𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘: TRES
❪ Cherry. ❫
EL FUERTE ESTRUENDO del metal del coche cuando la bala impacto contra este nos hizo a todos reaccionar, recordándome que me encontraba en medio de todo. Me apresure a correr hasta Luther, mientras que el camión de helados golpeaba el auto en el que Hazel y Chacha habían llegado.
—¿Dónde está Cinco? —fue lo primero que Luther preguntó al verme, negué reiteradas veces, asegurando el cinturón al rededor de mi cuerpo.
—Ahora mismo, puede irse al carajo —respondí, su mueca solo me hizo saber que lo había confundido —Escucha Luther, no lo necesitamos, luego te explico.
El asintió, no teníamos otra opción de cualquier forma.
De camino a la academia no hice más que mirar por la ventana, tratando de ignorar la mirada de mis hermanos sobre mí, sentía mis ojos arder con fuerza, mi cabeza seguía doliendo y mis rodillas punzaban.
Tan rápido como llegamos, baje del auto yendo directo hasta mi habitación, me encerré en ella, observando todo y, en un impulso, comencé a sacar todo lo que tenía en mis cajones, lanzandolo por toda la habitación.
Las cosas chocaban contra las superficies, algunas contra la pared, o contra el mismo suelo.
Me dejó. Cinco se fue. Una vez más, ¿por qué pensé que rogándole iba a detenerse?
—Felicidades imbécil, si antes no tenías dignidad acabas de tirar por la borda el poco orgullo que te quedaba —le hable al espejo, notando como mi reflejo tenia la cara sonrojada con fuerza, odiando cada aspecto de este, porque cada detalle de él me hacía recordar a Cinco.
La habitación se volvió fría, maldije por lo bajo, sabiendo que significaba eso.
—¿No se supone que tú lugar es con Klaus? —me gire, notando como Ben miraba todo en mi habitación excepto por mi.
—Creí que tal vez tu podrías ayudarlo, aunque... ¿Esta todo bien? —suspiré asintiendo, salí de mi habitación cerrando la puerta detrás de mí.
La habitación de Klaus estaba algo lejos de la mía, aún así llegue tan rápido como pude para evitar las preguntas de Ben.
—Klaus —ahi estaba el, le dedique una leve sonrisa —¿Estás pensando en el, eh? —el me devolvió aquella débil sonrisa de labios cerrados, con su clara mirada nostálgica
—¿Dave? Si, el solo... ¿Recuerdas que el primer día no paraba de mirarnos confundido? —asenti, sintiendo la tristeza al recordar ese día —Fue el primero en hablarme, me dio su confianza, su amistad, cuando salimos y pasó algo entre nosotros —se levantó, tomo un par de bolsas de su mesón y se dirigió al baño —No logro comprender como un día normal, peleando por el país fuera a el a quien... —su voz tembló, me acerque a pasos lentos —... Una bala lo alcanzó, y lo peor es que no me di cuenta hasta minutos después, pude haber hecho algo pero ya era muy tarde. Dave se había ido —sollozo y me miro
Aquella mirada me lo decía todo, estaba llena de pensamientos tristes, felices y dolorosos. Sobre todo aquello último.
—Por dios, Klaus —lo abrace fuertemente, escuchaba suspiros cortos de su parte —Te lo dije antes, te apoyaré y acompañaré en lo que vayas a hacer, solo dime qué es —el sonrió levemente, se alejo y dio media vuelta, soltó lo que tenía en la bolsa
Se escucharon golpes insistentes en la puerta
—Ocupado —dijo Klaus, pero aún así Luther asomó la mitad de su cuerpo por la puerta
—¿Eres sordo? —murmure por lo bajo, logrando que solo Klaus me escuchará
—Que bien, están despiertos —su semblante serio cayó directamente en Klaus, este se froto la cara frustrado
—Debemos hablar, todos. Así que nos vemos en la sala de estar —aviso
—¿Sobre que? ¿Lo imbécil que puede ser número Cinco? —pregunte en tono molesto, Luther me miro confundido, aún así asintió.
—Sobre todo —fue lo único que respondió antes de irse. Suspire cansada
—Bien, vamos Klaus —le hice una seña y me acerque a la puerta
—De hecho, mi agenda está llena —agrego haciendo una mueca, sonreí burlona
—Tampoco hay tiempo para eso, el mundo acaba en tres días. Solo vamos a burlarnos de lo que sea que vaya a decir Luther —le dedique una última sonrisa antes de salir de su habitación
—¿Tres días? —fue lo último que escuche de Klaus antes de alejarme por el pasillo
Baje hasta el punto de encuentro que había dicho Luther, parecía que nuestros hermanos ya habían adelantado un poco el tema, en cuanto entre la mirada de ellos se centro en mi por unos segundos, sin embargo continuaron con normalidad
—Hablo del apocalipsis, ahora que lo recuerdo —dijeron —Pero no dijo que tan pronto—subio y bajo sus cejas
—¿Pero podemos confiar en el? No sé si lo han notado pero Cinco es algo... —Klaus silbo moviendo su dedo en círculos a un lado del oído
—Realmente ni yo sabría que responderte —dije —Creanme cuando les digo que nadie lo conoce en realidad —la morena me miraba extrañada desde el otro lado de la sala
—Nuestro pequeño psicópata —Klaus sonrió de forma divertida
—Sonaba muy seguro —el rubio siguió insistiendo
—Bueno, yo puedo decirles que el apocalipsis es real. De no ser así Hazel y Chacha no habrían intentado sacarnos información —explique, Klaus asintió, Allison nos miraba sorprendida
—¿Que es lo que vio Cinco? —pregunto la morena
—Aparentemente, luchamos juntos contra el responsable del apocalipsis —dijo Luther, hizo una pausa muy larga dejando en suspenso a todos. Rodé los ojos al recordar la misma pausa dramática que había hecho la encargada
Lo observé esperando a que siguiera con eso, pero con el paso de los segundos iba perdiendo más la esperanza
—Bien, este es el plan, revisamos la investigación de papá-
Diego lo interrumpió antes de que continuará
—Espera, espera —hizo ademanes para detener lo que el rubio planeaba decir
—Un momento, ¿que sucedió la primera vez? —hizo una mueca mirando al primero de nuestros hermanos
—¿Que es lo que no nos estás diciendo? —pregunto también Diego
—Vamos Luther —sonrei burlona, riendo internamente —No es taaan malo, solo dicelos —su cara era todo un poema, los miraba asustado, tragó saliva duramente
—Morimos —respondio en un susurro forzado, le tomo un gran tragó a su café después de decirlo, yo intentaba no carcajearme de su cara
—¿Que dijiste? —Allison levantó su ceja, observé expectante la reacción de Luther pero no daba algún indicio de responder
—Dijo que morimos —respondi en voz alta y clara, esperando que está vez ninguno preguntará de nuevo
Los tres se miraron angustiados unos a otros hasta que el silencio desapareció cuando una sombrilla cayó de la nada asustando a todos.
—Mierda —murmure
—Ustedes maldicen mucho para ser unos niños —rode los ojos al escuchar lo que Klaus había dicho, soltó sonora carcajada
—Callate Klaus —pedi con una sonrisa, dando un ligero golpe en su antebrazo
Debía admitir que admiraba eso de Klaus, podrían pasar miles de situaciones desgarradoras pero el se mantendría con una actitud deslumbrante. Me arrepentía de no haber pasado mucho tiempo junto a el en nuestra infancia, tal vez de haberlo hecho ahora mismo todo sería tan distinto.