𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘: GRAN ESTUPIDEZ
❪ Cherry. ❫
—ES UNA ESTUPIDEZ, una graaan estupidez —menciono por décima vez, realmente me preocupaba todo esto, y sabía que a Cinco también, solo que el era tan orgulloso que no lo demostraría.
—Bueno, de igual forma Luther iba a insistir —hablo el castaño entre dientes, también sabía que ya lo tenía irritado, pero no importaba, no si lograba que entrará en razón y detenía todo esto.
—Eres un idiota —note como rodó los ojos, e imite su acción como si de una pelea adolescente se tratara —Ambos son idiotas —murmure después, cruzando mis brazos e intentando pasar por su lado.
Aunque no lo logre, puesto que su agarre sobre mi antebrazo me hizo volver sobre mis propios pasos, lo miré sorprendida, estaba haciendo mucha presión.
—No se que demonios te sucede —fruncí el ceño al escucharlo, dispuesta a defenderme aunque me lo impidió pues siguió hablando —Pero quiero que sepas, que estas actitudes no me están gustando para nada
—¿Ah... Sí? —por un momento pareció que me había preocupado por eso, momento antes de que me sacudiera para liberarme de su agarre —¿Y como quieres que actúe, Cinco? ¿Cómo la estúpida enamorada que hace todo lo que dices sin pensarlo ni un poco? Pues lamento decirte que no va a ser así, no si estas arriesgando todo de esta manera.
Bufo con fuerza, y mi poco autocontrol lo comparaba con un toro para no gritar en este mismo instante. Lo conocía, y sabía que él también estaba tratando de controlarse.
—Podré arreglar las cosas —suspire, desviando la mirada para que no notará como rodaba los ojos —Por favor, Cherry.
Mi mandíbula estaba tensa, aún queriéndolo evitar, sentía la fuerza que está ejercía al apretarse.
—Solo... Cherry, necesito que confíes en mi, como cuando éramos pequeños, ¿Lo entiendes?
Ouch, golpe bajo, la infancia. Época en la que Cinco era mi única prioridad, cuando lo único que me importaba era enorgullecerlo, a él, no a papá, a Cinco.
Sentí el frío contacto de sus manos, acariciando mi mejilla con suavidad, y me deteste a mi misma al reconocer que seguía teniendo ese efecto en mí.
—¿Puedes hacer eso por mí? —abrí mis ojos encontrándome con los suyos, inconsciente de cuando estos se habían cerrado.
Sus orbes verdes brillaban de una manera inexplicable, estaba ahí, Cinco, mi Cinco.
—Puedo confiar en ti —declare también, y parece que eso le dio la suficiente confianza para que una sonrisa breve apareciera en sus labios, instantes antes de chicharros con los míos por un casto beso, que me descolocó de una manera inigualable, dejándome deseos por más de él, aunque eso no fuera posible porque segundos después, ya nos encontrábamos fuera de la academia, conmigo deseando que la casi inexistente posibilidad de que el plan funcionará, creciera.
—LLEGAMOS —aviso Luther deteniendo el auto.
Estábamos en medio de la nada, en una carretera que apostaba no era concurrida hace años, ni una sola alma a kilómetros a la redonda. ¿Por qué esto parecía una maldita serie de televisión?
—Cinco —giro a verme por sobre su hombro —No estoy muy segura de esto —aclare una vez más, chasqueo su lengua y me apresure a agregar algo más antes de que se molestara, de nuevo —Es que Cha-cha no es mucho de mi agrado desde... Pues... Eso.
Pareció que funcionó, puesto que me regalo una sonrisa de lado, sujetando mi mano que había estado sobre el asiento en el que el se encontraba.
—Cherry, ellos no van a acercarse a tí ni te podrán poner una sola mano encima, ¿De acuerdo? —bien, no había funcionado, mi última oportunidad para detenerlo estaba en la basura. Me obligue a mi misma a sonreír, asintiendo y volviendo mi vista a la carretera desierta.
Pasaron un par de segundos en los que reino el silencio, hasta que Cinco acabó con él, parecía que no podía estar en uno por más de cinco minutos.
—¿Saben algo? —ambos lo miramos —Nunca lo disfrute —el rubio y yo compartimos una mirada confundida, me encogí de hombros sin saber que responder a lo que Luther tomó como señal para hablar.
—¿Qué? —golpeé mi frente con la palma de mi mano.
—Matar —aclaro Cinco con olvidado, ahhh con que a eso se refería —Digo, era bueno en mi trabajo y me enorgullece, pero nunca me dio placer —paro por un segundo, inspeccionando a nuestro alrededor —Fueron todos esos años solo, la soledad le hace daño a la mente —sentí su mirada a través del retrovisor, y dirigí mis ojos hasta los suyos por el mismo espejo, sin atreverme a apartarlos.
—Te fuiste por tanto tiempo —declaró Luther —Solo pase cuatro años en la luna —¿En serio, grandote? ¿En serio?
—¿Crees que lo creerán? —cambie de tema antes de el rubio comenzará con sus problemas de papá y la luna, señalando el maletín falso.
—Bueno, lo que se, es que están desesperados por el —los tres miramos la gran estafa que estaba en las manos de Luther, si no lo abríamos, incluso yo lo creería.
Había estado por mucho tiempo a un lado de eso y podría creerlo de no saber que Klaus lo había destruido en la calle.
—Bien, es hora —los tres dirigimos la mirada al frente, donde los dos asesinos de la comisión se acercaban dentro de un auto.
Mis nervios se dispararon cuando note a Cinco abrir la puerta para salir del auto, con nosotros siguiéndolo.
—Si esto sale mal –hablo Cinco deteniendo a Luther —Hazme un favor y dile a Dolores que lo siento —Dios mío, dime que esto no es cierto.
Tome una fuerte inhalada de aire, ignorando lo escalofriante que había sido eso mientras caminaba a la par de Cinco frente a Hazel y Cha-cha.
—¿Las máscaras eran necesarias? —preguntó Cinco, ambos quitaron las máscaras de sus cabezas y las arrojaron lejos, Hazel me sonrió apenado, me limite a asentir como saludo.
—¿También era necesaria traer a tu bonita... Lo que sea? —solte una carcajada al oír a la morena.
—También me desagrada verte, cuanto tiempo —sonreí con inocencia, notando como Hazel trataba de no reír por ello.
De no haberme secuestrado y torturado, además de que si no tuviera ese trabajo, estoy segura de que ese hombre me caería muy bien.
—¿Dónde está, niño?
—Vaya, con que así es como comenzarás —enarcó una de sus cejas —¿Saben? Podemos regresar al auto y terminar por hoy —vacilaba, con una sonrisa socarrona pintada en sus labios.
—No llegarían ni a medio camino —apenas pronunciado aquello, Cha-cha saco un arma, apuntando a Cinco con ella.
Ambos la miramos, con una tranquilidad que incluso a mi me había sorprendido.
—Quizá —declaró Cinco —Pero estamos seguros de que notaron en su última incursión, que mi hermano no es un gigante... Común —la mirada de ambos uniformados se desvío por un segundo al rubio, que se mantenía quieto cerca del auto.
—Tiene razón, dejaste caer un candelabro sobre el y se levantó —hablo Hazel, sonaba bastante preocupado en realidad.
—Si... Y para el momento en el que lo mates, ya no habrá maletín, ya sabes, en buen estado —afirme, encogiendome de hombros.
—¿Y a nosotros también, cierto? ¿Cómo nos ayudamos? —preguntó Hazel, mientras Cha-cha parecía mantenerse pensando en toda la situación.
—Necesitamos que contacten a su superior —pedí, Cha-cha me miró miró diversión.
—¿Cómo sabes que no somos nosotros los jefes? —inquirió, reí sin evitarlo.
—Por favor, cualquiera puede notar que no llegarían tan lejos por si mismos —aclare con olvidado, la sonrisa en Cha-cha desapareció —Así que, llámala para hablar... Cara a cara, bonita.