โTragos Demonรญacosโž. -Kuroshi...

Oleh Ryuzei_Hohenheim

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Pequeรฑas historias y escritos que vienen a la mente algunas veces. Lebih Banyak

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/แ ๏ฝก๊žˆ๏ฝกแŸ\. Invocaciรณn Equivocada.
โœง-La Leyenda De Tanabata.
o(โ•ฅ๏นโ•ฅ) Luna de Tristeza.

(๏ผฯ‰๏ผ.) Undertaker simplemente amaba a Vincent.

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Oleh Ryuzei_Hohenheim

¿A dónde corres cuando simple y fácilmente todo lo que habías amado ya no estaba? Este hombre de cabellos plateados tampoco lo sabía.
El día en el que él se suicidó, también quería saberlo. Realmente, no podía quejarse de su familia o su vida. A excepción de la forma en que perdió a la única persona que amaba.
El día en el que se aburrió de trabajar recogiendo almas después de unos doscientos años, tampoco le importó desertar. Llevándose a su amada guadaña con él.

Todavía recordaba la presión en el pecho. Todavía dolía. Pero todavía sabía que tendría que seguir existiendo. Y así, se abrió una funeraria en Londres.

Los cuerpos del bajo mundo no tardaron en llegar. Sus conexiones en ese aspecto, no tardaron en formarse. Sobre todo porque él tenía una peculiar forma de pedir el pago a cambio de informaciones. Ya que él sólo buscaba alguien que lo hiciera reír.

Alguien que lo ayudara a escapar de su vacío.

Un día, un joven llegó al paradero del shinigami fugitivo. Este joven de cabellos oscuros, un poco azulados, venía acompañado de un mayordomo arrugado, ya bastante viejo. Se le notaban rasgos japoneses.

El shinigami quiso reír. ¿Cómo podría ayudarlo aquel viejo?

Entonces, el joven de cabellos oscuros se sentó frente a él en la recepción. Sonrió y levantó una ceja.

-Escuché que sólo quieres algo que te haga reír a cambio de pasar información.-Comentó en un tono juguetón. El mayordomo parado de forma elegante y recta detrás suyo.

El shinigami sintió como su corazón se aceleró.

Recostó su mejilla en su mano derecha, sus uñas negras y negras. Sonrió de forma espeluznante, el cabello cubría sus ojos.

-¿Cuál es tu nombre, joven amo?

-Vincent Phantomhive.-Oh. Con que así era. El joven parecía extrañamente amigable. Sonriendo suavemente.-¿Cómo se llama usted?-Preguntó.

-Llámame Undertaker.

Esa fue la primera vez que él disfrutó realmente del mundo humano. Y no, no es que antes le fuera aburrido. Siempre le pareció que los humanos eran interesantes. Siempre pensó que su propio actuar cuando estaba vivo era ridículo. Nunca se preguntó por qué no pudo olvidar ese rostro, ni sus recuerdos en vida.

Ese rostro que se parecía tanto al que tenía en frente.

Undertaker volvió a agradecer el hecho de existir.

Sobre todo porque éste joven se había vuelto especialmente cercano a él. A veces venía, le contaba un chiste y le pedía información para sus casos. A veces su conversación se desviaba del propósito original. A veces lo invitaba a fiestas, a veces se escapaba para ir a la funeraria y hablarle por horas.

Undertaker amaba a éste muchacho.

Pero éste muchacho era la cabeza de una familia de élite. Este muchacho ya no era el muchacho con el que había tenido una relación en vida. Este joven se casaría, y ahora, este muchacho tendría un hijo.

Al inicio, a su familia le costó aceptar sus constantes visitas y su forma de actuar. Porque siento honesto, incluso él se había dado cuenta. Que las veces que rondaba a Vincent Phantomhive, estaba particularmente cerca. Aunque sus toques eran ligeros, solía tomarlo de la mano y entrelazar sus dedos con él mientras le hablaba. Solía rodear su brazo con el suyo. Solía rodear su cuello al hablarle al oído pasándole información. Durante las reuniones, solía sentarse sobre el posabrazos en su sillón, acariciando su cabello o jugando con él.

Vincent lo aceptaba todo amable y sonrientemente.

A su madre, Claudia Phantomhive tampoco le molestaba. Ella era quien más se emocionaba de ver a Undertaker. Solía darle galletas con chocolate, solía preguntarle sobre cómo le iba a su hijo. Le pedía que se quedara a pasar la noche en la mansión. Claudia Phantomhive lo trataba como si fuera su hijo.

Diedrich tenía mal carácter. Pero cada vez que venía de Alemania, le sonría y le saludaba. Él correspondía.

Los sirvientes lo conocían al punto en el que dejaban que se paseara por la mansión tranquilamente. Lo saludaban con respeto y él siempre sonreía.

Su esposa, Rachel, era un tanto celosa, aunque no de forma exagerada. A Undertaker le daba gracia.

No es como si pudiera ir en contra de ellos, de todos modos.

Undertaker se sentía realmente amado. Realmente bienvenido.

Él se sentía en casa.

Por eso, aquella noche de festejo, salió hasta el balcón. La luna alumbraba, resaltando los rasgos del conde. Él tenía sus manos detrás de su espalda, su vestimenta elegante y sin ninguna arruga. Miraba en silencio el paisaje, los jardines, las estrellas. De fondo, se escuchaba el ruido de los invitados. Pero Vincent se veía extrañamente decaído. Sus hijos todavía no habían nacido, un padre no debería verse así.

¡Él debería verse así, la reencarnación de su amor, su actual amor, casándose con una mujer y compartiendo una vida con ella!

Pero aún así, Undertaker no se sentía celoso.

-¿Jó? ¿Sucede algo, joven amo?-Preguntó. Se acercó por detrás y rodeó su cuello con sus brazos. Planeaba hacer su clásica broma, su risa espeluznante, pero optó por no hacerlo. Vincent no se veía realmente bien.

Él se volteó. Al ver de quien se trataba, sólo sonrió y volvió a mirar el paisaje.

-Llevo tiempo queriendo saber. ¿Realmente puedes ver algo con ese cabello tuyo?-Se rió.

-Veo perfectamente bien.

-Oh.

El silencio de su amigo normalmente parlanchín lo preocupó. Undertaker lo soltó y se paró a su lado, recostando sus codos por el balcón. Inadvertidamente, Vincent se acercó y subió la mano, a la altura de su frente.

Sus cejas fruncidas, su mirada determinada.

"Es tan tierno, quién diría que es un asesino de élite". Pensó para sus adentros.

Vincent preguntó:-¿Puedo levantarlo?

Refiriéndose a su cabello.

Undertaker nunca le había mostrado sus ojos a nadie, ni las cicatrices en su rostro. Pero Undertaker no tenía nada que esconderle. Asintió en silencio.

La mano de Vincent bajó hasta la altura de su nariz. La mano de Vincent lo tocó suavemente, entrando debajo de su cabello. La mano de Vincent subió lentamente, hasta su frente. Levantando su cabello, dejando sus ojos a la vista.

Ojos verdes.

Ojos tristes.

Cejas plateadas.

¡Pestañas plateadas!

Extrañamente, Vincent también se sintió un poco raro. No era lo que sentía por su esposa, era algo más. Pero era extraño. Muy, muy extraño. Undertaker lo miraba fijamente, Vincent también lo hacía.

Entonces, cayó en la realidad

-Algo va a pasar.-Dijo.

El mal presentimiento se adueñó de Undertaker. Levantando una ceja, inclinó levemente su cabeza. Vincent estaba cerca, realmente cerca. Ahora ambos estaban de frente.

-¿Qué va a pasar?

El otro negó con su cabeza.

-No tengo idea. Undertaker, cuando eso suceda, ¿Cuidarás de mis hijos?

Undertaker sintió el irresistible impulso. Sus manos ahora se habían estirado hasta la cadera de su amigo, aferrándose a su ropa. Undertaker asintió.

-Lo haré.-Más cerca.

-Cuando eso llegue, no dejes que les hagan daño.-Sus labios.

-Los protegeré.-Más cerca.

-Undertaker.-Más.

-¿Ah?-Falta más.

-Cuando eso llegue, no trates de buscarme.-Por favor, más cerca.

Vincent jamás pensó ver los ojos aguados de su amigo plateado. Pero ahí estaban. Parecían sentir dolor. Aún así, Undertaker sonrió, asintió en silencio.

Vincent no sabía en qué momento se habían acercado al punto de rozarse. Tampoco quería saber. Su amigo era más alto que él, sus rasgos blanquecinos eran hermosos. Ahora todo lo que sentía era una enorme, enorme tensión.

Undertaker quiso probar sus límites. Se acercó hasta besar sus labios, hasta moverlos, sentirlos. Incluso cuando lo mordió levemente, Vincent abrió un poco la boca, de forma obediente. Dejando que su lengua entrara y recorriera toda el área. Las manos de Vincent dejaron su frente y ahora se aferraban a sus hombros.

Vincent no hizo nada más que obedecer. Pero tampoco lo alejó. Ni siquiera cuando sus manos comenzaron a moverse por su espalda en suaves caricias. Incluso había escuchado un gemido ahogado.

No se separaron cuando faltó el aire. Se separaron cuando a lo lejos del pasillo escucharon los pasos suaves y la voz alegre de Rachel.

Desde esa vez, Undertaker jamás volvió a besar a Vincent. Pero siguió estando especialmente cerca.

También, cumplió su promesa.

A Undertaker le gustaba mucho jugar con sus dos hijos. Le gustaba mucho perseguirlos y actuar espeluznante, asustándolos. Especialmente, le gustaba atormentar al que parecía más introvertido. Siempre acababan corriendo detrás de las piernas de sus padres, quienes sonreían y le pedían que pararan. Undertaker se encogería de hombros y los dejaría en paz.

Por eso, maldijo enormemente cuando él estuvo fuera trabajando en la funeraria. Maldijo al escuchar la noticia. Maldijo al correr hasta ahí, empuñando su guadaña. Maldijo cuando la vio consumiéndose en cenizas.

"No trates de buscarme". Ahora entendía la razón de esa frase. Su pecho dolió. Dolió mucho. Dolió durante todo el tiempo que dejó de dormir, buscando a los gemelos a quienes atormentaba. Dolió cuando encontró sus paraderos. Dolió cuando llegó demasiado tarde. Dolió al ver al hijo menor pactar con un demonio, dejando a su hermano atrás.

Undertaker lloró.

Undertaker lloró al punto en el que sentía que perdería sus tripas.

Hasta quedarse sin aire.

Su familia, alguien a quien amaba. ¿Por qué tenía que ser él? ¿Por qué tenía que sufrir así? ¿Por qué estaba condenado a perder todo? ¿Por qué?

Se lo preguntaba mientras se metía al fuego y se llevaba el cuerpo del hermano mayor.

Él no podía seguir existiendo así.

Él no podía vivir sin cumplir la promesa que le hizo a Vincent. Le prometió que los protegería y cuidaría. No tenía planes de fallar.

Además, él simplemente no quería perder a otro Phantomhive.

Ya no más.

No dejaría que eso suceda. Así tenga que violar toda ley existente.

No perdería a otro Phantomhive.

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