CARHEL P.V
Cuando la vi en el banco de su jardín, me sentí feliz. Feliz y tranquilo al ver que ella había sido fuerte, y había luchado por despertar.
Toda la alegría que sentía se vio por los suelos por varias razones. La primera, porque Nora pensaba que yo había muerto y se negaba a mirarme, lo que me entristeció hasta que el malentendido se aclaró. La segunda razón era por Jack. Nada más verlo supe que me traería problemas. ¿Guardaespaldas de Nora?, ese puesto no le duraría mucho con los problemas que Nora traía. Y la última razón era sencilla: Carla Williams. Esa chica ya no me parecía tan normal. Estaba totalmente obsesionada con Nora. En eso, y no puedo creer lo que voy a decir, le daba la razón a Thomas. Carla me había arruinado uno de los momentos en los que las cosas estaban a punto de arreglarse entre Nora y yo. Pero eso era demasiado fácil teniendo a esa chica merodeando por la fiesta.
Había echado por alto la fiesta y para colmo había provocado que Nora quisiera alejarse de mí. Ahora sí que pensaba en Carla de otra manera, y esperaba que no volviera a entrometerse en mis asuntos o en la vida de Nora, porque entonces la que tendría que tener cuidado sería ella. Y nunca he sido vengativo ni mala persona, pero tampoco nadie había estropeado mis planes nunca. Y esa chica, por llamarla chica y no llamarla otra cosa, se había metido en donde no la habían llamado, estropeándome los planes y provocando que tuviera que volver a empezar de cero con Nora. Parecía que con cada paso que daba adelante volvía dos para atrás.
La última razón, como se puede ver, es la que más había afectado a mi buen humor que de un momento a otro se había convertido en ira.
Había pensado mucho sobre esas razones y ya tenía unas cuántas soluciones.
La solución a la primera razón ya la había encontrado, pero no podía decir lo mismo de la segunda. La idea de que ella tuviera un guardaespaldas no me ponía nervioso, ya que yo seguiría siendo su ángel guardián de todas maneras. Lo que me estaba matando por dentro era ver como Nora prefería tener cerca a Jack antes que a mí. No podía sopotar la idea de que lo prefiriese a él. Tenía que hacer que lo despidieran, pero ese era el problema, que no sabía cómo hacerlo.
Tendría que descubrir al profesor Jeans, decir quien era en realidad, así Jack no tendría motivos para seguir trabajando protegiendo a Nora. Pero eso iba contra las reglas y no podía romperlas. Si un ángel rompía las reglas se convertía en un alma perdida para la eternidad. A ese ángel se le enviaba a un lugar perdido, donde se encontraban todas las almas que aún buscaban la luz y que no la habían encontrado. Según los demás, aquel lugar era una pesadilla de las que todos los condenados querían escapar, por eso el castigo era que el alma quedase atrapado allí para toda la eternidad. Yo no quería ser como esas almas, asíque mejor me mantenía al margen. Otra de las cosas que podían pasar era que te desterraran y enviaran al infierno, una idea incluso peor que la anterior.
Como Nora ya no necesitaría mi ayuda tanto como antes, yo la protegería de Carla, y lo único que podía hacer para que eso saliera bien era seguir con la historia de novios que parecía estar en boca de todos. No me hacía mucha ilusión tener que ser su novio, pero no había otro modo de proteger a Nora.
Mañana era sábado, por lo que me tocaba ir a su casa para las clases. Aún seguía siendo su profesor particular.
Eso me alegraba. Sentía la necesidad de tenerla cerca.
NORA ~P.V~
Las diez y media de la mañana de un sábado y alguien se estaba volviendo pesadito tocando una y otra vez el timbre.
Me di la vuelta e intenté seguir durmiendo.
Imposible. El timbre seguía sonando.
-Maldita sea...-gruñí mientras retiraba las sábanas. Con dificultad, agarré las muletas del lado de la cama y comencé a caminar hacia la puerta. Al parecer no había nadie en casa, solo Jack que se encontraba desayunando en la cocina. Lo miré entrecerrando los ojos.
-¿Me estas tomando el pelo Jack?- él rió.
-¿Qué ocurre?-preguntó dándole un mordisco a una magdalena.
-Me siento súper protegida teniendo a un guardaespaldas sordo-repliqué sarcástica mientras abría la puerta de la casa. Noté un cosquilleo en el estómago al ver a Carhel apoyado en la puerta con una sonrisa.
-¿Que estás haciendo aquí?-pregunté sin dejarlo pasar.
-Sigo siendo tu profesor particular, ¿o pensabas que te ibas a librar de mí?- preguntó apartándome con suavidad y entrando al salón.
-Tenía la esperanza de que fuera así.-suspiré mientras pasaba por su lado hacia la cocina.
Al entrar Jack seguía comiendo magdalenas. Me acerqué y le quité la bolsa de las manos.
-¡Eh! ¡devuelveme eso!-exclamó Jack levantándose del sitio.
-Jack, debería darte vergüenza estar zampándote todas estas magdalenas como si nada. Hay más gente en esta casa. Además, por tu culpa ahora mismo estoy aquí y no en la cama así que no hay magdalenas. -metí el paquete en el armario y me volví hacia él.- ¿Por qué no has abierto la puerta antes? -me cruzé de brazos.
-No es mi casa. Yo solo estoy aquí para protegerte, no soy ningún portero.-se encogió de hombros y se levantó para abrir el armario, después de apartarme suavemente, y agarrar de nuevo la bolsa de magdalenas. Suspiré y comencé a andar hacia mi habitación.
Al pasar cerca de Carhel, me miró fríamente. La sonrisa que tenía cuando lo había visto en la puerta había desaparecido.
-Vamos.-dije igual de fría que él.
Estuvimos las dos horas sin hablarnos. Él se había puesto a leer algunos libros del instituto y yo preguntaba solo cuando tenía dudas sobre algo. No pensé que las clases con él fueran tan tensas. Algo le pasaba, estaba totalmente segura de ello.
Por la tarde quedé en ir a mi cafetería favorita con Thomas. También me acompañaría Jack aunque no hacía falta que me siguiese a todos lados, él lo hacía.
En el momento en el que entré por la puerta de la cafetería, mi mirada se cruzó con la arrogante mirada de Carla. Iba con cinco kilos de maquillaje en la cara, uno más y seguro que parecía un payaso.
Pasé por su lado, y lo extraño fue que no hizo nada. No me habló, no me miró, no me insultó... Ni siquiera puso su tacón en el suelo para provocar mi caída y reírse de mí. Fruncí el ceño y me senté en una mesa cercana a la de ella (por desgracia) en la que se encontraba Thomas.
Se levantó y me saludó con la mano para posteriormente darme un pequeño beso en la mejilla. Saludó a Jack y nos sentamos.
-Veo que aún sigues viva-sonrió Thomas después de pedir los batidos.
-Tu lo has dicho, aún.-sonreí mientras daba un sorbo a mi batido.
-¿Cómo lo pasaste anoche en tu fiesta, quitando el malentendido con Carhel?-preguntó aún sonriente.
-Genial, quitando la peleita con Carla-suspiré poniendo los ojos en blanco.
-Nora, no sabemos por qué fue. Ella no estaba invitada. Lo siento. En cuanto entró por la puerta la debería haber echado fuera.-bajó la cabeza.
-No es tu culpa, creo que ella fue por Carhel.-
-Nora, si estas intentando decir de nuevo que ellos dos están juntos déjame que te lo aclare. Ellos no son nada. Carla piensa que sí, pero ya sabes como es ella. Ignórala. Ellos no son nada.-dijo serio.
-Yo no diría lo mismo.-rió Jack a mi lado mientras miraba hacia la mesa de Carla.
Giré mi cabeza y si hubiera podido, mi mandíbula seguramente hubiera tocado el suelo. Thomas al ver mi expresión también se giró y puso cara de asco al ver la escena.
Carhel estaba besando a Carla. Estaba sentado en la misma mesa que ella y le agarraba la cara mientras ella le devolvía el beso con intensidad. Mi estómago se encogió al ver aquella escena.
No encontraba la explicación a mi reacción. Yo no soportaba a Carhel, ¿por qué demonios me ponía así?.
Cogí mi bolso y me levanté de la mesa. Ya era la segunda vez que tenía la urgencia de levantarme de una cafetería y dejar el batido medio lleno en la mesa y, casualmente, por el mismo chico.
Jack me ayudó con mis muletas y me miró sin entender, pero me siguió sin rechistar al igual que Thomas.
Si quería salir de la cafetería, estaba obligada a pasar por esa mesa, así que cogí aire y pasé lo más rápido que pude.
Carhel levantó la mirada y al ver mi cara sus ojos se abrieron.
Su expresión era de asombro. Ahora lo entendía todo. Carla había quedado con él, por eso iba tan arreglada. Suspiré moviendo la cabeza de un lado a otro mientras seguía andando. Él observó mi cara, se levantó y me agarró del brazo antes de que me alejara y eso me provocó un escalofrío al pensar en Carla. No quería otra pelea, y menos en esa cafetería.
Gracias a Dios estaba Jack allí. Agarró el brazo de Carhel y lo alejó de mí. Eso me permitió escapar de allí. Comencé a caminar hacia la puerta de salida, pero me giré al escuchar a Carla gritar. Cahrel le había dado un puñetazo a Jack y Thomas estaba intentando detenerlo. Jack estaba enfadado y se le notaba.
Me acerqué a paso rápido y me puse delante de Jack cuando vi que Carhel intentaba golpearlo de nuevo.
-Se defenderme solo Nora-susurró Jack en mi oído.
-Lo sé, pero no quiero llamar la atención-susurré.
Carhel acercó su puño a Jack, pero al verme delante se detuvo.
-No vuelvas a pegarle nunca más-gruñí con rabia mientras miraba a Carhel. Carhel abrió los ojos y me miró con...¿dolor?.-No quiero que te acerques a ninguno de nosotros, no quiero que me toques, no quiero que me hables y tampoco quiero que me mires. Aléjate de mí. Te lo dije ayer y espero no tener que repetirtelo más-dije con toda la rabia que sentía en mi interior. Jack comenzó a andar hacia la salida acompañado por Thomas. Yo hice lo mismo, y antes de llegar a la puerta me volví a girar.- Espero que el Lunes no se te ocurra venir a darme clases. Le diré a Celeste que busque a otra persona.-Abrí la puerta de la cafetería y salí al exterior. Suspiré y Thomas se acercó. Puso su brazo alrededor de mis hombros y comenzó a caminar a mi lado.
Al final sí que estaban juntos. Como pude ser tan tonta y dejarme engañar por él. Por un momento pensé que era diferente a ella. Pero me equivoqué, y no pensaba volver a dejarme engañar.
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