Amarte, Dalia.

By nepstar

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Dalia
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By nepstar

IAN

A las 6:30 de la tarde llegamos al estacionamiento de un pequeño edificio de consultorios médicos, había tomado poco menos de una semana para que el hermano de Francis nos citara en su consultorio de forma extraoficial. Dalia había tomado la situación... bien, no parecía muy confiada a la hora de ingresar al edificio, pero, aun así, me siguió sin rechistar. El Doctor me había notificado que ingresara al piso tres sin mostrar la identidad correspondiente a la secretaria, solo mencionando mi apellido, ella le indicaría que ya habíamos llegado. No hubo ningún inconveniente.

"Francis me comentó de la situación en la que se encuentran actualmente" habla el Doctor Hagen observándome "Pero me gustaría que ustedes me lo explicaran mejor" indica sosteniendo la mirada de Sean. Antes de que empezara a hablar, Sean se adelanta, dejo que explique la situación mientras observo las reacciones de Dalia, ella nunca nos había escuchado hablar de los "inconvenientes" que estábamos presentando por mantenerla a salvo. Por suerte Sean logró resumir muy bien la situación, sin señalar ningún culpable y mucho menos mencionar aquella institución que empezaba con S de Start Again.

"Bien" indica el Dr. Hagen "Voy a hacer su historia clínica a la antigua" sostiene mientras imprime unos cuantos papeles. "Yo no guardaré su expediente por ahora" indica "Así que les voy a pedir que lo guarden bien y si necesitan regresar, solo lo traen con ustedes"

"Excelente Dr. gracias de verdad" no puedo evitar agradecer por su consideración. Él asiente con media sonrisa tomando un bolígrafo de la mesa

"Dalia" la llama para obtener su atención "Me puedes indicar tu nombre completo, por favor"

Dalia luce dubitativa ante las indicaciones del Dr. "Vamos bonita" trato de animar. Ella no era en sí una persona habladora, sin embargo, no podíamos responder por ella esta vez.

"Dalia" Su voz hace acto de presencia. Reprimiendo una pequeña risa con una tos fingida, me disculpo.

"¿Segundo nombre?"Pide el Doctor sin haberle prestado mucha atención a la situación.

"Love"

"¿Apellido?"

"Mm, ehm" divaga "Solo Dalia Love"

"Bien" responde con una pequeña risa "¿En qué año naciste, solo Dalia Love?" Vuelve a preguntar.

"No... recuerdo" suelta insegura para vernos de reojo a Sean y a mí, como si estuviera esperando algo... alguna reacción de nosotros.

¿De dónde vienes, bonita?

Me permito preguntarme a mí mismo ante la situación. Su procedencia cada vez se vuelve más confusa, mucho más desde que Beto, nos advirtiera del retraso en la solicitud de custodia temporal por "problemas en sus huellas". Algo dentro de mí se removió, expectante. Estaba pasando algo oscuro que no me gustaba para nada. No era posible que sus huellas indicaran que pertenecía a "Lilibeth Angelín Burton" Fallecida en el 2013 a los 27 años de edad.

Error que Beto indicó como extraño. No queríamos apresurarnos ante esta situación, mucho menos si aún no contábamos con un papel que nos respaldara. Pero no podía sacarme el mal sabor de boca. Muy pronto tendríamos una reunión con un investigador privado, queríamos saber qué se estaba escondiendo detrás de esta fachada, sin perturbar a Dalia en el proceso, no podíamos permitirnos llevarla a ese límite cuando aún no confiaba plenamente en nosotros.

(...)

La respiración de Dalia empieza a aumentar en frecuencia al indicarle lo que estaba a punto de ocurrir, su cuerpo se empieza a estremecer ante la proximidad del examen, mi mano sostiene la suya en forma de consuelo, pero ella no se inmuta, permanece atrapada en su mini ataque de pánico, Sean me observa y luego a Dalia. Parece maquinar algo rápidamente.

"Doctor, ¿no se podrá realizar el test en otra parte del cuerpo?" Pregunta, mientras trato de tranquilizar la respiración de una nerviosa Dalia.

"Podemos hacerla en el antebrazo" indica. El pequeño temblor de Dalia persiste, pero, aun así, no quito mi mano. "Pero te voy a pedir, Dalia, que no te frotes ni te rasques el brazo ¿Sí?" Solicita. Dalia asiente mientras aprieta sus labios.

"Dalia" Llamo obteniendo su atención "Mantén tu vista en mí" indico "Será rápido" aseguro aun sosteniendo su mano. El Dr. Hagen se acerca con una lanceta al ante brazo extendido, Sean sostiene su mano para evitar cualquier movimiento que le perjudique, Dalia parpadea cada que la pequeña aguja atraviesa su piel, arruga su frente al sentir las gotas de alergenos posar su brazo, sin embargo, no quita su mirada de mí, como le indiqué. Sonrió acariciando mi pulgar sobre el dorso de su mano. "Eres muy valiente, conejita" halago mientras el doctor empieza a guardar los frascos utilizados.

15 minutos. Cuatro alergenos detectados. Una receta de antialérgico. Pago en efectivo y expediente en mano, regresamos a casa. Sin antes hacer una parada técnica en AutoMac. Dalia no supo que ordenar, así que Sean se encargó de pedirle un Happy Meal de Nuggets.

Sin darnos cuenta, la íbamos tratando de a poco como una niña. Es lo que era ¿No? Ella no parecía aborrecida por la idea, a pesar de esto no podía quitarme de la mente el hecho de que ella no quisiera ser tratada de esta forma y solo aceptaba estos tratos porque... ¿Era su única opción? Diablos. Es tan difícil saber cosas de otra persona si esta no se comunica, ojalá en la escuela de psicología me hubieran enseñado a leer mentes... sería más fácil, pero a su vez le quitaría la esencia de ser humano.

Tal vez... ¿Debíamos mostrarle otra forma de ser tratada para que luego ella eligiera?, a pesar de no sentirme cien por ciento de acuerdo con esta conclusión de mi parte, era algo razonable. Quiero que Dalia se sienta lo más cómoda posible y sí, eso conlleva alejar este instinto que había empezado a florecer, entonces lo haría. Pero no dejaría de cuidar de ella. A pesar de sentir que algo dentro de mí se estrujaba con el simple hecho de que ella eligiera dejar de ser tratada como una niña, una baby, no me interpondría ante sus deseos por más dolor que me ocasione. Hablaría con Sean, no puedo dejar estos pensamientos pasar.

Dalia finaliza los nuggets con facilidad, pero se niega a comer las papas o la manzana que trae el combo. Insisto más de la cuenta para que al menos termine de tomar el suplemento que le serví al llegar. Tardó más de lo que esperaba para terminar de tomar todo el vaso, no quise presionarla usando frases como: "No te mueves de acá hasta que lo termines", eso solo le generaría malestar y definitivamente, Dalia debía tomar este suplemento por un tiempo largo y hacer que le tuviera miedo, no iba a ser la solución... a decir verdad, hacer que alguien tuviera miedo a algo para que así hiciera lo que uno quisiera nunca era la solución, ni siquiera con los animales.

Dejando un beso en la frente de Dalia camino a la puerta, Sean apoyado en el marco le da las buenas noches antes de cerrar casi por completo la puerta. Dejando la luz del pasillo encendida, nos alejamos del cuarto de invitados, que ahora era el de Dalia.

Bien. Llegaba mi momento de hablar con Sean acerca de nuestra inquilina.

DALIA

3:41 am

Mi cuerpo tiembla descontroladamente cuando abro mis ojos, el sudor ha empapado la ropa que me dio Ian para dormir, permanezco lo que parecen horas tratando de regular mi respiración, cuando logro que el aire vuelva a ingresar a mis pulmones cierro con fuerza mis ojos, culpándome una y otra vez por haberme permitido dormir, dejando qué maestro se apoderará de mi realidad una vez más. La manta entre mis manos me hace recordar el lugar en donde me encuentro, lejos de maestro. Arrastrándome salgo poco a poco de debajo de la oscuridad en la ventana, indica que aún es de noche, sentándome erguida repito una y otra vez palabras de consuelo junto a promesas lejanas, frotó mi pulgar sobre mis dedos hasta que el escozor se hace presente, continuó magullando las uñas de mis dedos sin poder controlar mi tic nervioso que en este instante me transmite una salida a las imágenes que recorren mi cabeza, aterrándome.

Un pequeño sonido hace que detenga mis movimientos frenéticos, la luz de la luna permite que logre apreciar el interior de la habitación, siento cómo pequeños pasos casi imperceptibles se desplazan por el suelo, mi corazón retumba. Lentamente, me deslizó por el suelo gateando hasta el lugar donde creo que proviene el sonido, mis ojos se llenan de agua al ver a un pequeño ratón acorralado.

Esta vez los papeles se han invertido, soy yo quien proporciona sufrimiento a seres inocentes, me veo tomando al ratón con mis manos, atrapándolo en mis dedos ensangrentados, lo acerco a mi cara, sus pequeñas orejas se pegan a su cabeza, con terror veo cómo sus ojos se vuelven más grandes mientras mis manos aprietan su pequeño cuerpo. Explota, llenando mi cara, pequeñas partes del animal que acaba de matar. Paso mis manos erráticamente sobre mis pantalones tratando de limpiar una suciedad producto de mi mente. Las lágrimas caen por mis ojos cuando vuelvo en mí, el ratón no se ha movido. No puedo permitirme lastimarlo. No puedo permitir que lo lastimen. Antes de que pueda pensar con mayor claridad, logro atraparlo después de tres intentos fallidos, usando mi manta para que se desoriente, lo mantengo cautivo, observo la ventana, tratando de aclarar mis pensamientos difusos, no puedo soltarlo simplemente por la venta, los ratones no vuelan, la caída lo mataría.

Soy silenciosa al pasar por la puerta de la habitación, sosteniendo con cuidado la criatura entre mis manos, camino lentamente a las escaleras, me arrepiento al instante en el que casi resbalo al tratar de bajar los escalones sin ningún soporte, optando por una solución lenta, pero segura, me siento en los pocos escalones que logré bajar, arrastrándome entre escalón y escalón llego al primer piso segura, levantarme me cuesta más de lo que espero, pero, aun así, lo logro.

La puerta de la casa se abre con un pequeño movimiento en la cerradura, soltando el aire que no sabía que retenía, doy un paso al exterior, me encojo ante el frío que siento pero sigo caminando. El césped se siente frío ante el tacto de mis pies descalzos, agachándome libero la manta, el ratón se escabulle y sale corriendo, alejándose.

Permanezco arrodillada, sintiendo el césped sobre mis palmas, un estruendo repentino me hace saltar, girando ante el peligro, observo mi alrededor, un gemido sale de mi garganta al notar la puerta por la que salí cerrada. Tomando la manta, me levanto, con más dificultad de la que esperé sobre mis dos pies camino de vuelta a la casa. Al estar en la puerta giro la manilla y empujo, pero no pasa nada, vuelvo a tratar de abrir la puerta, pero el resultado es el mismo que hace segundos, una tercera vez hace que mi corazón empiece a acelerarse.

¿Y si Ian se despertó y al verme afuera decidió que ya era suficiente para él? ¿O Sean? Habrá cerrado la puerta con seguro para dejarme afuera y... así, ¿deshacerse de mí?, un dolor en mi pecho me hace caer de rodillas... ¿Yo de verdad era tan mala compañía? Los sollozos son la única compañía que tengo, el viento sigue, congelándome desde adentro. Mis manos tiemblan al tratar de cubrirme con la manta y tan rápido con el viento, la tela se desliza de mis manos, volando lejos de mí.

"Es tuya, no dejes que el viento se la lleve" —. El recuerdo de la voz de Ian del día que me encontró hace eco en mi cabeza.

Rápidamente, doy una zancada tratando de atraparla en el aire. El golpe sordo y el dolor punzante por haberme olvidado de las escaleras al tratar de atrapar la manta, me aturden. Me quedo sin aliento por un segundo hasta que recuerdo lo que me trajo cerca del suelo, me levanto para perseguir la tela que se encuentra volando como si se burlara de mí, caigo nuevamente al no poder afincar bien, me arrastro, tratando en vano de volver a tener la manta en mis brazos.


Mi primera pertenencia en años, la he perdido.


He perdido mi oportunidad de vivir con Ian y Sean.


Me he perdido a mí en el proceso.


Rezando por que está fuera la última vez, dejo que el dolor se apodere de mis entrañas.


Con el sonido sordo de mi garganta al llorar, esperando que esta sea la última vez que me permita perder, espero no volver a despertar. Tal vez así era como tenían que ser las cosas. Morir bajo las garras de maestro no me parece tan mal ahora. Cierro los ojos dejando que mi llanto continúe, mi nariz se congestiona, pero no hago nada para permitir el paso de aire, ya no me resisto a mi destino.


Había llegado mi momento... tras haber presenciado los actos inhumanos de maestro, la crueldad del mundo, la muerte de todos mis hermanos, finalmente volvería a estar con ellos... y con mis padres...



Tendría padres, ¿no?  

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