π”π§ππžπ« 𝐭𝐑𝐞 𝐬𝐭𝐚𝐫𝐬...

By Lynnmoony

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" 𝐄π₯ 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐬 ππžπ›π’π₯𝐒𝐝𝐚𝐝" La vida es una lucha constante desde el primer momento, dependiendo... More

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By Lynnmoony

────༺𑁍༻ ────

— ¿Algo que decir? — Exclamó Bellamy, sus ojos, como brasas encendidas, brillaban con ira mientras su postura denotaba una tensión palpable, sus músculos tensos como alambres bajo la piel.

— Sí — Respondió Finn, su voz resonando con el mismo enojo — ¡Te dije sin armas!

— Te dije que no podíamos confiar en los terrestres — Le gritó Clarke de vuelta — tenía razón.

— ¿Por qué no me dijiste lo que ibas a hacer? — Preguntó Raven a Finn, buscando respuestas en su expresión desesperada, sus ojos inyectados en frustración.

— Lo intenté — Murmuró con frustración — pero estabas demasiado ocupada haciendo balas.

— ¡Agradece que las trajo! ¡Ellos iban a matarlos! — Bellamy miró a Kaylee, quien mantenía un silencio cargado de significado, su silueta delineada por la luz de la luna, una figura enigmática entre las sombras.

— ¡Tú no sabes eso! ¡Jasper les disparó primero!

— Bueno, si no estábamos en guerra, seguro ahora lo estamos — Soltó Mikkel, su mirada revelando una verdad incómoda, como si hubieran arrojado una antorcha a la esperanza de una coexistencia pacífica, y las llamas se extendieran descontroladas. Probablemente no existiría manera de vivir tranquilamente en ese lugar.

Bellamy y Clarke compartieron expresiones de asentimiento, convencidos de que tenían razón, sus rostros iluminados por la luz titilante de la fogata.

— Es obvio que estamos en guerra, ya que la princesa junto al rey arruinaron todo — Dijo Kaylee con sarcasmo, moviendo las manos con desdén, gestos que cortaban el aire con una ironía palpable.

— ¡Te salvé la vida! — Gritó Bellamy en su dirección, su voz resonando de manera imponente.

— Corrección, acabas de quitarnos la elección de vivir — Kaylee caminó hacia el campamento, pero una voz la detuvo, el sonido de sus pasos resonando en el suelo como un eco de determinación.

— Claro, si ella estaba protegida por su terrestre personal — Clarke se entrometió; Kaylee intentó aguantar, pero le parecía injusto que Clarke fuera la persona que le estuviera diciendo eso, así que giró y la empujó, un forcejeo efímero que quedó suspendido en el aire.

—No te metas en esto, Aarón solo quiere paz—, exclamó Kaylee, con una firmeza que resonaba con la verdad, pero también con una pizca de desesperación. Su voz se elevó sobre el murmullo del campamento, cargada de emociones contenidas.

La rubia contraatacó con veneno en sus palabras: —Lo único que quiere es acostarse contigo—. La acusación cortó el aire como un cuchillo afilado, provocando una reacción visceral en Kaylee. Sin pensarlo dos veces, lanzó un puñetazo que encontró su objetivo en el rostro de la mujer, desencadenando una explosión de dolor y rabia.

Kane, con los ojos llenos de furia, se debatió entre el impulso de lanzarse al ataque y la necesidad de contenerse. Mikkel, con su presencia calmante, la sujetó con firmeza, aunque podía sentir la tensión que emanaba de cada fibra de su ser.

— no me intentes enseñar de respeto, si tú eres la que se mete en una relación— Kaylee observó fijamente a bellamy— Si dudas de mí por sus palabras, deberíamos replantearnos lo que tenemos.

El ambiente se cargó con electricidad, como antes de una tormenta, y cada palabra pronunciada era como un trueno que resonaba en el aire, advirtiendo de la inminente confrontación.

Kaylee, con la mandíbula tensa y los puños apretados, comenzó a caminar con determinación, seguida de cerca por Mikkel, cuya presencia reconfortante era un ancla en medio del caos emocional que los rodeaba.

De repente, un estruendo ensordecedor rompió el tenso silencio del campamento. Todos giraron sus cabezas hacia el cielo para encontrarse con la imponente figura de la nave Éxodo, su presencia imponente llenando el horizonte con una promesa de esperanza.

Sin embargo, esa esperanza se desvaneció en un instante cuando la nave se estrelló con un estruendo ensordecedor, y una bola de fuego envolvió el paisaje en una danza infernal de humo y caos. El corazón de Kaylee se hundió en su pecho mientras la realidad se desmoronaba a su alrededor, dejando solo incertidumbre y miedo en su estela. En ese momento, el único pensamiento que ocupaba su mente era la seguridad de su padre, cuya vida pendía de un hilo frágil en medio de la devastación.

────༺𑁍༻ ────

Los Kane, en otro tiempo, habían sido un bastión de unidad y amor familiar, pero los años no habían sido amables con ellos. Las cicatrices del pasado pesaban sobre Kaylee, quien sentía el peso de la soledad como una losa sobre sus hombros. Cada día era un recordatorio doloroso de las pérdidas que había sufrido, y la sensación de estar sola en el mundo era una carga que apenas podía soportar.

Mikkel se acercó a ella con cautela, como quien se acerca a una bomba a punto de estallar. Con manos temblorosas, le arrebató la botella de whiskey que Kaylee había encontrado en el antiguo búnker. Un gesto de preocupación cruzó el rostro del joven, pero Kaylee apenas le prestó atención. Estaba cansada de las preocupaciones de los demás, cansada de tener que ser fuerte cuando lo único que quería era rendirse.

— Sé que estás lidiando con esto a tu manera, pero Kay... te necesitamos — Mikkel intentó consolarla, pero sus palabras apenas resonaron en el vacío que había dentro de ella. Kaylee se aferró con fuerza a la botella, como si fuera su única tabla de salvación en medio del naufragio que era su vida, sabía a lo que se refería Mikkel, ellos no conocían tanto a los terrestres.

— Conozco mejor a Aarón — murmuró Kaylee, con la mirada perdida en el horizonte—. Y él no es como los demás terrestres.

Mientras tanto, los demás observaban los restos humeantes de la nave Éxodo con mezcla de asombro y horror. Bellamy había ordenado a Kaylee que se quedara atrás, dejándola al cuidado de Jaden y Mikkel. Era una responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, y Kaylee luchaba por mantener la compostura ante la incertidumbre que se cernía sobre ellos.

— Sabes, quiero olvidar que ahora probablemente soy huérfana y que vamos a morir — dijo Kaylee con una sonrisa amarga, intentando ocultar el dolor que amenazaba con desbordarse—. Pero supongo que eso es pedir demasiado, ¿no?

Jaden se acercó a ella con un gesto de solidaridad, apoyándola en silencio mientras Mikkel asentía con tristeza. Había un lazo de camaradería entre ellos, forjado en las llamas del sufrimiento y la supervivencia. En ese momento, era todo lo que tenían: el uno al otro, y la promesa de un mañana incierto
El grito del joven resonó en el aire, cortante y lleno de temor, como un eco de pánico que se propagaba entre los presentes. Kaylee sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras el sonido de los disparos llenaba el aire, agudo y ominoso.

Con manos temblorosas, Kaylee dio un último trago a la botella de whiskey, sintiendo el calor del alcohol quemar su garganta en un intento desesperado por encontrar consuelo en medio del caos que los rodeaba. ¿Habrían sido los terrestres, finalmente, quienes habían decidido atacarlos? La idea la llenaba de un miedo palpable, dejándola temblando de anticipación.

—Deja esa maldita botella y vamos a ver qué ocurre —la voz de un pelinegro la sacó de su ensimismamiento, arrancándola de su letargo autoimpuesto. Con gesto decidido, le arrebató la botella de las manos y la guió hacia donde se escuchaban los disparos, como un faro en medio de la oscuridad que los rodeaba.

Cuando llegaron al lugar, Kaylee vio a Octavia entre los presentes, su presencia imponente recortada contra el cielo oscuro. El comentario de Octavia sobre el olor a alcohol la hizo sentir incómoda, y Kaylee simplemente encogió los hombros en respuesta, siguiendo a Octavia fuera del campamento hacia donde yacía alguien herido.

—¿Murphy? —susurró Kaylee, acercándose con cautela al hombre maltrecho que yacía en el suelo, su rostro contorsionado por el dolor. Con gesto gentil, Kaylee lo ayudó a levantarse, sintiendo el peso de su cuerpo herido en sus brazos.

—Estarás bien, te sanaremos —susurró Kaylee con voz suave, tratando de infundirle algo de esperanza en medio de la desesperación que los rodeaba, aunque la joven no siempre fuera la más amable, sin bellamy ni clarke en el campamento, ella era lo más cercano a un líder.

Ordenó a unos chicos que buscaran un botiquín, mientras ella comenzaba a curar las heridas de Murphy con cuidado, limpiando la sangre con manos diestras y certeras. Cada herida era un testimonio silencioso de los horrores que habían presenciado, y Kaylee sentía el peso de su sufrimiento en cada gesto que realizaba, ellos habían sido prisioneros en el arca y ahora murphy lo había sido nuevamente de los terrestres, ver los horrores que comentario en el, hizo que la imagen que tenía sobre los terrestres se volviera una tanto difusa. Haber compartido tanto con Aarón quien era completamente diferente a ellos y probablemente a su propia gente le hizo una imagen equivocada.

Mientras trabajaba, notó cómo Murphy la miraba con atención, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de gratitud y dolor. En ese momento, Kaylee sintió una empatía que nunca antes había sentido por él.

El rugido de Bellamy resonó en la nave como un trueno, sacudiendo el aire con una intensidad que dejaba claro que algo grave había ocurrido. Con pasos firmes y determinados, entró en la estrecha sala, apartando bruscamente la cortina que separaba a Kaylee del resto del grupo. Su mirada chispeaba con un fuego ardiente, y todos supieron que no estaba de humor para juegos.

—¿Dónde está? —exigió, sus palabras cortantes como hojas afiladas mientras escudriñaba la escena ante él, encontrando a Kaylee junto a Murphy, ocupada en sanar las heridas del hombre herido.

La mirada de Kaylee se encontró con la suya, y por un instante, pareció como si el tiempo se detuviera. Bellamy bajó el tono de su voz, su gesto endurecido por la preocupación.

—Kay...ven aquí, puede ser peligroso —instó, su tono mezclado con una mezcla de advertencia y súplica.
Pero Kaylee apenas parecía prestar atención a sus palabras. Sus ojos estaban fijos en Murphy, cuyo aspecto demacrado y herido la llenaba de compasión y empatía.

—Dice que estuvo con los terrestres —informó Derek a Bellamy, mientras Kaylee depositaba con delicadeza un paño en las manos de Murphy antes de apartarse.
—Lo atrapamos entrando al campamento —añadió Connor, su voz tensa con la urgencia de la situación.
Murphy negó con la cabeza, una sombra de desesperación cruzando su rostro abatido.

—No lo hacía —murmuró en voz baja, su tono lleno de indignación—. Estaba huyendo de los terrestres.
Bellamy frunció el ceño, su expresión endurecida por la desconfianza y el miedo.

—¿Alguien vio a un terrestre? —preguntó, escudriñando las miradas de los presentes en busca de una respuesta que no llegaba.

Blake levantó su arma, apuntando directamente hacia Murphy, cuya figura temblorosa se recortaba en la penumbra de la nave.

—En ese caso...
Pero antes de que pudiera seguir adelante, Finn intervino, bajando el arma con un gesto firme pero compasivo.

—¿Qué te pasa, Bellamy? —cuestionó, su voz llena de preocupación mientras se interponía entre Blake y Murphy.

—Teníamos claro qué pasaría si volvía —respondió Bellamy, su mirada fija en Murphy con una intensidad que cortaba como un cuchillo—. ¿Qué les dijiste sobre nosotros?

Kaylee por levantarse de forma tan repentina, hizo que su cuerpo se fuera hacia un lado, casi cayendo si no fuera por collin's que logró interceptarla.

— ¿Estás bien?— Exclamó bellamy con preocupación, el pelinegro se acercó a su mejor amiga para llevarla a un lugar más privado y seguro.

— Bien borracha diría yo— Farfullo Mikkel, Kane ni siquiera volteo a verlo solo intentaba fijar su mirada en algo, la subida y bajada de adrenalina por el encuentro de murphy le había caído mal.

Las palabras resonaban en la nave como un eco de disonancia y conflicto, cada una cargada con una intensidad que cortaba el aire como cuchillas afiladas. Finn, con su voz llena de urgencia y compasión, negaba con la cabeza, su gesto un reflejo de la angustia que se agitaba en su interior.

—No puedes matarlo —insistió—. Si estuvo con los terrestres, entonces sabe cosas que podrían ser útiles para nosotros.

Bellamy, con su mandíbula tensa y su mirada feroz, se enfrentó a Finn con una determinación inquebrantable, era muy terco como para ceder ante una idea que no era la suya.

—¿Ayudarnos? —repitió, su voz una mezcla de incredulidad y desprecio—. Lo colgamos, lo desterramos, y ahora pretendemos matarlo.
Clarke intervino como solía hacerlo, siendo la calma entre Finn y Bellamy.

—No —declaró con decisión, su voz resonando con autoridad—. Él tiene razón.

Las palabras de Kaylee se unieron al coro de voces que clamaban por la razón y la justicia.

—Lo torturaron —agregó, su voz temblorosa con la emoción reprimida—. Clarke, revisa sus manos.
Pero Finn, con su sarcasmo mordaz, lanzó una observación cargada de ironía que cortó el aire como un látigo.

—Tú y los terrestres deberían compartir ideas de torturas —comentó, su tono lleno de desdén hacia la situación.

Bellamy, sin embargo, ignoró el comentario de Finn, su atención completamente centrada en Murphy, cuyo destino pendía de un hilo invisible.

—Ellos saben que estamos en guerra —murmuró Bellamy, su voz baja pero llena de una intensidad amenazadora—. ¿Qué les dijiste sobre nosotros?
Murphy, con la mirada fija en el suelo, respondió con voz apagada.

—Les dije todo.

La tensión en la sala era palpable, un silencio cargado de incertidumbre y peligro que parecía amenazar con estallar en cualquier momento. Clarke se acercó con determinación, su presencia calmante en medio del caos que se cernía sobre ellos.

—Cuando mejore, averiguaremos qué sabe y después se irá de aquí —declaró con firmeza, su voz resonando con autoridad—. Y si no quiere irse, lo mataremos.

Kaylee se sintió como si estuviera en un torbellino emocional, atrapada en un remolino de confusión y resentimiento. Intentó alejarse de la nave, de la tensión que pesaba en el aire como una losa sobre sus hombros, pero Bellamy la detuvo antes de que pudiera escapar, agarrando su brazo con firmeza.

—Hey, tú de esta no te salvas —dijo Bellamy, su voz resonando con un tono de autoridad que hizo que Kaylee se estremeciera.

—¿Ahora me hablas? —respondió Kaylee, su tono cargado de amargura mientras se liberaba del agarre de Bellamy.

Bellamy suspiró, su gesto suavizándose ligeramente bajo la mirada penetrante de Kaylee.

—Sé que estás pasando por un momento difícil —comenzó a decir, soltando el brazo de Kaylee—. Lamento lo de ayer.

—¿Qué lamentas? ¿Haberle creído a Clarke? ¿O lo que oculté? —replicó Kaylee, su voz temblorosa con la mezcla de emociones que la consumían por dentro.

—Dime, ¿lo conociste cuando lo encerramos o antes? —preguntó Bellamy, su tono lleno de una curiosidad cautelosa.

—Lo conocí mucho antes —respondió Kaylee con sinceridad, su mirada encontrando la de Bellamy en un desafío silencioso.

—¿Por qué no me lo dijiste? —insistió Bellamy, su voz cargada de frustración y confusión.

—¿Decirte qué? —replicó Kaylee, su tono teñido de irritación—. ¿Que era amigo de un terrestre? ¿Eso?

Bellamy la miró fijamente, su expresión endurecida por la desconfianza y el dolor.

—Él no es tu amigo —exclamó Bellamy, su voz llena de una determinación inflexible—. Solo quería información de nosotros.

—No, Bellamy —refutó Kaylee, negándose a aceptar esa verdad—. Él me salvó la vida. Él es bueno, no quiere lastimarnos como los demás terrestres.

Sin esperar una respuesta, Kaylee se alejó, dejando a Bellamy atrás con sus pensamientos y sus dudas. Sabía que él no lo entendería, que no estaba dispuesto a ver más allá de su propia perspectiva. Se refugió en su tienda, sintiendo un leve mareo que la hizo desplomarse en su interior, su mente turbada por la tormenta de emociones que la embargaba.

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Kaylee se despertó de su siesta, solo para encontrarse inmersa en un caos abrumador que envolvía el campamento en una nube de confusión y desesperación. El murmullo de voces angustiadas y el miedo en ella, era palpable; los cien era adolescentes asustados que temían por sus vidas, creando una atmósfera cargada de ansiedad y temor.

Con el corazón en la garganta, observó cómo llevaban el cuerpo sin vida de una joven, su piel pálida y sus ojos vidriosos una sombría advertencia de la tragedia que se cernía sobre ellos. Pero fue la figura de Mikkel, de pie en la entrada de la nave, lo que le robó el aliento. Cuando él se volvió hacia ella, el rastro de lágrimas mezcladas con sangre en sus mejillas fue un golpe doloroso que le dejó sin aliento.

—¡Mikkel! —exclamó Kaylee, sin poder contener el impulso de correr hacia él.

—¡No lo toques! —advirtió alguien, pero Kaylee ignoró la advertencia, atrapando a Mikkel justo antes de que se desplomara.

—Te tengo —susurró Kane, su voz un eco lejano en medio del caos que los rodeaba. Clarke la miró con una expresión sombría, negando con la cabeza en silencio, ella había anhelado tener eso, alguien que diera su vida por ti sin dudarlo aunque le pareciera algo estúpido en ciertos momentos.

—Llévalo dentro —ordenó Clarke, su tono firme pero cargado de preocupación. Kaylee obedeció, llevando a Mikkel al interior de la nave y depositándolo con cuidado en un rincón apartado.

—No tenías que hacerlo —murmuró Mikkel con voz débil, su mirada cansada y dolorida.

—Haría mucho más por ti —respondió Kaylee con ternura—. Necesitas descansar. Volveré en unos minutos.

Con determinación en su corazón, salió de la nave en busca de respuestas, su mente zumbando con la urgencia de la situación.

—¿Qué les sucede? —preguntó a Clarke, cuya figura tambaleante pero firme la recibió.

—Es guerra biológica —respondió Clarke—. Dijeron que estabas con Murphy.

—Sí, solo me sentí mal por beber demasiado —explicó Kaylee, su voz temblorosa con el peso de la incertidumbre.

—¿Cómo eres inmune? —preguntó Clarke, su mirada escudriñadora en busca de respuestas que Kaylee no podía dar.

—No lo sé —respondió Kaylee con sinceridad, su mente girando con las posibilidades aterradoras que eso implicaba.

Caminó hacia Bellamy, cuya figura tensa y alerta la recibió con una mezcla de preocupación y determinación.

—Octavia, ¿estás bien? —gritó Bellamy hacia la nave, su voz un eco de ansiedad en el aire cargado.

—Bellamy, espera —intervino Clarke, deteniendo su avance con un gesto firme—. No está aquí.

—La enviaste por Lincoln —afirmó Kaylee, su voz una mezcla de incredulidad y temor, Clarke solía ser muy impredecible.

—Mira, si hay una cura —comenzó a justificarse Clarke, su tono lleno de desesperación—. Él debe tenerla.

—Si algo llega a pasarle, tú y yo tendremos problemas —amenazó Bellamy con un tono que dejaba claro que no estaba dispuesto a ceder.

—¡Bellamy! —exclamó Kaylee, tratando de detenerlo antes de que tomara una decisión impulsiva y potencialmente peligrosa.

—Fuera de mi camino —respondió Bellamy, su voz un eco de determinación implacable mientras se alejaba, dejando a Kaylee con el corazón en la garganta, y por un momento en su mente comprendió que era de esa forma, Bellamy alejándose y ella viéndolo marcharse.

El campamento se convirtió en un hervidero de caos y desesperación, cada momento cargado de tensión y peligro palpable. Un chico, cubierto de sangre, se volvió hacia Bellamy, su mirada desesperada reflejando el terror que se extendía como una plaga entre ellos. Otro comenzó a levantar su arma, apuntando con manos temblorosas hacia el líder del grupo.

—Vete a la nave —ordenó Bellamy, retrocediendo con gesto urgente—. ¡Ahora!

Una joven se desplomó, su cuerpo convulsionándose mientras escupía sangre, y el horror se apoderó del campamento, una marea de pánico que amenazaba con engullirlos a todos. El sonido de un disparo resonó en el aire, cortando como un cuchillo afilado a través del caos reinante.

—¡Esto es lo que ellos quieren! —vociferó el líder, su voz distorsionada por el miedo y la angustia—. ¿No ven eso? No tienen que matarnos si nos matamos unos a otros.

En medio del tumulto, Kaylee emergió con una determinación férrea, arrebatando el arma de las manos de un joven con un gesto rápido y preciso.

—Todos los enfermos o con síntomas a la nave —ordenó con voz firme, su mirada penetrante barriendo a través de la multitud—. Y los que no, vigilen. ¡Ahora!
Clarke estuvo al borde del colapso, tambaleándose peligrosamente, pero Finn la atrapó con rapidez, su agarre firme y seguro, cualquiera comprendería que relación que ellos mantuvieron o mantenían y claramente lo hacía Raven. Con un esfuerzo conjunto, comenzaron a dirigir a los demás hacia la seguridad relativa de la nave.

—Octavia volverá con la cura —anunció Clarke, su voz con determinación a pesar de su debilidad evidente.

—¡No hay cura! —exclamó Octavia, su tono sombrío resonando con la brutalidad de la verdad—. Pero los terrestres no usan la enfermedad para matar.

Bellamy señaló los cuerpos sin vida que yacían cerca, una sombría confirmación de las palabras de Octavia.
—Te dije que no vieras al terrestre —le recordó, su tono cargado de frustración y preocupación.

—Sí, bueno, yo también tengo una advertencia para ti —replicó Octavia, su voz grave y llena de un
conocimiento sombrío—. Los terrestres vendrán al amanecer.

La noticia sacudió a todos los presentes, llenándolos de una nueva oleada de temor y preocupación. Finn y Octavia llevaron a Clarke hacia la nave en busca de seguridad, dejando a los demás con el peso abrumador de la incertidumbre.

—Bell, ¿qué haremos? —preguntó Kaylee, buscando apoyo en el líder del grupo. Él tomó su mano con un gesto de solidaridad y determinación.

—¿Cuántas balas puedes hacer durante la noche? —preguntó Bellamy a Raven, su mente ya trabajando en un plan para enfrentar la amenaza que se cernía sobre ellos.

—Iré a cuidar a los enfermos —declaró Kay, su determinación brillando en sus ojos a pesar del temor que latía en su corazón.

—No, no puedes —negó Bellamy con vehemencia, su voz cargada de preocupación—. Te vas a contagiar.
Pero Kaylee sabía lo que debía hacer. Con un gesto decidido, se dirigió hacia la nave, dejando a Bellamy con una sensación de impotencia y miedo que lo atormentaba. En el interior de la nave, se dedicó a cuidar de los enfermos, ofreciendo agua o algún paño que estuviera lo suficiente limpio.

—Todo mejorará —murmuró, ofreciéndole un poco de agua a Mikkel, cuyos ojos cansados reflejaban la desesperación y el sufrimiento que los consumía a todos. Pero tener a su mejor amiga con el; le daba un poco más de fuerza.

Kaylee continuó ayudando a los demás, subiendo al segundo piso de la nave para revisar a los enfermos. Cuando bajó, no esperaba encontrarse con Bellamy en un estado tan alarmante.

—Bell —exclamó con preocupación, apresurándose hacia él.

—K-Kaylee —tosió débilmente, su rostro pálido y empapado en sudor, manchado con rastros de sangre.

—Bellamy, estarás bien —aseguró Kaylee, tratando de mantener la calma a pesar del miedo que la invadía.

—No quiero morir —murmuró él, sus palabras apenas audibles entre sus labios temblorosos.

—No lo harás —respondió Kaylee con determinación, sintiendo un nudo en la garganta al verlo tan vulnerable.

Bellamy deliraba un poco, murmurando frases sin sentido, y Kaylee se mantuvo a su lado, limpiándole la frente con delicadeza y colocándole un paño húmedo para aliviar su fiebre. Cuando finalmente se quedó dormido, ella se levantó con determinación para seguir ayudando a los demás.

—Se ve que te ama —comentó Clarke mientras Kaylee le daba agua.

—Puede ser —respondió Kaylee con una sonrisa triste, su mente vagando entre los recuerdos y las preocupaciones del presente.

—Lo tienes todo —continuó Clarke, su voz cargada de envidia y admiración—. Amigos que darían la vida por ti, un novio que te ama. Además, eres perfecta.

—¿Yo? —rió Kaylee, sacudida por el cumplido inesperado—. Clarke, nadie es perfecto.

Un flashback se abrió paso en su mente, transportándola a un momento en el pasado que aún guardaba en lo más profundo de su corazón.
Kaylee recordó el día en que conoció a Bellamy en la enfermería del campamento, cuando él llegó con una herida que necesitaba atención. Sus interacciones fueron breves pero significativas, dejando una impresión duradera en ambos.

Después de aquel encuentro, sus caminos se separaron, pero el recuerdo de Bellamy Blake quedó grabado en su memoria, como una promesa de encuentros futuros que aún estaban por venir.
De vuelta en el presente, Kaylee atendió a Bellamy, quien todavía luchaba contra la fiebre y la debilidad. Ella lo cuidó con amor y dedicación, asegurándose de que estuviera cómodo y bien hidratado.

—¿Por qué confías en el terrestre? —preguntó Bellamy, rompiendo el silencio con su voz débil pero firme.

—Cuando discutí contigo, me atacaron. Aarón me salvó y me curó —comenzó a explicar Kaylee, recordando el momento crucial en el que su percepción de los terrestres cambió para siempre—. Él es una buena persona— Murmuró forma una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes—  Recuéstate, volveré en un rato.

—Ten cuidado —pidió Bellamy con un hilo de voz, su preocupación por ella evidente en su mirada cansada. El la amaba y demasiado, probablemente no de la forma correcta o no de la forma que Kaylee quería sentirse amada y en el fondo lo sabía, el estaba seguro de lo que sentía por ella pero no de cómo darle la seguridad y amor que necesitaba.

Kaylee se inclinó para darle un beso en la frente antes de salir de la nave, enfrentándose al frío y la incertidumbre del campamento. Mientras trabajaba junto a Clarke para ordenar a la gente y asegurarse de que estuvieran resguardados, una explosión resonó en la distancia, llenando el aire con humo negro, una pequeña esperanza renacían en ellos.

©️lynnmoony ┊2021 ┊Tercera edición

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