la única que no llora todo el tiempo y se queda medianamente quieta. Es mi hija, pero joder, es malditamente inquieta.

— Bien lo dijiste, es tú hija.

— ¿Has hablado con Rayder? — preguntó, luego de unos minutos.

— Sí, me ha dicho que todo está muy tranquilo por allí, que Maximus está muy sereno.

— Eso no me da buena espina.

— Ni a mí. Pero ahora con el apoyo de los Levinnson tengo un poco más de fe en que todo saldrá bien.

— Eso espero.

— Ya que estamos hablando sobre ese tema...

— No me digas que tienes algunos de tus planes — interrumpió abruptamente —. Yo no soy Aisha y no te ayudaré en ninguna de tus descabelladas ideas.

— No es eso — respondí, fulminándolo —. Quiero que cuando ese día llegue te lleves a tú mujer, Pía y Samantha lejos, lo más lejos que puedas.

— No te dejaré sola.

— Harás lo que te pida Bestian. Te llevarás a las niñas lejos y las pondrás a salvo, Marcus está de acuerdo con esta decisión y todos pensamos que es lo mejor.

— Pero...

— Nada — fue mi turno de interrumpirle —. Lo harás y no hay peros que valgan. Si no sabes nada de nosotros en un día, no guardes esperanzas y empieza de cero. Te daremos un bolso con pasaportes y una buena suma de dinero, si algo me llegase a pasar... cuida de Sam como siempre lo has hecho.

— No digas esas cosas — susurró con la voz quebrada —. Nada saldrá mal.

— Pensar eso es demasiado estúpido. Soy consciente de que todo puede salir mal y quiero asegurarme de que las niñas estarán bien.

Asintió, pero no contentó. Le dolía mi realidad, a él le dolía tanto como a mí lo que esta guerra podría dejar. A pesar de que no le gustaba mucho mi idea, sabía que Bestian lo haría, y con Marcus no encontramos una mejor persona para que se hiciese cargo de las niñas que él. Bestian era leal, sobreprotector y si algo nos pasase, él le brindaría todo el amor que les faltase. Eso era lo que me consolaba todas las noches, el saber que ellas estarían bien, que Bestian las amaría.

[***]

— ¿Y a qué se debe esta cena? — preguntó Pía sentándose frente a mí.

Estábamos todos reunidos en la casa Marcus, idea de él, para poder decirles a Sam y Pía la decisión que habíamos tomado con Marcus. Habíamos pensado que lo mejor era que su partida fuese después del cumpleaños de Pía, quedaban menos de tres semanas y aunque prefería que su partida fuese lo más antes posible, no quería arruinarle el festejo a Pía.

No había nadie más que nosotros cuatro sentados en el comedor, en un intento de parecer personas normales. El ambiente era cálido, sacando de lado el que la hija de Marcus aun no le agradaba del todo mí presencia. La entendía, le había roto el corazón a su padre y había abandonado a su mejor amiga, obviamente yo no le inspiraba mucha confianza, pero no me importaba, ella tenía sus razones y yo la entendía.

— Nosotros debemos decirles algo que hemos decidido — comenzó a hablar Marcus, bajo la atenta mirada de las niñas. Sam me miró por un momento, buscando algún indicio en mi rostro, le sonreí dándole a entender que no era nada malo. No, para ellas.

— Se irán por un tiempo de viaje, luego de tu fiesta — continué, ya que Marcus me rogaba que lo soltase yo. A él le costaba aquella decisión, supuse que ya se había imaginado a lo que en verdad nos estábamos enfrentando.

— ¿Esto es por el padre el de Sam? — preguntó Pía, confundida.

— Sí, se irán con Bestian y Génesis por unos días.

— Me quedaré — afirmó Samantha clavando sus ojos verdes en mí, había determinación en ellos.

— No — respondí con firmeza, no iba a negociar aquello. Marcus apretó mi mano, brindándome apoyo —, te irás y estarás a salvo.

— Pero...

— No lo voy a negociar Samantha, esto es por su bien.

— Pero es por mí por quien luchan, con mis poderes tenemos una ventaja sobre él.

— Entendemos tu punto de vista, Sam — interrumpió mis palabras Marcus —. Pero por más que seas poderosa... ni tu madre ni yo estamos dispuestos a arriesgar sus vidas. Esto no está en discusión y si quieres negarte le estarás faltando el respeto a tu Alpha, es una orden.

Sam no replicó a las palabras de Marcus, pero si mantenía una mirada dura y distante hacia mí. Sabía que sus intenciones eran buenas, pero nunca pondría en riesgo su vida. Rogaba porque me hiciese caso y que no haya sacado mi lado testarudo.

El resto de la velada fue incomoda y las niñas luego de cenar decidieron desaparecer escaleras arriba. Marcus y yo nos quedamos charlando en la sala mientras gozábamos de un buen vino y de una larga sesión de besos.

— Estas aquí — gritó Aisha, entrando en la sala.

— ¿Qué haces aquí?

— Perdón por la intromisión, pero debía hablar de algo urgente contigo.

— Anda, ¿sucede algo malo? — preguntó, Marcus.

— Para nada, es una buena noticia — sonrió, en sus ojos había un brillo esperanzador. Se sentó al frente nuestro y luego de mirarnos reiteradas veces volvió a sonreír.

— Pareces loca, vamos, cuenta la buena noticia — la alenté, ansiosa por su felicidad.

— Descubrí como deshacernos de Maximus — soltó de sopetón, asombrándonos. Marcus me miró con el mismo brillo que tenía mi amiga y yo no pude hacer nada más que fruncir mi ceño sin dejarme llevar por la esperanza de ambos.

— No hay otra forma, además de la que ya sabemos.

— Te equivocas — quitó mi copa de vino y la bebió de un trago —. Mi abuela y yo estábamos trabajando en esto desde que te conocemos, no quería decirte nada porque no quería dar falsas esperanzas, pero al fin lo logramos.

— ¿De qué hablas?

— Hemos creado un hechizo en el que nos quedaremos con su alma — sonrió orgullosa —. Al fin logramos atrapar el alma de un ser, de esa manera podremos deshacernos de Maximus.

No puede evitar abalanzarme sobre ella y abrazarla, era la mejor noticia que me habían dado en cientos de años. Aisha había cumplido mi sueño realidad y sin dudas la misma esperanza que antes tenían ellos, ahora la tenía yo.

Abracé a Marcus sin dudarlo, luego de agradecerle cientos de veces a Aisha. Él me envolvió en un fuerte abrazo, llenándome de calidez. Me había resisto por tanto tiempo a tener esperanzas porque sabía que tarde o temprano Maximus acabaría con ella, pero ahora por fin experimentaba ver más allá del presente, poder soñar con un futuro.

Luego de trazar un plan, Aisha y yo nos fuimos de la casa de Marcus, a pesar de que él insistió en que me quedase. Mañana mismo nos juntaríamos todos para ver qué decisión íbamos a tomar, la idea de que la guerra siguiese no le agradaba a nadie, pero sabíamos que era la única forma en la que Maximus se acercase a nosotros.

Estaba sentada en la sala en mi casa, dándole vueltas al asunto, cuando un olor peculiar invadió la entrada de mi casa. Con alerta me puse de pie, girándome en un rápido movimiento me llevé la sorpresa de ver la figura de la persona que atormenta todos mis días.

— Maximus — afirmé, sin poder creerme que él estuviese de pie en la entrada mi casa.

Siiiiii me encanta el suspenso! Otro capitulo más que se lleva muchas intrigas con él. 

Pos nada, en Instagram les dije que seguramente me iban a matar <3

 Nos leemos pronto. 

-Besos Ailen.

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