Juliana
Cuando le explique a todos lo que había pasado me dejaron en paz con sus preguntas, estaba sentada en el sillón mirando el movimiento de las llamas, pero en realidad mi mente estaba en otra parte, había comenzado a recordar lo que había sucedido en ese club nocturno, de lo cerca que estaba de Val, si no hubiese sido por ese grito Val y yo nos hubiésemos besado, ¿pero que habría pasado después de eso? ¿Qué se hace o se dice después de eso? Por suerte no pasó, por que la verdad no tengo respuestas a esas preguntas. Las puertas se abrieron.
—Creí que ya te habías ido a dormir —me dijo Lena.
—No tengo sueño —conteste —. En realidad no puedo dormir.
—¿Estuviste aquí el resto de noche?
—¿Resto de noche? —pregunté confundida.
—Si, ya son las 7...—miro el reloj que estaba en la pared —7:45 de la mañana.
—No me había dado cuenta —le dije.
—Me imagino, este lugar pareciera que siempre es de noche —me dijo, yo le di media sonrisa y me levante.
—¿A que hora vienen Víctor y sus hijas?
—En la tarde —contestó Lena.
—Bien, entonces estaré en mi habitación —le anuncie y me fui.
Valentina
Había caminado por el interior del bosque, camine bastante hasta llegar al lugar que me encantaba, di un salto y quedé sobre ese bloque errático, tenía una gran vista a lo más profundo del bosque, aunque el día estaba nublado la vista seguía siendo increíble, me senté cruzando las piernas y sentí como la brisa del viento removian mi cabello suelto. Me gustaba estar ahí, me servía para pesar, ya que era un lugar alejado y tranquilo, veía bandadas de pájaros volar, uno que otro puma, ciervos, ardillas, todos vivían tan tranquilos, sin ningún problema, en paz, aunque igual eran cazados por animales más salvaje, pero esa era su naturaleza. Me gustaba pensar como sería mi vida si no fuera una Lircay, ser una humana normal, vivir, divertirme, enamorarme, formar una familia, bueno, eso último si podía ser, el problema es que no había ningún Lircay que me interesara de esa manera, aunque estaba Aaron, siempre he sabido de su interés por mi, es guapo, alto, un gran guerrero Lircay, pero siempre lo he visto como otro hermano más.
—¡Valentina! —y hablando del rey de Roma, ese que gritaba era Aaron, me levante.
—¡Aquí! —moví mi mano, vi que se acercaba, de un salto llegó a mi lado.
—Te estaba buscando —me dijo.
—Eso veo —le dije y volví a sentarme como estaba antes, se sentó a mi lado.
—¿Que le encuentras a este lugar? Además de estar tan alejado de nuestro hogar.
—Me gusta estar aquí, me sirve para pensar. Si no fuera por las nubes verías lo hermoso que es —le dije.
—Si tu lo dices —me dijo, sentía su mirada sobre mi.
—¿Quieres preguntarme algo? —lo miré, este asintió lentamente sin dejar de mirarme.
—¿Te han dicho lo hermosa que eres? —me pregunto, yo sonreí.
—Eh, no, no me lo han dicho.
—Pues lo eres —me dijo —. Y ya que usas este lugar para pensar, ¿ya pensaste bien aceptar salir conmigo...tener una cita conmigo? —preguntó con una media sonrisa.
—Si, lo he pensado —conteste, su sonrisa creció más —. Y la verdad...no, no quiero tener una cita contigo, lo siento. Podemos salir, pero solo como amigos.
—Pero yo no quiero seguir siendo tu amigo. Me gustas, Valentina, me gustas mucho.
—Se lo que sientes por mi, pero yo no siento lo mismo —le dije.
—Se que me quieres.
—Si, es verdad te quiero —sonrió —. Pero solo como un amigo, como un hermano.
—Puedo hacer que cambies de opinión —me dijo seguro.
—¿Como? —pregunté incrédula, no dijo nada, solo sonrió, tomó mi nuca y me beso de improviso, no le respondí, fue un beso sin movimiento, solo eran dos labios unidos, se separó de mi, se dio cuenta de que no le respondí, aun tenia su mano en mi nuca y seguíamos cerca.
—¡Oigan, tortolos! —esa voz era de Isaac, lo miramos, me quedé congelada, no venía solo estaba con Juls, a pesar de la distancia podía ver su semblante, era una mezcla de seriedad con desilusión, me aleje de Aaron y baje, este fue tras mio.
—¿Que hace ella aquí? —preguntó Aaron, no le caía bien Juls, la mirada de ella aún estaba sobre la mía, me sentía nerviosa, no me gustaba que me mirara de esa manera.
—Don León le tiene permitido entrar —dijo el chico —. Además vino a... —Juls la interrumpió.
—Solo vine a decirles que en la tarde deben ir al castillo —dijo sin quitar su mirada de la mía —Bill y León quieren hablar algo con nosotros.
—¿Y no puede ser aquí? —le preguntó Aaron.
—No —contestó Juls firme mirando ahora a Aaron —. León también está de acuerdo en que sea en el castillo, ¿o vas a desobedecer una orden de él?
—No me hables así, cadáver viviente —la insulto, los ojos de Juls se volvieron rojos y los de Aaron amarillos —. Sabes que puedo despedarste si quisiera.
¿Por qué no lo haces ahora? —Aaron se puso más molesto y tuve que ponerme al medio de los dos para que no hicieran una tontería.
—¡Ya basta los dos! —les dije, coloque mis manos para separarlos, una de mis manos estaban sobre el pecho de Juls y podía oír su corazón acelerado, la mire a los ojos y al verme se tranquilizó.
—Será mejor irnos —nos dijo Aaron, pasó por mi lado y se fue junto a Isaac.
—Controla a tu novio —me dijo con seriedad.
—No es mi novio —le asegure.
—Me da igual —dijo eso para irse, pero yo antes la detuve tomando su muñeca, Juls se detuvo y me miró confundida.
—A mi no me da igual —le dije mirandola a los ojos —. El beso solo fue...
—No tienes que darme explicaciones —me interrumpió —. Tú y yo no somos nada, ni siquiera amigas. Somos de razas diferentes y solo estamos unidos para defender a los humanos y a los nuestros de lo que sea que nos esté atacando. Cuando esto acabe, volveremos a estar como antes: odiandonos.
—Eso lo se, lo sé perfectamente —le dije —. Es solo que sentí que debía explicarte que no pasa nada en entre Aaron y yo.
—Y yo te vuelvo a repetir; no necesito que me expliques nada. Tengo que irme —se soltó suavemente de mi agarre y se metió al bosque, tomó la misma dirección que Aaron e Isaac y desaparecio.
* * *
Caminábamos en dirección a ese enorme castillo, era algo más grande que el nuestro, íbamos: papá, Lucía; que es mi madre, al otro lado de ellos Dereck, atrás de nosotros Aaron e Isaac y yo al lado de mamá. La reja se abrió de par en par y un hombre nos resivio llevándonos adentro.
Por dentro era inmenso, aunque se sentía más frío, puede ser por todo el mármol del lugar, seguimos caminando, abrió una puerta de madera, era un enorme salón, con sillones rojos, una enorme chimenea, cuadros en las paredes de pinturas antiguas, otros adornos de armaduras en cada esquina, tenía un pequeño bar donde estaba un chico rubio bebiendo, nos miraba con seriedad, pero sonriendo.
—Que bueno que llegan —nos dijo Bill que se separó de un hombre, que se veía bastante mayor, de piel muy blanca, de piel delgada, bastante delgada, nos miraba fríamente.
—Lamentamos llegar tarde —se disculpo papá y se dieron la mano cordialmente.
En la sala estaban Jasper junto a su novia Alice sentados en el sillón, Lena estaba cerca de la chimenea junto a otra chica de melena oscura corta, algo despeinada, pero a Juls no la veía por ninguna parte, todos se reunieron, yo me quedé en pie cerca de la chimenea, en eso escuché que abrían la puerta.
—Juliana, Sonja, que bueno que vuelven —dijo Bill, me gire sobre mis talones y ahí la vi, al lado de otra chica que la tenía tomada del brazo cariñosamente, su mirada conecto con la mía, pero la desvíe cuando la chica beso su mejilla, de reojo la vi irse hasta donde ese hombre de rostro macabro, me sentía mal y no sabía porque, sentí a alguien pasar por mi lado.
—Hola —me saludo con una sonrisa.
—Hola —dije seca, lo noto por que ya no veía si sonrisa.
—Oye Val, yo...—no la deje hablar.
—Tengo que ir con mi clan —le dije y me acerque donde estaban los demás, de reojo vi a Juls con la cabeza agachada y a Lena acercarse a ella, por lo menos ella y no la otra...tambien se acercó la tal Sonja que acariciaba su brazo de arriba a bajo, apreté mi puño y mire a los demás para oír de lo que hablaban, aunque me costaba concentrarme.
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