Mentiras Pecadoras [ Trilogía...

Por MonttemagnoAaanto

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¿Alguna vez les pasó que, de todos los chicos que hay en este mundo, justo terminaron volviéndose locas por e... Más

Prólogo
1.El aeropuerto
2.La fiesta de bienvenida
3.Ojo por ojo, Jessica
4.Último fin de semana
5.Voto de confianza Parte 1
6.Voto de confianza Parte 2
7.Marcas de guerra
9.El futuro de Christopher Sky
10.Bipolar
11.El antiguo grupo
12.Heredero
13.La casa del abuelo Juan
14.Secuestro y escape
15.Comenzar a confiar
16.Mi querido nerd
17.Préstame tu corazón
18. Tinta maldita
19.Juegos engañosos
20.Deuda de por vida
21.Una llave que desata el infierno
22.Nada bueno trae seguir a los Egorov
23. El príncipe de la mafia
24.No puedes confiar en el diablo
25.Porque quiero tocarte, baby...
26.Demonio en la piel de un ángel
27.Destino sellado
28.La otra cara de la moneda
29.Ella y un tatuaje
30.Pecador
31.El león y la gacela
32.Castillos en el aire
33.En todos los sentidos, en todas las formas.
34.Palabras necias, oídos sordos
35.As bajo la manga
36.Mejor jugador
37.Perdidamente enamorada de ti
38.El correcto
Anuncio importante
39. Dusk Till Dawn
40.El villano
41.El sol que culmina
42.Besos a escondidas
43.Tan frágil puede ser la tregua
44.Juego de adultos
45.Corazón frío, deseos calientes
46.Cara a cara
47.Poder
48.Desaparecer
49.Luna
50.Un poco de paz
51.TA-TE-TI
52.Los traidores pagarán, igual que tú
53.Tú
54.Provocar a Dios
55.Eclipse
56.Todos somos culpables
57.Liza
58.Un aliado entre las sombras
59.La última mentira
60.Mentiras Pecadoras
Epílogo
Escena extra 1
Escena extra 2
Agradecimientos
Jugada Divina. Libro II

8.Gimnasio clausurado

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Por MonttemagnoAaanto

—Wow wow wow— nos detiene mi mamá—. Niñas ¿Por qué tanto apuro?

Maya y yo no podemos evitar ocultar nuestra risa.

Están a punto de ver a mi madre curiosa en acción. Luego no pregunten a quien salgo.

— ¿Qué hicieron? — Abre sus maravillosos ojos verdes— Jessica... — me muerdo el labio intentando no explotar de la risa. Cada vez que ella quiere sacarme información sabe cómo someterme— ¿Vas a decirme?— Abre esos inmensos ojos verde aceituna que me obliga a decir la verdad con solo una mirada tan intensa y penetrante que no soy capaz de resistir—. Jessica Elle Montero. Dígame ahora qué hizo esta vez.

Tengo las manos escondidas detrás de mi espalda, creía que Aaron les había dicho.

Maya tiene los labios apretados para contener la risa, ni ella es inmune a las miradas de mi madre.

—Nada, mami— mi mamá levanta una ceja oscura. En vez de poner cara seria, esboza una sonrisa pícara que hace que no pueda soportarlo más. Es muy buena en sacarme información.

—Bueno— Maya se frota las manos—, ustedes tienen que hablar y yo no tengo que...— maya intentaba escapar subiendo las escaleras pero la voz de mi mamá la detiene en seco.

—Alto ahí, Maya— la detiene sin sacarme los ojos de encima.

— Sí, señora.

Siento unas palmaditas en mi hombro, cuando rompo la conexión con mi madre, me encuentro con los ojos cafés de mi hermano quien está sonriendo con malicia.

—Disfruta tu charla de madre e hija— Marcus parece disfrutarlo hasta que habla mi mamá.

—Tú no lo disfrutes tanto, Marcus, que también te castigué por no dejar en paz a tu hermana— ahora le está clavando los ojos a mi hermano.

¿Quién se ríe ahora, Marcus?

—Sí, mamá— baja la cabeza, obedeciendo. Mi mamá le hace una seña con la cabeza y Marcus se aleja vencido. Abandona la habitación derrotado por nuestra madre.

Ella es la mujer que siempre ha logrado domar a Marcus. A él y al resto de la familia. Es una fiera.

Ella deja escapar el aire.

—Quiero verlas, Jess— extiende la mano para que se las muestre. No me queda más remedio que dárselas. La expresión de mi mamá cambia de curiosa a enojada a preocupada—. ¿Es cierto que te caíste? — me dice por lo bajo.

Mi mamá es la madre menos común que conozco. En el buen sentido. Sé que siempre puedo decirle la verdad y que no tengo que mentirle. Es como mi mano derecha, mi cómplice.

Niego con la cabeza.

—Bueno— se acerca un poco mientras acaricia mis manos vendadas—. Más tarde hablaremos. No le digas ni a tu padre ni a Marcus.

—Ok, mamá— deposita un tierno beso en mi frente.

—Y más te vale que luego me digas por qué llegaron corriendo del Uber— me guiña un ojo.

Asiento y me dirijo hacia las escaleras, donde Maya me espera. Cuando nos encontramos en el tercer escalón comenzamos a subir juntas.

Al llegar a mi cuarto, lo primero que hago es cerrar la puerta, Maya se deja caer sobre mi cama, se estira.

—Adoro a tu madre— no es una sorpresa, todo el mundo ama a mi mamá. Tengo suerte de tenela—. Mis padres me hubieran pateado el trasero si hubiera llegado con vendas en ambas manos.

—Sí, creo que tengo suerte.

— ¿Qué quieres hacer? Todavía tengo mascarillas.

—Por eso te amo.

Salto encima de ella, todavía traía la mochila a su espalda así que cuando salté su espalda golpeó los tacones que traía en la mochila.

—Auch— dice por lo bajo. Envolví mis manos alrededor de sus brazos, hice lo mismo aferrando mis rodillas a sus caderas. Soy una garrapata—. Odio que hagas eso.

—Cállate. Tú me amas— le doy un golpecito en la mejilla y me separo de ella para que pueda respirar.

—Sí, pero besas horrible.

—Ja-Ja.

Ni siquiera voy a responder a eso, ella me retrucaría si le dijera que no me había esmerado.

Si May fuera Aaron me hubiera esmerado cuando iba a besarlo, no importa que sea estando borracha. Hubiera puesto toda mi esfuerzo en hacerlo bien. Ahora que recuerdo, todavía traigo su camiseta.

Le digo que voy al baño y salgo de allí.

Cuando entro me quito la camisa de jean de Maya y saco la camiseta de Aaron que estaba metida de los extremos dentro de mi pantalón.

Me acerco al espejo para mirarla mejor.

Es demasiado grande para mí. Paso la mano por la tela y la huelo. Huele a Aron. Menta y cigarrillo. Me gusta.

Me detengo en seco y abro los ojos cuando me doy cuenta de que para ponerme esta camiseta él...

Ahogo un grito. Aaron Sky me vio casi desnuda. No puede ser. Con lo avergonzada que soy. Entonces recuerdo otra cosa de anoche.

—Vamos, Jess. No puedes dormir con un vestido salpicado en vómito— me dijo Aaron cuando me bajó de su brazo. Había deja a Maya en el piso de la puerta de entrada. Primero me estaba cargando a mí. Su departamento era lindo, muy Aaron.

—Claro que puedo, Aaron— dije.

—Ni siquiera es tu vómito.

— ¿Ah no? — incliné la cabeza, percatándome de que tenía razón, sentí mucho asco—. Es cierto.

Aaron se acercó a mí cuando sentí que iba a caerme por inclinarme tanto hacia adelante. Me tomó de los brazos y yo choqué contra su fuerte pecho.

Mis manos tomaron sus antebrazos y juro que mi cuerpo tembló. Sentía esa chispa que repercute en mi cuerpo cada vez que lo tengo tan cerca.

—Wow, no solo estás demasiado bueno con ese bello rostro y tus hermosos ojos— admití—, sino que también estas demasiado bueno completo. Eres el maldito combo de Mc'Donald. Con las papas con cheddar y bacon, un perfecto combo de carne— puse demasiado enfacis cuando dije la palabra carne.

Aaron se rió, era una sonrisa honesta, incluso juraría que se sonrojó.

—Tú tampoco estas mal, rubia— me mordí el labio.

Dios, adoraba con todo mi ser que me dijera así. Lo decía con tanta sensualidad en las palabras.

El que diga que no estaba mal era como una luz de esperanza para lanzarme hacia él y que no me rechazara, como siempre sospeché que haría si intentaba insinuármele.

—Dime rubia otra vez— mi cuerpo se unió al suyo, no me importaba un carajo que estuviera vomitada, a él tampoco parecía importarle.

Aaron se inclinó hasta mi oído y susurró:

—Rubia.

Me estremecí, mis piernas se hicieron de gelatina y se me cortaba el aire. Me mordí el labio con más fuerza cuando colocó ambas manos en mi cintura.

Mi cuerpo se tensó un poco cuando escuché que bajaba el cierre de mi vestido. Pero la verdad que no me importaba.

—Descuida, no voy a hacerte nada— que decepcionante. Necesito cambiarte de ropa antes de limpiarte las manos.

Estaba decidida a dejarme llevar por el deseo. Mientras él bajaba el cierre de mi vestido yo me separé un poco para comenzar a desabotonar los primeros botones de su camisa, Aaron detuvo su esfuerzo inútil por bajarme el cierre. Desabotoné su ropa despacio hasta que ya no soporté el esfuerzo que mantenía por hacerlo lento y de un tirón logré abrírsela. Aaron estaba entre sorprendido y excitado, lo presentía, podía verlo en sus ojos que por alguna extraña razón se habían tornado negros. Era su pupila, lo sabía. Tal vez él estaba borracho también pero me deseaba, como yo a él.

—Creo que tú eres el que debería estar preocupado— otra vez usé mi tono seductor.

Lo tomé desprevenido. Con toda la desesperación que sentía en ese momento lo despojé de su camisa blanca que ahora estaba un poco manchada de vómito y la tiré al suelo.

—Jess— se quejó e intentó apartarme, era un esfuerzo inútil—, basta, no es el momento— gruñí y puse los ojos en blanco. Pero estaba bien, porque lo que iba a hacer serviría para que dejara de esquivarme.

Expandí la distancia que nos separaba hasta tocar el borde del sofá azul. Aaron estaba inquieto en su lugar, impaciente. No tenía idea de lo quería. Cuando mis ojos descendieron hasta su pantalón, ellos vieron lo que querían ver. Estaba tan duro que creía que la verga le explotaría. Había logrado excitar a Aaron Sky. No iba a detenerme.

Me mordí el labio. Cuando caminé hacia atrás para continuar mi deleite con su amigo despierto, mi vestido bailoteaba y comenzaba a caerse, así que lo ayudé. Lo bajé hasta que tocó el piso y los ojos de Aaron salieron de órbita. Estaba muy orgullosa de lo que estaba haciendo.

De nuevo caminé y Aaron no pudo resistirse a mí. apretaba los puños para controlarse. No quería que lo hiciera. Nunca volvería a tener el valor para poder hacer lo que estaba haciendo. Al menos no sobria.

Sé que tendría que haberlo besado, pero tenía que hacer algo primero. Tomé el borde de su camiseta blanca y tiré de ella hasta dejarlo desnudo de la cintura para arriba, Aaron no opuso resistencia y eso me gustaba. Mientras él estaba anonadado por lo que estaba haciendo, yo comencé a quitarle el cinturón.

—Jess, basta, estás muy borracha.

—No me importa— me concentre en mi trabajo, su verga me estaba llamando.

—Soy el mejor amigo de tu hermano.

—No me interesa.

—Entiende que no...

—Ya cállate, Aaron— le supliqué. Para colmo mis dedos estaban dormidos y me estaba llevando una eternidad terminar de quitarle el cinturón.

—A la mierda— gruñó entre dientes. Cedió.

Al fin inició su ataque hacia mí. Por primera vez en mi vida Aaron estaba besando, mordiendo y chupando mi cuello ferozmente mientras yo me esforzaba por hacer una cosa estúpida pero parecía imposible en ese momento.

Estaba temblando.

Era mejor de lo que había imaginado. Sus dos manos descendieron y se aferraron a mi trasero con deseo, acercándome más a él.

Me alegraba haberme puesto ropa interior linda esa noche.

—Aaron— solté ese gemido que tenía escondido desde hace años.

Aaron siguió besando mi cuello y bajó hasta mi pecho para comenzar a morder mis tetas que sobresalían de mi brasier.

Estábamos tan sucumbidos. Mi cuerpo sudaba al igual que el de Aaron y sentía mis bragas tan mojadas que sabía que tendría que...

— ¿Dónde estoy? — preguntó alguien. Maya.

El momento fue congelado porque a penas Aaron escuchó la voz, se separó de mí en menos de lo que tardo en respirar.

No sé cómo, pero cuando volví a recordar, mi cuerpo estaba cubierto por la camiseta que le había quitado a Aaron. Otra vez estaba cubierta, otra vez insatisfecha, otra vez sin Aaron.

Ay por Dios. Me llevo las manos a la boca. Al instante me reviso el cuello. No, no tengo nada. Que bue...¡¿Nada?! Soy una alienígena. Ahora que recuerdo con qué intensidad y fuerza me besaba en el cuello, no puedo creer que no tenga nada. ¿Acabo de recordar un sueño entonces? Mi cuello apenas está enrojecido pero no hay marca, ninguna.

Sí, fue un sueño. Eso fue.

Todo el día transcurrió como uno normal. Maya y yo vimos películas, tres en total. Cuando llegamos a la tercera Marcus quiso verla con nosotras y cuando se hizo de noche se fue a prepararse para su siguiente día de trabajo. Cenamos, Maya y yo preparamos las cosas para mañana y después de nuestras charlas apagamos todo y nos fuimos a dormir. Mejor dicho, ella. Yo no he logrado conciliar el sueño. Son las cuatro de la mañana y estoy sentada en el sofá de la sala de estar, con la luz apagada, en silencio y a oscuras.

Estoy abrazada a mis rodillas.

No dejo de pensar en lo que recordé, en Aaron. El recuerdo se sintió demasiado real. Pero no hay nada en mi cuello, nada. Nadie puede besar con tanta intensidad y deseo sin dejar ni una marca. Mi imaginación vuela demasiado.

— ¿Hija? —Escucho que me llama mi madre— ¿Eres tú?

—Sí— murmuro con tristeza. Mi mamá se acerca hasta el sofá. A penas logro verla pero sé que lleva puesta la bata de noche.

— ¿Qué sucede? Son las cuatro de la mañana.

—No puedo dormir.

Escucho que se sienta a mi lado y pone una mano en mi rodilla.

—Sabes que puedes decirme, corazón.

Lo medito un instante, sé que puedo confiar en ella. Como dije, no es una madre cualquiera. Pero aun así me avergüenzo de lo que hice.

— ¿Es por lo de tus manos? — me pregunta.

Cuando mis ojos se acostumbran a la oscuridad, me dejo caer sobre su hombro. Mi mamá huele a hogar. Me siento segura cuando estoy con ella. Siento que puedo abrirme y que no va a juzgarme. Algunos pensarán que soy muy infantil por sentirme tan conforme con mi mamá, pero soy así, somos así. Mientras que muchos adolescentes tienen diferencias con sus padres y quieren dejar la casa y no verlos más, mi mamá y yo hablamos de cosas y nos comunicamos bastante bien. Somos muy compañeras.

Creo que en promedio, en una semana discuto solo una o dos veces con ella, pero si nos peleamos son por cosas importantes, no por estupideces como hacen los demás. No somos una madre e hija normal, y esa es una de las razones por las que somos felices.

—No es por eso— Ella rodea mi hombro y me acerca más a su pecho—. Pero está relacionado.

—Díme.

Suspiro antes de comenzar a relatarle todas las cosas que hice.

—Anoche me emborraché— inicio.

— ¿Qué sucedió? ¿Qué pasó después?

—Aaron.

— ¿Aaron? — preguntó confundida, se quedó pensando un instante hasta que descubrió de quién hablaba—. Aaron Sky— concluyó, un tanto molesta pero no conmigo o por mí, sino que ella también es conciente de todo lo que sentía por él.

—Sí, estaba borracha y... quise besarlo. Me lancé hacia él.

— ¿Lo hiciste? ¿Lo besaste?— pregunta con dulzura mientras me frota el brazo con cuidado.

—No pude, apareció una chica y comenzó a decirme cosas... horribles— espero a que me diga algo, no lo hizo, solo levanta las cejas para que continúe—. Me dijo que no era buena para él, que era patética y que nunca se fijaría en mí. Estaba tan enojada y con los sentimientos tan expuestos así que... la golpeé. Me lancé hacia ella y comencé a lastimarla.

—Eso explica lo de las manos— razona—. Hija, no debiste hacerlo.

—Lo sé, ma— murmuro—. Estaba enojada, no pude evitarlo.

—Te entiendo— deja descansar su cabeza sobre la mía y me acaricia la sien con su pulgar—, pero las discusiones no tienen por qué hacerte que inicies una pelea. Debes ser agresiva con las palabras si son agresivos contigo, pero nunca llegar a golpear a alguien. Debes ser mejor que eso, Jess. Las peleas no sirven de nada, solo genera más violencia.

—Sé que tienes razón.

—Prométeme que ya no lo harás, hija. Eres mejor que eso.

Se lo prometí una vez, cuando era una niña asustada y enojada. Pero sé que estando sobria no lo habría hecho, ya no soy esa niña. Esa pelea fue una caída pero me levantaré.

—Lo prometo, mamá— no volveré a fallarle. Seguiré cumpliendo esa promesa.

—Muy bien— me besa en la frente de nuevo—. Ahora dime, ¿Qué sucedió con Aaron?

Carajo, esperaba que no me lo preguntara.

—La verdad que no sé qué decirte respecto a eso— admito.

—Jessica.

Suspiro.

—Le pregunté qué pasaría si yo no fuera la hermana de su mejor amigo.

— ¿Y qué te dijo?

Te haría mía. Dice su voz en mi cabeza. No puedo decirle eso a mi mamá.

Trago saliva y pienso en cómo decirlo con otras palabras.

—Que habría una oportunidad— bueno, técnicamente a eso se refería.

— ¿Y no la hay?

—Mamá— le lanzo la mirada de ¿En serio? Ella no parece entender—, ya sabes quién es mi hermano.

— ¿Y? aquí entre nosotras, tu hermano, aunque lo amemos, es un idiota.

Ahogo una carcajada. Distingo la sonrisa de mi madre en la oscuridad de la noche. Es hermosa cuando sonríe.

—Cuando dos personas se gustan nada puede impedir que estén juntos, ni siquiera los familiares de la pareja. Y si deja que alguien impida eso es un idiota.

Tiene razón, pero aun así...

—Eres la primera persona que no me dice que él no es bueno para mí.

—Soy tu madre— lo dice con orgullo—. Si quieres estar con Aaron Sky siempre tendrás mi apoyo, corazón.

Es lindo escuchar a mi mamá dándome su bendición, lástima que es innecesaria porque nunca voy a estar con él. Hago una mueca.

—Igual él ya me dijo que no va a pasar nada entre nosotros.

Pero eres la hermana de mi mejor amigo. Y no va a pasar nada entre nosotros, Jess. De nuevo sus palabras de sentencia repercuten en mi cabeza.

—Nadie sabe lo que le depara el futuro, mi amor— me coloca un mechón detrás de mi oreja—. Nada está escrito.

—Te amo, mamá— la abrazo con todas las fuerzas del mundo.

Igual sé que nunca sucederá nada entre los dos. Sé que soy negativa, pero es la realidad. Aunque ahora el futuro no parece tan gris al escuchar las palabras de mi madre. Mi compañera incondicional.

—Yo también te amo, nena. Ahora ve a dormir o te juro que mañana te dejaré las manos peor de lo que están si no te levantas para tu primer día de clases.

Salto del sofá antes de que me golpee el trasero y vuelvo a mi cuarto.

Maya sigue en su quinto sueño cuando regreso a mi lado de mi cama. A penas me cubro con las sábanas y me recuesto sobre mi almohada, mis ojos se sienten pesados, al fin he encontrado el sueño. Eso es gracias a mi mamá.

Cada vez que necesito luchar contra mis demonios que no me dejan dormir, ella llega y me soluciona todo. Esa es mi madre. La medicina perfecta para todos mis dolores.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, una insistente alarma altera mi tranquilidad. El sol entra por mi balcón. ¿Ya se hizo de día? Había olvidado que puse el reloj para...

Mierda.

— ¡May! Nos quedamos dormidas.

(...)

El primer mes de clases se lo llevó el viento. Mis heridas ya habían sanado, otras marcas de guerra sumadas a la lista de mi piel. Los primeros días de clases Derek me felicitó por golpear a su hermana, al parecer él tampoco la aprecia mucho, incluso ha comenzado a juntarse con Maya, conmigo y aunque ni yo lo pueda creer con Jace.

Parece que como inició su casería por mi mejor amiga ahora quiere estar donde ella esté, y eso incluye el tenerme cerca. En el caso de Derek, parece que le gustó tanto que golpeara a su hermana que ahora quiere ser parte de este extraño grupo que se formó en tan solo treinta días. Incluso sus amigos ahora quieren reunirse con nosotras. De cualquier forma a mí me sigue resultando extraño no solo su cambio de parecer sino que ahora tengo que socializar con más personas.

Y yo que me quejaba de Aaron.

Hablando de él, no lo he visto en todo Septiembre ni los primeros días de Octubre. Todo el primer mes de clases estuve tan ocupada con mis primeros trabajos del primer semestre que apenas tuve tiempo para respirar. No volvimos a tener pijamadas con May porque ella inició su temporada con las animadoras del equipo de la escuela, y como es la capitana de la escuadra ha estado tan ocupada como yo. Y como no he vuelto hasta entonces a la casa de los Sky los fines de semana, para mi suerte no tuve que ver a Aaron hasta entonces.

Bien por eso. Las clases comenzaron y no tengo tiempo de sufrir por cosas que no pueden suceder.

En este momento camino por los pasillos de mi escuela para dirigirme a la biblioteca. La escuela es inmensa pero hay tantos estudiantes que tardaré más en llegar.

Por lo que nos anunciaron el primer día, iniciaron la construcción para la ampliación y modificación del gimnasio. El director tuvo que clausurarlo y desde entonces la clase de gimnasia se hace en el campo de fútbol al aire libre hasta que la construcción haya terminado. Hasta entonces, tendremos que escuchar cómo trabajan por unos meses. Todavía no termino de acostumbrarme a los ruidos y a ver personas caminando por los pasillos sin uniforme. Todos vestimos tan homogéneo que el ver hombres usando colores es... ¿Raro?

A pesar de que el lugar está cerrado, los constructores caminan entre nosotros por toda la escuela. Uno pensaría que no los vería pero parece que les gusta caminar por los pasillos de la institución. Cada paso que doy me cruzo con un hombre de casco de color.

—Hola, Jess— me asusta alguien a mis espaldas. Jace.

—Hola, Jace— lo saludo y continuamos caminando juntos.

Parece que May lo ha dejado flechado. A mí también me persigue, aunque la verdad no me molesta, es agradable. No me puedo quejar. Jace resultó ser un gran chico. Adora las películas como yo pero prefiere las de ciencia ficción. Es un nerd sexy. Uno no pensaría que es un fanático de la ciencia ficción con esa apariencia. El cabello rubio lo trae lacio haciéndole resaltar los ojos azules y es de los muchos de los chicos que saben lucir el uniforme escolar. Tenemos más o menos la misma altura así que no tengo que levantar el cuello para hablar con él. Es satisfactorio conocer a alguien del sexo contrario que no sea tan alto, es más fácil para mirarlo a la cara.

— ¿Cómo está May? — es lo primero que me pregunta. Rodea mi hombro con su brazo y me acerca.

—Ocupada, casi no la he visto fuera de clases. Las porristas pomposas la mantienen ocupada.

—Entonces es mi responsabilidad cuidar de su mejor amiga, o mejor dicho, mi cuñada.

Pongo los ojos en blanco.

—Ya te dije que no voy a hablarle a May sobre ti— le recuerdo. Jace se queja como un niño, es adorable.

—Oh, porfis— suplica haciendo puchero.

—No, debes ganártela tú solito— le golpeo la nariz con mi dedo índice.

—Pero un poco de ayuda no me vendría mal— me guiña un ojo.

—Lástima.

— ¿A dónde vas ahora?

—A la biblioteca, voy a devolver unos libros que pedí a principio de clases y pediré otros— ladeo mis manos que tienen tres libros gordos. Como dije, tengo que adelantar, Princeton me espera.

—Genial, voy contigo.

— ¿No tienes clases?

Jace señala alrededor de nosotros y levanta una ceja platinada. Varios estudiantes pasan caminando, concentrados en sus teléfonos, buscando cosas en sus taquillas o solo charlando entre ellos.

—Es el tiempo libre— tiene razón, estoy muy distraída con tonterías últimamente.

—Oh, cierto. Que tonta.

—Estas enamorada.

Me detengo en seco. Me tomó por sorpresa.

— ¿Qué? — pregunto apresurada.

—Cuando alguien está como perdido en las nubes es porque está enamorado— si enamorada te refieres a que no puedo dejar de pensar en que me votaron sin haber sucedido algo previo al despacho, entonces sí. Maldito idiota. Jace me golpea el hombro con picardía— ¿Quién es el afortunado de ganarse el corazón de mi querida cuñada?

Un idiota de ojos celestes.

Basta, es una tontería que tengo que olvidar.

Además, no estoy enamorada, claro que no.

—Deja de decirme cuñada, es raro— llegamos a la entrada de la librería y Jace empuja la puerta para mí.

—Ok, cuñada.

Al entrar hago una mueca porque lo que veo es antinatural. La biblioteca está casi vacía. Creo que solo están la bibliotecaria, el conserje y un par más con las orejas tapadas. Las computadoras están vacías también. Luego comprendo lo que sucede y tanto Jace como yo nos tapamos las orejas. Los ruidos de la construcción están tan cerca de la biblioteca y este lugar es tan silencioso que los ruidos aquí son el doble. ¿Qué idiota construye un gimnasio tan cerca de una biblioteca? Vamos, es ilógico.

Jace quita su brazo y busca en su bolsillo algo, saca su teléfono y la pantalla al igual que su rostro se ilumina.

— ¡Sí! — suelta.

— ¿Qué sucede?

—Que por fin pusieron el estreno de la nueva película de Star Wars— exclama emocionado. Abro la boca de sorpresa y ambos celebramos.

—Oh, al fin— exclamo, casi se me caen los libros—. Las primeras son un clásico pero las nuevas son como de otro nivel. No se cuales amo más.

—Sí, son como el sueño de todo nerd— aprieta un puño, emocionado—. Aunque no tolero el hecho de que los directores que arruinaron el final de Game of Throne vayan a dirigirla.

—Creo que al final no lo harán.

—Eso espero. Star Wars es como el segundo amor de mi vida, no quiero tener que tirarlo a la basura.

—Concuerdo contigo— asiento.

Continuamos hablando sobre las películas. Como la biblioteca estaba tan ruidosa no nos callaron cuando comenzamos a debatir sobre el final de Juego de Tronos. Mi serie favorita. Jace no había leído los libros pero yo sí y le aseguré que en los libros terminaría distinto.

No me falles George. Rezo para mis adentros.

—Ahora que lo pienso, podría llevar a Maya a ver esa película— hago una mueca porque Maya no es para nada fan de Star Wars.

—Ella no es muy... apreciativa de la guerra de las galaxias— tendrá que pensar en otra cosa si quiere conquistarla.

— ¿Iría si tu fueras con ella? — puedo ver en sus ojos una luz de esperanza. Creo que le gusta en serio. Es muy tierno. Pero aun así:

—Te dije que no iba a ayudarte, tienes que conquistarla tú.

—No lo consideres como una petición. Podrías... venir conmigo a verla y traerla a ella contigo, como un grupo— bueno, así no era tan mala la idea—. Vamos, podemos ir los tres como amigos. No como ella y yo en una cita y tú— oh oh, algo se le está ocurriendo—... yo podría invitar a mi mejor amigo también.

—Ah no, eso no— niego con la cabeza—. Ni loca será una cita doble—. A penas puedo pronunciar dos palabras cuando estoy con un chico. Peor, si dice algo que me molesta o me dice algún comentario sobre las rubias voy a estar de mal humor toda la noche.

—No sería una cita doble, sino una como amigos, ya lo dije. Un grupo— intenta convencerme—. Por favor. Además, me caes muy bien y con mi amigo somos muy unidos. Como tú y May.

Suspiro. No puedo creer que vaya a hacer esto. Por alguna razón quiero ayudar a Jace aunque no tenga que hacerlo. Me cae muy bien, hasta ahora es como el amigo que nunca he tenido. Maya siempre ha sido la única. Tal vez no sería tan malo conocer a otras personas.

—Prométeme que no lo convertirás en una doble cita— lo señalo con el dedo. Jace pone una mano en su corazón.

—Lo prometo— sonríe contento—. Por mi honor de Jedi.

No puedo creer que este chico sea un nerd y no lo molesten. Los milagros sí existen.

Nos quedamos unos minutos hablando y comenzando a preparar la salida que tendríamos pronto hasta que recordé que todavía traía los libros en mis manos. La mochila me estaba pesando así que era preferible entregarlos para sacar de mi espalda el ladrillo de mochila que traía. Entregué los que había pedido y recogí otros para la clase de inglés. Son igual de gordos que los anteriores.

Tenía la espalda tensa. Cuando logré quitarme la mochila de camino a afuera de la biblioteca, respiré profundo y enderecé la espalda.

—Voy a terminar como el jorobado de Notre Dame— me quejo con Jace mientras paso a través de la puerta de salida.

Traigo la mochila colgada en el hombro de mala forma, en cualquier momento se me caerá; y los libros en ambas manos. Jace camina detrás de mí cuando abro la puerta.

—Creí que ya lo eras— bromea.

—Ja-ja entonces tu eres un...— cuando traspasé la puerta de salida, no estaba prestando atención y choqué contra alguien demasiado alto.

En eso los libros, mi mochila y varios papeles que no eran míos salieron volando y aterrizaron en el suelo.

Genial. Espero que no se hayan estropeado.

Mi reacción era lanzarme a al suelo a levantar mis cosas.

—Mierda— maldigo y me inclino para recoger todas mis pertenencias. No miré al sujeto a la cara, estaba aturdida por lo sucedido. Mi mirada se clavó en los libros, el sujeto hizo lo mismo porque ambos estábamos en el suelo juntando los papeles. Acerqué mi mochila hacia mí.

—Descuida, yo puedo— me dice el chico con voz profunda.

—No, fue mi culp— reconocí esa voz. Levanté la mirada y me encontré con esos ojos celestes que me dejan siempre boquiabierta. No podía creerlo—...Aaron.

¿Qué hace aquí? ¿Por qué esta de traje? Y también ¿Por qué se ve tan hermoso? Alto, borraré esa última pregunta de mi cabeza.

Aaron hizo una media sonrisa y moviendo la cabeza se retiró un mechón de cabello rizado. Mierda, adoro cuando hace eso.

Tragué saliva. Demasiada saliva. Traía puesto un traje negro con camisa blanca sin corbata. Volví a tragar saliva. Voy a quedarme seca.

—Hola— un hoyuelo apareció en su rostro perfecto. Sento escalofríos.

—Hola— temblé al hablar. Conociéndome, estoy poniendo una cara de estúpida. Luego reaccioné, todavía estábamos en el suelo, sin movernos— ¿Qué haces aquí?

—Estoy trabajando— levanta una ceja como si tuviera que darme cuenta de algo obvio.

—Traba... ¿Qué?

Alguien se aclaró la garganta. Jace.

Aaron y yo reaccionamos y juntamos todos los papeles que claramente eran de él. Aaron tomó mis libros y se levantó, yo hice lo mismo volviendo a pasar mis brazos por mi mochila. Otra vez se sentía más pesada.

Ahora que lo tengo frente a mí, aprecio mejor como está vestido. La chaqueta la trae abierta y los pantalones son ajustados. Madre santa, es demasiado perfecto. Por supuesto que todos los hombres en traje se ven bien, pero Aaron es como algo superior a eso. Tiene una forma de vestir los trajes que hace que me babee. Sobre todo cuando no usa corbata y los primeros botones de su camisa están desabotonados. Se parece a un modelo. Literalmente.

Me paso una mano por la camisa del uniforme y me bajo un poco la falda.

Aaron parece esperar a que le presente a mi acompañante.

—Oh, Aaron, él es Jace— señalo a Jace y luego hago lo mismo con Aaron—. Jace, Aaron Sky.

Aaron le tiende una mano y se dan de esos apretones. Hasta sus manos son demasiado perfectas.

Contrólate, Jessica.

— ¿Sky? — pregunta confuso Jace cuando termina el saludo.

—Sí, ¿Algún problema? — Aaron frunce el ceño.

—Oh, no— se apresura a decir mi supuesto amigo levantando una mano—.Es que, es muy particular.

—Mmm— es lo único que responde. Observa a Jace con cara de insuficiencia y egocentrismo. Detesto cuando hace eso.

—Aaron es el primo de Maya— le digo a Jace, salvándolo de las miradas frías de Aaron.

—Claro, veo el parecido— claro. Todos los Sky tienen esos ojos tan particulares. Los genes en esa familia son superdotados.

Aaron continúa mirándolo con frialdad. Analizándolo de arriba abajo.

— ¿Qué haces aquí? — vuelvo a preguntar.

Sus ojos celestes encuentran los míos.

—Ya te lo dije, estoy trabajando.

— ¿Trabajando? Quieres decir— señalo con un dedo hacia las puertas del gimnasio— ¿Ahí?

— ¿Quién crees que está a cargo, nena? — es tan egocéntrico cuando... ¿Me dijo nena?

Ay carajo, lo hizo. Al instante mi rostro comienza a calentarse. Ya debo estar roja.

Me dijo nena.

Ahora tiene sentido el día en el que vino al Mc'Donald al cual trabajaba. Está muy cerca de aquí.

Me dijo nena.

Wow. No me esperaba eso. La palabra nena proviniendo de su boca suena tan sexy.

Basta, carajo.

—Ah— ¿En serio es lo mejor que se me ocurrió? —. Que bien.

Otra vez esboza una media sonrisa. Me ojea las manos.

— ¿Cómo están?

Levanto una de mis manos.

—Bien, ya no necesito las vendas— muevo los dedos.

—Que bien.

Cuando terminó de decir eso, su rostro se transforma, y no en el buen sentido. Su mirada se endurece y frunce el ceño cuando una mano rodea mi cintura y me acerca a su pecho. Ya para cuando me dí cuenta, estoy abrazada a Derek.

—Aquí está mi rubia favorita— me besa en la frente. Aaron está fijo a la mano sobre mi cadera.

Odio que me toquen y como ahora Derek parece querer ser mi amigo, lo hace cada vez que puede. Lo hace con todas sus amigas, también hace lo mismo con Maya.

Cuando Jace me toca sé que lo hace de la mejor forma posible y con cero segundos sentidos. Pero cuando Derek se me acerca siento rechazo, como pasa cada vez que un hombre me toca. Pasa lo mismo cuando algún chico me besa, no siento nada, na-da, y solo quiero que termine el intercambio de saliva. No me siento bien cuando otro tiene un contacto conmigo. No me pregunten por qué porque ni yo tengo idea.

No puedo explicarlo, pero el que algún chico me toque me hace querer salir corriendo. Derek no parece ser un mal tipo pero detesto su tacto, como el de todos. Salvo el de Jace y, para mi sorpresa, el de Aaron.

Aaron clava la mirada en la mano que rodea mi cintura. Yo intento disimular mi cara de molestia.

—Hola, Derek— me esfuerzo por sonreír. Derek cruza miradas con Aaron

— ¿Aaron? ¿Aaron Sky?

—Derek Douglas— el clásico saludo frío de Aaron.

—Wow— exclama Derek. Su mano continúa en mi cintura pero no quiero ser grosera y sacarlo. Es así con todas, no debo preocuparme—. Creía que estabas muerto.

—Y yo creía que al fin te habían llevado a tu verdadero planeta. Pero al parecer ni ellos te soportan— apreté los labios para no reírme. Bien jugado—. ¿Cómo está Diana?

Ash, justo cuando ya había logrado superar eso. Estaba tan tranquila que por fin no se volviera a mencionar el tema, pero no, tenían que tocarlo.

—Sobreviviendo a los golpes que le dio esta chica— presente.

—No debió meterse con ella— comenta Aaron.

—Sí, eres una fiera— gruñe Derek. Aaron no responde a eso— ¿Quieren ir afuera? — nos dice a Jace y a mí.

Mierda. Había olvidado que Jace estaba conmigo.

—Claro— asiente mi nuevo amigo el nerd y comienza a caminar hacia la cafetería—. Luego hablamos de lo del cine, Jess.

—Está bien.

— ¿Vienes, Jess? — me pregunta Derek.

—Sí, ahora los alcanzo.

Derek hace una mueca pero al final asiente.

—Como quieras— se va dejándonos a Aaron y a mí solos.

Nos quedamos en silencio unos segundos. Si es que se puede decir que había silencio con todos los golpes y ruidos que había. Aaron todavía tiene mis libros y sus papeles en las manos.

— ¿Marcus sabe que trabajas aquí?

—Claro— levanta los hombros. Recorre mi cuerpo con la mirada y luego sonríe— ¿Vas a ir al cine?

—Sí, se estrena Star Wars— creo que solo debí decir que sí. A él que le importa que vaya a ir a ver guerra de las galaxias.

— ¿Irás el día del estreno?

—Por supuesto— ahora soy yo la que levanta los hombros.

—Con ese chico— levanta el mentón señalando hacia mis espaldas.

—Sí, ¿Qué tiene de malo?

Aaron iba a decir algo pero no lo hizo. Negó con la cabeza.

— ¿Marcus sabe de esto? — pongo los ojos en blanco.

—Marcus no es mi papá.

—No, pero sabes que es demasiado guarda traseros— es cierto—. Aun así no parece de tu tipo.

Levanto una ceja.

— ¿Y tú qué sabes sobre quién es mi tipo? — le espeto.

—Eres demasiado ingenua para esa clase de chicos, Jess.

— ¿Disculpa? Puedo cuidarme sola, muchas gracias— le arrebato de sus manos los libros que me pertenecen. Me voy antes de que me saque de quicio.

—Dijiste lo mismo con respecto a lo sucedido en la fiesta y ambos sabemos qué pasó— me reprocha a mis espaldas. Me volteo con lentitud. Cuando lo observo sonríe con superioridad—. O bueno, yo lo recuerdo mejor.

—No pasó nada— en pocos pasos estoy frente a él, dispuesta a enfrentarlo.

La sonrisa de Aaron se intensifica.

— ¿Estás segura de eso? — entrecierra los ojos.

—Claro, ya recuerdo. No sucedió nada. Maya intervino antes de que...— no voy a enojarme. Debo estar tranquila—. Antes de que hiciera algo que no quería hacer.

—No parecía que no querías hacerlo cuando comenzaste a desabrochar mi cinturón — cruza sus brazos alrededor de su pecho.

Titubeo, no sé qué responder a eso sin que tartamudee.

—Estaba bo-borracha, borracha y e-enojada y-y-y no tenía control sobre mi cuerpo—. Listo, ya estoy roja como un tomate.

— ¿En serio crees que soy el combo de Mc'Donald?

Sí.

—No—levanta una ceja, orgulloso—, y ya te lo dije estaba...

— Excitada— otra vez, me ardían las mejillas—, cachonda, caliente, húmeda o mojada, deseosa. Tengo más palabras sucias que sirven para describir el estado en el que estabas por mí. ¿O estabas todas a la vez? — Está muy orgulloso de la vergüenza que me está haciendo pasar.

—Cállate— levanto el dedo acusador. Lo dije tan alto que algunas personas comienzan a observarnos. Qué vergüenza. Me acerco un poco más—. Deja de decir mentiras.

—No son mentiras. Estabas deseosa de tomar mi verga y que yo te co...

— ¡Basta! — exclamo, pero en realidad suplico. Recuerda, Jessica, gusfraba. Me recuerda mi subconsciente. Desde que vi esa película de Adam Sandler que me repito esa palabra cuando estoy muy nerviosa. Tomo aire antes de hablar—. Aun si hubiera sentido esas... cosas por ti, cosa que no fue así— mentira—, tú dijiste que nada puede pasar entre nosotros.

—Sí, es cierto, lo dije— avanza hacia mí, se aproxima a mi oído sin importarle una mierda que estemos en un espacio en donde todos nos ven y susurra—: pero tal vez no debes creer todo lo que digo, rubia— mi cuerpo está comenzando a temblar. Me aferro y clavo las uñas en los libros—. Sé que te gusta que te llame así. Así como sé que quieres que entre en ti y te de duro. Sé que quieres gemir mi nombre como lo hiciste esa noche.

¿Esa noche?

Entonces era cierto, no fue un sueño, fue real. Todavía sigo perpleja de que no me haya dejado ni una marca en mi cuello. No es porque lo quisiera, sino porque es muy raro. Eso seguía sin tener sentido. Pero era verdad, tuve un pequeño momento con Aaron. Un momento demasiado delicioso y a la vez desilusionante porque fue interrumpido, pero en verdad sucedió.

—Aaron— le suplico.

—Sé que quieres descubrir lo bien que puedo hacerte sentir — continua. Me duelen las uñas de tanto clavarlas en las portadas de los libros—, así como sé que en este momento piensas en mí haciéndotelo. ¿O me equivoco?

No puedo negarlo, ni siquiera fingirlo. Lo deseo. Todo mi cuerpo anhela que me toque, lo que es impropio en mí porque como ya dije, odio que lo hagan. Pero quiero que él sí me acaricie y me toque. Quiero que lo haga, que me haga todo lo que me susurra.

Tengo la boca seca y el corazón acelerado, está latiendo y no solo mi corazón. Nunca había experimentado esto, jamás. Esto es como la noche en la que traía solo una toalla. Pero ahora peor, porque no me estaba diciendo indirectas, estaba hablando con claridad, y lo peor es que tiene razón.

Deja de hablar. Está esperando a que yo le diga algo. Debo al menos decirle que me deje tranquila, porque esto me está confundiendo demasiado. Un minuto me dice que no podemos tener nada y al otro me dice todo esto al oído sin importarle el alrededor. Es muy raro.

No puedo decir nada, no tengo las palabras para hablar, pero no hace falta, porque me salva la campana anunciando que ya debo volver a clase.

Me aclaro la garganta y para mi suerte se aparta de mi espacio personal. Se lo ve ¿Desilusionado? ¿Insatisfecho? Como sea, no está feliz por mi silencio.

—Adiós, Aaron— logro volver a modular y a recuperar la compostura, me doy la vuelta y salgo lo más rápido que puedo de la situación.

Esto ya se me está yendo de las manos. Y cuando me refiero a esto, es a tener que mantener el control de mi cuerpo y de mí misma cuando se trata de él. Lo mejor es que me aleje. Ya lo dijo, no puede pasar nada entre nosotros y ahora veo que tiene razón. Soy demasiado vulnerable cuando dejo que me diga todas estas cosas. Cuando dejo que se me acerque o que me susurre cosas inapropiadas.

Además es un hombre de veintitrés años, yo tengo diecisiete, no puede pasar. Nada.

Esas son excusas. Excusas que ni tú te las crees. Ahora mi subconsciente me contradice, genial. Lo que me faltaba.

Tengo que dejar de ser tan débil cuando actúa como si le gustara, no le gusto, solo se aprovecha de que sabe que siento cosas por él y me tortura sabiendo la realidad.

—Hasta pronto, Jessica— hay un cierto tono de burla en sus palabras cuando me alejo a toda velocidad.

Idiota.

__________________________________________________

Espero que les haya gustado. este capítulo está hecho en honor no solo a mi mamá en su cumpleaños sino a también a todas las madres que son nuestras compañeras. 

feliz cumpleaños a mi madre a quien amo con todo mi <3

si les gustó espero su voto y si quieren pueden dejarme sus comentarios. 

hasta el siguiente capítulo y feliz escritura <3 ;)

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